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Viernes 19 de Abril de 2024 |
 

Parmenides Eleates

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    BIOGRAFíA

    Parménides Eleates nació, como su gentilicio lo indica, en la ciudad de Elea, situada en la costa italiana del mar Tirreno, al sur de la Campania, hacia el año 515 AC.

    Parece que intervino en la política de su ciudad natal, para la que redactó una constitución. Sufrió la influencia de Xenofanes, aunque su iniciación a la filosofía tuvo lugar a través del pitagorismo, entonces floreciente en el sur de Italia. Probablemente él mismo fue en sus comienzos pitagórico, pero sus reflexiones lo llevaron pronto a abandonar la filosofía pitagórica y a rechazar toda filosofía conocida hasta entonces, elaborando la suya propia.

    Todos los filósofos anteriores (con la sola excepción del poeta Xenofanes) habían escrito en prosa, pero Parménides eligió la forma versificada para exponer sus pensamientos, como ya antes de él habían hecho Hómeros y Hesíodos. Entre los filósofos griegos posteriores, sólo Empedoklés le imitaría en esto.

    El poema de Parménides consta de un proemio y dos partes. El proemio presenta el fantástico viaje del filósofo hasta la diosa, que representa simbólicamente y en tonos heroicos y míticos su ascenso hacia la verdad. La primera parte expone la verdad y la defiende con argumentaciones lógicas, sutiles y poderosas. La segunda parte expone la opinión de los mortales, y viene a ser una síntesis de las cosmologías milesia y pitagórica con elementos de su propia cosecha. Hemos conservado unos 150 versos del poema, que abarcan la mayor parte del proemio y de la primera parte.

    EL CONTEXTO HISTóRICO

    Momento histórico en el que vivió Parménides. Grecia, siglo VI. El surgimiento de la polis.

    La Grecia del s.VI AC , aún subdividida en "Polis", se ve atormentada por un período de crisis que comprende un momento fundamental en la historia social. Esta crisis, iniciada a fines del siglo VII AC plagada de conflictos internos de raíz económica se extiende a planos religiosos y morales llevando a los griegos a poner en cuestión todo su sistema de valores, constituyendo un ataque al orden mismo del mundo. Se producen reformas en cuanto al derecho y la vida social, y en el ámbito intelectual se buscan elaborar las nociones de una nueva ética. Se podría decir que esta crisis llevó en definitiva al nacimiento de una reflexión moral y política entre los griegos para encarar los problemas en su organización.

    Las transformaciones económicas se deben a la reanudación y el desarrollo de contactos con Oriente , de esta forma el Mediterráneo se convierte en eje del comercio marítimo y en principal vía de comunicación. La expansión griega en el Mediterráneo tiene además de objetivos económicos de intercambio y comercio, la necesidad de tierras para suplir las exigencias del avance demográfico. Paralelamente con el esplendor del comercio del oro que implicaba a ciertos sectores, seducidos por el lujo y la ostentación de la riqueza por influencia de Oriente, surgen los problemas de índole social en los que los comerciantes ricos extienden sus empresas a expensas de las colectividades aldeanas. En rechazo a esta situación aparecen las reformas que buscan una organización con aspiraciones comunitarias e igualitarias, sometiendo las ambiciones y las voluntades de poder a una regla general cuya obligación se aplique por igual a todos. Ésta establecería el equilibrio entre los ciudadanos garantizando la distribución equitativa de obligaciones, honores y poderes entre los individuos, y así lograr la unidad de la ciudad. Se procede a nuevas legislaciones que afectan determinadas materias del derecho (arraigado desde sus comienzos a un clima religioso), como por ejemplo el homicidio, que deja de ser un ajuste de cuentas para ser considerado un delito grave. Aquí se manifiestan las influencias religiosas respecto a la purificación del mal y la enseñanza a partir del temor al castigo del infierno, además de pretender calmar y armonizar las tensiones sociales. Pero el espíritu de renovación se orientaba más a considerar la polis como la ampliación de una familia, que comparte el pan y come en la misma mesa, realzando ideas de igualdad y amor fraterno.

