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Enfermedades de la sangre (2da. parte)

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Policitemia, leucemia, investigacion medicolegal de manchas de sangre, grupos sanguineos y transfusiones

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    ENFERMEDADES DE LA SANGRE IIª parte

    Autor: Claude A. Villée

    POLICITEMIA

    Se denomina policitemia al aumento del número de hematíes circulantes, que puede llegar a 11 ó 15 millones por mm3. Las diarreas, por producir una pérdida de líquidos orgánicos y una disminución consecutiva del volumen total de sangre, causan un aumento temporario del número de glóbulos rojos por milímetro cúbico, ya que el número total se mantiene constante. La policitemia verdadera está determinada por una producción excesiva de hematíes; en esta afección la sangre se hace muy viscosa y tiende a obstruir los vasos sanguíneos.

    LEUCEMIA

    Las leucemias son enfermedades de las células progenitoras de los leucocitos, que se multiplican demasiado rápidamente, se libera una gran cantidad de células hacia la corriente sanguínea, muchas de las cuales son inmaduras. Los diferentes tipos de leucemia se caracterizan por el aumento de un tipo particular de leucocitos. La leucemia es una especie de cáncer, pues se caracteriza por la proliferación anormalmente rápida de un tipo de células. Se la trata como a los otros cánceres, irradiando al paciente con rayos X o con las radiaciones provenientes de un elemento radiactivo como el radiofósforo, o también por medio de antivitaminas como la aminopterina, que es antagonista del ácido fólico. Las células leucémicas, por colmar la médula ósea, desplazan a los eritroblastos normales y, con frecuencia, ocasionan una anemia.

    INVESTIGACIóN MEDICOLEGAL DE MANCHAS DE SANGRE

    Como todos los lectores de cuentos policiales saben, las "manchas pardas sospechosas" pueden analizarse con el fin de determinar sí son de sangre, y aun de sangre humana de un determinado tipo. En la más simple de las pruebas, se agrega benzidina (un reactivo orgánico, común) y agua oxigenada (el familiar agente blanqueador), a la mancha en cuestión. Si ésta contiene hemoglobina, se vuelve verde. Esta reacción sólo identifica a la hemoglobina, pero no sirve para distinguir a la sangre humana de las demás. Una prueba muy sensible, con la que se puede detectar sangre aun diluida 1:1.000.000 en cualquier otro material, utiliza la 3‑aminoftalhidrazida. Cuando se añade esta sustancia, hidróxido de sodio y peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) a las manchas de sangre, se produce una fosforescencia azul. Aún cuando la sangre haya sido aparentemente eliminada por repetidos lavados, esta prueba revela con eficacia la mínima cantidad de hemoglobina que invariablemente queda.

    Puede distinguirse la sangre humana de la de otros animales por la reacción de precipitación, que consiste en una reacción antígeno anticuerpo. Se define un antígeno como cualquier proteína extraña (que no se encuentra presente en condiciones normales), que al ser introducida en la corriente sanguínea, estimula la producción de un anticuerpo, o sea, de una proteína que reacciona: específicamente con el antígeno. Para preparar una reacción de precipitación, se inyecta a un conejo suero humano, que contiene una o más proteínas características del hombre, que actúan como antígeno, en dosis fraccionadas sucesivas, hasta completar aproximadamente 30 ml. Esto estimula a las células plasmáticas y linfocitos del conejo, que producen anticuerpos que reaccionan específicamente con el suero humano. Después de cinco días, aproximadamente, se sangra al conejo, y se separa y guarda el suero hasta el momento de emplearlo. Para investigar la presencia de la sangre humana, se prepara solución con el material sospechoso, y se la mezcla con el suero de conejo que contiene anticuerpos para el suero humano. Si el material sospechoso contiene sangre humana, y por lo tanto, los antígenos del suero, éstos reaccionan con los anticuerpos y determinan una precipitación que es evidente después de una a tres horas. Sí la sangre pertenece a un animal estrechamente relacionado con el hombre, como, por ejemplo, el chimpancé, puede producirse una leve precipitación; la sangre de los animales menos relacionados provoca una precipitación aún menor.

    GRúPOS SANGUíNEOS Y TRANS­FUSIONES

    Los intentos de remplazar la sangre humana perdida por hemorragias, datan de 1667. cuando se intentó transfundir sangre de animales en venas humanas. Estas transfusiones fracasaron uniformemente, provocando severas reacciones y, a menudo, la muerte. La transfusión de sangre de una persona a otra resultó ocasionalmente eficaz, pero a menudo provocaba una aglutinación (conglomeración) de ‑los glóbulos rojos de paciente. La aglutinación, causada por una reacción antígeno‑anticuerpo no debe confundirse con la coagulación causada por la reacción del fibrinógeno con la trombina.

