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"EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA, Radiografía de la pampa (1942). Part

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    Trabajo Práctico de Literatura Hispanoamericana.

    Consignas de trabajo:

    Análisis de la lectura:

    EZEQUIEL MARTíNEZ ESTRADA, Radiografía de la pampa (1942). Parte: "Trapalanda, Rumbo de brújula"(Ensayo)

             Elaborar una ficha informativa a raíz de las siguientes cuestiones de trabajo:

    a)      Diferencias entre el conquistador y el colonizador.

    b)      Caracterización del colonizador como aventurero.

    c)      Ideal y desengaño.

    d)      Relación colonizador-colonizado: consecuencias para América.

             Análisis del texto:

    Es un ensayo histórico social, donde el autor, Ezequiel Martínez Estrada, deja saber su opinión sobre la llegada de los europeos a América. Intenta lograr que el lector se entere de las diferentes posturas del hombre frente al descubrimiento del nuevo mundo. Estrada es un escritor argentino que nació en 1895 y murió en 1964. Tuvo el premio Nacional en 1933 y trazó uno de los análisis más lúcidos de la Argentina moderna, desgarrada entre el interior y el puerto. Escribió poesías pos-modernistas, como Oro y Piedra, Coplas de Ciego, "Argentina", "Humoresca", etc. Entre sus novelas se destaca "María Riquelme" y entre sus ensayos "Radiografiá de la Pampa" y "La cabeza de Goliat".

             La llegada al Nuevo Mundo

    El nuevo mundo no tenía forma ni estaba ubicado en el planeta según la concepción de los europeos. Era una tierra vasta formada por imágenes, que pertenecían a los sueños que tenían los españoles antes de partir. Esos sueños surgían de la hiperbolización que sufrían en la transmisión oral los relatos sobre América. Esta hiperbolización era favorecida por un léxico pobre y una inteligencia torpe. América era un mundo nacido por error, que despertaba la ambición y la soberbia de un pueblo español que había estado sometido durante siglos por los árabes y por lo arábigo.

    Embarcarse era huir de la realidad, hacerse a la mar en nombre de los Reyes Católicos era trabajar para Dios. Abandonar el Viejo Mundo les permitía dejar atrás a sus familias sin lastre y sin dinero, para llegar a una tierra con regímenes sociales menos exigentes, que les eran más convenientes que las modalidades de lo conocido. Llegaban a un mundo lejano, del cual nada conocían. Esperaban encontrarse con monstruos, dificultades y riquezas. Aquí radica el espíritu aventurero del colonizador.

    El recién llegado no encontraba indicios que le ayudaran a concebir al Nuevo Mundo como un sistema racional y continuo.

    "En sus cerebros limitados esta limitación de la tierra plana o la inacabable monotonía de la montaña árida prometía como en el desierto de los ascetas, la aparición de santos o de ciudades maravillosas de opulencia y de felicidad. Se esperaba hallar de pronto los tesoros acumulados en algún lugar insospechable, prontos para el transporte."

    Aquí nace la concepción del territorio quimérico de Trapalanda, donde existirían príncipes indígenas rodeados de inmensas riquezas y elíxires de eterna juventud.

            El nacimiento de una nueva sociedad

    Cuando llegaron a América se dieron cuenta que la realidad del suelo se superponía a la realidad de la utopía. La vida en América era radicalmente opuesta a la que se vivía en Europa: "La propiedad sobre las cosas, la autoridad sobre los hombres, las relaciones entre los habitantes, el tráfico de las mercaderías, la familia, estaban sujetas a imprevistos cambios, como plantas recién transplantadas que podrían prender o morir."

    Lo único que no variaba era la tierra y el que llegaba al Nuevo Mundo se aferraba a este bien. El ideal del colono no era colonizar ni poblar, ya que faltaban necesidades e incentivos que los llevaran a esta práctica. Sembrar, construir y establecer una relación con la tierra resultaba fuera de los valores de conquista y dominio. Trabajar la tierra era ser vencido, era ponerse a la altura del indígena. Así se estableció una nueva jerarquía en América que en su momento ya había tenido lugar en Europa: diferenciaba a los poseedores de tierra con los que no la poseían. Esto surgía ya que la tierra era en América lo más fácil de adquirir y lo que exigía menor inteligencia para conservar.

