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Sofocles

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vida y obra de Sofocles dramaturgo de atenas

Agregado: 29 de MAYO de 2005 (Por anonimo) | Palabras: 3878 | Votar |
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Categoría: Apuntes y Monografías > Historia >
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    Autor: anonimo (info@alipso.com)

    Sófocles
    (c. 496-c. 406 a.C.), uno de los tres grandes dramaturgos de la antigua Atenas, junto con Esquilo y Eurípides.
    Vida
    Sófocles nació en Colono Hípico (hoy parte de Atenas) alrededor del año 496 a.C. Hijo de Sofilo, un
    acomodado fabricante de armaduras, Sófocles recibió la mejor educación aristocrática tradicional. De joven
    fue llamado a dirigir el coro de muchachos para celebrar la victoria naval de Salamina en el año 480 a.C. En el
    468 a.C., a la edad de 28 años, derrotó a Esquilo, cuya preeminencia como poeta trágico había sido
    indiscutible hasta entonces, en el curso de un concurso dramático. En el 441 a.C. fue derrotado a su vez por
    Eurípides en uno de los concursos dramáticos que se celebraban anualmente en Atenas. Sin embargo, a partir
    del 468 a.C., Sófocles ganó el primer premio en veinte ocasiones, y obtuvo en muchas otras el segundo. Su
    vida, que concluyó en el año 406 a.C., cuando el escritor contaba casi noventa años, coincidió con el periodo
    de esplendor de Atenas. Entre sus amigos figuran el historiador Herodoto y el estadista Pericles. Pese a no
    comprometerse activamente en la vida política y carecer de aspiraciones militares, fue elegido por los
    atenienses en dos ocasiones para desempeñar una importante función militar.
    Obras dramáticas
    Sófocles escribió más de cien piezas dramáticas, de las cuales se conservan siete tragedias completas y
    fragmentos de otras ochenta o noventa. Las siete obras conservadas son Antígona, Edipo Rey, Electra, Áyax,
    Las Traquinias, Filoctetes y Edipo en Colono (producida póstumamente en el año 401 a.C.). También se
    conserva un gran fragmento del drama satírico Los sabuesos, descubierto en un papiro egipcio alrededor del
    siglo XX. De estas siete tragedias la más antigua es probablemente Áyax (c. 451-444 a.C.). Le siguen
    Antígona y Las Traquinias (posteriores a 441 a.C.). Edipo Rey y Electra datan del 430 al 415 a.C. Se sabe que
    Filoctetes fue escrita en el año 409 a.C.
    Estas siete tragedias se consideran sobresalientes por la fuerza y la complejidad de su trama y su estilo
    dramático, y al menos tres de ellas Antígona, Edipo Rey y Edipo en Colono son consideradas unánimemente
    como obras maestras. Antígona propone uno de los principales temas del autor: el carácter de los
    protagonistas, las decisiones que toman y las consecuencias, a menudo dolorosas, de estos dictados de la
    voluntad personal. Antígona relata el rito funerario de su hermano Polinice, muerto en combate al
    desobedecer el edicto de Creonte, gobernador de Tebas. El entierro del hermano acarrea para Antígona su
    propia muerte, la muerte de su amante, Hemón, que no es otro que el hijo de Creonte, y la muerte de Eurídice,
    esposa de Creonte.
    Áyax, Filoctetes, Electra y Las Traquinias, repiten, en mayor o menor grado, los temas ya expuestos en
    Antígona. Edipo Rey, merecidamente famosa por su impecable construcción, su fuerza dramática y su eficaz
    ironía, fue considerada por Aristóteles en su Poética, como la más representativa, y en muchos aspectos la
    más perfecta, de las tragedias griegas. La trama gira en torno al héroe mitológico Edipo, que poco a poco
    descubre la terrible verdad de haber ascendido al cargo de gobernador de Tebas tras haber asesinado
    involuntariamente a su padre, primero, y casándose con su madre, la reina Yocasta, después. Edipo en Colono
    describe la reconciliación del ciego y anciano Edipo con su destino, y su sublime y misteriosa muerte en
    Colono, tras vagar durante años en el exilio, apoyado por el amor de su hija Antígona.
