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El arte hispano musulmán.

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Arte e Islam, Fundamentos culturales y sociales del arte islámico, La mezquita , el período cordobés o califal, ARQUITECTURA CIVIL, El arte almohade, Período nazarita o granadino.

Agregado: 29 de AGOSTO de 2000 (Por ) | Palabras: 3885 | Votar |
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Categoría: Apuntes y Monografías > Historia del Arte >
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    TEMA 6 EL ARTE HISPANO MUSULMAN

    I. Arte e Islam.

    A. El contexto histórico.

    - Mahoma, Arabia y los comienzos del Islam (622-632).

    - Expansión del Islam: los cuatro primeros califas, la dinas­tía de los Omeya y la dinastía Abbasí.

    - La llegada de los musulmanes a España y su transformación en provincia del Imperio Omeya.

    - Evolución política de Al-Andalus.

    Periodización:

    Período cordobés: S. VIII - X

    Período de los reinos taifas (1032-1086)

    Período de las invasiones norteafricanas (siglos XII-XIII)

    Período nazarita o granadino (S. XIII-XV)

    B. Fundamentos culturales y sociales del arte islámico.

    - Rasgos generales de la cultura y la religión islámica y su influencia en las artes:

    1. Influencias externas: sincretismo y personalidad del arte islámi­co.

    2. Un arte efímero.

    3. Iconoclastia: ausencia de artes figurativas en edifi­cios religio­sos.

    4. Alternativas a la falta de imágenes: vegetación, geometría y caligrafía ('geometría del verso'). El ara­besco. Estética del horror vacui.

    5. El arte y el poder político-religioso: la mezqui­ta aljama y el palacio como espacios del poder.

    6. Arte y sociedad: el arte islámico como producto so­cial y como elemento de organización de la comunidad.

    C. Morfología.- LA MEZQUITA:

    Lugar de reunión de los creyentes.

    La mezquita es una creación original del Islam con unas características fijadas involuntariamente por Mahoma.

    Cuando éste huyó de La Meca y se estableció en el oasis de Yathrib, formando el núcleo de Medina, la que luego será la segun­da ciudad en importancia del Islam, construyó una vivien­da mitad residencia para su familia y mitad lugar de reunión para sus seguidores, dando lugar al modelo que se tomará para las posterio­res construcciones dedicadas al culto en el mundo islámico.

    Este edificio, mitad residencia y mitad albergue y sala de reunión no tiene un plan preconcebido, pero, en un pueblo nómada como el árabe sin tradi­ción arquitectónica, el hecho de que su Profeta levantara tal vivienda y que en ella sus ense­ñanzas fue más que suficiente para que sus seguidores la tomasen como patrón de lo que luego serían las mezquitas.

    Esa casa primigenia de Mahoma no era sino una cerca rectan­gu­lar que acotaba un patio y una sala común recubierta con una techumbre plana de madera y hojas de palma. Origina­riamente, el muro del fondo de la sala se orientaba hacia Jerusalén, aunque posteriormente las mezquitas lo hicieron hacia La Meca.

    Adosadas a este rectángulo se situaron las casas de sus dos esposas, Sawda y Aisha, y un pequeño albergue para los pobres y necesitados.

    Lo que no tuvo fue alminar para llamar a la oración, ya que esto se hacía desde el tejado en los primeros tiempos del Islam. Del primero que se tiene noticia es del levantado por el califa Al-Walid en la mezquita construida sobre esta primi­tiva casa del Profeta en el año 705.

    Dada la peculiaridad de sus orígenes, la mezquita sólo se parece a sí misma, sin embargo, algunos especialistas en arte islámico han señalado ciertas coincidencias estructurales con las basílicas paleocristia­nas, coincidencias que pueden ser casuales, por lo que los puntos de unión entre el judaísmo, el cristianismo y el islamismo no parecen extenderse a sus recin­tos de oración.


