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Jueves 28 de Marzo de 2024 |
 

Comparación entre Tenochtitlán y Sevilla

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    Trabajo Práctico de Historia:

    Comparación entre Tenochtitlán y Sevilla

    Siglo XVI

     

    La ciudad de Tenochtitlán fue fundada en 1375 y planificada siguiendo el esquema cuadriculado de calles y canales construidos en torno a un recinto ceremonial formado por pirámides, templos y palacios, entre los que destacan: el Templo Mayor, el de Quetzalcóatl, el Juego de Pelota y el Tzompantli o altar de sacrificios. Hay dos leguas, por cualquier parte por donde se quiere entrar, entre la tierra firme y el cuerpo de dicha ciudad. Tiene cuatro entradas, todas de calzada hecha a mano, tan ancha como dos lanzas jinetas.

    Sevilla, a su vez, es igual de grande que Tenochtitlán. Estaba rodeada por la gran muralla almohade, a lo largo de unos seis kilómetros. Los ríos Guadalquivir y Tagarete la cercaban.La muralla, de cal, arena, y guijarros, con adarve y unas doscientas torres, barbacana almenada separada por un foso de unos tres metros de ancho y oradada por una docena de puertas y dos o tres postigos. Comenzando por la de la Macarena -existe todavía- y hacia el sur seguían la de Córdoba, del Sol, Osario, Carmona, de la Carne y de Jerez. A continuación el postigo de los Azacanes o del Carbón, el Postigo del Aceite -existe hoy-, la Puerta del Arenal, la de Triana, la de Goles (deformación de Hércules), la de San Juan, la de Almenilla o Barqueta y la Nueva.

    La más importante de las torres era la del Oro, albarrana, unida a la muralla por un lienzo.En importancia le seguían las dos torres de la Puerta de Jerez, la de Córdoba, la Torreblanca en la Macarena, la de la Almenilla y las que se alzaban Flanqueando todas las puertas. En el siglo XVI, perdida su funcionalidad, la muralla está abandonada; junto a ella se adosan construcciones y se elevan montones de muladares.

    Tenochtitlán posee calles anchas, derechas, y la mayoría mitad de tierra y mitad de agua, por la cual andan en canoas. Las calles son tan anchas que pueden pasar diez caballos a la par.

    Sevilla, a su vez, tiene una intrincada real vial, con calles irregulares y tortuosas herencia de la concepción intimista y secreta que del urbanismo tenían los árabes. Calles recónditas a las que asomaban las viviendas. La basura en las calles era general.

    Las collaciones cristianas estaban integradas por un conglomerado de viviendas y vecinos en torno a una iglesia. Dentro de la Parroquia estaban los barrios, diferenciados según la actividad económica, étnica o burocrática de sus habitantes: toneleros, toqueros, francos, catalanes, etc.

    Tenochtitlán posee muchas plazas, entre las que se encuentra una que es tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor donde hay continuos mercados y cotidianamente acuden casi sesenta mil personas; encontramos aquí todos los géneros de mercaderías como joyas de oro y plata, de cobre, de estaño, de caracoles, de plumas. Se venden también gallinas, perdices, codornices, águilas, conejos, liebres, venados, hierbas medicinales, maíz en grano y en pan, huevos de gallina, etcétera.

    Hay además casas de barberos, donde lavan y rapan las cabezas, hay casas donde dan de comer y beber por precio, hay casas donde venden medicinas hechas y hay hombres destinados a traer cargas. Finalmente se comercia en estos mercados todo aquello que tenga que ver con la tierra; cada género de mercadería se vende en su calle y se realiza ordenadamente.

    Sevilla poseía plazas delante de los templos, de los palacios y de los edificios públicos, pero no eran grandes. La plaza por antonomasia era la de San Francisco, porticada, con miradores y una bella fuente en uno de sus extremos. Las plazas se alegraban con fuentes o caños de agua. La traída de aguas dependía de manantiales situados en la margen izquierda del río, a través de los romanos Caños de Carona y gracias a una serie de fuentes cercanas como la del Arzobispo, con propiedades medicinales, la de Martín Tavara y otras de Alcalá de Guadaíra. En las casas donde esta agua no llegaba, se disponía de pozos y aljibes, utilizándose norias para el riego de los jardines y huertas.