    Además de contribuir a la consolidación del Derecho y las legislaciones, los aspectos religiosos favorecieron el desarrollo de una reflexión moral y una orientación política. Ciertos grupos religiosos se oponen a la ostentación del lujo y la insolencia brutal de los ricos comerciantes, promoviendo el desarrollo de una virtud fruto de una larga y penosa vida totalmente dedicada al esfuerzo, y lejana de las tentaciones de placer , del atractivo de la molicie y de la sensualidad. Estas tendencias recaen sobre la estructura social modificando las conductas, los valores y las instituciones; y condenando a la riqueza apuntando a sus consecuencias sociales con respecto a la división y el odio dentro de la comunidad, por sus condiciones de insaciable e ilimitada que engendra una voluntad viciada, desviada y malsana. En contraste a la lujuriosa aristocracia se erige la nueva sabiduría basada en la templanza, la proporción y la justa medida. Entre ambos grupos es necesario un mediador que modere y concilie las proporciones de modo que no se desate la violencia. Este intermediario, cabeza del Estado, debe constituir una marca (sustentada por leyes supremas iguales para todos) que ninguno pueda traspasar , para mantener la armonía en la polis. Se debe lograr al mismo tiempo tanto que se quiebre la arrogancia del rico como que cese la esclavitud sin llegar al extremo de la subversión.

    Más adelante los aspectos morales y políticos ya no serán exclusivamente enarbolados por grupos religiosos que se replegan sobre sí mismos en busca de la pureza, si no que surgirá una corriente que atiende más al bien de la ciudad y se compromete en mayor grado con la vida pública y los problemas políticos del Estado. El bien de la ciudad estará dado por el orden, y este sólo puede mantenerse con conceptos de igualdad y de contención al exceso, a más de lo justo. Se dice que sin igualdad no hay ciudad y que la igualdad no puede engendrar guerras, pero esta igualdad es jerárquica, geométrica como dicen los griegos , no aritmética. Su noción esencial es la proporción y ésta se corresponde en función de cada virtud. A partir de este principio se hicieron las reglamentaciones para remplazar las relaciones de fuerza por relaciones "racionales" con fin de proporcionar y mantener el equilibrio. Así la corriente Aristocrática y la Democrática sitúan la polémica en el mismo terreno, haciendo ambas protestas de equidad, los primeros con un enfoque jerárquico y los segundos proporcionado y armónico, pero asegurando que la desigualdad natural tenga una preponderancia sin exceso. Ahora entonces la relación social ya no sería de dominación y sumisión si no que se establecería un vínculo de reciprocidad para sostener un equilibrio propicio para el desarrollo saludable de la ciudad. La diferencia está en que los democráticos consideran a todos los ciudadanos iguales, en el sentido de que tienen derecho de participar en todos los aspectos de la vida pública, y tenían la idea de alcanzar la igualdad plena, en la que ya no fuera posible distinguir grupos distintos en el plano político. Esto se hace posible cuando se dispone la polis sobre una base nueva: se determinan las tribus según zonas geográficas, ya no según vínculos de sangre, que quedan ahora fuera de la organización política. Ahora el ideal igualitario queda plasmado en la realidad política e inspira cambios radicales en las instituciones. El mundo social adopta una forma circular en la que cada ciudadano recorrerá todo el circuito, ocupando y cediendo, según el orden del tiempo, todas las posiciones simétricas que componen el espacio cívico.

    EL CONTEXTO CULTURAL

    El arte y arquitectura desarrolladas en Grecia entre el año 1100 a. C. y el siglo I a. C. tuvo su origen en la civilización del Egeo, pero su evolución posterior le ha convertido en uno de los períodos más influyentes de la cultura.

    El arte giego se caracterizó por la representación naturalista de la figura humana, tanto en el aspeco formal como en la intención expresiva del movimiento y las emociones. El cuerpo humano, se convirtió así, para representaciones de dioses como de seres humanos, en el motivo fundamental del arte griego, asociado a los mitos , la literatura y la vida cotidiana.

    La función principal de la arquitectura, pintura y escultura monumental hasta aproximadamente el año 320 a. C., fue de carácter público, ocupándose de asuntos religiosos y de la conmemoración de los acontecimientos civiles más importantes, como las competiciones atléticas,. Los ciudadanos sólo utilizaron las artes plásticas para la decoración de sus tumbas. Sin embargo, las artes decorativas se dedicaron sobre todo a la producción de objetos de uso privado.

    El arte griego se divide en períodos que reflejan sus cambios estilísticos:

    Período geométrico y orientalizante ( 1100 a.C. - 650 a.C.);

    Período arcaico (660 a.C. - 475 a.C.);

    Período clásico ( 475 a.C. - 323 a.C.);

    Período helenístico (323 a.C. - 31 a.C.).

    La vida de Parménides tuvo lugar en el momento en que se desarrollaba el período arcaico.

    Durante el período arcaico, al extenderse el mundo griego geográfica y económicamente, su mayor riqueza y contacto con el mundo exterior le condujeron al desarrollo de una arquitectura y escultura monumental. Ambas se hicieron con el mármol y la piedra caliza que abundaba en Grecia. Los templos albergaron imágenes de los dioses y estuvieron decorados con esculturas y pinturas. La pintura tuvo también su desarrollo en las vasijas, que fueron importantes objetos de comercio.

