05-16-2004, 03:44 AM
¡Ah..!, el aire [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919]; toda una [b:5ad142b919]filosofía[/b:5ad142b919] de la vida (¡y, [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] esta CUTRADA impresentable y ridícula del [i:5ad142b919]american way of life[/i:5ad142b919]!).
Como todo, tiene su HISTORIA....
¿Saben?; cuando imperaba en el United Kingdom (precisamente fué esta soberana la que dijo que SÍ: que, era United Kingdom...; dicho sea de paso...) la reina Anne I (que, última de su estirpe {los -los/as británicos, muy suyos/as.., dicen [i:5ad142b919]papists[/i:5ad142b919]; y, se quedan, no sé.., tan anchos...- [i:5ad142b919]otros[/i:5ad142b919] de la [i:5ad142b919]royal[/i:5ad142b919] [i:5ad142b919]family[/i:5ad142b919] es como si no estuvieran}, [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] dejaba hijos supervivientes), fué nombrada heredera una venerable viejecita: su prima, Sophie; esposa del germanísimo elector de Hannover.
Sophie y la reina Anne I murieron, como quien dice.., al [b:5ad142b919]mismo[/b:5ad142b919] tiempo (1714, para ser más concreto...); y, entonces, el hijo de la primera, ya elector de Hannover (que, [b:5ad142b919]nunca[/b:5ad142b919] había estado en el United Kingdom, [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] sabía -ni se molestó en aprender JAMÁS- una sola palabra de inglés y tenía [b:5ad142b919]más[/b:5ad142b919] de cincuenta años ya -muy [b:5ad142b919]mal[/b:5ad142b919] llevados a consecuencia de tropotocientas enfermedades venéreas y derivados que arrastraba por su vida de [b:5ad142b919]mastodóntica[/b:5ad142b919] depravación y vicio, [i:5ad142b919]bien sûr[/i:5ad142b919]-), fué [b:5ad142b919]coronado[/b:5ad142b919] con toda pompa [i:5ad142b919]king of the United Kingdom[/i:5ad142b919] tomando el nombre de George I.
[b:5ad142b919]No[/b:5ad142b919] dejó, naturalmente, de ser el príncipe elector de Hannover..; y, ¡a aquellas alturas de su existencia mortal!, evidentemente [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] abandonó ni sus amigos [b:5ad142b919]alemanes[/b:5ad142b919] ni sus tope [b:5ad142b919]germanas[/b:5ad142b919] amantes mil (que, le acompañaban en sus frecuentísimos viajes-relámpago a London para apoderarse de [b:5ad142b919]todas[/b:5ad142b919] las joyas de los palacios londinenses y de llanarse hasta los topes los bolsillos con las doradas y todopoderosas libras inglesas).
Los reyes británicos de origen [b:5ad142b919]alemán[/b:5ad142b919], de PURÍSIMO origen alemán (George I, su hijo George II, el nieto de éste, George III, y, por fin, los hermanos George IV y William IV, hijos del último), como no podía ser menos.., ¡[b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] fueron nada [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919]!, sino [b:5ad142b919]auténticamente[/b:5ad142b919], hasta la médula, del todo TEUTÓNICOS: no eran esbeltos ni guapos, no eran discretos, eran increiblemente zafios y abusivamente intolerantes, eran macizos, coléricos y angustiosamente GROSEROS; no amaban para nada las Humanidades y mucho menos el Arte, no se interesaban en absoluto por la Ciencia, no practicaban deporte alguno, comían como cerdos y bebían siempre en exceso; gruñían y blasfemaban continuamente y, como no podía ser menos.., padecieron en la edad madura transtornos metabólicos graves y, en algún caso, incluso obesidad [b:5ad142b919]monstruosa[/b:5ad142b919].
Todos ellos, sí, fueron [b:5ad142b919]longevos[/b:5ad142b919]; y, tuvieron prolongados reinados (el último es la [b:5ad142b919]excepción[/b:5ad142b919]: llegó demasiado vejete al trono y lo gozó sólo siete años...).