    Influencia
    Sófocles es considerado hoy por muchos estudiosos como el mayor de los dramaturgos griegos, por haber
    alcanzado un equilibrio expresivo que está ausente tanto en el pesado simbolismo de Esquilo como en el
    1

    realismo teórico de Eurípides. Se le atribuyen numerosas aportaciones a la técnica dramática, y dos
    importantes innovaciones: la introducción de un tercer actor en escena, lo que permite complicar
    notablemente la trama y realzar el contraste entre los distintos personajes, y la ruptura con la moda de las
    trilogías, impuesta por Esquilo, que convierte cada obra en una unidad dramática y psicológica independiente,
    y no en parte de un mito o tema central. Sófocles también transformó el espíritu y la importancia de la
    tragedia; en lo sucesivo, aunque la religión y la moral siguieron siendo los principales temas dramáticos, la
    voluntad, las decisiones y el destino de los individuos pasaron a ocupar el centro de interés de la tragedia
    griega.
    Tema de la obra
    En Antígona dos concepciones de la justicia entran en colisión. Por un lado, las leyes del Estado, de la ciudad,
    que persiguen el mantenimiento del orden; por otro, las normas religiosas, las leyes eternas dictadas por los
    dioses. Creonte y Antígona mantienen una pugna irreconciliable que conduce a la destrucción y al
    sufrimiento. La obra nos muestra dos personajes enclaustrados en sus posturas, dogmáticos.
    Ambos desde su actitud, son incapaces de percibir las limitaciones de su propia concepción de la realidad.
    Creonte, cegado por el poder absoluto que no le permite ver sus limites; Antígona, incapaz de percibir que en
    su postura hay excesivo orgullo.
    Al final, la moderación y la conciliación quedan como una enseñanza duramente aprendida.
    Como fin de la obra, Corifeo: Es con mucho la sensatez lo primero para la ventura. Contra los dioses jamás se
    ha de ser irreverente. Las palabras altaneras acarrean a los soberbios castigos atroces, y a la vejez, por fin, les
    enseña a ser cuerdos. Con éste monólogo, Sófocles se decanta ligeramente por la irreverencia de Antígona.
    Resumen de la obra
    La tragedia comienza en el amanecer del día siguiente del final de la guerra, el día en el que los dos hijos de
    Edipo, Polinices que ha conducido el ejército de los argivos contra Tebas, y Eteocles que la ha defendido, se
    han dado muerte mutuamente. Son las dos hijas de Edipo las que están en escena. Antígona pide a su hermana
    Ismene que la ayude a enterrar a Polinices, contraviniendo el mandato de Creonte, que ha ordenado que, como
    castigo al traidor, su cadáver quede insepulto. Pero ésta, alegando que de siempre había sido una persona
    temerosa e indecisa, no le prestó su ayuda y cuando le prometió no decirle nada a nadie, Antígona insistió en
    que no se lo callara, que mayor sería su gloria en la otra vida y mayor el agradecimiento de sus antepasados si
    todo el mundo lo sabía.
    La llegada del Coro, formado por ancianos y nobles tebanos, trae el saludo al nuevo día, el día de la victoria y,
    sobre todo, de la paz tras los horrores de la guerra. Han sido llamados por el nuevo gobernante aunque aún no
    saben la razón.
    Hace su aparición Creonte y, antes de anunciar su primera disposición, expresa su confianza en que esos
    nobles y ancianos tebanos le sirvan a él con la misma fidelidad que ya mostraron a Layo y Edipo, sus
    antecesores. Es entonces cuando anuncia su prohibición de que se cumpla con el sagrado deber de enterrar a
    Polinices, el hermano traidor y que, en cambio, a Eteocles le rindan homenaje como defensor de la ciudad. El
    coro es consciente de la gravedad de esa ley, de lo que supone de atentado contra las leyes religiosas, pero, a
    fin de cuentas, están sujetos también a esa orden y están convencidos de que nadie sacrificaría su propia vida
    por contravenirla.
