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Biografías
Frida Kahlo 1907-1954
Desde hace algunos años, la fama mundial de Frida Kahlo supera a la de los
artistas llamados "los tres grandes" de la pintura mexicana (Diego Rivera,
José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros). Este fenómeno resulta
revelador de la extrema originalidad y de la actualidad de su obra, que sólo
algunos de sus contemporáneos supieron detectar (aunque, en sus inicios, la
pintura de esta artista despertó el interés de ciertos compradores que se
disputaron los cuadros de ella, Frida pudo desarrollar su obra al margen de
los circuitos habituales del arte). La colección Gelman cuenta con diez
cuadros de Frida Kahlo, entre los más representativos de su obra.
Esta pintora nació en Coyoacán, D. F., en 1907. Hija de un fotógrafo
austríaco radicado en México, Guillermo Kahlo, y de Matilde Calderón,
originaria de Oaxaca. La infancia de Frida Kahlo transcurrió entre su
Coyoacán natal y las calles del centro de la capital donde su padre tenía un
estudio fotográfico. Joven rebelde, Frida ingresó en la Preparatoria de San
Ildefonso y allí se relacionó con un grupo de estudiantes conocidos bajo el
nombre de Los Cachuchas. En 1925, el camión urbano en que la pintora se
transportaba, acompañada por su novio, chocó contra un tranvía. La vida de
Frida Kahlo cambió radicalmente: recluida en cama durante varios meses,
comenzó a pintar.
Al reestablecerse, Frida volvió a llevar una vida activa, ayudando a su padre en
el estudio fotográfico. En 1927 conoció a Diego Rivera, al que detuvo en los
pasillos de la Secretaría de Educación Pública, donde él trabajaba, para
pedirle que analizara sus primeros cuadros. En 1929, Frida y Diego se
casaron en Coyoacán. En el transcurso de los años treinta, Frida y Diego se
radicaron en los Estados Unidos. En 1932 en Detroit, Frida sufrió un aborto a
consecuencia del accidente que casi le costó la vida y la hizo volver a una
situación sedentaria, que determinó una vez más el rumbo de su existencia.
A partir de esa fecha, la producción artística de Frida no se interrumpe más.
Definitivamente subjetiva y, por ello, al margen de los estilos artísticos de su
época -marcados por la búsqueda formalista (Tamayo, Izquierdo, Rodríguez
Lozano) o por el discurso político-social (los muralistas y los integrantes del
Taller de la Gráfica Popular)-, la pintura de Frida Kahlo no tiene más que un
propósito: revelar la intensidad de su dolor. Dolor físico, por supuesto, y
sufrimiento existencial al descubrir que no sería nunca la madre que deseaba
ser, ni la esposa ni la amante, ni la activista política que soñaba. Para Frida
Kahlo, la pintura se convierte en arma, en la única arma de que dispone para
poder ser en el mundo.
Diego Rivera 1886-1957
Considerado como el máximo representante de la Escuela Mural Mexicana,
Diego Rivera realizó una obra monumental, tanto en cantidad como en
volumen. Su brillante personalidad, su gusto por la polémica, además de su
talento como pintor, lo volvieron un personaje reconocido en el panorama
cultural y político del México de los veinte a los cincuenta.
Diego Rivera nació en Guanajuato, en 1886. A los pocos años, viajó con su
familia a la ciudad de México. Ingresó precozmente en la Escuela Nacional
de Bellas Artes (antigua Academia de San Carlos) donde obtuvo una sólida
formación como dibujante y pintor. Fue discípulo de José María Velazco. Las
primeras obras expuestas de Rivera, en los albores de este siglo, están
profundamente marcadas por las enseñanzas del paisajista. En 1907, Rivera
logró viajar a Europa gracias al apoyo del gobernador de Veracruz, don
Teodoro Dehesa. En Madrid frecuentó una academia de pintura durante dos
años y se interesó, en particular, por la pintura El Greco, que conoció en
Toledo.
En 1909, Rivera emprendió un viaje por Europa que lo llevó a París, Brujas,
Gante y Londres. En Brujas conoció a la pintora rusa Angelina Beloff, quien
se convertiría en su primera esposa. Después de un breve viaje a México, en
1910, Rivera se instaló en París con Angelina.