Al parecer, sólo George III fué [b:5ad142b919]fiel[/b:5ad142b919] a su esposa (algún bromista diria que, quizá, porque todo quisqui sabe que estaba loco...); los demás, ¡no es que tuvieran amantes!, es que se emborrachaban de pelanduscas que los tenían dominaditos, dominaditos, dominaditos; y, a las que permitían mamonear a su antojo en la corte e, incluso, en el mismo gobierno. Además, los que tuvieron hijos (¡no bastardos..!; que, [i:5ad142b919]eso[/i:5ad142b919] -salvo, por lo que se sabe.., George III; ya lo he señalado antes-, [b:5ad142b919]todos[/b:5ad142b919] y ¡a montones!), actuaron como padres alucinantemente [b:5ad142b919]despóticos[/b:5ad142b919], bárbaros, crueles e hiper-vengativos, en permanente y constante guerra civil, inclemente, sin tregua ni perdón, con los herederos acosados, que [b:5ad142b919]deseaban[/b:5ad142b919] como agua de mayo la [b:5ad142b919]muerte[/b:5ad142b919] paterna para ser ¡por fin!, libres y felices.
[i:5ad142b919]Malgré tout[/i:5ad142b919], estos monarcas tuvieron una [b:5ad142b919]correcta[/b:5ad142b919] visión política y una actuación muy [b:5ad142b919]prudente[/b:5ad142b919] en este sentido: dejaron que crecieran y se organizaran los grandes partidos (el [i:5ad142b919]tory[/i:5ad142b919] y el [i:5ad142b919]whig[/i:5ad142b919]); y, que el Parlamento legislara y [b:5ad142b919]controlase[/b:5ad142b919] el ejecutivo (casi siempre, en manos de ministros honestos y [b:5ad142b919]eficaces[/b:5ad142b919], elegidos con SABIDURÍA -Walpole, Pelham, Pitt...-).
Al morir William IV (en 1837) [b:5ad142b919]sin[/b:5ad142b919] hijos legítimos (para nada servían la incontable legión de bastardos que tenía...), su sobrina, Victoria Alexandrine, nieta de George III, se vió convertida, a sus escasos dieciocho años, en soberana británica ([b:5ad142b919]sólo[/b:5ad142b919] en reina del United Kingdom; la ley sálica germana impidió que heredase Hannover). Era como un cuento de hadas con final incierto: una jovencita diminuta e inexperta, de mirada suave y aspecto frágil, iba a sostener la corona de los colosalmente fieros Plantagenet, los enormemente bravíos Tudor, los increiblemente ladinos Stuart...
Tres años después de haber sido coronada, Victoria I escogió (fué, como no podía ser menos.., ella la que se declaró...) un marido: el alemán Albert de Saxe-Coburg-Gotha, primo suyo; que, sorprendentemente en un alemán, hacía juego con ella (para nada arquetipo de germanidad, dicho sea de paso...): era muy apuesto y bien parecido, formal y muy educado, cultísimo, honesto hasta la médula, muy consciente y en extremo responsable de sus actos, discretísimo. Durante 20 años, hasta que Albert murió, fueron inmensamente FELICES (tuvieron nueve hijos; convirtiendo, pues, a la larga, a Victoria I en "la bisabuela de Europa").
Es en [b:5ad142b919]aquel[/b:5ad142b919] tiempo que el United Kingdom llega a la [b:5ad142b919]cima[/b:5ad142b919].
Y, a [b:5ad142b919]diferencia[/b:5ad142b919] de en otros lugares, allí la burguesía [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] traicionó su misión (aquellos activísimos burgueses se siguieron dedicando con entusiasmo y [b:5ad142b919]acierto[/b:5ad142b919] a su industria y a su comercio; aunque, en el fondo, no dejaban de respetar, admirar y quizás [b:5ad142b919]envidiar[/b:5ad142b919] el lejano -¡tan alemán!-, extraño -¡tan poco inglés!- e inaccesible modelo aristocrático).