    Sin embargo, están equivocados, como muestra la llegada de uno de los soldados encargados de vigilar el
    cadáver de Polinices para anunciar que alguien ha contravenido la ley y ha realizado ritos funerarios en su
    honor.
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    Más tarde los guardias traen detenida a Antígona, porque ha sido ella la que ha violado esas leyes para
    mantenerse fiel al deber sagrado debido a los muertos. Creonte le preguntó si era ella quien había cubierto el
    cuerpo de Polinices y afirmó q sí, que había sido ella y nadie más; pero Creonte no la creyó y pensó que
    Ismere tenía alhgo que ver, pues la había visto muy inquieta y mandó traerla a su presencia. Ismere había
    cambiado de idea, y sin haber participado en los hechos le dijo a su tío Creonte que ella había ayudado a
    Antígona.
    Tras mandar a ambas a una celda, aparce Hemón, hijo de Creonte y prometido de Antígona. La intransigencia
    de Creonte se convierte ya en ceguera, porque es incapaz de percibir que su condena a Antígona alcanzaría
    también a Hemón, lo que el Coro señala como algo que podría afectar al futuro del reino a través de su
    heredero, ya que son dos ahora las muertes que esa inflexible orden de Creonte puede causar. Pero nada hace
    cambiar la opinión de el gobernanteque decide dejar en libertad a Ismere mientras que a Antígona la iba a
    dejar abandonada en una cueva con un poco de comida, la iba a enterrar en vida, para que así su muerte no
    salpicara a la ciudad.
    La entrada de Antígona, camino de su mortal destino, nos la muestra cambiada. Ha perdido su altivez y la
    seguridad inicial. Increpada por Creonte y abandonada por todos, incluso por el Coro, su monólogo de
    despedida no es un canto de triunfo, sino de tristeza, nostalgia y desolación. De abandono frente a un deber
    con el que ha cargado en soledad y que no emprende ya con la altivez del triunfo.
    La llegada del anciano Tiresias anunciando negros presagios llena a Creonte de inquietud. En un principìo se
    niega a aceptar su error, pero su seguridad se desmorona y, atemorizado, intenta evitar que se cumpla la
    condena de Antígona.
    Pero cuando llegó adonde se encontraba ésta, vio como estaba ahorcada y como agarrado a su cintura estaba
    su hijo Hemón, que había cargado su espada contra él, se la había clavado en el pecho, y en consecuencia
    había muerto. Volviendo a su palacio, con su hijo en brazos, encuentra que su esposa, Eurídice, no había
    podido soportar la muerte de Hemón y también ella decidió quitarse la vida.
    Éste es el papel que le queda a Creonte. Por haber castigado a su sobrina, pues ésta había dado sepultura a
    Polinices, después de que éste muriera en combate contra su ciudad natal, Tebas, y de la que es Creonte el
    máximo representante, su hijo y heredero, Hemón ,y su esposa, Eurídice, habían muerto. Tuvieron que morir
    muchas personas para que al final de la obra y sin remedio, Creonte se diera cuenta de su gran error, de que
    una persona, por mucho poder político que tenga, siempre está por debajo de los dioses y de las leyes escritas
    por ellos.