A partir de ese momento, Rivera se dejó influir libremente por las corrientes
de vanguardia que descubrió en Europa. En Montparnasse, donde también
vivían Picasso, Braque y Modigliani, así como varios de los integrantes del
movimiento futurista italiano, Rivera investigó las posibilidades creativas del
cubo-futurismo. Refugiado en España durante la Primera Guerra Mundial,
presentó el cubismo al público español. En 1915, volvió a su departamento
parisiense y siguió practicando el cubismo. En 1917, después de una
polémica con algunos artistas franceses, abandonó esa tendencia para
regresar a una forma de clasicismo.
Un viaje a Italia, realizado en 1920-1921, marca su paso al muralismo: al
descubrir los frescos italianos del quatrocento, Rivera concibe la posibilidad
de pintar obras monumentales. Este proyecto coincide con algunas de las
ideas del filósofo José Vasconcelos, quien le invita a volver a México en 1921.
En 1922, después de un breve viaje por la República Mexicana, Rivera inicia
su primer mural en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, en la
ciudad de México. Esta obra revela la gran influencia de la pintura italiana. Sin
embargo, al iniciar su trabajo, dos años después, en los muros de la
Secretaría de Educación Pública, Rivera se ha liberado y logra conformar un
estilo propio de pintura mural al fresco, en el que se pueden detectar distintas
influencias: el constructivismo a partir del cubismo; la amplitud de los
fresquistas toscanos del 1400; la verticalidad de las composiciones tomadas
de El Greco y los colores libremente interpretados de las artes populares
mexicanas, además de otras.
Entre 1922 y 1929, Rivera realiza alguna de sus más importantes creaciones
en México: los frescos de la Secretaría de Educación Pública, los de la
Escuela de Chapingo y los de la escalera del Palacio Nacional. Su
producción de pintura de caballete es relativamente modesta en ese período,
aunque no sucede lo mismo con la gráfica: realiza grabados, ilustra libros y
carteles.
Miembro del Sindicato de Pintores, creado por David Alfaro Siqueiros en
1922, integrante del movimiento estridentista entre 1922 y 1924, fundador del
Partido Comunista Mexicano, Rivera se entrega casi de lleno a las
actividades políticas. En 1929, poco después de un viaje a la Unión Soviética,
Rivera rompe con el partido comunista. Al mismo tiempo, los cambios de
gobierno en México interrumpen sus trabajos en Palacio Nacional. Viaja
entonces a Estados Unidos con su tercera esposa, Frida Kahlo. Dicta
conferencias en Los Angeles y realiza allí un mural en la Escuela de Bellas
Artes. Poco después, contratado por Henry Ford, prepara los murales del
Detroit Institute of Art, quizás su obra mural de mayor envergadura, en la que
exalta los valores de la civilización técnica del siglo XX. Al finalizar esa obra,
Rivera se encuentra en Nueva York para pintar un gran fresco en el
Rockefeller Center, entonces en construcción. La inclusión en el mural de un
retrato de Lenin interrumpe la obra. Cunde el escándalo, pero Rivera no cede.
Ese mural fue destruido (aunque Rivera lo volvió a pintar en México, en el
tercer piso del Palacio de Bellas Artes) en 1935. Antes de abandonar Nueva
York, Rivera pinta todavía una serie de paneles en una escuela para obreros
de filiación trostkista.
A su regreso a México, Rivera se aboca a la realización de nuevos murales:
completa la escalera de Palacio Nacional y realiza decoraciones en la
Secretaría de Salud, entre otros trabajos. Vuelve cada vez más, sin embargo,
al caballete. Inicia una larga serie de retratos de figuras de la sociedad
mexicana, y desarrolla en otro formato diversos aspectos de sus murales.
Su participación política no se limita a declaraciones en la prensa: militante
de la IV Internacional (trotskista), invita a León Trotsky a su propia casa.
Escribe artículos y dicta conferencias sobre temas candentes del momento.
En el apogeo de su fama, sus palabras son escuchadas por los políticos de
turno.
Inicia la construcción de su museo, la pirámide del Anahuacalli, donde
conserva las piezas prehispánicas que ha coleccionado. Pinta los murales del
cárcamo del Río Lerma, del Teatro de los Insurgentes y del Estadio
Universitario. La muerte de Frida Kahlo, en julio de 1954, lo deja
desamparado. Enfermo, viaja a Moscú con la intención de curarse. Vuelto a
casar con Emma Hurtado, vive sus últimos años entre su casa de San Angel
Inn y Acapulco. Fallece en 1957.