Es, sin duda, por [b:5ad142b919]este[/b:5ad142b919] motivo que aquellos prudentes caballeros burgueses idearon un tipo de moral hipócrita, con normas, preceptos y convenciones a porrillo que les [b:5ad142b919]protegían[/b:5ad142b919] de cualquier caida accidental, fallo natural o posiblidad de ridículo frente a las elevadas clases superiores (las cuales, desde luego, ya se sabe que [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] necesitan excusas, máscara ni disimulo alguno para vivir según su [b:5ad142b919]libérrima[/b:5ad142b919] voluntad; [i:5ad142b919]I suppose[/i:5ad142b919]...).
Victoria I, por sus simpatías y [i:5ad142b919]décalage[/i:5ad142b919], fué una reina de [i:5ad142b919]elán[/i:5ad142b919] totalmente BURGUÉS. Y, su moral, la de su tiempo y de su país (tan [b:5ad142b919]habilmente[/b:5ad142b919] retratada por sus amigos escritores -Thackeray el maestro Dickens, sobre todo-), la moral de Rebeca Sharp, Blanca Amory, [i:5ad142b919]mistress[/i:5ad142b919] Hoggarth, Pickwick, Pecksniff, los hermanos Murdstone, fué exactamente lo que [b:5ad142b919]debía[/b:5ad142b919] ser: una [i:5ad142b919]masque[/i:5ad142b919], una protección, un asidero que confería [b:5ad142b919]seguridad[/b:5ad142b919] y CONFIANZA; y, que facilitaba la [b:5ad142b919]continuidad[/b:5ad142b919] política, económica y cultural.
Victoria I, que reinó durante casi sesenta y tres años, [b:5ad142b919]sin[/b:5ad142b919] ser para nada una mujer excepcional, ni por su carácter ni por su talento ni por su cultura, [b:5ad142b919]logró[/b:5ad142b919] reconciliar a los británicos con una monarquía de origen [b:5ad142b919]extranjero[/b:5ad142b919]: después de ella, la púrpura en el United Kingdom sólo vive de esa [b:5ad142b919]renta[/b:5ad142b919] moral, de este sólido [b:5ad142b919]patrimonio[/b:5ad142b919], de este [b:5ad142b919]prestigio[/b:5ad142b919] seguro (¿resistirían otras monarquías arribistas sin escrúpulos como la Diana, pendones de arroyo como la Sarah, las aspiraciones de devenir [i:5ad142b919]tampax[/i:5ad142b919] de un talludo y orejudo heredero?; seguro, [i:5ad142b919]mes amis/es[/i:5ad142b919], que [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919]).
Victoria I fué, ¡tan de genes alemanes ella!, el [b:5ad142b919]arquetipo[/b:5ad142b919] de lo [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919]; con un marido paradigmáticamente [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919] y una familia que, hasta cuando tenía que ser infiel (el que fué Edward VII se las traía..; ¡es que tanto y tanto tiempo de príncipe de Wales!), era [b:5ad142b919]tope[/b:5ad142b919], tope, tope [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919].
La burguesía británica, ¡oh, maravilla!, se vió, de pronto, ¡[b:5ad142b919]espejo[/b:5ad142b919] de la alta, reverenciada púrpura!
Y, como no podía ser menos, ante tal situación, la artesanía se convirtió en ARTE; es decir, el modo de vivir en FILOSOFÍA: lo auténtico, evidente, inconfundible [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919].
¿Una [b:5ad142b919]suerte[/b:5ad142b919]?
No sé, no sé, no sé...
En cualquier caso, lo castizo, por ejemplo, está claro que, al lado de lo [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919] es, francamente.., una asquerosilla ORDINARIEZ totalmente [b:5ad142b919]impresentable[/b:5ad142b919].
Yo, como soy catalán [i:5ad142b919]de socarel[/i:5ad142b919], no voy a recordar lo del [i:5ad142b919]tarannà[/i:5ad142b919] ni lo del [i:5ad142b919]seny[/i:5ad142b919] porque, aparte de que no me apetece se me tilde de interesadamente subjetivo, [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] quiero verme obligado a admitir, a la postre, que tal cosa, al lado de lo [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919], en puridad no pasa de ser un principio de ensayo al que le falta, ¡vaya..!, mucho, pero que mucho, mucho, mucho...