    Personajes
    Árbol genealógico:
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    Personajes:
    Antígona: Es la protagonista indiscutible de la obra. Desde el principio tiene muy claro lo que tiene que hacer
    y lo que debe hacer, pasando si hace falta por encima de los edictos del Rey de Tebas, su tío Creonte. Es
    consciente del peligro que corre, al querer dar sepultura a su hermano Polinices, pero ella antepone la
    necesidad de no fallar a sus antepasados a su propia vida. Ella dice llevarse por las leyes marcadas por los
    dioses, y no cree que ningún mortal pueda tener tanto poder como para anteponerse a los dioses: No era Zeus
    quien imponía tales órdenes, ni es la Justicia, que tiene su trono con los dioses de allá abajo, la que ha dictado
    tales leyes a los hombres, ni creí que tus bandos habían de tener tanta fuerza que habías tú, mortal, de
    prevalecer por encima de las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Que no son de hoy ni de ayer,
    sino que viven en todos los tiempos y nadie sabe cuando aparecieron. No iba yo a incurrir en la ira de los
    dioses violando esas leyes por temor a los caprichos de hombre alguno[...]Así que a mí, al menos, sucumbir
    en este lance no me duele mucho ni poco: el que el hijo de mi misma madre una vez muerto quedase
    insepulto, eso es lo que me dolería. Lo demás a mí no me duele. Y si te parece que es locura lo que hago,
    quizás parezco loca a quien es un loco Antes de que sea abandonada en la cueva, cuando la llevan de vuelta al
    palacio, Antígona parece haber cambiado y comienza a sentirse sola ante su muerte: Sin llantos, sin amigos,
    sin himeneos, me llevan ya, triste de mí, a este viaje inevitable. Jamás me será dado ya, desventurada, ver el
    sagrado ojo del día; y mi muerte, muerte sin llantos, ningún ser amigo la llora Al final, como Creonte, es
    castigada, pero con menos crueldad que a éste, ya que Sófocles castiga su dogmaticidad, pero no sus ideas,
    que probablemente comparte con el autor. Su muerte acarrea la muerte de Hemón, y la de éste conlleva la de
    su madre, Eurídice.
    Creonte: Es el Rey de Tebas, padre de Hemón y tío de Antígona, Ismere, Polinices y Eteocles. Cree tener la
    razón cuando determina que Polinices no debe recibir sepultura, ya que a luchado contra su ciudad natal, pero
    no piensa en las consecuencias que puede traerle esa decisión. Es un hombre soberbio, y el poder no le deja
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    ver más allá de sus narices:...y quien se propase a faltar las leyes o pretenda imponer las suyas a la autoridad,
    este tal no será quien escuche alabanzas mías. Al que la ciudad ha colocado en el trono, a ése hay que
    obedecerle, en lo pequeño y en lo justo y en lo que no lo es ¿Y la ciudad va a dictarme a mí lo que yo tengo
    que mandar?, también es tremendamente machista: ...Que a mi, mientras viva, no me domina una mujer
    Solo se muestra indeciso cuando su adivino, Tiresias, le advierte de las consecuencias que puede traer su
    decisión , aunque en un principio tampoco le hace caso. Al final, y tras los vaticinios de Tiresias, decide ir él
    mismo a salvar a Antígona: Me voy yo mismo, así, sin más[...]Que yo, pues éste es el consejo que he tomado,
    yo lo he hecho, yo lo tengo que deshacer por mí mismo. Me voy temiendo que es lo mejor llegar al fin de la
    vida respetando las leyes establecidas Ahí comienza a darse cuenta de sus errores, pero no será hasta el final
    de la obra, cuando encuentre a su hijo y a su mujer muertos, cuando se de cuenta de que ha excedido sus
    limitaciones, y que se ha visto sobrepasado por el poder: ¡Ay de mi! A nadie, a nadie sino a mí se culpe jamás
    de este crimen. Yo te he muerto, hijo; yo, desdichado, lo confieso abiertamente. Sacadme de aquí, ¡oh
    siervos!, cuanto antes; sacadme fuera; yo ya no existo, yo ya no soy. Sófocles le castiga duramente, ya que él
    se decanta claramente por las leyes no escritas, los leyes divinas.
    Ismere: Es la hermana de Antígona, Polinices y Eteocles la sobrina de Creonte. Al principio se escandaliza
    cuando su hermana le cuenta sus planes para poder enterrar a Polinices, le dice que está loca y decide no
    prestarle su ayuda: ... Y ahora a nosotras dos, solas como hemos quedado, ¿qué muerte más atroz no nos
    espera, dime, si, a despecho de la ley, desafiamos los edictos y el poder del tirano? [...] Yo al menos pediré a
    los muertos que me lo dispensen, porque cedo ante el poder y acataré la autoridad constituida. Entremeterse
    demasiado es falta de juicio Además es un personaje tremendamente obediente para con su tío, para con el
    Rey de Tebas.