    Los griegos empezaron a esculpir en piedra, inspirados en las piezas monumentales de Egipto y Mesopotamia. Las esculturas de bulto redondo compartieron la solidez y la característica posición frontal de los modelos orientales, pero, en algunos casos se observa que las figuras eran más dinámicas que las esculturas egipcias. Las esculturas masculinas y femeninas. a pertir del año 575 a.C., reflejaron en sus rostros la denominada sonrisa arcaica. Aunque dicha expresión no parece responder a razones específicas en las personas o situaciones en las que aparece reproducida, quzás fue utilizada por los griegos como un artificio que proporcionaba a las figuras un rasgo humano distintivo.

    Las tres tipologías que predominaron fueron la del joven desnudo de pie (kouros), la doncella vestida de pie (kore) y la mujer sentada. Todas estas figuras acentúan las características esenciales del cuerpo y expresan, cada vez más un conocimiento preciso de la anatomía humana.

    La razón de ser de la representación de estos jóvenes fue, en parte de orden sepulcral y en parte de carácter votivo. Algunos ejemplos conservados son el Apolo primitivo del Museo Metropolitano de Nueva York, el Apolo Strangford de Lemnos del Museo Británico de Londres, obra bastante más tardía, y el Kouros de Anavysos conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. En dichas obras, a diferencia de otras más antiguas, puede observarse un estudio más detallado de la estructura muscular y anatómica. Las figuras femeninas, vestidas y de pie, ofrecen una amplia variedad de expresiones, tal como puede verse en las esculturas del Museo de la Acrópolis de Atenas. Sus ropajes están tallados y pintados con la delicadeza y la meticulosidad característica de la escultura de ese período.

    Los relieves escultóricos que se esculpieron con posterioridad a la escultura exenta o de bulto redondo, representaron a sus figuras en movimiento. Los frisos del Tesoro de los Siphnios, en el Templo de Apolo en Delfos, que muestra una de las batallas de Troya, son uno de los ejemplos más excepcionales de período arcaico medio (535 a.C. - 475 a.C.) destacan las eesculturas de los frontones del Templo Aphaia en Egina. Las figuras del frontón oriental parecen tan llenas de vida como los atletas que describió el poeta Píndaro.

    En cuanto a la arquitectura, se sabe que los griegos, después de conocer los templos pétreos de los egipcios, comenzaron en el siglo VII a.C. a construir sus propios templos en piedra, con un estilo propio y específico. Utilizaron la piedra caliza en el sur de Italia y sicilia, el mármol en las islas griegas y en Asia Menor y la caliza revestida con mármol en el continente. Más tarde levantaron sus edificios principalmente de mármol. Los templos eran de planta rectangular sobre un pequeño zócalo escalonado (crepidoma) en un recinto donde se llevaban a cabo las ceremonias rituales. Los templos pequeños presentaban un frente porticado de doble columna (in antis), a veces con otro vestíbulo delante del mismo (próstilos). Los templos más grandes, con pórticos en sus partes delantera y trasera (anfipróstilos), podían tener un vestíbulo de seis antes de cada uno de sus pórticos, o estar rodeados totalmente por un peristilo. La columna sostenía un entablamiento, o dintel, bajo un tejado a dos aguas.

    Desarrollaron dos órdenes de arquitectura o tipos de columnas, el dórico y el jónico. Las columnas dóricas, que no tenían bas y cuyos capiteles consistían en un bloque cuadrado (ábaco) sobre un elemento redondo en forma de almohadilla (equino), eran piezas robustas colocadas a escasa distancia para sujetar el peso de la mampostería. Su pesadez se aliviaba gracias al fuste abombado y estirado. En el entablamento se tallaban triglifos verticales sobrecada columna, dejando entre ellos metolas oblongas, que más tarde fueron cuadradas y al principio estuvieron pintadas y más tarde decoradas con bajorrelieves figurativos. El estilo dórico se originó en la península helénica, pero se difundió por todas partes. Los templos dóricos de Siracusa, Paestrum, Selinontes, Acragas, Pompeya, Tarento, Matapontum y Corcira todavía se conservan. Especialmente extraordinario es el templo de Poseidón en Paestrum (450 a.C.).

    Las columnas jónicas, originarias de Jonia (Asia Menor) y las islas griegas, son más esbeltas y se colocan a mayor distancia que las dóricas. Cada una descansa sobre una basa moldurada y termina con un capitel rn forma de almohadilla plana que se enrolla en dos volutas en los laterales. El entablamento, más ligero que en el estilo dórico, podía tener un friso cntinuo.