Sin duda, siempre a su disposición.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
15/05/2004, 1944 hs. p.m.
Como todo, tiene su HISTORIA....
¿Saben?; cuando imperaba en el United Kingdom (precisamente fué esta soberana la que dijo que SÍ: que, era United Kingdom...; dicho sea de paso...) la reina Anne I (que, última de su estirpe {los -los/as británicos, muy suyos/as.., dicen [i:5ad142b919]papists[/i:5ad142b919]; y, se quedan, no sé.., tan anchos...- [i:5ad142b919]otros[/i:5ad142b919] de la [i:5ad142b919]royal[/i:5ad142b919] [i:5ad142b919]family[/i:5ad142b919] es como si no estuvieran}, [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] dejaba hijos supervivientes), fué nombrada heredera una venerable viejecita: su prima, Sophie; esposa del germanísimo elector de Hannover.
Sophie y la reina Anne I murieron, como quien dice.., al [b:5ad142b919]mismo[/b:5ad142b919] tiempo (1714, para ser más concreto...); y, entonces, el hijo de la primera, ya elector de Hannover (que, [b:5ad142b919]nunca[/b:5ad142b919] había estado en el United Kingdom, [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] sabía -ni se molestó en aprender JAMÁS- una sola palabra de inglés y tenía [b:5ad142b919]más[/b:5ad142b919] de cincuenta años ya -muy [b:5ad142b919]mal[/b:5ad142b919] llevados a consecuencia de tropotocientas enfermedades venéreas y derivados que arrastraba por su vida de [b:5ad142b919]mastodóntica[/b:5ad142b919] depravación y vicio, [i:5ad142b919]bien sûr[/i:5ad142b919]-), fué [b:5ad142b919]coronado[/b:5ad142b919] con toda pompa [i:5ad142b919]king of the United Kingdom[/i:5ad142b919] tomando el nombre de George I.
[b:5ad142b919]No[/b:5ad142b919] dejó, naturalmente, de ser el príncipe elector de Hannover..; y, ¡a aquellas alturas de su existencia mortal!, evidentemente [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] abandonó ni sus amigos [b:5ad142b919]alemanes[/b:5ad142b919] ni sus tope [b:5ad142b919]germanas[/b:5ad142b919] amantes mil (que, le acompañaban en sus frecuentísimos viajes-relámpago a London para apoderarse de [b:5ad142b919]todas[/b:5ad142b919] las joyas de los palacios londinenses y de llanarse hasta los topes los bolsillos con las doradas y todopoderosas libras inglesas).
Los reyes británicos de origen [b:5ad142b919]alemán[/b:5ad142b919], de PURÍSIMO origen alemán (George I, su hijo George II, el nieto de éste, George III, y, por fin, los hermanos George IV y William IV, hijos del último), como no podía ser menos.., ¡[b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] fueron nada [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919]!, sino [b:5ad142b919]auténticamente[/b:5ad142b919], hasta la médula, del todo TEUTÓNICOS: no eran esbeltos ni guapos, no eran discretos, eran increiblemente zafios y abusivamente intolerantes, eran macizos, coléricos y angustiosamente GROSEROS; no amaban para nada las Humanidades y mucho menos el Arte, no se interesaban en absoluto por la Ciencia, no practicaban deporte alguno, comían como cerdos y bebían siempre en exceso; gruñían y blasfemaban continuamente y, como no podía ser menos.., padecieron en la edad madura transtornos metabólicos graves y, en algún caso, incluso obesidad [b:5ad142b919]monstruosa[/b:5ad142b919].
Todos ellos, sí, fueron [b:5ad142b919]longevos[/b:5ad142b919]; y, tuvieron prolongados reinados (el último es la [b:5ad142b919]excepción[/b:5ad142b919]: llegó demasiado vejete al trono y lo gozó sólo siete años...).