Gunther Gerzso 1915-
El lote más completo dedicado a un solo autor, en la colección de Jacques y
Natasha Gelman, pertenece a Gunther Gerzso, y abarca todas las etapas de
la producción del artista, desde obras de juventud hasta piezas recientes.
Gunther Gerzso nació en la ciudad de México en 1915, en el seno de una
familia de origen centroeuropeo: su padre, Oscar Gerzso, había nacido en
Budapest, Hungría; y su madre, Dore Wendland, era berlinesa. Al fallecer el
padre de Gunther Gerzso, en 1916, su madre se vuelve a casar y regresa a
Europa. El joven Gunther vive en Lugano, Suiza, con su tío materno, Hans
Wedland, discípulo del historiador del arte Heinrich Wölfflin y vendedor de
obras artísticas. En casa de su tío, Gerzso conoce a varios escritores,
críticos de arte y pintores, y entre ellos a Paul Klee. Esa fue la única
educación estética que recibió.
En 1929, Gunther Gerzso estudia la preparatoria en Lausanne. Interesado en
la nueva arquitectura, entra en contacto con el escenógrafo italiano Nando
Tamberlani, quien lo impulsa a seguir una carrera de decoración.
En 1931, a raíz de la crisis económica, Hans Wendland vende su negocio de
obras de arte. Gunther Gerzso regresa a México, donde vuelve a vivir con su
madre, y se inscribe en el Colegio Alemán. A partir de 1934, gracias a la
ayuda del productor teatral Fernando Wagner, realiza sus primeras
escenografías. En 1940, sin proponerse seguir una carrera de pintor, Gerzso
pinta un primer cuadro al óleo, Dos mujeres, que denota cierta influencia de
Carlos Orozco Romero. En 1941, prosigue con sus estudios en California y,
al mismo tiempo, empieza a realizar escenografías para cine.
Por fin vuelve a México en 1942, a los 27 años.
En las décadas de los cuarenta y cincuenta, Gunther Gerzso realizó más de
ciento cincuenta escenografías para producciones cinematográficas
mexicanas y extranjeras; trabaja con Luis Buñuel, John Ford, Yves Allegret,
entre otros. Al margen de su oficio, pinta casi en secreto cuadros al óleo
inspirados por Carrington, Wolfgang Paalen y Alice Rahon. Paulatinamente
abandona la estricta figuración de sus primeras obras. La influencia de los
paisajes metafísicos del francés Yves Tanguy lo empuja en esa dirección:
Gerzso pinta paisajes abiertos tratados como objetos geométricos. En 1950,
Inés Amor organiza una primera exposición de sus obras en la Galería de
Arte Mexicano. Hasta 1962, sin embargo, Gunther Gerzso sigue trabajando
como escenógrafo. En esta fecha decide dedicarse por completo a la pintura.
En 1970, el Museo de Phoenix, Arizona, le dedica una exposición
retrospectiva. En 1973, recibió una beca Guggenheim.
Trabajador incansable, Gunther Gerzso expone periódicamente en la Galería
de Arte Mexicano, en la ciudad de México, así como en Nueva York y en
París.
María Izquierdo 1902-1955
María Izquierdo nació en San Juan de los Lagos, Jalisco. Vivió en
Aguascalientes y en Torreón, en su infancia, y la casaron a la fuerza con un
militar, a los quince años. En 1926, siendo ya madre de tres hijos, se instaló
en la ciudad de México y empezó a frecuentar la Academia de San Carlos,
donde siguió las clases del viejo maestro G obra de Tamayo, la factura de los
cuadros de María evolucionó rápidamente, perfeccionándose y depurándose.
En la década de los treinta y en la de los cuarenta, la personalidad de María
Izquierdo se impone en el medio plástico mexicano. Contrapunto inevitable de
la escuela mural, la obra intimista y preciosista de esta pintora introduce un
aire benéfico, que no será apreciado, sin embargo, sino varios años después
de la muerte de la artista.
Creadora espontánea, sin la sólida formación académica de sus compañeros
de generación, María Izquierdo supo aprovechar esta desventaja inicial para
crear un arte genuino y expresivo.
Los gouaches y las acuarelas de temas circenses conforman una serie
prominente en la obra de María Izquierdo; sus primeras acuarelas datan de
finales de la década de los veinte, y se prolongan hasta sus últimos años.
Calificadas muchas veces -tanto por sus temas como por su alegre colorido-
como manifestaciones de un alma ingenua, no todas las acuarelas de circos
de Izquierdo son tan simples y tan alegres.
