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Martes 23 de Abril de 2024 |
 

Orígenes del teatro

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    Orígenes

    Dos conceptos

    Antes de comenzar, se debe poner en claro el concepto de teatro a cuyos orígenes nos referiremos. Básicamente se puede hablar de teatro de dos formas bien definidas, con historias muy distintas.

    La primera, la más organizada y de estudio sistemático, es la que distingue teatro cuando:

    A) Hay una obra escrita

    B) Ésta es representada por actores.

    C) Se representa en un medio formado por todos o algunos de estos elementos: auditorio, escenario, decorado, vestuario e iluminación.

    Éste es el teatro "formal", en términos de Sófocles, Shakespeare y Miller; es un organismo muy complejo. Es "El teatro".

    Pero además de esta consideración, está la que reconoce y diferencia "El teatro" de "Teatro". Teatro es todo acto de imitación, ya sea los niños jugando a la familia, como los aborígenes australianos bailando la danza de la canoa o cuando los navajos realizan las ceremonias de su "Canto a la montaña".

    Este concepto nos hace retroceder hasta el hombre paleolítico disfrazado de ciervo, y más atrás aún, a sus antepasados franceses, quienes en paredes de cuevas trazaron imágenes de mamuts y rinocerontes para atraer así los rebaños. Esta clase de teatro, es tan simple y primitiva que se podría pensar que ni siquiera es teatro.

    Dos historias

    Si se mira al teatro como la clase de organismo que ha sido desde los días de Esquilo, entonces se verá que su historia es, por contraste, bastante simple. Tendría uno que enterarse bastante sobre cómo la literatura dramática se desplazó de la poesía a la prosa, de lo convencional a lo romántico, y de lo realista a una forma más libre. Se tendría uno que enterar de como los actores y la interpretación siguieron eso cambios, cooperando y estimulándolos al mismo tiempo. Finalmente, se enteraría de cómo el escenario tomó diversas formas, y cómo los artífices del arte escénico algunas veces diminuyeron la obra y a sus intérpretes, y cómo otras veces abrieron caminos para la expresión del autor. Sin embargo, este tipo de teatro tiene una historia relativamente simple que transcurre a lo largo de "sólo" veinticinco siglos.

    Pero el teatro como simple arte de imitación, va mucho más allá de Esquilo. Habría que remontarse a las raíces del teatro ático, a cómo el hombre hizo esa mezcla de teatro y magia, y la llevó a cabo en el antiguo Egipto y cómo la lleva a cabo hoy en Nuevo México. Lo que el hombre primitivo haya hecho, como teatro, en cualquier lugar y en cualquier momento puede resultar simple comparado con nuestras actividades teatrales desde el siglo VI a. de C., pero esta historia es larga y sinuosa.

    La imitación, génesis del teatro

    Es significativo que cuando Aristóteles intentó explicar , en su Poética, la naturaleza y excelencia del drama griego, mechara sus cuatro primeros capítulos con la palabra "imitación". La usó de muchas maneras y con muchos propósitos, que en su mayoría no vienen al caso; pero en dos proposiciones sentó las bases para la comprensión de los comienzos del teatro:

    "... el imitar es connatural para los hombres desde la infancia (...) y la otra causa es el hecho de que todos gozan con la imitación."

    (Traducción de Eilhard Schelsinger)

    Muchos psicólogos afirman que el hombre tiene la aptitud para la imitación. Es ésta una aptitud muy fuerte, una aptitud tal que, bajo ciertas condiciones puede darle un placer peculiar. A lo largo de miles de generaciones los padres han aprovechado esa aptitud para educar a sus hijos. Sin la ayuda de esta capacidad imitativa los padres tendrían mayores dificultades para enseñar a los niños a caminar, a evitar el dolor y las lesiones, a asegurarse una proporción razonable de bienestar, a disfrutar el placer y a alcanzar la felicidad, o sea, a llevar una buena vida. En realidad, sin la aptitud para la imitación, ni un padre de cada mil podría enseñar a su hijo la más básica de las habilidades vitales - como caminar -, de modo que sólo la imitación puede hacer posibles siquiera los rudimentos de una educación.