    La mezquita hipóstila

    Es el tipo más difundido en el Islam, entre las aljamas (mezquita utiliza­da para la oración preceptiva de los vier­nes), y es el que encontra­mos en Córdoba. Suele constar de los siguien­tes ele­mentos:

    Patio (sahn). Rectangu­lar, flan­queado general­mente en tres de sus facha­das por un pórtico interior llamado riwat. En el in­te­rior de este patio se encuen­tra una pila (Sabil) o fuente de ablucio­nes (purifica­ción con agua antes de la ora­ción), cu­bierta a veces por un templete.

    Sala de oración (liwan o haran). Abierta por arque­rías en uno de sus lados, formando una especie de pórtico continuación del riwat, y limitada en sus otros tres lados por un muro cerrado, que puede presentar alguna puerta de comuni­cación directa con el exterior. La cubierta de esta sala está soste­nida por filas de columnas -de ahí la denominación de hipósti­la- separando las distintas naves, cuyo eje es perpen­dicular al muro opuesto al patio, llamado de la kibla (dirección sagra­da), que es el que marca la orientación de la cons­truc­ción hacia La Meca.

    En el centro del muro de la kibla se abre el mihrab, espe­cie de nicho dedicado al imán o director de la oración. La maxura es un recinto acotado con celosías, situado en el tramo final de una o varias de las naves más próximas al mihrab.

    Este elemen­to no exis­tía en las primitivas mezquitas, parece que surgió du­rante la dinastía Omeya como protección al califa durante la oración co­lec­tiva de los viernes, ya que algu­nos de sus antecesores habían sido asesinados aprovechando esa circuns­tancia.

    Dentro de la maxura está el mim­bar o asiento-púl­pito que, si Mahoma uti­lizó como pupitre para dirigirse a los fieles, poste­riormente se convirtió en verdadero trono símbolo del poder, al unir el Islam el poder religioso y político en la misma persona.

    Junto al mimbar suele encontrarse el kursi o atril para apoyar el Corán.

    El suelo del liwan está cubierto enteramente por alfom­bras y del techo penden lámparas (kandil) suspendidas por cadenas para una mejor iluminación del recinto.

    Alminar. A diferencia de los judíos, que llamaban a la oración con un shofar o cuerno de carnero, o de los cris­tianos orien­tales que, antes de generalizarse el uso de la campana, lo hacían golpeando un madero, los primiti­vos musul­manes realizaban este aviso a voces desde el tejado de la mezquita.

    El sistema varió con el tiempo hacia la construcción de una torre, el alminar, desde la que el almoacín hacía la llamada a las horas de rezo. Se sitúa en el extremo opuesto a la kibla, adosado al riwat y con uno de sus lados en el eje imaginario que, partien­do del mihrab, alinea la mezquita con La Meca. Su planta puede ser cuadrada, circular u octogonal.

    II. Arquitectura del período cordobés o califal: S. VIII - X.-

    A. CARACTERISTICAS GENERALES.

    Es el momento culminante de la cultura islámica en Al-Andalus. Se desarrolla este estilo en un clima general de tolerancia roto a partir de las rebeliones de los mozárabes (comienzan con Abd-al-Rahman II, 833-848).

    1.Elementos:

    En los primeros momentos el arte hispanorromano y el visi­godo marcan la pauta en materiales, elementos constructivos (muchas veces utilizados de edificios anteriores) y estructu­ras. Posteriormente se aprecia el influjo de Bizancio.

    Ejemplos de estas influencias las hallamos en:

    a. La construcción de muros a soga y tizón, típi­camente romanos.

    b. Los tipos de capiteles más utilizados: corin­tios que, sólo a partir del siglo X, evolucionan hacia formas derivadas, apareciendo entonces una decoración muy estilizada de las hojas de acanto, conocida con el nombre de ataurique.

    Otras derivaciones del capitel corintio se encuentran en el llamado de avispero, labrado con el empleo del trépano, y en el de pencas, cuyas hojas aparecen completamente lisas.

    c. Empleo del arco de herradura de origen visigo­do con importan­tes modificaciones: El peralte pasa de 1/3 a 3/5 del radio, la línea del extradós se mantiene paralela a la del intradós, alternancia de color o decoración en las dove­las, y aparición del alfiz o arrabá, moldura decora­tiva que enmarca el arco, dejando entre ambos las enjutas o albanegas.

