05-10-2004, 07:24 AM
Las cosas sobre las que voy a escribir son de evidencia inmediata, sin embargo, para la mentalidad cartesiana reinante en estos tiempos (y teñida por un cientificismo ignorante de la relación sujeto-objeto, en la ciencia) que cree que lo que está afuera está completamente separado de nosotros y nuestra intencionalidad, será difícil seguirme. No importa, si esas personas hubieran investigado verdaderamente estos fenómenos, en lugar de especular sobre ellos, habrían llegado a conclusiones similares a las mías.
Para los que tienen verdadero conocimiento de los progresos de la ciencia, conocerán los trabajos de Jung y Pauli sobre la sincronicidad. Pauili, premio novel en física, era un tipo de una mala suerte increíble, era tanta la mala suerte que al laboratorio que llegara se descomponían los aparatos eléctricos y todo salía mal.
Jung, psiquiatra conocido, se había percatado que la realidad inmediata de las personas se comportaba según los estados emocionales más intensos que controlaban el estado psíquico de las personas. Esto todos lo sabían, así como que el problema de las histéricas radicaba en su sexualidad, sin embargo, nadie se atrevía a decirlo, menos un científico. Él, decidió hablar de estas cosas, y para ello creó el termino de sincronicidad.
En este análisis voy a tratar sólo un tipo de estos fenómenos, aquellos asociados a la mala suerte, o que constituyen la mala suerte.
Supongamos que dentro de cuatro días deben ver un programa de televisión porque ahí se tratará un tema de gran importancia para ustedes, es más, supongamos que para ustedes es muy importante ver ese programa. Tal vez, hasta ese día no hayan tenido problemas con la televisión, pero la importancia del programa ha hecho que la relación entre ustedes y la televisión altere el curso normal de los hechos, de ahí, que las probabilidades de que la televisión se descomponga ha incrementado. Mientras mayor es la importancia y necesidad para ustedes de que el televisor funcione ese día, mayor es la probabilidad de que la televisión se descomponga.
Personas muy sensibles puede experimentar la relación entre ellas y esos objetos, artefactos y personas, asociadas a ellos por la necesidad. La necesidad de la persona polariza toda la realidad en torno a ella.
Todo el mundo sabe que esto es así, aunque no pueda ser explicado por la ciencia.
¿Cuándo comienza a ocurrir esto de la mala suerte en forma sistemática en ciertas áreas de la vida? Esto comienza a ocurrir con dos cosas: la primera es con condicionamiento negativo, la segunda con la intensidad del condicionamiento.
Es importante que este condicionamiento se de en forma de sanción. A partir de ese momento se produce una división en el sujeto, aquello que los psicoanalistas llaman yo y superyo, donde el superyo carga con la sanción de por vida.
Luego el sujeto se hará él mismo esa sanción, esa recriminación, sanción y recriminación que sólo podrá ser apaciguada a través de colocarse en la situación de ser castigado. Si esa sanción se ha hecho sobre la expresión de la instintualidad, y la instintualidad no alcanza a expresarse, será tomada por el superyo y éste actuará con fuerza pulsional. Los psicoanalistas saben que las personas no se sienten culpables cuando cometen algo sancionado, pues la descarga relaja al superyo, las personas se sienten culpables cuando no pueden descargar su instintualidad, en ese caso el superyo se vuelve muy severo, como el dios del antiguo testamento.
Pero tanto el yo como el superyo son dos instancias de la misma persona. De alguna manera la persona se divide y carga superyoicamente algún aspecto de la realidad, y, luego ésta actúa según los dictados superyoicos castigando.
Cuando este proceso alcanza grandes niveles de tensión interna, se llega a la etapa donde el sujeto desarrolla una neurosis de destino. Aquí, los psicoanalistas se cuidan mucho, dicen que el sujeto interpreta ciertos aspectos de la realidad en forma particular, sin embargo, la realidad es que la realidad se comporta de esa manera.
A partir del momento donde la realización del sujeto encontró el primer gran obstáculo, se crearon las condiciones para esta división, y para que la realidad, o, algunos aspectos de ella, comenzaran a comportarse como si formara parte del sujeto, el sujeto la emplea para castigarse. El sujeto puede emplear su cuerpo para castigarse, esto se vio en el caso de la histeria y de otras afecciones, pero siguiendo con la división cartesiana entre interior-exterior, no era posible comprender cómo lo externo se comportaba según la intencionalidad, en especial cuando el sujeto no creía que merecía lo que buscaba.
Una vez que este proceso está en marcha, cada vez es peor, en el límite el sujeto entra en lo que se llama bloqueo total, donde todo sale mal. El sujeto se agarra con todo del problema que lo representa en su totalidad. En ese problema es posible apreciar las tendencias en juego, y cómo el sujeto se ha dividido en instancias, y cómo actúa cada una de ellas. El motivo es porque el sujeto repite la misma estructura en todas partes. La mala suerte se la provoca el sujeto, sabe que lo hace, pero no tiene la más mínima idea de cómo lo hace. Sujetos muy sensibles pueden captar el proceso.