    Aún cuando el hombre tenga simplemente una aptitud para la imitación, el uso exitoso de esa aptitud, estimulado por las recompensas, lo prepara para practicar la imitación y disfrutar de ella. Puede gustarle imitar las cosas, y puede gustarle imitar el comportamiento de los otros seres humanos o de los animales. En el primer caso, tratará de reproducir el aspecto de los objetos mediante la escultura y la pintura. En el segundo, tratará de reproducir el comportamiento, la actitud, los gestos y hasta la manera de hablar de los otros hombres, así como los acontecimientos que ve o imagina. En un nivel más inferior, esto responde a la práctica infantil de jugar a ser alguien distinto. En un nivel algo superior esto ha llevado al hombre primitivo a crear las danzas y ceremonias mágicas y rituales. Los placeres de imitar y de observar las imitaciones realizadas por otros, han hecho que el hombre civilizado escribiera y representara obras teatrales y que se reuniera en multitudes para disfrutar del teatro.

    Sin embargo hay un error en el ensayo de Aristóteles, y es que si bien trató de seguir el desarrollo de la tragedia griega no hizo mención alguna a sus orígenes religiosos; si bien en la época de Aristóteles el aspecto religioso de la tragedia no era tan obvio, era muy estrecha la relación entre ésta y la religión, en particular con la deidad Dionisios.

    La imitación como magia

    El hombre es primero cazador. Como no puede saltar sobre su presa desde detrás de los árboles y debe cazar al descubierto, se disfraza de lo que quiere cazar e imita sus movimientos, ya sea el esquimal con la foca, o el indio con el búfalo. Luego el hombre, para celebrar la hazaña, se vestía con la piel del animal cazado, y haciendo a la vez de cazador y víctima, reproducía la cacería. Aquí hay teatro, pero sin sobretonos de magia, ocultismo o religión.

    La magia comienza cuando el hombre baila antes de la caza. De algún modo cree que si imita a los animales que quiere matar, e imita sus muertes, las presas serán abundantes y la caza tendrá éxito. Primero el en las imitaciones aparecen sólo los animales, luego también los cazadores. Esto abre el camino para movimientos de un mayor propósito y para una acción dramática.

    Pero estas representaciones no tenían como único fin el de asegurarse la caza, sino el de controlarla naturaleza en general; pero el objetivo central era siempre el mismo: lograr la subsistencia.

    Un claro ejemplo del intento del dominio de la naturaleza es la ceremonia teatral registrada en 1920 por Loomis Havemeyer, quien contó que en algunas partes de Europa, ante una amenaza de sequía, un hombre arrojaba agua subido a un árbol, mientras otros imitaban el trueno y el rayo, entrechocando dos piedras y haciendo volar chispas y una antorcha. Para realizar estas representaciones, los hombres primitivos comienzan a usar elementos cada vez más variados y sofisticados.

    Además de los rituales para controlar la naturaleza, los hombres comienzan a realizar otras, ya con cierto contenido místico: danzas al nacimiento, a la enfermedad, a la muerte, a las leyendas de los orígenes de su gente y a sus dioses. Para lograr el bienestar y la salud tratan de hacer volver a la tierra a los espíritus de sus antepasados, a quienes representan en las ceremonias. Al volver a representar las leyendas de su pasado y las historias de sus dioses, estos primitivos han ido más allá de las ideas primitivas y del drama primitivo de los cazadores y recolectores. Han fundado la religión y están desarrollando el teatro. Cuando un héroe puede convertirse en dios, sabemos que un hombre común puede convertirse en un espíritu inmortal. Y al contar las historias de los dioses, el hombre común se convierte en actor y, finalmente, en autor.

    La danza, primer arte teatral

    Para imitar el movimiento de los animales, el hombre debe imitar el ritmo inconsciente que tienen estos al moverse. Así comienza a producir danzas que por su emoción no son practicables en la actualidad. El hombre usa la danza como lenguaje en numerosas ceremonias rituales, que son identificadas justamente como danzas: la Danza de la Serpiente, la Danza de la Canoa, la Danza del Maíz, la Danza del Cangrejo, la Danza del Sol. En un principio todos los intérpretes de la tragedia griega era bailarines que cantaban y declamaban, y aunque finalmente el coro quedó subordinado a los actores, sus danzas y sus cantos nunca fueron eliminados de la tragedia ática.

