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GOBIERNO, AUTORIDAD y DERECHO

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Hoy más que nunca es necesario, ante todo, sembrar la buena semilla de la verdad metafísica. En efecto, las confusiones teológicas y las crisis morales generalmente tienen como causa una crisis filosófica. Es necesario permanecer firmes en la buena y s

Agregado: 01 de MAYO de 2001 (Por Profesor josé luis dell’ordine) | Palabras: 1873 | Votar |
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Categoría: Apuntes y Monografías > Filosofía >
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    "GOBIERNO, AUTORIDAD y DERECHO"

    TRABAJO DE INVESTIGACIóN A CARGO: PROF. JOSÉ LUIS DELL'ORDINE

    dellordine@arnet.com.ar

    área de publicación: FILOSOFíA - POLíTICA

    INDICE:

    1)     PALABRAS CLAVES

    2)     INTRODUCCIóN

    3)     DESARROLLO

    A-    GOBIERNO y POLíTICA

    B-    AUTORIADAD y OBEDIENCIA

    C-    DERECHO POSITIVO

    4)     BIBLIOGRAFíA CONSULTADA

    DESARROLLO:

    1)     Palabras Claves: gobierno, política, autoridad, obediencia, derecho

    2)     Introducción:

    Hoy más que nunca es necesario, ante todo, sembrar la buena semilla de la verdad metafísica. En efecto, las confusiones teológicas y las crisis morales generalmente tienen como causa una crisis filosófica. Es necesario permanecer firmes en la buena y sana metafísica, que se remite al Absoluto, al Dios único y trascendente, creador y ordenador del universo y del hombre. En efecto, sin el Absoluto metafísico, falta el "fundamento" para toda construcción y cualquier error puede ser justificado. En la Encíclica Humani generis, Pío XII escribía con sabiduría y preocupación. Todos saben cuánto aprecia la Iglesia el valor de la razón humana, a la que corresponde el deber de demostrar con certeza la existencia de un solo Dios personal, demostrar invenciblemente por medio de los signos divinos los fundamentos de la misma fe cristiana...Pero este deber podrá ser realizado convenientemente y con seguridad si se cultiva debidamente la razón...(AAS42,1950, Juan Pablo II. Audiencia 24-04.79).

    Hay una gran diferencia entre filosofía cristiana y la sabiduría humana. Esta última, guiada únicamente por la luz natural, avanza despacio, razonando a partir de los objetos que se perciben por los sentidos y los efectos; y sólo después de grandes trabajos consigue apenas contemplar con dificultad las cosas invisibles de Dios, para descubrir y entender una Causa Primera y Autor de todas las cosas. Por el contrario, la filosofía cristiana agudiza hasta tal punto la mente humana, que puede penetrar sin dificultad hasta el cielo. E iluminada con el esplendor divino, puede contemplar primero la fuente eterna de la luz, y después, con su resplandor, todas las cosas creadas.

    3)     Desarrollo:

    A-    Gobierno y Política: "Orden Social" significa sociedad con gobierno, pues el "gobiernos" es el agente que lleva las cosas a su fin, y el "orden" es la relación y orientación de las cosas a su fin. Ahora bien, el fin de la sociedad es Dios, y por lo tanto, la felicidad de todos los miembros de la sociedad es consecuencia de alcanzar este fin. La necesidad de un gobierno en la sociedad nace de la división de trabajo: para coordinar a todos en función del bien común, se necesita de alguien que dirija, sin lo cual habría interferencias, transgresiones (incluso involuntarias), redundancias y borrosidad en los límites de las diversas funciones. El gobierno es preciso como el lo es el director de una orquesta, sin el cual no habría armonía, sino discordancia, incluso si se tuviera a los mejores músicos con los mejores instrumentos. La tarea genuina del gobierno es el arte de la política o la actividad política. Las personas comprometidas en ese servicio público constituyen el "gobierno", y una sociedad organizada con un gobierno y con leyes se llama "Estado". La actividad humana no puede, por supuesto, reducirse a actividad política, ni puede ésta última reducirse a actividad económica, pues el hombre trasciende tanto a la materia como a la sociedad. La actividad política es básicamente moral, no es sólo una técnica, o la máquina del gobierno o de la actividad económica. El fin del gobierno en la sociedad civil es el bien temporal, el cual es tan espiritual como material. "Temporal" no equivale a "material", del mismo modo que "espiritual" no es equivalente a "eterno". Lo "espiritual" es todo aquello en lo que el hombre se halla implicado, tanto en esta vida (temporal) como en la siguiente (eterna), Como de su dominio propio, se ocupa la Iglesia de esta última. Hay, así, continuidad entre el bien común temporal (Estado) y el bien común eterno (Iglesia), si bien existe una distinción. Esto tiende a ser mal comprendido por el uso de la expresión "separación de la Iglesia y del Estado". Estrictamente hablando, no deberían estar "separados", pues tienen áreas comunes de responsabilidad, muy en concreto, todo aquello que tenga que ver con la moralidad o aquello que conduce a los hombres hacia su Fin último. No obstante, conviene ciertamente que se distingan, pues: 1) Tienen áreas de competencia propia y exclusiva (por ejemplo, para el estado: el sistema de gobierno o las leyes fiscales; para la Iglesia: la administración de los sacramentos), y 2) Sus autoridades respectivas son diferentes en naturaleza, aunque ambas provienen de Dios: la una es "natural" (Estado) y la "sobrenatural" (Iglesia). En lo estrictamente temporal la Iglesia puedo solo dar orientaciones sobre los principios morales en los implicados, no sobre la elección final, pues las realidades temporales se hallan en perpetuo cambio y son múltiples, siendo, por lo tanto, opcionales. Y en lo estrictamente sobrenatural, el Estado carece competencia, aunque debe, a un tiempo: 1) proteger y facilitar la moral pública, en cuanto se relaciona con la eterna, y 2) favorecer y facilitar la adoración de Dios de acuerdo al bien común. Se puede mencionar otros aspectos de la actividad del Estado, tales como los que siguen: 1) La política está en función del bien, esto es, del bien total del hombre. Por lo tanto, el desarrollo económico no puede ser la meta de la política sino un mero medio: los valores materiales siempre están en función de los espirituales, 2) El fin de la sociedad es Dios, el Bien común social. Para promoverlo, el Estado ha de sostener la justicia, mediante las leyes, promulgándolas, aplicándolas y forzando su cumplimiento. 3) El Estado ha de corregir todo lo que en la sociedad esté en desorden y ha de coordinar las actividades, pues posee la visión general de la sociedad y del poder de gobernar. 4) El Estado tiene funciones complementarias (como la monopolización de un servicio público muy necesario y que el sector privado no está en condiciones de atender), y una función subsidiaria consiste en ayudar a las partes de la sociedad sin, por ello, suplantarlas, como, por ejemplo, en el campo de la educación. Finalmente, hay muchos "sistemas" de gobierno diferentes, según la variable circunstancias históricas y culturales. El patrón de su bondad es la inmutable y universal ley natural, son buenos en la medida en que conducen al hombre hacia su Fin último, y reconocen la dignidad de la persona humana.

    B-    AUTORIDAD y OBEDIENCIA: El gobierno implica autoridad sobre otras personas que son esencialmente libres e iguales, por consiguiente:

    Ø      La autoridad política es recibida de Dios, puesto que ningún hombre tiene el poder intrínsico de darse a si mismo autoridad sobre otros.

    Ø      Ningún gobernante puede esclavizar a aquellos que son gobernados, de acuerdo con la ley natural, deben los últimos aceptar libremente a los gobernantes.

    Ø      La autoridad, no obstante, no proviene del pueblo, sino de Dios: en una participación en el gobierno divino del universo y de los hombres.