    Cuando es llamada por Creonte a su presencia, ésta admite haber tenido que ver con la sepultura de Polinices:
    Mío es el hecho, si ésta me lo consiente; tengo parte en la culpa, cargo con ella, lo que Antígona se niega a
    oír. Al final de la obra, es uno de los pocos personajes que no muere.
    Hemón: Es el hijo de Creonte y el prometido de Antígona. AL principio de su aparición se muestra muy
    obediente con su padre y con la decisión tomada por éste: Padre, tuyo soy. Tú me guíes dictando buenos
    consejos, que yo lo seguiré. No hay para mí bodas ni partido más aceptable que tu sabia dirección Pero intenta
    convencerle de que se está equivocando, y de que todo el pueblo está en contra suya:... con todo, también
    otros pueden tener un buen pensamiento. A mí me toca naturalmente observar qué es lo que dicen por ahí o
    hacen o censuran de tus cosas, porque al ciudadano sencillo le infunde demasiado respeto tu presencia para
    poder decirte cosas que te han de irritar con sólo oírlas. A mí, en cambio, me es dado escuchar en la sombra
    como llora toda la ciudad a esta doncella, porque siendo la que menos lo merece de todas las mujeres, mueren
    afrentosamente en pago de acciones las más nobles, porque no consintió que su hermano muerto en la guerra
    quedara insepulto, pasto de perros carniceros o de alguna ave de rapiña. ¿No es tal mujer digna de dorada
    recompensa?[...]No vivas casado con tu propia opinión, aferrado en que como tú las dices así son las cosas y
    nada más[...]Por más sabio que sea, nunca es humillante para un hombre el aprender en muchos casos de otros
    y el no aferrarse en demasía. En último lugar, pasa de la obediencia a la discusión con su padre, en la que
    intenta convencer a su padre de que ha perdido la razón y que el asunto se le está escapando de las manos. Su
    aparición termina con estas palabras a su padre, que quería matar a Antígona delante de él, por su irreverencia:
    ¡Cerca de mí no! No lo creas, no; ni ella muere junto a mí, ni tú vuelves a ver mi cara con tus ojos; pasea tu
    frenesí entre aquellos de los tuyos que te quieran aguantar Al final de la obra, se marcha donde está encerrada
    su amada y con su espada se quita la vida, agarrándose, con su último aliento de vida a Antígona.
    Tiresias: es un invidente, anciano y adivino de Creonte: Príncipes de Tebas, dos venimos juntos acá con la
    vista de uno solo; pues así son los viajes de los ciegos, de la mano de un guía Es el protagonista que
    únicamente hace cambiar de opinión a Creonte, aunque no desde el principio de su intervención, y le avisa de
    las desgracias que puede sufrir por sus decisiones sumamente prepotentes y dogmáticas: Y tú ten por muy
    cierto que no han de cumplirse ya muchas vueltas del sol en su veloz carrera sin que tú mismo veas entregado,
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    muerto por muerto, a un hijo de tu propia sangre; porque tienes echado al mundo de abajo a quien es del de
    arriba, encerrando indignamente a un vivo en una tumba, y retienes aquí a un cadáver, posesión de los dioses
    infernales, sin sepulcro, sin exequias, sin respeto. Todos son atropellos cometidos por ti [...]Pasará un tiempo,
    nada largo, y llenarán tu propio palacio lamentos de hombre y lamentos de mujeres... Esta intervención
    produce un cambio radical en el comportamiento de Creonte.
    Corifeo: Es el presidente del Coro de ancianos de Tebas. Representa la máxima autoridad después del Rey y
    se muestra muy cuidadoso a la hora de hablar con éste.