Agustín Lazo 1898-1971
Agustín Lazo forma parte de la generación de Rufino Tamayo, Abraham
Angel, Antonio El Corzo Ruiz, Miguel Covarrubias, y otros. Es decir, del grupo
de artistas que, nacidos en los primeros años del siglo, se forman durante la
Revolución Mexicana y llegan a la madurez con la gestión de José
Vasconcelos en la recién fundada Secretaría de Educación Pública, en 1921.
Durante algunos meses, Lazo participa en la conformación de un nuevo arte
posrevolucionario al lado de Alfredo Best Maugard; su refinamiento le impide
aparentemente seguir la vía de un arte espontáneo, y poco después viaja a
Francia, donde reside hasta 1932, excepto en los años 1926 y 1927, en que
vuelve a su país.
A partir de 1924-1925, Agustín Lazo frecuenta en París los círculos de
vanguardia, y en particular a los surrealistas: amigo de Max Jacob y de
Robert Desnos, se compenetra de la teoría surrealista que marca de manera
indeleble su obra. Sus primeros cuadros de rasgos surrealistas parecen
inspirados por Giorgio de Chirico. Muy pronto, sin embargo, Lazo pasa de un
pulcro constructivismo a un intenso lirismo. A su regreso a México, introduce
en el país las teorías surrealistas que tendrán un gran auge en la década de
los cuarenta.
Brillante ensayista, dramaturgo escenógrafo y pintor, Agustín Lazo dejó una
huella más profunda de lo que parece en la pintura mexicana de la primera
mitad del siglo XX. Artista discreto, poco atraído por los cenáculos y las
polémicas, fue opacado por la publicidad de pintores más conocidos.
A la muerte de su amigo Xavier Villaurrutia, en 1950, Agustín Lazo dejó
prácticamente de pintar.
Carlos Mérida 1891-1986
Carlos Mérida nació en Quetzaltenango, Guatemala, en 1891. A los diecisiete
años, viaja a Francia con la intención de estudiar pintura. Entre 1910 y 1914
Trabaja en los estudios del holandés Kees van Dongen, en Montparnasse, y
del catalán Anglada Camarasa (quien también fue maestro de Roberto
Montenegro y de Angelina Beloff) en Montmartre. Ambos pintores practican
entonces una forma de tardío simbolismo entremezclado con elementos
tomados de los fauves de la primera década de París. Esto permite precisar
el interés de Mérida en esta primera etapa.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, Mérida vuelve a Guatemala y reside en
su país natal hasta 1917, interesándose por el folklore americano. Ese año
viaja a Nueva York y conoce a José Juan Tablada, quien lo impulsa a
instalarse en México. En 1919 llega a la ciudad de México y expone sus
obras en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Al año siguiente, cuando José
Vasconcelos accede a la rectoría de la Universidad Nacional de México y
llama a los jóvenes pintores de la República a colaborar con él, Carlos Mérida
forma parte del equipo de trabajo de Diego Rivera en la realización del mural a
la encáustica del anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. Decora, solo,
la Biblioteca Infantil anexa al edificio de la Secretaría de Educación Pública.
El muralismo, sin embargo, no le interesa primordialmente y, muy pronto,
vuelve a la pintura de caballete. En 1926 expone en Nueva York y, en 1927,
en París, en la galería Des Quatre-Chemins, que edita un álbum de sus
ilustraciones, Imágenes de Guatemala.
A partir de los años treinta, Mérida abandona poco a poco la figuración
estilizada de sus ilustraciones de temas folklóricos -danzantes, figuras
indígenas, etcétera-, y llevado por una estilización cada vez más acentuada
(también debido a sus estudios de los motivos ornamentales del folklore
americano) , rompe con la representación y empieza a construir sus cuadros
con formas geométricas básicas. Realiza óleos de formatos monumentales,
tapices, murales y numerosas obras gráficas. Su personal modo de concebir
la pintura con fundamento en una estricta geometría abrió el camino a una
serie de artistas, entre ellos Gunther Gerzso, Vicente Rojo, Manuel
Felguérez, Kasuya Sakai y otros.
Carlos Mérida vivió en la ciudad de México hasta el momento de su muerte,
en 1984, a los 93 años.