    Ø      Quien quiera que gobierne, por lo tanto, lo hace tomando parte en la Divina Providencia y así no tiene un poder absoluto sino que se halla sujeto a la ley natural.

    Ø      Se debe estricta obediencia a la autoridad política, en cuanto tal autoridad es justa, esto es, en tanto que gobierna de acuerdo a la ley natural. Como un mal menor, sin embargo, es a veces mejor obedecer a un gobierno injusto, pero lo que nunca debe hacerse es obedecer contra la ley de Dios. La función del gobernante es la de comunicar el bien asegurando el correcto funcionamiento de todas las partes y ordenando todas estas últimas hacia su fin, respetando siempre sus diferencias. Como el gobernante tiene que mandar y juzgar, precisa por encima de todo de las virtudes de la prudencia y la justicia. La obediencia de los gobernados es un acto de libertad (la dignidad del hombre consiste en dirigirse por sí mismo) y un acto de responsabilidad personal. En la medida en que el hombre es libre, quiere obedecer, esto es, sabe lo que está haciendo: ha de observar para ello la ordenación de la ley al bien común. El objetivo de la educación ( en el hogar, en la escuela y en toda la

    Ø      sociedad) es hacer al hombre consciente de su responsabilidad y de su libertad, haciéndole ver la ordenación de todas las cosas al bien común, esto es, a Dios, así como el papel que ha de desempeñar personalmente al servicio del bien común.

    Ø      DERECHO POSITIVO: El derecho positivo (las leyes hechas por los hombres dotados de autoridad para el gobierno de la sociedad) es el instrumento fundamental de un gobierno para dirigir a la sociedad hacia el bien común. Ha de haber leyes estables, porque si la ordenación civil hubiera de ser abandonada a las decisiones de individuos privados o a los gobernantes mismos, ésta quedaría fácilmente corrompida por el principio según el cual "quien tiene la fuerza, tiene el derecho". Ya que a propósito del derecho es el de dirigir a los hombres al bien común, las leyes deben facilitar la práctica de la virtud y desanimar la del vicio. Por esta razón, el orden jurídico, es decir, el marco aceptado de derechos y deberes claramente reconocidos y estipulados, es profundamente bueno. Por todas estas razones, debe existir una ordenación de razón hacia el bien común, en lugar de la voluntad arbitraria de cada cual. El orden jurídico, por si mismo, es bueno: son las personas las que pueden ser buenas o malas. Si la persona es buena, cumple la ley sin esfuerzo, de modo espontáneo: si no, la cumple por miedo al castigo. El derecho positivo depende de la ley natural y deriva toda su fuerza vinculante de ésta, pues dirige al hombre al bien común que es de Dios.Si el derecho positivo contradice a la ley natural, se convierte en violencia: y ya no es "derecho" y se le ha de ofrecer resistencia. Del contenido de la ley natural podemos extraer todo lo que es contrario a ésta: todo lo que se opone a la dignidad del hombre y a su ordenación a Dios. El derecho positivo es, así, una participación en la ley natural hecha por personas libres. Pero la ley natural es necesariamente más amplia que la positiva, pues ésta última no puede legislar directamente sobre los actos internos del hombre: ninguna autoridad humana puede penetrar en la vida interior del hombre. Y, por otra parte, las circunstancias múltiples y variables de la sociedad, dan origen a muchas aplicaciones diferentes de la ley natural. Todo hombre ha de darse cuenta de que la justicia social y el amor (ley natural) deben necesariamente ir más allá de la justicia estrictamente "legal" (derecho positivo).

    D. BIBLIOGRAFíA CONSULTADA:

    Ø      FILOSOFíA CRISTIANA, José M. De Torre; Ediciones Palabra, 1982, España.

    Ø      LA EDUCACIóN PARA EL TRABAJO, Oliveros F. Otero, Eunsa Pamplona, 1985, España.

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