    El misterio del frecuente fracaso de las transfusiones fije develado en 1900 por Landsteiner, quien descubrió que la sangre de diferentes personas puede presentar diferencias químicas, y que la aglutinación se produce cuando la sangre del dador y la del receptor son incompatibles por estas causas químicas Hay cuatro grupos sanguíneos principales, designados 0, A, B y AB, que se caracterizan por la presencia de los aglutinógenos (un tipo de antígeno) A o B en los glóbulos rojos, y por la de las aglutininas (un tipo de anticuerpo) a ó b, en el plasma. Normalmente, por supuesto, la sangre no se auto aglutina, porque el aglutinógeno y la aglutinina correspondientes, no se presentan juntos.

    Para efectuar una transfusión, los médicos tratan de encontrar un dador del mismo grupo que el paciente, y controlan las dos sangres mezclando el suero del paciente con algunos glóbulos rojos del probable dador, para verificar que son compatibles. Además de los cuatro grupos principales, existen dos subgrupos que deben ser tenidos en cuenta. En una emergencia, si no se consigue un dador del grupo del paciente, se puede utilizar sangre de otro grupo, siempre que el plasma del paciente no aglutine a los glóbulos rojos del dador. Por ejemplo, un individuo del grupo B puede recibir sangre de un dador del grupo 0, porque los hematíes 0 no poseen aglutinógenos y no son aglutinados por ningún tipo de plasma. El plasma del grupo 0. contiene las aglutininas a y b, pero durante la transfusión, son gradualmente diluidas por el plasma del mismo Los individuos del grupo 0 se denominan "dadores universales", porque su sangre puede ser transferida a cualquier persona, y los individuos del grupo AB se denominan "receptores universales", porque pueden recibir sangre de cualquier grupo. Los grupos sanguíneos se heredan y se mantienen invariables durante toda la vida.

    Para determinar el grupo al que pertenece tina muestra de sangre, se la mezcla con suero de personas de grupos sanguíneos conocidos. El suero del grupo A contiene la aglutinina b y causa la aglutinación de los hematíes que contienen el aglutinógeno _B. En un portaobjeto de vidrio limpio, se marcan dos círculos, que se rotulan A y B, y se coloca tina gota de suero de una persona que pertenece al grupo A en el primero de los‑ círculos, y tina gota de suero del grupo B en el otro. Luego se agrega a cada uno de los sueros una gota de sangre de la persona cuyo grupo sanguíneo se quiere determinar, y se mezcla bien. Cuando se produce aglutinación, resulta evidente a simple vista a los dos o tres minutos. Por este método es posible aun determinar el grupo a que pertenece la sangre de una pequeña mancha.

    Prácticamente todas las razas humanas han sido clasificadas de acuerdo con los grupos sanguíneos, y se han hallado algunas diferencias notables. Ninguna raza se caracteriza por un tipo particular de sangre: las diferencias raciales residen en la relativa frecuencia de los diferentes grupos. Por ser os grupos sanguíneos un factor hereditario, y dado el Lecho de que no existe tina selección consciente de compañeros basada en los grupos sanguíneos, los datos relativos a los grupos sanguíneos han sido muy útiles en antropología. La proporción de grupos sanguíneos en tina población se mantiene constante de tina a otra generación, siempre que no se produzcan matrimonios con 'individuos de otros grupos. Los gitanos, que provienen originariamente de 'la India, vivieron durante varios siglos en Hungría, pero como no se mezclaron con los húngaros nativos, la proporción de grupos sanguíneos entre los gitanos es similar a la de los indios, y bastante diferente de la de los húngaros. Los alemanes que emigraron a Hungría en 1770 conservaron, además de su lenguaje y costumbres, la frecuencia de grupos sanguíneos característica de los alemanes de Alemania. Con el desarrollo de técnicas para determinar el grupo sanguíneo de momias y aun de esqueletos, la utilidad de las pruebas sanguíneas en antropología ha aumentado con­siderablemente. Candela determinó el grupo sanguíneo de 13 momias prehistóricas aleutianas, observando que ocho de ellas pertenecían al grupo B o AB. Anteriormente se había pensado que los aleutianos provenían del cruzamientos de indios y esquimales, pero tanto los esquimales como los indios presentan una frecuencia relativamente baja de los grupos B y AB, mientras que, por el contrario, el grupo B es común en Asia. Este descubrimiento, que indica el origen asiático de los aleutianos, ha sido confirmado por otras pruebas.

    Los glóbulos rojos contienen, además de los aglutinógenos A y B, un segundo par denominado M y N. que se hereda independientemente del par A‑B. Estos grupos sanguíneos, junto con otros menos importantes proporcionan medios adicionales para la identificación de la sangre.