    A partir del s. X se desarrolla una técnica especial con el empleo del arco lobulado así como del arco de herradura apun­tado. El empleo del arco formando conjuntos y entrecruzándose da lugar a gran variedad de formas.

    d. Aunque la cubierta más frecuente es la de madera a dos aguas, de larga tradición en la arquitectura romana, también es frecuente el uso de bóvedas del mismo origen y otras de procedencia bizantina. No obstante se crean tipos nuevos, siendo el más original la llamada bóveda cali­fal. Es una bóveda estructurada con gruesos arcos interiores, que se disponen en parejas sin cruzarse en el centro. Derivada de ella es la bóveda calada. Ambos modelos ejercerán su in­fluencia en bóvedas góticas.

    e. Elementos decorativos:

    - La decoración vegetal, aunque parte de prototipos clási­cos, es antinaturalista por su fuerte grado de geometrización (ataurique) en el que se aprecia la influencia siria.

    - La decoración geométrica (lacería) es en esta época muy simple, a base de cuadrados y rectángulos.

    - La alternancia de colores en las dovelas de los arcos, o su variante dovela con relieve-dovela lisa, es un recurso decorativo muy usado en este período.

    2. Edificios más representativos:

    a. RELIGIOSOS:

    LA MEZQUITA DE CORDOBA

    Sigue con bastante fidelidad el esquema estructural de las mezquitas hipóstilas. Conserva el patio con ligeras trans­formaciones. La sala de oración ha sido sustancialmente modi­ficada en su unidad espacial, al haber construido dentro de ella en el siglo XVI una gran edificación que sirve de coro a la catedral cristiana que, desde la conquista de la ciudad por Fernando III, fue establecida en la mezquita, sin embargo conserva íntegra­mente la kibla, el mihrab, y la maxura, con sus cúpulas cubiertas de mosaicos. El alminar se ha convertido en torre de la catedral.

    El conjunto del edificio ha sido construido a lo largo de cuatro fases (sin tener en cuenta las transformaciones cris­tianas) que abarcan desde el año 785 hasta, aproximadamente, el año 1.000. Durante esos doscientos años largos la mezquita fue creciendo al ritmo que lo hacía la ciudad de Córdoba, pasando de una capacidad para albergar a 5.000 fieles en tiempos de Abd-al-Rahman I a 30.000 en época de Almanzor, cuando se terminó la ultima de las amplia­ciones.

    Fases de la construcción:

    En el lugar donde se levantó la parte más antigua de la mezquita había una iglesia, la basílica de San Vicente, cuyo edificio era compartido por dos templos, uno cristiano y otro musulmán.

    1ª Las obras de construcción de la mez­quita fueron ini­ciadas por Abd-al-Rahman I (756-788), el primer emir indepen­diente. Para ello compró a los cristianos la parte corres­pondien­te a su iglesia, comprometiéndo­se a autorizar la cons­trucción de una nueva iglesia en otra parte de la ciudad.

    La elección de este solar se debe a que se encontraba enfrente del palacio visigótico que había sido habilitado como residencia de los emires cordobeses. La construcción, comen­zada en 785, consistió en un edificio modesto cuyo liwan, de 11 naves y 14 crujías, ocupaba el lugar de la antigua iglesia, agregándose al norte el sahn sin pórtico ni alminar. En este primitivo edificio se usaron gran cantidad de columnas proce­dentes de edificios romanos y visigodos. El exterior, con muro de soga y tizón, resulta de gran sobriedad, sólo interrumpida por la decoración de las puertas (de esta etapa se conserva la de San Esteban).