    Las fuentes estaban frente al convento de San Agustín, en San Ildefonso, junto al Palacio Arzobispal, en la pila de hierro de las Gradas, en la Plaza de San Francisco, en San Vicente, Relator, Santa Marina, Plaza de la Feria, San Andrés, San Juan de la Palma, Salvador y en la Carnicería Mayor. Aparte estaban las de las Iglesias, conventos y monasterios, palacios y edificios públicos. En total habría unas trescientas.

    En Tenochtitlán, por una calzada, vienen dos caños de argamasa, y por uno de ellos viene un golpe de agua dulce muy buena, del gordo de un cuerpo de hombre, que va a dar al cuerpo de la ciudad, de donde se sirven y beben todos. El otro, que va vacío, es para cuando quieren limpiar el otro caño, porque echan por allí el agua mientras que éste se limpia; y porque el agua debe pasar por los puentes a causa de las quebradas por donde atraviesa el agua salada, echan la dulce por unos canales, abasteciendo así, a toda la ciudad.

    Traen a vender el agua por canoas por todas las calles, y la toman de los caños llegando con las canoas debajo de los puentes, por donde están los canales, y allí hay hombres en lo alto que hinchan las canoas, y su trabajo es remunerado por eso.

    El campo sevillano era rico en plantaciones de cítricos, olivares y pinos, así como encinares donde se criaba el cerdo, no faltando salinas, ni canteras de jaspe y mármol. A todo esto había que añadir los espectaculares desembarcos de metales preciosos provenientes de América y todo lo que se mercadeaba en las alcaicerías, procedente de Francia, Inglaterra, Indias Portuguesas, norte de Europa... (sedas, paños, perlas, objetos de oro, piedras preciosas, etc).

    El entorno sevillano era rico desde el punto de vista agrícola, ganadero y pesquero, por lo que la ciudad tenía asegurado el abastecimiento para sí y para la población flotante. Era una ciudad pasiva, en el sentido de que no producía lo que ciertos mercados le demandaban, pero tampoco consumía lo que de esos mercados recibía.

    Las artesanías callejeras mostraban una industria de abastecimiento: calzas, jubones y libros en la calle Génova; herrajes en la calle Castro; sombreros en la calle de la Mar; bonetes y chapines en la Gradas; perfumes y mercería en Francos; lencería en la calle de las Escobas, etc.

    Con los Austrias Sevilla adquiere rango de gran ciudad. Las condiciones eran extraordinarias: un asentamiento junto a un río navegable; unas defensas -murallas-; un solar urbanizado perfectamente con calles, plazas y edificios; y una población densa y heterogénea hacen de la urbe un modelo de ciudad renacentista. Las casas siguieron ofreciendo unas modestas fachadas al principio, que los aires renacentistas se encargarían de modificar en ideas monumentales, calles anchas y rectas y magníficas alamedas. En su interior la ciudad seguía siendo clausura e irregularidad.

    Clausura por la muralla que ya no tenía el sentido práctico de la defensa inicial; irregularidad por su vida cosmopolita, junto a un sentimiento atávico del pasado.

    La mayoría de las casa sevillanas tenían patios enladrillados, azulejos en los muros y tabiques, azoteas, soberanos, corral, pozo y fuentes a veces. Aparte de las viviendas privadas existían "corrales de vecinos" que eran viviendas comunitarias de ascendencia inequívocamente árabe. Estos corrales poseían servicios comunes y las viviendas se encontraban en torno al patio. Entre palacios y conventos el historiador Peraza cuenta doce mil viviendas que daban cobijo a unas treinta mil personas.

    Hay en la gran ciudad de Tenochtitlán muchas mezquitas, donde reside gran cantidad de gente. Dentro de éstas hay una principal que es tan grande que se podría hacer una villa de quinientos vecinos; tiene, todo a la redonda, muy gentiles aposentos donde hay grandes salas y corredores donde se aposentan los religiosos que allí residen. Hay también cuarenta torres muy altas y bien obradas, de las cuales la más alta es mayor que la torre de la iglesia mayor de Sevilla.

    Hay tres salas dentro de esta gran mezquita donde se encuentran los principales ídolos, de maravillosa grandeza y altura.

    Tenochtitlán estaba protegida contra inundaciones mediante diques y conectada a tierra firme por medio de varias calzadas: Xochimilco, Iztapalapa y Tlacopan que hoy forman parte de la inmensa Ciudad de México.

    Las comunicaciones de Sevilla con los pueblos de alrededor, en especial los de Aljarafe, eran caminos nutricios; esos caminos se prolongaban hacia Castilla, Galicia, Cataluña, Europa, Africa y sobre todo América.


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