    La importancia de la danza entre los pueblos primitivos es abrumadora. Cuando una vez un explorador le preguntó a un bosquimano sobre cierta cuestión tribal que el nativo desconocía, éste le contestó: "No bailo esa danza".

    La inclusión de las máscaras en el teatro

    La máscara es más antigua que el teatro. En un principio fue utilizada por el cazador primitivo como disfraz o como magia simpática. Pero no fue ese el único uso que le dio, ya que pasó a ser algo más que un instrumento para la caza. Pasó a ser un elemento fundamental de dos creencias religiosas: el animismo y el totemismo.

    El hombre primitivo creía que todo cuanto le rodeaba tenía un espíritu, un alma o ánima. Así surgió el animismo. Todo lo que se movía, el arbusto, el río, el humo, y el propio hombre tenían espíritu. El alma del hombre abandonaba su cuerpo al morir éste, pero se depositaba en alguna piedra de forma extraña, u objeto de madera tallada. Estos espíritus tenían poder, lo que inspiró en el hombre un gran respeto y temor, y provocó en el la necesidad de crear máscaras para relacionarse mejor con ellos. La máscara se convirtió en una especie de fetiche animado, mediante el cual el hombre podía dominar a los espíritus y ejercer una magia poderosa.

    La segunda idea popular entre los hombres primitivos era el totemismo. Esta creencia consistía en que el alma del hombre estaba más segura en el cuerpo de un animal, pues este era más fuerte, mientras que el cuerpo del ser humano era frágil y vulnerable. Así, distintas tribus adoraban y rendían culto a diferentes animales. El hombre imitaba a su tótem para que este fuera más abundante, y bailaba con una máscara tallada a imagen de éste.

    También usaron máscaras los griegos, pero sólo en sus piezas con sátiros y comedias; las eliminaron en las tragedias.

    Posteriormente, culturas más civilizadas comenzaron a utilizarlas indefectiblemente para representar a sus dioses y héroes en las representaciones y ceremonias. Los primeros en realizar estas actividades fueron Tespis, quien se embadurnaba la cara con albayalde y otras cosas, Esquilo, que fue el primero en utilizar máscaras esculpidas y pintadas, y los egipcios, que tenían máscaras de diferentes animales para cada dios (Horus tenía cabeza de halcón, Thot tenía la de ibis, y Anubis la de chacal). Las máscaras alcanzaron un alto grado de desarrollo y sofisticación en las distintas culturas, y se extendieron por todo el globo.

    La inciación y la admonición originan el drama

    Hay un gran aire dramático en las ceremonias de iniciación, en las que el niño deja de serlo para pasar a la vida adulta. Estas ceremonias eran practicadas entre otros lugares en Australia, Grecia, Egipto y tenían gran simbolismo en los dos últimos pues estaban estrechamente ligadas con los dioses Dionisios y Osiris, que murieron y renacieron (el niño moría, para nacer como adulto). Las simulaciones eran, en ocasiones, sumamente realistas. En el Tíbet y en la China, no hace mucho tiempo, los dramas admonitorios enseñaban tanto al hombre como al niño, las terribles consecuencias de la mala conducta. Para ello realizaban verdaderas "superproducciones", con numerosos actores, suntuosas vestimentas, impresionantes escenografía y utilería. Todo era muy realista y detallado; sin embargo, y éste es un signo bien definido de teatro, hasta las torturas más sublevantes eran mitigadas por una especie de humor grotesco que hacía tolerable y al mismo tiempo eficaz la lesión.

    Dos caminos hacia la tragedia griega

    La pregunta es qué relación hay entre todo este fetichismo y magia simpática y el teatro como lo conocemos. En realidad no existe una relación directa entre "nuestro" teatro y las ceremonias religiosas primitivas; pero sí están relacionadas a la tragedia griega.