    Hacia el 550 a. C. se desarroló, en cuanto a la decoración de vasijas, el estilo denominado corintio, que presenta vasos abarrotados de figuras sobre fondos florales. En las vasijas se representan a menudo monstruos fabulosos, como la quimera que escupe fuego, una criatura con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. En el período arcaico medio, Atenas saturó el mercado mediterráneo de objetos cerámicos. La popularidad de la cerámica ateniense se debió a su carácter de bellas proporciones, su acabado aterciopelado, negro como el azabache y a las escenas narrativas con que estaba decorada. La decoración se realizaba en negro sobre el rojo de la arcilla. Los detalles se grababan de forma incisa y a veces se recalcaban con el uso de matices lumínicos rojos y blancos, hasta lograr cierta tridimencionalidad.

    A partir de ese momento, las escenas representadas en los vasos cerámicos y los artistas que las pintaron se pueden identificar por inscripciones.

    Los vasos decorados en la técnica de figuras rojas, se hiceron por primera vez en el año 530 a. C. La decoración se realizaba con una técnica pictórica a la inversa: el fondo se pintaba de negro, dejando las figuras en el color rojo de la arcilla. Se utilizó también un nuevo color, el castaño dorado que se obtenía al diluir el barniz negro.

    Los pintores atenienses inventaron hacia el 540 a.C. un nuevo estilo; asumiendo el interés por la anatomía humana, evolucionaron hacia una nueva concepción espacial, expresada a través del escorzo y del uso de una capa marrón o parda para lograr el sombreado. Este fue el inicio de un tipo de pintura en el que la tridimensionalidad se consigue tanto con la valoración lumínica como con el contraste de manchas de color.

    Aunque el estilo de las figuras negras continuó siendo el dominante durante todo el período arcaico, la producción en el estilo de figuras rojas fue incrementando poco a poco.

    EL PENSAMIENTO GRIEGO

    Durante el período del pensamiento griego no existían diferencias claras entre cuestiones filosóficas, científicas y religiosas, entre procedimientos científicos y mágicos o entre historia y mito.

    Parte de las realizaciones de los filósofos griegos contribuyó a esclarecer o comenzar a delimitar esos campos hasta entonces "fusionados", y a plantear interrogantes a cerca de la naturaleza y del hombre que podían ser examinados por métodos racionales. Más que por crear doctrinas específicas crearon una atmósfera intelectual de uso desinteresado de la razón. Por eso, los filósofos presocráticos son considerados como los antepasados de la filosofía y de la ciencia al mismo tiempo.

    La historia de la filosofía occidental comienza con las especulaciones de esos colonos griegos de Asia Menor y del sur de Italia, en los siglos V y VI a.C..

    Parte de la dificultad que se encuentra en el estudio del pensamiento griego anterior al siglo IV a.C. es la extrema escasez de elementos de juicio documentales directos; de hecho, fragmentos muy antiguos han llegado hasta nosotros por citas de autores posteriores, así como también se cuenta con críticas hechas por filósofos muy posteriores sobre las concepciones de los más primitivos.

    Los problemas de los antiguos pensadores griegos surgen a partir de tres grandes sucesos de la vida humana, que siempre han ocupado la imaginación de los hombres: nacimiento-maduración-muerte. En toda sociedad, desde la más simple hasta la más compleja, estas crisis se hallan incorporadas en un sistema de mitos y creencias, cuya función, a menudo no explícita, es canalizar y , en última instancia, disipar las poderosas y perturbadoras emociones de alegría y de pena, de esperanza y de temor. Pero a veces, cualquiera sea la razón de ello, queda en la mente una especie de emoción residual, un sentido del misterio de la vida, que es la curiosidad o asombro en los cuales Platón y Aristóteles veían el comienzo de la filosofía.

    La filosofía demuestra un interés por los fenómenos del cambio, en general, por la visible inconstancia de las cosas y por el origen presunto y la posible destrucción del universo físico. Por otra parte se experimenta la necesidad de comprender la posición del hombre en el mundo, su relación con seres sobrenaturales y sus perspectivas de felicidad y de supervivencia después de la muerte. Estas preocupaciones no son distintivas de la filosofía, pues también son los temas del mito poético y de la fe religiosa. A menudo, se expresa la diferencia diciendo que en la filosofía hallamos un intento racional por comprender el origen de las cosas y la naturaleza y destino del hombre.