    Es en el interior donde se da un magnífico ejemplo de conjunción de lo funcio­nal y lo estético. A pesar de su modes­tia a los cons­tructores de este edificio les cabe el mérito de haber creado un sistema de cubiertas muy bien equi­librado en sus empujes y muy apto para la función de un edifi­cio que tenía que alber­gar el mayor número posible de fieles sin inte­rrum­pir la unidad espacial, es decir, sin que hubiese lugares desde los que no fuese posible observar el conjunto de la sala ni oír a quien diri­giese la oración. Sistema que se basa en unos soportes de estructura claviforme, trabados entre sí por una doble arquería: la superior, de medio punto, para susten­tar la cubierta y el sistema de desagüe de las naves; la inferior, de herradura, para atirantar. El sistema tiene un precedente en el acueducto romano de "Los Milagros" de Mérida, y resulta de gran agilidad y vistosi­dad, pues a lo esbelto de su estructura, se une el colorido que le da la alternancia de dovelas rojas y blancas.

    2ª La ampliación de Abd-al-Rahman II (822-852), comenzada en el 833, consistió en derribar el anterior muro de la kibla y añadir nueve crujías a las naves del li­wan.

    A lo largo de los siglos IX y X se realizaron algunos retoques. El más importante es la construc­ción del alminar en tiempos de Abd-al-Rahman III (912-961), obra que se acompañó de una ampliación del patio.

    3ª La segunda ampliación del liwan y lo mejor de la cons­trucción y decoración del edificio fue rea­lizado en tiem­pos del califa Al-Hakem II (961-976), hijo de Abd-al-Rahman III. Con él Al-Andalus al­canza su mayor gloria y su capital, Córdo­ba, se convierte en uno de los centros culturales más presti­giosos del momento. De nuevo el muro de la kibla fue desplaza­do hacia el sur al añadirse otras doce crujías. Se construyó una nueva kibla, ahora doble, el mihrab y la maxura que aún se conservan, así como las cú­pulas que cubren la maxura y la que cubre otro tramo de la nave central situando donde estuvo el anterior mihrab.

    La fachada del mihrab y las cúpulas de la maxura fueron decoradas con mosaicos cuya ejecución fue dirigida por un especialista bizantino mandado expresamente por su emperador a petición de Al-Hakem II. El artista trajo de Bizancio las teselas para realizar la obra, por lo que se puede afirmar que fue realizada por los mejores especialistas del momento, los bizanti­nos.

    4ª La ampliación realizada por Almanzor (976-1002) dupli­có casi el tamaño del edificio, tanto la sala como el patio, pero esta vez el ensanche se hizo hacia el este: primero porque la proximidad el río no permitía seguir am­plian­do hacia el sur; segundo porque hubiese resulta­do una sala demasiado larga y desproporcionada con la anchura, y tercero porque volver a derribar la kibla suponía destruir lo mejor de las obras realizadas pocos años antes por Al-Hakem II.

    b. ARQUITECTURA CIVIL

    EL PALACIO DE MEDINA AL-ZAHARA.

    Comenzado a construir por Abd-al-Rahman III el año 936, en honor de su favorita, al oeste de la ciudad en la falda de la sierra cordo­besa, las obras continuaron en época de su hijo Al-Haken II. Esta residencia ocupa una extensión aproxi­mada de 1.400 m. en sentido este - oeste y unos 700 de norte a sur.

    El palacio propiamente dicho se sitúa al norte del con­junto ocupando unos 250 m. de largo por 160 de ancho y se compone de una serie de depen­dencias alrededor de patios dispuestos sin ningún orden preestablecido.

    Hasta el comienzo de la excavaciones (la primera campaña sistemática se hizo en 1961), las descripciones que hablaban de Medina al-Zahara se tenían por exagera­das y rondando la leyenda. Sin embargo, los hallazgos realizados corrobo­ran en parte lo descrito por los visitantes de la época.

    Medina al-Zahara se divide en tres niveles condicionados por el relieve del terreno. El más elevado lo ocupa la resi­dencia califal y las dependen­cias de la corte. El intermedio es un amplio conjunto de jardines y parques que separa la zona anterior de la baja, formada por las casas de funciona­rios y cuarteles de la guarnición. También aquí se encuentra la mezquita común.

