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Castilla y León, siglo XV

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Literatura española. Castilla y León, siglo XV. Política, economía, Sociedad. El Rey. Arte y cultura.

Agregado: 24 de JUNIO de 2003 (Por Michel Mosse) | Palabras: 1882 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
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    TRABAJO PRACTICO DE LITERATURA ESPAÑOLA

     

    PROFESOR: HUGO ILUNDAIN

    COLEGIO NACIONAL DE BUENOS AIRES

     

    45 2002

                        

    Castilla y León, siglo XV

    Política 

    Desde que a finales del siglo XIV, Castilla y León fuese escenario de una cruel contienda fraticida entre el rey castellano Pedro I de Castilla  y su hermanastro Enrique II de Trastámara, en esta tierra se había acelerado el proceso de señorialización feudal. Las "mercedes enriqueñas" habían consolidado a una serie de linajes que constituía la aristocracia y el poder, sin olvidarnos , por supuesto, del enorme poder del clero que una vez más había estado del lado de los vencedores.  En 1.419  Juan II de Castilla fue declarado mayor de edad y a partir de ese momento la corona de Castilla fue escenario de una complejísima pugna, con un tejido de acontecimientos de difícil interpretación, presentada habitualmente como un combate entre la nobleza y la monarquía. Los "infantes de Aragón" (hijos a la sazón de Fernando de Antequera, rey de Aragón), que ocupaba puestos claves disfrutando además de cuantiosos bienes en Castilla y León y un sector de la nobleza, ciertos linajes, que no siempre estuvieron al lado de la corona. Se creo así -como bien apunta Julio Valdeón-, el "partido aragonés".

    Así, el que pudiéramos llamar "partido monárquico", estaba dirigido por don Álvaro de Luna , hombre de la máxima confianza del rey Juan II de Castilla, al menos en aquella época (mas tarde en 1.453 lo mandaría ejecutar en Valladolid), que tras un destierro en 1.439, regresó reagrupando las fuerzas realistas y se enfrentaron a Juan II, rey de Navarra y los infantes de Aragón. La batalla decisiva tuvo lugar en Olmedo (1.445) y los peones de las milicias reales o fuerzas del Rey de Castilla obtuvieron una victoria sin paliativos, diezmando la poderosa caballería  de la aristocracia castellana  y del rey de Navarra, lo que originó que los nobles que habían peleado al lado de los orgullosos infantes de Aragón les fueran confiscados todos sus bienes. En 1454 muere el monarca Juan II de Castilla y le sucede en el trono Enrique IV (1.454-1.474).

    Este rey que ha pasado a la posteridad con muy mala fama (no sólo por sus caracteres personales), por la anarquía que se desató en Castilla y León en el transcurso de su reinado. En 1.465 se desencadenó una nueva guerra civil en Castilla y León (tras la muerte de infante Alfonso  protagonista de la "farsa de Ávila") por la sucesión al trono de Castilla y León; por un lado los seguidores de  Juana "La Beltraneja", hija del rey Enrique IV y por otro los partidarios de la princesa Isabel la Católica, futura reina católica, hermana del rey. Si bien Enrique IV, firmo un pacto con su hermana Isabel en 1.468 (los Toros de Guisando), por el que la reconocía como heredera al trono castellano-leones, en 1.470 proclamó heredera a su hija Juana y sin aclarar del todo su herencia en 1.474 murió Enrique IV.  

    Ascendió al trono Isabel la Católica, casada con Fernando II de Aragón en 1469, llegaban los Reyes Católicos y la nueva era del Estado  Moderno.  

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    Economía

    La corona de Castilla, al igual que otros países del occidente de Europa, se vio afectada en el siglo XIV por una depresión de considerable importancia. El síntoma externo más notorio de la crisis fue la fatídica trilogía de las catástrofes: la peste, el hambre y la guerra. Las actividades  agropecuarias seguían siendo la base de la economía, pero mientras la agricultura se hallaba estancada, la ganadería ovina tuvo una expansión sin precedentes.