    Una tercera serie de factores hereditarios causa la presencia o ausencia de otro aglutinógeno, el factor Rh, así llamado por haberse hallado por vez primera en la sangre de los monos Rhesus. Aproximadamente el 85 % de los hombres de raza, blanca pertenecen al grupo Rh positivo, (es decir, que posee el antígeno Rh en sus glóbulos), y el 15 % al Rh negativo, lo que significa que carecen de él. Sí una mujer pertenece al grupo Rh negativo y, su marido al Rh positivo el feto puede ser Rh positivo, heredando el factor del pa­dre. La sangre fetal puede pasar a través de algún defecto de la placenta al torrente sanguíneo de la madre, y estimular la formación de anticuerpo para el factor Rh por parte de os leucocitos maternos. Luego, cuando la mujer tiene, un segundo embarazo, algunos de estos anticuerpos pueden pasar a través de la placenta a la circulación del feto, y causan la aglutinación de sus hematíes, estado que se denomina eritroblastosis fetal. En los casos extremos, se destruyen tantos hematíes que el feto muere antes de nacer; es más frecuente que nazca vivo y que muera después del parto.

    En la actualidad, los recién nacidos con eritroblastosis fetal son sometidos a transfusiones masivas de sangre para remplazar prácticamente todos sus glóbulos rojos.

    Se ha demostrado la existencia de grupos sanguíneos en una gran cantidad de mamíferos y aves: monos de todo tipo, ovejas, cerdos, caballos, perros, gatos, conejos, ratas, ratones, pollos y palomas. Se han encontrado los gru­pos 0, A, B 'y AB en los chimpancés, oran­gutanes y gorilas, lo que indica que estos gru­pos sanguíneos surgieron antes de que la evolución de los primates produjera los diferentes tipos actuales. Sustancias similares, pero no idénticas a los aglutinógenos A y B del hombre se han hallado en la sangre de muchos mamíferos y aves. Se han encontrado aglutinógenos M y N, similares a los del hom­bre, en chimpancés orangutanes y algunos mo­nos inferiores, pero no en otros animales. Las sustancias NI y NT del chimpancé son muy parecidas a las del hombre, confirmando la idea, generalmente aceptada, de que los chimpancés son los monos antropoides más parecidos al hombre.

    Las transfusiones de sangre total, plasma o fracciones plasmáticas, son extremadamente importantes para salvar vidas. Para transfundir sangre total, después de extraerla de un dador adecuado, por lo general se la trata con citrato de sodio (que se combina con el ión calcio), para impedir su coagulación, tomando precauciones para evitar su infección luego se inyecta al paciente por vía venosa, a la temperatura y velocidad adecuadas. Si la sangre se transfunde muy rápidamente el corazón se sobrecarga. En la actualidad es posible almacenar sangre en los "bancos de sangre" hasta 30 días, adicionándole ácido cítrico y glucosa, y conservándola fría a una temperatura de 4 a 60 C. Separando los glóbulos rojos del plasma, y suspendiendo luego las células en albúmina purificada, éstas pueden conservarse hasta tres meses.

    La búsqueda de sustitutos de la sangre total para ser usados en transfusiones, data de 1878, ano en que se ensayó la leche de vaca. El plasma y ciertas fracciones plasmáticas pueden almacenarse durante más tiempo que la sangre total, siendo sustitutos eficaces de esta en muchos estados clínicos, tales como el shock. El plasma o las fracciones plasmáticas, preparadas por enfriamiento ‑y desecación, y conservadas en envases estériles y herméticamente cerrados, pueden mantenerse aun sin refrigeración durante mucho tiempo. Para utilizar el plasma se lo mezcla con tina cantidad adecuada de agua destilada estéril, y se lo inyecta. Para la preparación de plasma, se mezcla sangre de 16 individuos de grupos sanguíneos diferentes, para que las distintas aglutininas se diluyan por debajo de su concentración eficaz, y no aglutinen los hematíes del receptor.

    En fecha reciente, se ha usado ampliamente como sustituto de la sangre, el dextran, que es un polisacárido polímero de la glucosa, de origen bacteriano. Puede prepararse en grandes cantidades y a costo reducido, no provoca la aglutinación de los hematíes, produce menos reacciones tóxicas que cualquiera de los otros substitutos ensayados, y elimina la posibilidad de transmitir el virus de la hepatitis sérica, posibilidad que siempre existe en las transfusiones de sangre o plasma. La gelatina, la pectina, la goma arábiga y la albúmina de sangre vacuna, han sido ensayadas como substitutos con resultados poco satisfactorios.


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