    La escuela Eleática

    Junto con los filósofos Jenófanes y Zenón, Parménides formó parte de la Escuela Eleática. Esta corrienta de filosofía griega tuvo su apogeo en los siglos VI y V antes de Cristo.

    Las opiniones que caracterizan esta escuela son dos: 1) en realidad, el cambio no existe; 2) la existencia o el ser es una unidad.

    El pensamiento eleático se opone tanto a la filosofía materialista de la escuela jónica como a la teoría del flujo universal formulada por Heráclito. Según los eleáticos. el universo es en esencia una unidad inmutable, que, siendo infinita en tiempo y espacio, está más alla de la cognición proporcionada por los sentidos humanos. Sólo a través de la reflexión filosófica, afirmaban, se puede alcanzar la verdad última. Las observaciones sensoriales ofrecen tan solo un visión limitada y distorsionada de la realidad.

    Muchas de las doctrinas eleáticas se basaron en las enseñanzas de Jenófanes, mientras que Parménides desarrolló sus doctrinas dentro de un sistema de metafísica.

    PARMÉNIDES

    No se conoce con exactitud los años de nacimiento y fallecimiento de Parménides, pero se dice que desarrolló su obra entre los años 501 a 592 antes de Cristo. Otras fuentes dicen que nació hacia los años 515 a 510 antes de Cristo. Lo cierto es que proviene de la ciudad de Elea, colonia griega del sur de Italia; se dice que a la edad de 65 años visitó Atenas, ocasión en la que Sócrates, entonces un hombre joven, lo escuchó hablar. No se sabe con claridad si Parménides fue contemporáneo de Heráclito ni, en caso de que no lo fueran, quién fue anterior. El pensamiento de Parménides se contrapone al de Heráclito. Parménides expuso su filosofía en forma de versos. Entre 490 y 475 escribió un poema didáctico en hexámetros conocido como De la naturaleza constituído por tres partes: el Proemio, el Camino de la Verdad y la Apariencia. Del mismo se conserva el proemio, alrededor de los nueve décimos de la primera parte, y muy poco de la última, de mucha menor importancia filosófica; pues la doctrina que lo ha hecho célebre se encuentra en la primera. Parménides es el primer filosófo que procede con total rigor racional, convencido de que únicamente con el pensamiento, y no con los sentidos, puede alcanzarse la verdad y de que todo lo que se aparte de aquél no pude ser sino error; sólo lo racionalmente pensado "es", y a la inversa, lo que es responde rigurosamente al pensamiento.

    En el Proemio, Parménides afirma haber recibido su conocimiento de una diossa; la parte central del poema es la alocución de la diosa a Parménides. Ésto muestra su pensamiento de que el conocimiento puede ser adquirido por revelación divina, y se pone en claro que tal conocimiento es algo totalmente distinto de lo que el sentido común considera conocimiento.

    La diosa dice a Parménides que hay "solamente dos caminos de búsqueda concebibles", y que sólo es posible seguir uno de ellos.

    El primer [camino], que es, y que no es posible que no sea, es el camino de la creencia, pués está acompañado de la verdad. El otro, que no es, y que es necesario que no sea; este sendero, te diré, no conduce a ningún conocimiento. Pues no puedes conocer lo que no es -pués esto es imposible- ni puedes expresarlo.

    Es necesario decir y pensar que el ser es; pues es posible que sea mientras que la nada no existe. [1]

    Parménides afirma constantemente que no podemos conocer y ni siquiera pensar o hablar de lo que no es, que aquello de lo que se puede hablar o pensar debe, necesariamente, ser.

    Pues lo mismo es pensar y ser,[1]

    El pensar racional no puede ser sino pensar del ente: no hay posibilidad de alcanzar el ser sino mediante la razón. "La posibilidad de concebir algo y en consecuencia de expresarlo es criterio y prueba de la realidad de lo que es concebido y expresado porque solamente lo real puede concebirse y expresarse . Con lo cual Parménides llega a expresar, no sólo que pensar una cosa equivale a pensarla existente, sino que también la pensabilidad de una cosa prueba su existencia; porque si sólo lo real es pensable, lo pensado resulta necesariamente real".[1]

    Parménides plantea, entonces dos únicas posibilidades que pueden pensarse, donde no hay tercer alternativa posible. Entre estas dos posibildades se puede encuadrar todo absolutamente, inclusive la nada, que entra en el no ser. Ahora bien, es evidente que la segunda posibilidad enunciada - que no sea nada- es un absurdo; porque decir "no hay nada" es como afirmar que "lo que hay es la nada", o sea que la nada es, o que el "no-ente es": pero esto es claramente contradictorio, y por lo tanto debe rechazarse.

    porque el no-ente no lo puedes pensar -pués no es posible-, ni lo puedes expresar.[1]

    Por ende, es preciso concluir afirmando decisivamente el primer miembro de la alternativa, es decir, que es . Pero si hay algo, algo "es", a ese algo se lo llamará ente. Entonces el ente es necesario. Pués afirmar que "el ente no es" es una evidente contradicción.