    Desde el principio sabe las consecuencias que puede traer la decisión tomada por Creonte, pero no se atreve a
    decírselo directamente, solo parece dispuesto cuando, después de los vaticinios de Tiresias, Creonte parece
    que ya ha entrado en razón: Rey, se ha ido el hombre; misteriosos vaticinios ha pronunciado; desde que voy
    dejando blanco este cabello, antes negro, nos consta que jamás dictó profecías falsas a nuestro pueblo
    Es el personaje que recomienda a Creonte que deje libre a Antígona, y que entierre a Polinices: Ve, y a la niña
    líbrala de aquella lóbrega morada, y al muerto ábrele una tumba
    Interpretaciones de la obra
    Un texto de primer orden de la historia de la literatura no se presta a lecturas simplificadoras e
    interpretaciones esquemáticas. Hay que procurar conciliar los punbtos de vista mas valiosos.
    Una de las interpretaciones más conocidas y jugosas es la de Hegel, según la cual hay un conflicto -tesis y
    antitesis- entre el derecho de estado, y el derecho de familia, Antígona. Antígona y Creonte tienen ambos
    razón y culpa.
    Desde un punto de vista tal vez oportunista se ha interpretado a Antígona como una revelde revolucionaria
    que se alza contra un gobierno tiránico. Antígona es una revolucionaria feminista ante un tirano(Brecht)
    En nuestros dias tiende a leerse la obra desde un punto de vista religioso, y ello parece concordar con la propia
    idea de Sófocles. Él es claramente parcial, y entre uno y otro se decide por Antígona, por la ley no escrita. Se
    ve como el conflicto entre religión y utilismo humano: para preservar y mejorar la sociedad humana se crea el
    hombre normas sociales, reglas políticas y decreta medidas ejemplares para evitar que el individuo se aparte
    de ellas (Creonte), pero esta normas tienen un límite- la legalidad tiene que estar animada por la moralidad -y
    si ese límite se sobrepasa, esta transgresión puede constituir un crimen . El límite es lo divino, las leyes no
    escritas. Antígona representa las leyes no escritas, la conciencia
    Tanto Opstelten como Ehremberg coinciden en que Sófocles se mostraba en contra de Protágoras ( el
    hombre es la medida de todas las cosas) y de Pericles ( que era un gobernante racionalista que colocaba las
    normas políticas por encima de todo)Sófocles colabora con Pericles en la política de Atenas, pero tiene miedo
    de las consecuencias remotas de su política, que explica por medio de sus tragedias Para estos autores, los
    rasgos de Creonte son los mismo que los de Pericles, Creonte es un heroe sofócleo que se encamina a su
    destrucción, porque es un hombre falto de lo divino.
    Antonio Tovar ya en 1942 interpreta la posición de Creonte como la de un representante de la política en
    cuanto a ciencia racional que inevitablemente choca con los factores tradicionales e irracionales representados
    por Antígona
    Comentario personal
    Creo que ésta obra, como casi todas las tragedias griegas, son auténticas obras de arte, tanto por sus dotes de
    entretenimiento (aunque a veces creo que son a mi al único que me entretienen) como por su finalidad
    6

    didáctica. Entrando ya en esta obra en especial, creo que se muestran dos posturas claramente diferenciadas,
    Creonte por un lado y Antígona por otro, y personalmente me decanto por ésta segunda, aunque a diferencia
    de algunas de las interpretaciones, no creo que defienda lo marcado por los dioses, sino lo que la marca su
    conciencia, ya que yo no creo en los dioses (verdaderamente es algo que me parece un negocio histórico) y
    probablemente haría lo mismo que ella. Por otra parte la postura de Creonte es algo, que aunque penoso, no
    suena tan extraño, ya que normalmente la gente se deja cegar por el poder. En resumen, una buena obra que
    trata un tema bastante interesante y desarrollada magistralmente.
    índice
    Páginas 1-2 Localización: Sófocles
    Página 2 Tema de la obra
    Páginas 3-4 Resumen del argumento
    Páginas 4-5-6 Personajes
    Página 7 Interpretaciones de la obra
    Página 7 Comentario personal
    8
    7




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