Al parecer, sólo George III fué [b:5ad142b919]fiel[/b:5ad142b919] a su esposa (algún bromista diria que, quizá, porque todo quisqui sabe que estaba loco...); los demás, ¡no es que tuvieran amantes!, es que se emborrachaban de pelanduscas que los tenían dominaditos, dominaditos, dominaditos; y, a las que permitían mamonear a su antojo en la corte e, incluso, en el mismo gobierno. Además, los que tuvieron hijos (¡no bastardos..!; que, [i:5ad142b919]eso[/i:5ad142b919] -salvo, por lo que se sabe.., George III; ya lo he señalado antes-, [b:5ad142b919]todos[/b:5ad142b919] y ¡a montones!), actuaron como padres alucinantemente [b:5ad142b919]despóticos[/b:5ad142b919], bárbaros, crueles e hiper-vengativos, en permanente y constante guerra civil, inclemente, sin tregua ni perdón, con los herederos acosados, que [b:5ad142b919]deseaban[/b:5ad142b919] como agua de mayo la [b:5ad142b919]muerte[/b:5ad142b919] paterna para ser ¡por fin!, libres y felices.
[i:5ad142b919]Malgré tout[/i:5ad142b919], estos monarcas tuvieron una [b:5ad142b919]correcta[/b:5ad142b919] visión política y una actuación muy [b:5ad142b919]prudente[/b:5ad142b919] en este sentido: dejaron que crecieran y se organizaran los grandes partidos (el [i:5ad142b919]tory[/i:5ad142b919] y el [i:5ad142b919]whig[/i:5ad142b919]); y, que el Parlamento legislara y [b:5ad142b919]controlase[/b:5ad142b919] el ejecutivo (casi siempre, en manos de ministros honestos y [b:5ad142b919]eficaces[/b:5ad142b919], elegidos con SABIDURÍA -Walpole, Pelham, Pitt...-).
Al morir William IV (en 1837) [b:5ad142b919]sin[/b:5ad142b919] hijos legítimos (para nada servían la incontable legión de bastardos que tenía...), su sobrina, Victoria Alexandrine, nieta de George III, se vió convertida, a sus escasos dieciocho años, en soberana británica ([b:5ad142b919]sólo[/b:5ad142b919] en reina del United Kingdom; la ley sálica germana impidió que heredase Hannover). Era como un cuento de hadas con final incierto: una jovencita diminuta e inexperta, de mirada suave y aspecto frágil, iba a sostener la corona de los colosalmente fieros Plantagenet, los enormemente bravíos Tudor, los increiblemente ladinos Stuart...
Tres años después de haber sido coronada, Victoria I escogió (fué, como no podía ser menos.., ella la que se declaró...) un marido: el alemán Albert de Saxe-Coburg-Gotha, primo suyo; que, sorprendentemente en un alemán, hacía juego con ella (para nada arquetipo de germanidad, dicho sea de paso...): era muy apuesto y bien parecido, formal y muy educado, cultísimo, honesto hasta la médula, muy consciente y en extremo responsable de sus actos, discretísimo. Durante 20 años, hasta que Albert murió, fueron inmensamente FELICES (tuvieron nueve hijos; convirtiendo, pues, a la larga, a Victoria I en "la bisabuela de Europa").
Es en [b:5ad142b919]aquel[/b:5ad142b919] tiempo que el United Kingdom llega a la [b:5ad142b919]cima[/b:5ad142b919].
Y, a [b:5ad142b919]diferencia[/b:5ad142b919] de en otros lugares, allí la burguesía [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] traicionó su misión (aquellos activísimos burgueses se siguieron dedicando con entusiasmo y [b:5ad142b919]acierto[/b:5ad142b919] a su industria y a su comercio; aunque, en el fondo, no dejaban de respetar, admirar y quizás [b:5ad142b919]envidiar[/b:5ad142b919] el lejano -¡tan alemán!-, extraño -¡tan poco inglés!- e inaccesible modelo aristocrático).
Es, sin duda, por [b:5ad142b919]este[/b:5ad142b919] motivo que aquellos prudentes caballeros burgueses idearon un tipo de moral hipócrita, con normas, preceptos y convenciones a porrillo que les [b:5ad142b919]protegían[/b:5ad142b919] de cualquier caida accidental, fallo natural o posiblidad de ridículo frente a las elevadas clases superiores (las cuales, desde luego, ya se sabe que [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] necesitan excusas, máscara ni disimulo alguno para vivir según su [b:5ad142b919]libérrima[/b:5ad142b919] voluntad; [i:5ad142b919]I suppose[/i:5ad142b919]...).