José Clemente Orozco 1883-1949
Figura primordial del muralismo mexicano, José Clemente Orozco destaca,
sin embargo, en el conjunto de la plástica mexicana del siglo XX. Por su
vigoroso expresionismo, una espontaneidad que colinda a veces con lo
brusco y lo escabroso, se distingue radicalmente del intelectualismo de Diego
Rivera o de la búsqueda sintética de David Alfaro Siqueiros. De hecho, no
existe en el panorama de la pintura mexicana un pintor tan emocional, y por
ello virulento, como José Clemente Orozco. Por su postura política, también,
se distancia de los pintores afiliados desde 1922 al Sindicato de Pintores,
organizado por David Alfaro Siqueiros.
La trayectoria misma de José Clemente Orozco resulta significativa. A
diferencia de los pintores de su generación, sólo pasa algunos meses en la
Escuela Nacional de Bellas Artes (antigua Academia de San Carlos) para
dedicarse a la ingeniería agrónoma. A principios de la segunda década de
este siglo, pocos meses después de la caída de Porfirio Díaz, inicia una
carrera como caricaturista panfletario en los periódicos de oposición, que lo
llevan a abrazar la causa de Venustiano Carranza, a la muerte de Madero. En
1913 crea en Orizaba, Veracruz, un efímero periódico de vanguardia. En 1916,
presenta una exposición en un local de la ciudad de México, con las
agresivas acuarelas de la serie Casa de lágrimas; prostitutas sorprendidas en
sus momentos de reposo, agobiadas por el cansancio, el calor y el fastidio.
Esas ilustraciones escandalizaron en su momento y fueron secuestradas por
la aduana de Estados Unidos, al cruzar Orozco la frontera, en 1917.
Durante su primera estancia en Estados Unidos, Orozco vive en Los Angeles,
realizando carteles para salas de cine. Cuando vuelve a México, en 1920, la
Revolución está ya por terminar. Elegido candidato presidencial, Alvaro
Obregón insta al pueblo a deponer sus armas. El filósofo José Vasconcelos,
nombrado Rector de la Universidad Nacional de México, prepara el terreno
ideológico para la institucionalización de la Revolución. Llama a los pintores
exiliados a colaborar con él en la construcción del nuevo México.
Montenegro, Rivera, Best Maugard, entre otros, empiezan a trabajar en los
muros de la Escuela Nacional Preparatoria.
José Clemente Orozco llega relativamente tarde al movimiento: en 1922,
gracias al apoyo de Rivera, empieza una primera versión de sus murales al
fresco en el patio central de la Preparatoria (que destruirá y volverá a trazar en
1927). Aunque inspirada en la pintura renacentista, la obra de Orozco:
virulenta, crítica deliberadamente anticlerical y anticonvencional (recurre a los
esquemas de su época de caricaturista para representar a la burguesía)
causa escándalo. La elección del presidente Plutarco Elías Calles interrumpe
esta fase (aunque Orozco será invitado a restaurar las obras dañadas por los
manifestantes, lo que aprovechará para rehacerlas y continuarlas). Desde
1927, Orozco se sitúa al margen del muralismo convencional. Ese año viaja a
Nueva York, donde permanecerá hasta 1935.
Las grandes obras murales de Orozco que se hallan en el Palacio de Bellas
Artes, la Suprema Corte de Justicia y en el Hospicio Cabañas de
Guadalajara, fueron elaboradas entre 1935 y 1949, año de su fallecimiento.
David Alfaro Siqueiros 1846-1974
El menor de los llamados Tres Grandes de la pintura mural mexicana, fue,
también, el más precoz. Nació en 1886 en Chihuahua, aunque su infancia
transcurrió en Irapuato, Guanajuato. A los quince años se inscribió en las
clases de la Escuela Nacional de Bellas Artes (antigua Academia de San
Carlos) que dirigía Antonio Rivas Mercado, científico porfiriano ratificado por el
presidente Madero. En 1911, el joven Alfaro Siqueiros participó activamente
en la huelga de estudiantes de la escuela, que desembocó en el cierre del
plantel y en la apertura de la primera Escuela de Pintura al Aire Libre,
organizada por el pintor Alfredo Ramos Martínez en una vieja casona del
barrio de Santa Anita Ixtacalco, y bautizada como El Barbizon mexicano por
sus referencias a la escuela originaria del impresionismo francés. En esa
época, David Alfaro Siqueiros hizo sus primeros cuadros: composiciones
simbolistas marcadas por el descubrimiento mexicano del impresionismo.