    Las actividades no agrarias tenían un papel reducido, pero se empezó a progresar en algunas industrias de trasformaciones. El comercio interior por su parte, seguía siendo débil; en cambio el exterior tuvo un auge extraordinario.

    La ganadería lanar fue protagonista de una expansión singular en los últimos años de la Edad Media, entre otros aspectos, debido a las circunstancias internacionales. La ruptura en el siglo XIV del abastecimiento inglés de lana para los telares de Flandes, permitió a la corona de Castilla convertirse en la principal suministradora de esta materia prima. Este apetitoso comercio de exportación fue rápidamente aprovechado por los sectores de la sociedad mas dominantes, es decir, los ricos hombres, propietarios de rebaños de merinas, los establecimientos eclesiásticos, y la Ordenes Militares, sin olvidar a la corona que obtenía de la trashumancia de ganado un ingreso sustancioso: el "servicio y montazgo"

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    Sociedad

    En el ámbito de lo social en la corona de Castilla en el siglo XV fue el gran desarrollo de un proceso de señorialización, cuyo gran beneficiado fue la alta nobleza, que vio fortalecida su posición hegemónica, ya imperante desde el siglo XIV. En un rápido recorrido por la Meseta Norte en pleno siglo XV, demostraban una tupida red de señoríos, entre los que también se encontraban los señoríos eclesiásticos, ya fueran de las iglesias catedrales o de los monasterios, además de lo señoríos perteneciente a las órdenes militares. 

    Pero la mayoría de la población de la corona de Castilla seguían perteneciendo a las clases populares, rurales o urbanas y del trabajo de los campesinos y de los artesanos procedían las rentas de las clases dominantes. También estaba un sector compuesto por gentes dedicados al comercio o a las finanzas.  No obstante, como ya se ha apuntado la guerra civil de finales de XIV, trajo consigo que viejas familias de la nobleza se fueran extinguiendo y afloraron nuevas familias que con el beneplácito de la corona fueron implantando una serie de medidas recaudatorias y administrativas que les permitiera vivir en la abundancia.

     Los conflictos sociales, al igual que en el siglo anterior, fueron de gran intensidad, con numerosos movimientos antifeudales y pequeñas luchas, aunque nunca de una envergadura tal  comparable a  la de los Hermandiños de Galicia en la época de Enrique IV y mucho menos con la que años mas tarde , en época de Carlos I, protagonizaron los Comuneros. 

    Desde el punto de vista religioso, la corona de Castilla, al igual que el conjunto de la Cristiandad occidental, vivió tiempos difíciles a fines de la Edad Media. Las nuevas formas de vida y de pensamiento que se iban abriendo paso en el resto de Europa, especialmente en Italia iban chocando con el inmovilismo recalcitrante de la iglesia castellana, poseedora de numerosas atribuciones y preocupada -salvo excepciones- en la acumulación de riquezas y por su intervención en los asuntos políticos. No hay que olvidar que entre el episcopado y la alta nobleza castellanoleonesa había estrecha relación, pues la mayoría de los prelados se reclutaban entre la aristocracia: los Fonseca, Manrique, Mendoza, Carrillo, etc. Por su parte, el bajo clero tampoco ofrecía en su conjunto, una imagen saludable; su formación doctrinal era endeble, sus costumbre no eran un ejemplo a seguir (muchos clérigos vivían amancebados). La segunda mitad del siglo XV la barraganía En la Edad Media, unión sin matrimonio entre hombre y mujer estaba tan extendida entre el clero de la ciudades y villa de Castilla y León que algunos concejos percibían un impuesto regular basado en esa práctica. Y el intento reformista  de la iglesia castellanoleonesa del siglo XIV no tuvo los logros deseados.