    Se llama ente a todo aquello que "es". De todo lo que pueda predicarse la palabra "es", y en la medida en que ello ocurre, se trata de entes. A lo que hace que los entes sean se lo llama ser; los entes, por tanto son porque participan del ser. La disciplina que estudia los entes sellama ontología. Ésta enuncia una serie de principios, válidos para todos los entes que se denominan principios ontológicos.

    a) El principio de identidad afirma que "todo ente es idéntico a sí mismo".

    b) El principio de contradicción sostiene que "ningún ente puede ser 'P' y 'no-P' al mismo tiempo."

    c) El principio de tercer excluído dice que "todo ente tiene que ser necesariamente 'P' o 'no-P'". Como decíamos anteriormente, tiene que ser lo uno olo otro, pero no hay tercer alternativa posible; se es o no se es.

    Parménides hace una diferencia entre lo que son los entes sensibles y los entes ideales. Éstas son las dos vías de investigación que plantea Parménides en los fragmentos nombrados anteriormente, y son los dos posibles caminos hacia el conocimiento. Por una parte, el que se basa en afirmar que el ser "es" y el no ser "no es", y el otro, que se basa en señalar que el ser "no es" y que el no ser "es", al que denomina "estrecho sendero". El primero es el camino de la razón y su principio fundamental: "lo que es, es y lo que no es, no es"; el segundo es el camino de la experiencia sensibles.

    Porque jamás fuerza alguna someterá el principio: que el No-ser sea.

    Pero tú, no obstante, aleja tu pensamiento e esa vía y no te dejes lleva por ella por la fuerza rutinaria de la costumbre, ni manejando tus ojos irreflexivamente, ni tus oídos que recogen todos los ecos, ni acaso tu lengua: juzga, por el contrario con razones que admitan múltiples pruebas, como las que yo te he mostrado. Sólo nos queda ahora hablar de una última vía.[1]

    Parménides busca el fundamento de la realidad en que vivimos en una manera racional, con principios lógicos. Pués mantenía que los fenómenos de la naturaleza son sólo aparentes y debidos en esencia al error humano.; parecen existir pero no tienen entidad real. Y de allí que la realidad, ser verdadero, no es conocida por los sentidos sino que sólo se puede encontrar en la razón. Todas las cosas sensibles y sus propiedades -movimiento, nacimiento, color, etc.- no son más que ilusión, apariencia, nada verdaderamente real, sino fantasmas verbales en los que sólo pueden creer quienes, lugar de marchar por el camino de la verdad, andan por el camino de la mera opinión.

    Parménides es el precursor de todo el racionalismo posterior; nos hace desconfiar de la experiencia y acepta guiarse únicamente por la razón y su principio fundamental, que es en síntesis de los principios lógicos de identidad, no contradicción y tercero excluído (principios ontológicos). Y, siguiendo esta vía de la razón y dejando completamente de lado la vía de la experiencia sensible, la de Heráclito, ¿cuáles son entonces las características del ser que hacen inconcebible su conocimiento por medio de la vía sensible?

    Sólo nos queda ahora hablar de una última vía, la de la existencia del Ser. Muchos indicios que ella nos muestra permiten afirmar que el Ser es increado e imperecedero, puesto que posee todos sus miembros, es inmóvil y no conoce fin.

    No fue jamás ni será, ya que es ahora, en toda su integridad, uno y continuo.

    . ...No es igualmente divisible, puesto que es todo él homogéneo.[1]

    Éstos son los "indicios" del ente. Es increado, porque admitir que tiene un origen es admitir que en un momento hubo no-ser, y ésto es imposible de concebir. No conoce el nacimiento ni la muerte, "es, era y será siempre".

    Porque, en efecto, ¿qué origen podrías buscarle? ¿De dónde devendría su crecimiento? No te permitiré que me digas o que pienses que haya podido venir del No-Ser,porque no se puede decir ni pensar que el Ser no sea. Qué necesidad, pués lo habría hecho surgir en un momento determinado, después y no antes, tomar un impulso de la nada y crecer? Por tanto, o ha de existir absolutamente o no ser del todo.