En 1913, cuando se cerró la Escuela de Santa Anita, considerada como un
foco de subversión por el gobierno conservador de Victoriano Huerta, David
Alfaro Siqueiros se integró a la Revolución. En primer lugar, viajó a Orizaba,
Veracruz, y trabajó como dibujante al lado de José Clemente Orozco y del
Doctor Atl, en el periódico carrancista La vanguardia. Poco después se unió
en Jalisco a las fuerzas del jefe revolucionario Manuel M. Diéguez. Tenía 18
años. Hasta 1919, David Alfaro Siqueiros participó en el movimiento armado y
fue, quizás con Francisco Goitía, uno de los primeros artistas mexicanos que
representaron la Revolución en obras pictóricas. Al acabarse la guerra decidió
retomar la pintura. Consiguió una beca del Ministerio de Guerra para viajar a
Europa. En París, se encontró con Diego Rivera, quien había abandonado el
cubismo meses antes, y pasaba por una etapa de crítica y reconsideración.
La aportación de David Alfaro Siqueiros modificó sin duda la idea que Rivera
se hacía de la Revolución Mexicana, haciéndole vislumbrar la posibilidad de
volver a la patria.
En 1921, David Alfaro Siqueiros se encontraba en España. Poco antes de
volver a México, publicó en Barcelona los célebres Tres llamamientos a los
pintores y escultores..., en los que se dirigía a los artistas de América,
induciéndolos a realizar una pintura de alcance social y contenido político. Al
volver a México, a principios de 1922, David Alfaro Siqueiros se integró al
incipiente movimiento muralista. Gracias al apoyo de Rivera, consiguió
realizar un mural en el cubo de la escalera del llamado Patio Chico de la
Escuela Nacional Preparatoria. Esta obra permanece inacabada, debido en
gran parte al radicalismo de David Alfaro Siqueiros, quien se opuso
frontalmente a las consignas del ministro José Vasconcelos. En 1923, fue
miembro fundador de El Machete, revista del movimiento muralista mexicano,
que se convirtió muy pronto en el órgano del recién creado Partido Comunista
Mexicano.
Al renunciar José Vasconcelos, a mediados de 1924, David Alfaro Siqueiros
se estableció en Guadalajara, Jalisco, apoyado por el gobernador del estado,
José Guadalupe Zuno, bajo cuyas órdenes realizó varios murales en
dependencias públicas del estado. Al mismo tiempo, apoyó y participó en
diversas huelgas. Finalmente, abandonó la pintura para dedicarse al activismo
político. En 1927-1928, viajó a Moscú para participar en los festejos del
décimo aniversario de la Revolución Soviética. En 1930, fue encarcelado en
Lecumberri por sus actividades políticas. Salió de la cárcel en 1931,
consignado a residencia en Taxco, Guerrero, durante varios meses. En esos
años de forzada reclusión, David Alfaro Siqueiros dedicó cada vez más tiempo
a la pintura. Realizó entonces cuadros de caballete con técnicas novedosas:
sobre tela de yute, con piroxilina y otros modernos aglutinantes sintéticos.
A principio de la década de los treinta se exilió en Sudamérica y Estados
Unidos. En Los Angeles, California, pintó tres murales, uno de los cuales,
América tropical causó un escándalo por su contenido político, y a la vez
ganó el reconocimiento de pintores estadounidenses. En esa época, tuvo una
violenta polémica con Diego Rivera, quien desde su regreso de la Unión
Soviética tomaba cada vez más claramente partido por la disidencia
trotskista. El Taller Experimental que David Alfaro Siqueiros montó en Nueva
York en 1936 junto con Luis Arenal y Roberto Berdecio, tuvo una influencia
decisiva en artistas como Jackson Pollock, quienes utilizarían su teoría de los
accidentes plásticos en la conformación del expresionismo abstracto de la
posguerra. En 1937, David Alfaro Siqueiros se incorporó a las brigadas
internacionales que luchaban en la guerra de España del lado republicano.
Regresó a México en 1939 para realizar una de sus más importantes
composiciones murales, Retrato de la burguesía, en el Sindicato Mexicano de
Electricistas. A raíz de su participación en un intento de asesinato de León
Trotsky, en México, David Alfaro Siqueiros se exilió una vez más en Chile. A
raíz de ese incidente, radicalizó su postura política stalinista y, a la vez,
perdió algo del notable dinamismo e inventiva que caracterizó su primera
etapa. Volvió a México en 1944 y fundó el Centro Realista de Arte Moderno.
En 1945, publicó su famoso panfleto No hay más ruta que la nuestra, que
marcó profundamente el ambiente cultural mexicano de la posguerra.