    Saqueada e incendiada durante la guerra civil que produjo la caída del califato (año 1009-1010), sus ruinas fueron primero usadas como cantera y luego olvidadas hasta las re­cientes excavaciones.

    La zona superior o califal, donde se encontraban los mejo­res edificios, poseía gran número de dependencias sin una clara ordenación funcional. Destacan de entre ellas dos gran­des salas de planta basilical, seguramente para las audien­cias. La más antigua, con dos salas cuadradas a los lados, lla­mada "Salón Rico", se abre a través de un pórtico a un jardín con un gran estanque. La otra, junto a la muralla, fue levantada como sala de audiencias por Al-Haken II.

    Los elementos arquitectónicos utilizados en la edifica­ción de esta ciudad-palacio denotan una total unidad de estilo con la mezquita de Córdoba: arcos de herradura con alfiz. columnas con el fuste liso de mármol y capitel de tradición corintia con clara influencia bizantina apreciable en la talla a trépa­no.

    III. El arte almohade. El arte nazarí: la Alhambra

    A. Las invasiones norteafricanas (siglos XII-XIII).

    Tras la conquista de Toledo por Alfonso VI de Castilla en 1085, los musulmanes de los reinos taifas reclaman la ayuda de los beréberes saharia­nos, los almorávides, quienes frenan la progresión cristiana y ejercen su dominio sobre los reinos musulmanes hispanos. Los almohades constituyen la segunda oleada de pueblos beréberes, estos procedentes del Atlas, que se ejercen su control sobre Al-Andalus ya mediado el siglo XII.

    B. El arte almohade.

    1. CARACTERISTICAS GENERALES

    Entre la peculiaridades mas destacadas del nuevo estilo se encuentra la gestación de una arquitectura defensiva en la que aumenta el tamaño y la complejidad de sus elementos básicos: murallas y torres.

    Estas se componen de una parte inferior de sillares y, a continuación, se emplean el ladrillo y la mampostería.

    En los soportes, los almorávides usan la columna y los almohades los pilares de ladrillo de sección octogonal. El arco más usual es el de herradura apuntado. Aunque existen arcos lobulados, aunque existen arcos lobulados que se pueden entrecruzar originando un tipo especial de decora­ción: sebka o red de rombos.

    Se mantiene la decoración precedente y se innova con la aparición del mocárabe (prisma de madera con tablas cóncavas en su base que le hacen acabar en punta como una estalacti­ta).

    2. EDIFICIOS

    Construyeron en Africa importantes mezquitas como las de Timmal, Hassán en Rabat y la Kutubiyya de Marrakésh.

    En España edifican la antigua mezquita de Sevilla, de la que se conser­van el patio de los naranjos y el alminar, la Giralda, con una rampa de subida en espiral y diferentes tipos de bóvedas. Cada uno de los frentes exteriores de la torre se divide en tres partes o calles, de las que las centrales son ventanas y las laterales sebka. Otras mezquitas fueron las de Almería o Mértola en Portugal.

    Típicamente almohades eran las fortificaciones, destacando las murallas bajas o barbacanas de Jerez, Niebla (Huelva), Cáceres y Badajoz, y las torres defensivas o torres albarra­nas, como la Torre del Oro de Sevilla. Esta consta de dos cuerpos poligonales, encerrado uno dentro de otro, unidos por bóvedas que anticipan soluciones góticas.

    C. Período nazarita o granadino (S. XIII-XV).

    1. CARACTERISTICAS GENERALES.

    Los materiales de construcción son pobres, pero se disimu­lan cubriéndo­los de paneles decorativos. Los zócalos se recu­bren de cerámica vidriada, en forma de alicatado con lacería de ocho puntas. En la parte alta los motivos son las almenas escalonadas; en la parte media aparecen el atauri­que y los cartuchos epigráficos.

    En los techos el material de origen se oculta bajo ricas cubiertas de madera (artesonados) con decoración de lacería. El repertorio decorativo se completa con paneles de sebka y mocárabes, especialmente en arcos y bóvedas.