    Jamás una fe vigorosa aceptará que, de lo que no es pueda nacer una cosa distinta.[1]

    De tener origen, hubiese tenido que ser engendrado por el Ser o por el No-Ser. La primera posibilidad se descarta en tanto que el Ser es, en efecto el ente, que ya es; la segunda no puede ser verdadera ya que lo que no es ente es el no-ente, o sea la nada y por lo tanto no hay nada que pueda haberlo engendrado. Por otra parte, atribuirla un origen sería admitir que lo que lo determina está más allá de la pura identidad.

    El Ser es único. Porque si no sería múltiple o habría, simplemente dos entes. Para que sea posible la existencia de dos entes, debería haber una diferencia entre ellos, puesto que si no se diferencian en nada serían uno solo. Pero como lo que se diferencia del ente es lo que no es ente, o sea el no-ente, la nada que no es nada por lo que no puede haber diferencia alguna y no puede haber, enconsecuencia sino un solo ente.

    El Ser es, también inmóvil. De moverse, se desplazaría de un lado a otro, por lo que en ese primer lado ya dejaría de haber Ser y antes habría No-Ser en el otro lado. Además, para moverse necesitaría un espacio, y ésta debería ser diferente del ente, y como lo único que no es ente es el no-ente, ese espacio sería la nada, y no puede haber espacio ninguno donde pueda

    moverse el ente. Ahora bien, el movimiento es una forma de cambio, pero el Ser es inmutable. por lo que aún más descartado queda decir que el Ser sea móvil.

    Parménides dice que el ente es inmutable puesto que cualquier cambio implica dejar de "ser" para pasar a ser otra cosa; sólo hay Ser y No-Ser, por lo que el cambio del ser sería únicamente para pasar a ser No-Ser, que es el no-ente, y por lo tanto, la nada que no es nada.

    Por lo mismo el Ser es homogéneo, contínuo, no puede ser dividido ya que el Ser toca al Ser, dando lugar a una división sólo en el caso en que haya algo distinto al Ser entre el Ser y el Ser, y ésto es absurdo ya que toda división se la hace según partes diferentes.

    Es también, imperecedero, ya que no conoce fin. El ente nunca podría dejar de ser porque sería el no-ente, la nada.

    ¿Cómo en el curso del tiempo podría ser destruido el Ser?

    Así se extingue el nacimiento y queda ignorada la destrucción.[1]

    El ente es, además, intemporal. En tanto que Heráclito pensaba la eternidad como infinita duración a través del tiempo, Parménides piensa la eternidad del ente como supratemporal, como constante presencia, como eterno presente, o, quizás, como in-temporal. Llegar a ser es para el ente un acto único y eterno que no conoce etapas, que se cumple como instante absolutamente intemporal, y en ello se encierra su falta de fin.

    El poema abunda en indicaciones como "todo entero", "todo lo mismo", de intacta contextura", que siguen siempre la misma línea hacia concluir la ausencia de finalidad. El Ser está disociado de toda limitación bajo la cual piensa el ser humano. No con ello quiere indicar que la presencia sea infinita. En relación con los otros principios de la filosofía arcaica, el Ser posee un contenido incomparablemente preciso que se define por su esencia y los predicados derivados de ella. El poema afirma una posición bien delimitada de la presencia dentro del interminable vacío de la nada.

    Además, y dado que un último límite, el Ser está terminado por todas partes, semejante a la masa de una esfera bellamente circular, igual en todas direccione a partir del centro. Ni mayor ni menor podría ser en cualquiera de sus partes.[1]

    El es Ser sólo rige dentro de una esfera, más allá de la cual existe otra cosa, y esa esfera tiene un diámetro exactamente tan vasto como el alcance de la luz. Entonces, si no depende de una indefinición en el contenido ni de ocupar un lugar ilimitado, la falta de fin es falta de finalidad. Su acción es de una índole tal que desconoce el llegar aser como proceso efectivo, donde cabría distinnguir un más cerca y un más lejos de alguna meta. La substancia ontológica no tiende a ninguna cosa porque, porque sólo podría dirigirse hacia una mayor o menor nagación de sí, ésto es hacia una irrealidad mayor o menor.

    Ahora bien, lo sin-finalidad del Ser es también lo inmóvil. Todo movimiento supone un "llegar a" y es el Ser precisamente "lo que ha llegado" como principio. Cualquier "llegar a" ulterior, cualquier tendencia adicional se verifica desde el móvil de un incumplimiento, y lo incumplido allí es precisamente el Ser puro y simple -que sólo existe en apariencia, sin el estatuto de lo presente-. Y frente a esa inquietud por la realización característica de lo aparente el Ser se muestra imperturbable, y es en esto en que consiste lo inmóvil de su acción. Inmóvil es el predicado de lo perfecto, y perfécto es el carácter de lo surgido por sí, pero la inmovilidad es igualmente indiferenciadel principio hacia lo otro, serenidad de algo en su posición inmediata, y en esa medida, el ánimo "sin temblor" de la verdad que perseguía el saber.