En 1960, sus violentas críticas al presidente Adolfo López Mateos lo obligaron
a regresar a la cárcel de Lecumberri, de la que salió en 1964. Entre 1964 y
1973, realizó los murales del hotel Casino de la Selva, en Cuernavaca, creó el
taller Siqueiros en esa ciudad y construyó el Polyforum Cultural Siqueiros en
la ciudad de México, obra postrimera que levantó una ardua polémica en la
que intervinieron tanto artistas y críticos de arte como políticos. David Alfaro
Siqueiros falleció en 1976, poco después de concluir esa obra.
Rufino Tamayo 1899-1991
En Oaxaca, en 1899, nació Rufino Tamayo. Forma por consiguiente parte de
la generación de pintores nacidos con el siglo XX, cuya infancia transcurrió
durante la Revolución Mexicana y llegaron al fin de la adolescencia justo en el
momento en que el país se estabilizaba, lo que les permitió desarrollar sus
obras. Julio Castellanos, Agustín Lazo, Abraham Angel, Frida Kahlo, María
Izquierdo, Gabriel Fernández Ledesma, entre muchos otros, conforman este
grupo. Menores que los pintores del llamado muralismo mexicano, recibieron
naturalmente los cambios estilísticos y conceptuales que realizaron sus
mayores, y pudieron así crear en un clima de mayor libertad.
Rufino Tamayo provenía de una familia de comerciantes y, muy joven, se
trasladó a la ciudad de México. En 1916 ingresó a la Escuela Nacional de
Bellas Artes (antigua Academia de San Carlos). Las primeras obras que de él
se conocen, fechadas en estos años, revelan su breve paso por el
impresionismo, considerado entonces como el estilo moderno por excelencia.
En 1921, cuando Adolfo Best Maugard creó a instancias de José
Vasconcelos las brigadas de maestros encargados de desarrollar el amor por
el arte entre los niños de México, Rufino Tamayo participó brevemente en
ellas.
Muy pronto, sin embargo, el joven artista se aleja de esas influencias. Inicia,
solo, en el panorama de la pintura mexicana, una búsqueda personal que lo
lleva, en 1926, a realizar una primera exposición en un local de Avenida
Madero, en la ciudad de México. Sus imágenes de austeros indígenas fueron
bastante mal recibidas y, a los pocos días, Tamayo viajó a Nueva York,
donde residió la mayor parte del tiempo hasta mediados de los cuarenta.
En la ciudad estadounidense, Rufino Tamayo descubrió el arte moderno
europeo, Picasso, Matisse, Braque, de Chirico, marcaron su obra de manera
indeleble. A su regreso a México, en 1928, Tamayo ya poseía un estilo
propio, mezcla de deliberado primitivismo -su raigambre mexicana- y de
complejidad modernista sobre todo con influencias de Cézanne, Picasso y de
Chirico.
Mientras Diego Rivera fue Director de la Academia, Rufino Tamayo dio clases
de dibujo en la escuela y allí conoció a María Izquierdo.
En 1928, Tamayo expuso por primera vez en Estados Unidos. Entre 1929 y
1932 volvió cada año a Nueva York. A partir de esa fecha se instaló
permanentemente en esa ciudad. La búsqueda de Tamayo de lo primitivista lo
llevó paulatinamente a una mayor sencillez; desde mediados de los treinta,
empezó a abstraer los contornos de sus cuadros, hasta llegar a principios de
los cuarenta a una simple geometría. Pero el gran cambio de Tamayo se
debió, en la década de los cincuenta, a su descubrimiento de la obra del
francés Jean Dubuffet. Tamayo adoptó pronto sus materias espesas y
granuladas, el trabajo con espátula en la masa misma del pigmento, mientras
proseguía su intento de simplificación formal.
Rufino Tamayo realizó diversos murales, tanto en Estados Unidos y México,
como en Francia y Puerto Rico. En los sesenta, volvió a México, instalándose
parte del año en Cuernavaca. Considerado -junto con Diego Rivera y José
Clemente Orozco- como uno de los pintores mexicanos más importantes del
siglo XX, Rufino Tamayo siguió trabajando incansablemente hasta su muerte
en 1991.
Francisco Toledo 1940-
Francisco Toledo es el más prestigiado y, sin duda, uno de los más originales
pintores mexicanos de la generación del medio siglo.