Si una sola vez se resuelve el problema, basta con una sola vez, y el sujeto sabe que lo que parecía insoluble es soluble, se desarma todo el proceso y la realidad comienza a comportarse según sus líneas de desarrollo, sin responder a las expectativas negativas del sujeto, sin convertirse en aliada de la parte autocastigadora del sujeto.
El famoso instinto de muerte surge de este proceso.
Para los que tienen verdadero conocimiento de los progresos de la ciencia, conocerán los trabajos de Jung y Pauli sobre la sincronicidad. Pauili, premio novel en física, era un tipo de una mala suerte increíble, era tanta la mala suerte que al laboratorio que llegara se descomponían los aparatos eléctricos y todo salía mal.
Jung, psiquiatra conocido, se había percatado que la realidad inmediata de las personas se comportaba según los estados emocionales más intensos que controlaban el estado psíquico de las personas. Esto todos lo sabían, así como que el problema de las histéricas radicaba en su sexualidad, sin embargo, nadie se atrevía a decirlo, menos un científico. Él, decidió hablar de estas cosas, y para ello creó el termino de sincronicidad.
En este análisis voy a tratar sólo un tipo de estos fenómenos, aquellos asociados a la mala suerte, o que constituyen la mala suerte.
Supongamos que dentro de cuatro días deben ver un programa de televisión porque ahí se tratará un tema de gran importancia para ustedes, es más, supongamos que para ustedes es muy importante ver ese programa. Tal vez, hasta ese día no hayan tenido problemas con la televisión, pero la importancia del programa ha hecho que la relación entre ustedes y la televisión altere el curso normal de los hechos, de ahí, que las probabilidades de que la televisión se descomponga ha incrementado. Mientras mayor es la importancia y necesidad para ustedes de que el televisor funcione ese día, mayor es la probabilidad de que la televisión se descomponga.
Personas muy sensibles puede experimentar la relación entre ellas y esos objetos, artefactos y personas, asociadas a ellos por la necesidad. La necesidad de la persona polariza toda la realidad en torno a ella.
Todo el mundo sabe que esto es así, aunque no pueda ser explicado por la ciencia.
¿Cuándo comienza a ocurrir esto de la mala suerte en forma sistemática en ciertas áreas de la vida? Esto comienza a ocurrir con dos cosas: la primera es con condicionamiento negativo, la segunda con la intensidad del condicionamiento.
Es importante que este condicionamiento se de en forma de sanción. A partir de ese momento se produce una división en el sujeto, aquello que los psicoanalistas llaman yo y superyo, donde el superyo carga con la sanción de por vida.
Luego el sujeto se hará él mismo esa sanción, esa recriminación, sanción y recriminación que sólo podrá ser apaciguada a través de colocarse en la situación de ser castigado. Si esa sanción se ha hecho sobre la expresión de la instintualidad, y la instintualidad no alcanza a expresarse, será tomada por el superyo y éste actuará con fuerza pulsional. Los psicoanalistas saben que las personas no se sienten culpables cuando cometen algo sancionado, pues la descarga relaja al superyo, las personas se sienten culpables cuando no pueden descargar su instintualidad, en ese caso el superyo se vuelve muy severo, como el dios del antiguo testamento.
Pero tanto el yo como el superyo son dos instancias de la misma persona. De alguna manera la persona se divide y carga superyoicamente algún aspecto de la realidad, y, luego ésta actúa según los dictados superyoicos castigando.
Cuando este proceso alcanza grandes niveles de tensión interna, se llega a la etapa donde el sujeto desarrolla una neurosis de destino. Aquí, los psicoanalistas se cuidan mucho, dicen que el sujeto interpreta ciertos aspectos de la realidad en forma particular, sin embargo, la realidad es que la realidad se comporta de esa manera.
A partir del momento donde la realización del sujeto encontró el primer gran obstáculo, se crearon las condiciones para esta división, y para que la realidad, o, algunos aspectos de ella, comenzaran a comportarse como si formara parte del sujeto, el sujeto la emplea para castigarse. El sujeto puede emplear su cuerpo para castigarse, esto se vio en el caso de la histeria y de otras afecciones, pero siguiendo con la división cartesiana entre interior-exterior, no era posible comprender cómo lo externo se comportaba según la intencionalidad, en especial cuando el sujeto no creía que merecía lo que buscaba.
Una vez que este proceso está en marcha, cada vez es peor, en el límite el sujeto entra en lo que se llama bloqueo total, donde todo sale mal. El sujeto se agarra con todo del problema que lo representa en su totalidad. En ese problema es posible apreciar las tendencias en juego, y cómo el sujeto se ha dividido en instancias, y cómo actúa cada una de ellas. El motivo es porque el sujeto repite la misma estructura en todas partes. La mala suerte se la provoca el sujeto, sabe que lo hace, pero no tiene la más mínima idea de cómo lo hace. Sujetos muy sensibles pueden captar el proceso.
Si una sola vez se resuelve el problema, basta con una sola vez, y el sujeto sabe que lo que parecía insoluble es soluble, se desarma todo el proceso y la realidad comienza a comportarse según sus líneas de desarrollo, sin responder a las expectativas negativas del sujeto, sin convertirse en aliada de la parte autocastigadora del sujeto.
El famoso instinto de muerte surge de este proceso.