Victoria I, por sus simpatías y [i:5ad142b919]décalage[/i:5ad142b919], fué una reina de [i:5ad142b919]elán[/i:5ad142b919] totalmente BURGUÉS. Y, su moral, la de su tiempo y de su país (tan [b:5ad142b919]habilmente[/b:5ad142b919] retratada por sus amigos escritores -Thackeray el maestro Dickens, sobre todo-), la moral de Rebeca Sharp, Blanca Amory, [i:5ad142b919]mistress[/i:5ad142b919] Hoggarth, Pickwick, Pecksniff, los hermanos Murdstone, fué exactamente lo que [b:5ad142b919]debía[/b:5ad142b919] ser: una [i:5ad142b919]masque[/i:5ad142b919], una protección, un asidero que confería [b:5ad142b919]seguridad[/b:5ad142b919] y CONFIANZA; y, que facilitaba la [b:5ad142b919]continuidad[/b:5ad142b919] política, económica y cultural.
Victoria I, que reinó durante casi sesenta y tres años, [b:5ad142b919]sin[/b:5ad142b919] ser para nada una mujer excepcional, ni por su carácter ni por su talento ni por su cultura, [b:5ad142b919]logró[/b:5ad142b919] reconciliar a los británicos con una monarquía de origen [b:5ad142b919]extranjero[/b:5ad142b919]: después de ella, la púrpura en el United Kingdom sólo vive de esa [b:5ad142b919]renta[/b:5ad142b919] moral, de este sólido [b:5ad142b919]patrimonio[/b:5ad142b919], de este [b:5ad142b919]prestigio[/b:5ad142b919] seguro (¿resistirían otras monarquías arribistas sin escrúpulos como la Diana, pendones de arroyo como la Sarah, las aspiraciones de devenir [i:5ad142b919]tampax[/i:5ad142b919] de un talludo y orejudo heredero?; seguro, [i:5ad142b919]mes amis/es[/i:5ad142b919], que [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919]).
Victoria I fué, ¡tan de genes alemanes ella!, el [b:5ad142b919]arquetipo[/b:5ad142b919] de lo [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919]; con un marido paradigmáticamente [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919] y una familia que, hasta cuando tenía que ser infiel (el que fué Edward VII se las traía..; ¡es que tanto y tanto tiempo de príncipe de Wales!), era [b:5ad142b919]tope[/b:5ad142b919], tope, tope [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919].
La burguesía británica, ¡oh, maravilla!, se vió, de pronto, ¡[b:5ad142b919]espejo[/b:5ad142b919] de la alta, reverenciada púrpura!
Y, como no podía ser menos, ante tal situación, la artesanía se convirtió en ARTE; es decir, el modo de vivir en FILOSOFÍA: lo auténtico, evidente, inconfundible [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919].
¿Una [b:5ad142b919]suerte[/b:5ad142b919]?
No sé, no sé, no sé...
En cualquier caso, lo castizo, por ejemplo, está claro que, al lado de lo [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919] es, francamente.., una asquerosilla ORDINARIEZ totalmente [b:5ad142b919]impresentable[/b:5ad142b919].
Yo, como soy catalán [i:5ad142b919]de socarel[/i:5ad142b919], no voy a recordar lo del [i:5ad142b919]tarannà[/i:5ad142b919] ni lo del [i:5ad142b919]seny[/i:5ad142b919] porque, aparte de que no me apetece se me tilde de interesadamente subjetivo, [b:5ad142b919]no[/b:5ad142b919] quiero verme obligado a admitir, a la postre, que tal cosa, al lado de lo [i:5ad142b919]british[/i:5ad142b919], en puridad no pasa de ser un principio de ensayo al que le falta, ¡vaya..!, mucho, pero que mucho, mucho, mucho...
Sin duda, siempre a su disposición.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
15/05/2004, 1944 hs. p.m.