    Al respecto de esta relación, es decir, de cómo la tragedia ática tuvo origen en los rituales antes mencionados, hay principalmente dos teorías, que si bien están en conflicto, también coinciden.

    La teoría más antigua y popular parte de la magia simpática y de los ritos y fertilizantes para hacer llover. Surge de los espíritus de la tierra y de los dioses vegetativos, y está constituido en torno al eterno ciclo de la naturaleza. Las cosas nacen en primavera y mueren en otoño. Era fácil extender esta idea al hombre, y hacer de ello un drama. Osiris y Dionisios lo probaron.

    Cuando el hombre pasa paulatinamente del animismo a una especie de politeísmo primitivo, hace dioses a sus antepasados; los grandes hechiceros y guerreros se transforman en grandes deidades. Sus vidas terrenales toman nuevas dimensiones y nuevos aspectos cuando se convierten en dioses. Pero a veces esos dioses mueren, y un dios que muere es bastante popular, porque, debido a su misma divinidad renacerá. Y no fue Dionisios el único caso; detrás de él hubo muchísimos dioses con suertes similares a la suya. Y el ejemplo más claro de la teatralización de estos mitos es el representado en el antiguo Egipto, que mostraba como Osiris, dios y rey de ese pueblo, era muerto a traición y desgarrado en pedazos, y como esas partes se volvían a unir para darle vida eterna en el panteón de los dioses egipcios.

    La otra teoría acerca del origen de la tragedia griega niega a Dionisios y a Osiris, y se vuelve a héroes que no alcanzaron el estado de dioses. Esos hombres eran guerreros y reyes, y sus historias podrían haber sido contadas primero en las danzas guerreras que servían de estímulos para el valor marcial. La teoría dice que estas historias eran contadas en ceremonias que eran realizadas junto a sus tumbas, y que estas historias fueron evolucionando desde el canto y la danza hasta la reproducción dramática de los acontecimientos.

    Estas teorías que parecen tan diferentes tienen el elemento común de que el hombre primitivo tiene la costumbre de confundir dioses con héroes. Son numerosos los dioses que comenzaron como héroes, como hombres. Tal es el caso de Osiris.

    Las primeras obras en Egipto y Judea

    En Egipto las representaciones teatrales comenzaron alrededor del año 4000 a. de C. Según Louis E. Lafflin habían cuatro o cinco clases de obras. Las primeras, los textos de las pirámides, fueron identificados como dramas de Maspero. En estos textos se encuentran inmolaciones escénicas, y registran el ascenso al cielo o la resurrección física de gobernantes y nobles fallecidos y probablemente eran interpretados por sacerdotes y gobernadores vivos.

    La siguiente forma es la llamada Obra del Festival de la Coronación. Estas obras celebran la ascensión del faraón al poder. En diversos momentos, cuando el faraón vivía bastante, se conmemoraba su reinado con una especie de drama llamado Heb Sed, u obra del Jubileo de la Coronación.

    La curación de los enfermos, así como la extracción de los demonios, fue durante largo tiempo el propósito de muchas ceremonias teatrales. Egipto podía haber tenido una forma de "drama profiláctico". Un grupo de jeroglíficos registra cómo Isis curó a Horus de una mordida de escorpión mediante respiración artificial y magia.

    Lo que se sabe del drama de la pasión egipcio - probablemente la última forma generada y la más dramática- se le debe al primer actor y director mencionado por la historia escrita, I-kher-nefert, quien fue enviado a Abidos por el faraón Usertsen III, más o menos entre 1887 y 1849 a. de C. para construir un nuevo templo dedicado a Osiris, y "producir", como diríamos hoy, el Drama de la Pasión de Abidos que contaba el renacimiento de aquel rey dios. No se tiene ningún texto de esa obra ni de las que Heródoto halló en otras dos ciudades egipcias en el 449 a. de C., pero I-kher-nefert inscribió en piedra el relato de cómo construyó una barca para Osiris, cómo le dio "un espléndido ropaje y ornamentos" a uno de los actores, y él mismo representó el papel de protagonista. Como hijo vengador del asesinato de su padre, recuperaba el desmembrado cuerpo, y traía a Osiris de vuelta a Abidos como dios vivo. La acción de la obra, que podía haber durado varios días, se desplazaba de un lugar a otro, incluía procesiones y batallas, y quizás el sacrificio humano de alguno de los actores guerreros que asesinaban a Osiris. He aquí el primero de estos dramas que se extienden desde entonces hasta Oberammergau, pasando por el drama mahometano de la Pasión.