    Por consiguiente, la acción de la presencia es inmóvil o sin cambio por perfecta, pero no al invera. La perfección se deduce del afinalismo y éste, en última instancia de la unidad y continuidad del Ser. Con todo, su unidad y continuidad provienen de algo más básico aún, de la simplicidad e inmediatez de su acto reflxivo, cuyo fundamento es la eternidad en acto de la presencia, no tanto prolongarse sobre una seri infinita de momentos como constituir un ser "todo entero", "de una vez" y "lleno".

    La presencia carece de momentos o de partes, y no se proyecta lejos de sí como una acción de cualquier totalidad. Sin embargo, es "toda", y ésto expresa dos circunstancias: no surgir por partes sino "de una vez", y no tener otro tiempo que "ahora".

    La presencia de Parménides se define sin finitizarse. Por eso es a la vez concreta y abstracta. Pero esa delimitación de sí que no obliga a sobrepasar el límite resultante es algo que la presencia extrae de su carácter instantáneo. No es en realidad duradero sino ajeno a la naturaleza del tiempo, fugaz y eterno.

    En Parménides lo que hay es precisamente dos cosas con una rígida frontera entre ambas, y lo que se enuncia como principio no es lo verdadero porque abarca todo sino por su específica naturaleza. De esas dos cosas, una es instante y la otra es tiempo, una es pura presencia y la otra es apariencia cambiante, una es "íntegra" y la otra es "por partes". El Ser tiene Límite o fin por todas partes , pero posee una densidad sencillamente ilimitada, infinita. Densidad es el otro lado del instante; lo instantáneo está fuera del discurrir temporal porque no se diluye en el aplazamiento y carga con todo el contenido de una vez Esto es lo que significa el atributo lleno del Ser: que su extensión se despliega hacia dentro, como la de un brotar replegado sobre sí. La medida de su dominio no es por eso suscitar alteración interior o exterior, sino mantenerse intácto en el propio ánimo como pura tensión de "una esfera bellamente circular".

    "Con Parménides comenzó el filosofar propiamente dicho, y con ello se echa de ver la elevación del reino de lo ideal. Un hombre se libera de las representaciones y opiniones, les niega toda verdad, y dice que sólo la necesidad, el ser es lo verdadero. Este comienzo, por cierto es todavía borroso e indeterminado; no puede alcanzarse más lo que allí yace; pero precisamente esta aclaración es el desarrollo de la filosofía misma, el cual aquí no existe todacía".[1] Hegel enseña que con Parménides se inicia la filosofía en el sentido más propio de la palabra porque sólo con Parménides el pensamiento se ciñe a lo ideal o racional. Los filósofos anteriores -Tales, Anaximandro, Anaxímenes, los pitagóricos-, no habían alcanzado aún el pensamiento entoda su pureza. Con Parménides el pensamiento se atiene sólo así mismo, al dominio del concepto y rechaza todo lo que tenga origen en lo sensible y en las opiniones de los hombres, que se nutren de lo sensible.

    En la medida en que Parménides descalifica el pensamiento sensible y se atiene única y exclusivamente a lo que enseña el pensar, la razón, puede decirse que Parménides es el primer racionalista de la historia.

    BIBLIOGRAFíA

    -Historia de la filosofía, Jesús Mosterín, tomo 3. La filosofía griega prearistótelica

    -Fragmentos, PARMÉNIDES, Buenos Aires, Aguilar, 1964, pp.52-58.

    -Principios de filosofía, A. Carpio, pp.1-3, 24-35.

    - Los origenes del pensamiento griego, Jean-Pierre Vernant, Presses Universitaires de France, Paris, 1962, traducción del doctor Marino Ayerra, Editorial Universitaria de Buenos Aires.

    -Historia de la filosofía, Nicolás Abbagnano.

    - Historia crítica de la filosofía, O´connor.

    - De physis a polis, Antonio Escohotado



    [1]fragmentos II, VI

    [2]fragmento III

    [3]R. Mondolfo, El pensamiento antiguo, Buenos Aires, Losada, 1942, tomo I, p. 79

    .

    [4]fragmento

    II

    [5]fragmento

    VII

    [6]fragmento

    VIII

    [7]fragmento

     VIII

    [8]fragment

    o VIII

    [9]fragme

    nto XXV

    [10]Hegel, WW XIII, p.

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