Nació en Juchitán, Oaxaca, donde realizó sus primeros estudios, mismos
que continuó en la ciudad de México. Muy pronto consiguió una beca que le
permitió viajar a Francia. Se instaló en París, donde dio inicio a una obra de
marcado carácter primitivista, basada en recuerdos de infancia, mitos y
leyendas del Istmo de Tehuantepec, interpretados a su manera. Aunque su
obra sea divergente en muchos aspectos, se lo considera como el
continuador de Rufino Tamayo.
Francisco Toledo vive alternativamente en París, Nueva York, la ciudad de
México y Juchitán. Personaje huraño y poco comunicativo, cultiva una imagen
de persona alejada de las cosas mundanas y de las especulaciones. No
obstante, en su obra, revela un gran conocimiento de las técnicas pictóricas,
tanto antiguas como modernas. La enorme producción de Toledo abarca la
pintura, la acuarela, el grabado y la litografía, la escultura en piedra, madera y
cera, la cerámica y, últimamente, el fresco.
Leonora Carrington 1917-
Leonora Carrington nace en 1917, en Lancashire, Inglaterra. Su padre fue un
industrial inglés y su madre, irlandesa, estimuló su imaginación con cuentos
de hadas y otras historias. Carrington se nutre de la literatura de lo absurdo,
lo siniestro y lo sobrenatural; fábulas y relatos épicos de los dioses nórdicos.
Carrington estudió durante un tiempo en la Chelsea School of Art de Londres,
y en 1936 ingresó a la academia de arte del pintor purista Amédée Ozenfant.
En esta época, descubrió libros sobre la alquimia y lo esotérico, y entró en
contacto con el surrealismo. Su madre le regaló el libro de Herbert Read El
Surrealismo, en cuya portada aparecía el cuadro de Max Ernst Dos niños
amenazados por un ruiseñor. En 1936 conoció a Max Ernst, en Londres;
juntos parten a Francia donde viven dos años, participando en la
efervescencia del surrealismo. La relación entre Carrington y Ernst significó
un intenso intercambio estético que enriqueció a ambos; ella le mostró obras
de M.R. James y Lewis Carroll y él la introdujo a C. G. Jung y a las
tradiciones literarias del romanticismo alemán y francés. En 1938 participan
en la Exposición Internacional de Surrealismo en París y Amsterdam.
Al estallar la guerra, Ernst es trasladado a un campo de concentración, del
que sale en 1940, pero lo encarcelan nuevamente y Carrington escapa a
España. Durante el trayecto, sufre una crisis nerviosa, y es internada en una
clínica en Santander. Logra escapar en Lisboa, se refugia en el consulado
mexicano y se casa con Renato Leduc, diplomático y escritor mexicano, con
quien viaja a Nueva York y a México. A su llegada a Nueva York, protegida
por el consulado mexicano, se reúne con sus amigos surrealistas y participa
en sus actividades.
En 1942 se instala en México y se divorcia de Leduc, con quien mantiene una
buena amistad. Se asocia al grupo de surrealistas refugiados de la guerra:
Benjamin Péret, Kati y José Horna, y conoce a Emerico (Chiki) Weisz,
fotógrafo húngaro, con quien se casa en 1946. Leonora Carrington formó parte
de una migración europea sin precedentes, muchos de ellos refugiados
políticos que fueron acogidos por el gobierno de Lázaro Cárdenas en la
década de los cuarenta. Entre éstos había varios artistas vinculados con el
movimiento surrealista, grupo que después llegó a integrar Remedios Varo
-con quien Carrington estableció una estrecha amistad-, Wolfgang Paalen y
su esposa Alice Rahon, entre otros. Publica Down Below, el relato de su
experiencia por la locura que había escrito, alentada por André Breton y
Pierre Mabille. En 1947 se inaugura su primera exposición individual en Nueva
York, y desde entonces, ha vivido entre esa ciudad y México. En 1949 lee a
Robert Graves (La diosa blanca), que la marca profundamente y tendrá una
gran influencia en su obra.
En 1960 el INBA organiza una muestra individual de su obra en el Palacio de
Bellas Artes, en 1976 en el Museo de Arte Moderno y en el 1989 en el Museo
Nacional de la Estampa. Realiza el mural El mundo mágico de los mayas
para el Museo Nacional de Antropología e Historia. Su obra ha sido
presentada en galerías y museos de México, Estados Unidos, Francia,
Inglaterra, Alemania, Suiza y Japón. En 1990 participa en la exposición "La
mujer en México", exhibida en la National Academy of Design en Nueva York.
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