    En los siglos en que la historia de Osiris fue desarrollándose en el Asia Menor y en el Cercano Oriente hasta transformarse en la historia de Dionisios, no dejó rastros en las crónicas religiosas de los judíos. Sin embargo, en el Antiguo Testamento, los estudiosos modernos del teatro han hallado dos libros que parecen ser narraciones dramáticas. El Cantar de los cantares y particularmente el Libro de Job están escritos en un modo que sugieren diálogos así como cantos para actores vivos. El historia de Job está contada con tal continuidad dramática, que una cantidad de escritores han arreglado ese libro en forma de drama actual.

    La caminos hacia la representación por placer

    En este último ítem de los orígenes del teatro nos propondremos explicar como todos estos ritos, ceremonias y actividades religiosas se transformaron en representaciones por placer, en drama por mero entretenimiento.

    Un claro ejemplo se puede encontrar entre los nativos de Australia. Estos aborígenes, cuya cultura es tan rudimentaria que casi no se pueden entender entre ellos sin la ayuda del gesto (no pueden hablar en la oscuridad), tienen no obstante, además de danzas, rituales e iniciaciones, vivaces manifestaciones de teatro mimético. Se entretienen mutuamente - y entretienen a los guardabosques que los visitan- con algo que se aproxima a la actuación por placer. Su Danza de la Canoa no parece tener otro propósito que la actividad en grupo. Aunque las guerras son cosa del pasado, por su propio placer y el de sus visitantes, los nativos australianos realizan danzas guerreras con gran regocijo. Un antropólogo describió una danza de cacería burlesca, en la cual casi toda la tribu imita a los llamados canguros de las rocas, y pasa por delante de un cazador que debiera pegarles con un garrote, pero falla siempre: lo que era magia simpática (recordemos los antiguos rituales previos a la caza), se convierte en espectáculo burlesco.

    También se observa esta transformación del ritual en comedia entre los cherokees indios de Carolina del Norte. Estos indios parodian a los hombres blancos, usando máscaras de éstos. Imitan a los cowboys realizando rodeos o practicando ruidosamente la caza, y espantando a los animales, divirtiendo a los entusiasmados turistas.

    Se observan fenómenos similares, en los que los antiguos rituales se convirtieron en graciosas atracciones turísticas también en la Polinesia, donde compañías que solían dedicarse a rituales de iniciación, ahora realizan simplemente obras teatrales.

    Las ceremonias religiosas se convirtieron en drama popular cuando Tespis y su carro dejaron el templo de Icaria en el Ática y fueron con el coro a otras ciudades, en busca sin duda de fama y de provecho. Al hacerlo, como escribe William Ridgeway en El origen de la tragedia, "al elevar la tragedia desde una mera pieza de ritual religioso atada a un determinado lugar hasta la forma más elevada de la literatura, [Tespis] fue el verdadero fundador del arte trágico".

    El camino del teatro parece bastante claro. El hombre primitivo hace magia por razones materiales. Crea ritos de iniciación para educar a los jóvenes. Cuenta las historias de los héroes y los dioses de su cultura, y así combina la religión con el drama personal. La línea tras la cual el rito se convierte en teatro comercial, y el drama por el bien de un espíritu en momerías pagadas por placer, es difícil de trazar. Algunas veces señala la decadencia de la tragedia clásica, como en Grecia, aunque mucho después de Tespis. A veces el teatro comienza antes de aparecer el drama religioso, y entonces nunca nace el arte superior. Como se verá más adelante, sólo dos teatros del mundo occidental, el griego y el medieval, tuvieron sus raíces en el rito religioso y en la leyenda espiritual.

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