    Igualmente, los reinos de Castilla y León fueron escenario de violentas sacudidas antijudaicas. Si en los siglos anteriores las relaciones entre cristianos y hebreos habían sido bastante pacíficas, la contrarreforma religiosa presentó nuevamente con fuerza al judío como un pueblo responsable de la muerte de Jesús de Nazaret. Por otra parte, las actividades mas destacadas en que los judíos habían descollado tenían que ver con el comercio del dinero, lo que era visto con saña por las masas sociales, alimentada en ocasiones por algunos poderosos que veían en la caída de los prestamistas judíos la cancelación de sus deudas.

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    El Rey

    En el siglo XV, también el siglo XIV, la monarquía castellano-leonesa fortaleció considerablemente su poder. La recepción, en el siglo XIII del Derecho Romano aportó multitud de elementos teóricos para el desarrollo de una concepción autoritaria del poder real. Si se hace un análisis superficial  de la historia de Castilla y León en los siglos XIV y XV puede llevar a una conclusión errónea: acontecimientos como las minoridades de Fernando IV y Alfonso XI, la guerra fraticida entre Pedro I y Enrique de Trastámara, las banderías de la época de Juan II o el episodio de la "farsa de Ávila", puede inducir a esa opinión. Sin embargo, a pesar de las interminables pugnas en que se vio envuelta la corona, lo cierto es que el poder regio experimento un indudable fortalecimiento, y para tipificar las atribuciones de que gozaba, en la teoría y la práctica, el rey de Castilla y León empieza a acuñarse el término "absolutismo".

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    Arte y Cultura

    Castilla y León había desempeñado en los siglos precedentes un eficaz papel de mediadores, en el terreno de la cultura, entre la cristiandad occidental y el Islam, cuyo momento mas floreciente se produjo en la época de Alfonso X el Sabio. La cultura que se desarrolló en Castilla y León  al final de la Edad Media protagonizó una pugna entre elementos del pasado, que luchaban por sobrevivir, y novedades que trataban de abrirse paso, de las cuales la mas importante era el humanismo. Desde el punto de vista artístico, el reino castellano-leonés mantuvo una estrecha dependencia hacia Flandes y otras regiones europeas, aunque aún tenía fuerza al tradición.

    Castilla y León no fueron una excepción a la tónica dominante en la historia de la cultura medieval de una fuerte impregnación religiosa. Los eclesiásticos ejercieron un monopolio, durante buena parte de la Edad Media, muerto el Rey  Alfonso X el Sabio el entrecruce de las culturas cristiano-judaica-islámica fue decreciendo,  y se empezó a mirar hacia el Occidente europeo, aunque las tradición mudéjar no había muerto y las minorías hebreas siguieron ejerciendo una influencia notable en tierras castellanoleonesas en el siglo XV.

    En la pintura , al igual que en otras artes, al siglo XIV bastante estéril le sucedió el siglo XV fecundo. Los reyes y magnates se sentían atraídos por la moda francesa y por el arte flamenco y borgoña. De allí se importaban tapices y retablos y de allí venían a la meseta artistas renombrados, para trabajar al servicio de las clases pudientes. Las principales características del pictórico flamenco eran el realismo naturalista, la riqueza cromática y el interés por la minuciosidad.  Pero desde mediados del siglo XV se fue haciendo perceptible la influencia de una nueva cultura que irradiaba de Italia, en donde se estaban poniendo las bases del Humanismo.

    No obstante la pintura, al igual que la escultura, está subordinada a otras artes y no es comparable la situación de los pintores castellanos con los pintores italianos. Así los Berruguetes (Pedro y Alonso, padre e hijo, artistas claves en la pintura castellano-leonesa), que tienen trato con los grandes maestros, en Castilla se tienen que amoldar, incluso estilísticamente, a las condiciones menos desarrolladas de este arte en Castilla-León.

    El renacimiento tuvo que incardinarse dentro de un mundo con estructuras sociales tradicionales muy fuertes en el que puede influir  pero  sin llegar a destruir. Los pintores no podrán prescindir de la  necesidad de mecenazgo, ejercido lógicamente por los privilegiados, que en Castilla y León -y en toda la península- distan mucho de asemejarse a Federico de Montefeltro, duque de Urbino.


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