    El arco más característico es el de medio punto peralta­do, decorado con festones (acairelado). En realidad es una estructura adintelada y mediante paneles decorativos se confi­gura la forma de los arcos.

    La gran aportación es la llamada columna de galgo, muy estilizada y con un capitel muy alto, compuesto de un cilindro anillado con varios toros y un cubo con los vértices inferio­res redondeados.

    2. EDIFICIOS.

    Destruido el poder almohade en 1212, la España musulmana quedó fragmen­tada en diferentes reinos independientes. Final­mente, unificado el territo­rio por la dinastía nazarita, la capital hubo de ser trasladada a Granada tras la caída de Córdoba en poder de los cristianos (1236).

    En dicha capital se encuentra uno de los monumentos más importantes del arte musulmán mundial:

    LA ALHAMBRA.

    Ciudadela de la colina roja. Es a la vez ciudad políti­co-administra­tiva, alcazaba y residencia real. Situada entre el valle del Darro y la vega del Genil, se halla rodeada y pe­netrada de jardines y fuentes que forman parte consustan­cial de su espacio arquitectónico, en perfecta armonía de lo natu­ral con lo edificado, materializando símbolos filosófi­cos, religiosos y culturales que nos ilustran acerca de la llamada "civili­zación del agua" de los musulmanes, de su concepto de cosmos y de paraíso.

    En el año 1060 un visir hebreo del rey taifa Ibn Habus levantó la primera residencia: De esta época sólo queda la fuente del patio de los leones.

    En 1238 Mohamed I conquistó granada y fundó la dinastía nazarí, conti­nuando la construcción de la Alhambra. En el reinado de Mohamed II se construyeron la torre de las damas y la torre de los picos.

    La fortaleza o alcazaba propiamente dicha se construyó durante los reinados de Yusuf I y Mohamed V, en la segunda mitad del s. XV. De estas época destaca el Salón de Embajado­res o de Comares, pieza fundamental del cuarto de los arraya­nes, a cuyo patio se abre con un magnífico pórtico y una antesala (sala de la barca, llamada así por la forma de su artesón). El salón de Comares es el auténtico salón del trono en el que el rey aparece en toda su magnificencia, tal como se lee en el mismo:

    "Mi dueño Yusuf me ha cubierto (¡Dios lo proteja!)

    con galas de esplendor y arte perfecto.

    Hizo de mí la sede de su reino, y así, ella, (la sala)

    ha reforzado su rango con la luz verdadera,

    con la sede y el trono."

    En el espacio del palacio de la Alhambra se percibe el diálogo entre los patios, las estancias, el entorno y el cielo, y del conjunto con el orden del cosmos. El orden de la construcción humana como reflejo del orden universal, como imagen del paraíso. Esta idea, presente en todo el conjun­to, se hace más patente en el patio de los leones, edificado por Mohamed V. El agua fluye por cuatro acequias que vienen de los cuatro puntos cardina­les, al igual que los cuatro ríos del paraíso coránico, y convergen en el círculo central, , donde se encuentra la fuente con 12 (número cósmico: los meses, las constelaciones del zodíaco) leones (animal solar). Las ace­quias parten de los dos pabellones situados en el eje E-O y de las salas de las dos Hermanas y de los Abencerrajes situadas en los extremos del eje N-S. En ellas y en el resto de las salas, la apariencia de solidez es tan solo una quimera, la realidad es un ordenamiento constructivo frágil y etéreo al servicio de la luz y del espacio-ambiente.

    La decoración lo llena todo haciendo imposible la fijación en un sólo punto. El paisaje se integra a través de los vanos, haciendo de esta construcción la belleza por excelencia.

    Los pabellones y jardines del Generalife repiten en su modestia los juegos de agua y luz que han hecho del palacio granadino la manifestación más estimada de la arquitectura islámica occidental.

    Algunas partes de la Alcazaba de Málaga son un pálido reflejo de la magnificencia de la alhambra en la segunda ciudad del reino nazarí.


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