    "Capitanear una gavilla de contrabandistas y traficar con esclavos era más honroso que alzar un muro; vender telas considerábase mucho más honroso que expender artículos ultramarinos; robar era mejor que trabajar"

    Se establecían dos categorías: el empresario y el asalariado. Los puestos de jerarquía eran vendidos al mejor postor.

    América era un mundo simplísimo hasta la llegada de los españoles. Luego éstos incorporaron un aparato burocrático muy corrupto y el colono vio cómo peligraba la posición del único elemento inalterable al que se aferraba: la tierra. Para obtener este bien debía contar con una complicadísima red de intereses y de influencias.

             El desengaño

    El conquistador era un héroe sobre un país vencido que había venido a tomar posesión de las tierras, a exigir, a llevar y a ser obedecido. Era un buscador de irrealidades. Vino a eso, y planeaba llevar a Tierra Santa los tesoros hallados, le obstinaba la creencia que en alguna parte estaba lo que ansiaba; y así iba poco a poco cerrando los ojos a la realidad. La tierra entonces pasó a ser mucho más importante de lo que había sido hasta ese momento. Poseer tierra era poseer futuras ciudades, el posible dominio de gentes que la poblarían en lo futuro y rentas que se multiplicarían en lo futuro. Lo ilusorio reemplazó a lo verdadero: se valorizó por ser un ideal.

    Se organizaron expediciones en busca de ciudades y tesoros inexistentes que provocaron resentimiento, rencor, y sueños de grandeza. El conquistador no conquistó nada. Fue vencido por la tierra. Tarde se dio cuenta que debía poblar y no conquistar y que tenía que sembrar en lugar de recoger. No iba a ser el señor de su tierra, sino, a trabajarla y a padecerla. El hombre conquistó una tierra que nadie reclamaba y que no poseía ningún bien más allá del ganado y de los productos de una tierra que se negaba a cultivar.

             El dominio como represalia.

    Al verse derrotado por la naturaleza, el conquistador destruyó al indio y amplió sus dominios para disimular su fracaso. Quiso vengarse de la naturaleza triunfadora haciendo trabajar al aborigen, al hombre de su seno para llevar a cabo lo que el no pudo y no quiso hacer y así obtuvo, por medio de la encomienda y la mita, el fruto que la tierra no había preparado para su llegada. Poseer la tierra pasó a ser una consecuencia de la furia del invasor y el poderío por tener la misma remite a la situación de la Edad Media.

             Los colonos

    Los que arribaban con sueños personales eran más peligrosos que los que venían a hurtar y partir. Muchos proponían situaciones para quedarse. El tema de acrecentar las posesiones de tierra o ganado se convirtió en la única meta para el hombre que estaba en América. Así, se iba destruyendo la vida de los colonos sin ideales, sin afanes espirituales, son inquietudes místicas, y con miedo. Estaban en el corazón del universo pero estaban solos. Tenían extensiones de tierras enormes, pero que no lo conducían a ningún lado. El mundo era lo que tenía alrededor y enfrente. Había sido engañado, y solo le quedaban dos alternativas: considerarse un enviado de Dios para un cargo religioso o político, o seguir aceptando y aferrándose a lo que tenía.

    Los colonos emigraron de tierras menos productivas y regímenes más exigentes a América. Dejaban lo conocido y se lanzaban hacia lo desconocido. Al contrario que los conquistadores, llegaban sin armas, esperando menos, conformándose con poco y no poseían el arrojo de estilo épico. Los colonizadores poseen tierra (que consistía en un título de propiedad, y les daba la capacidad de mandar), que es un botín, un premio del combate, que además fue tomado en nombre de Dios y del Rey y más tarde pasó a ser capital extranjero.

    El colonizador trabajaba contra la realidad. No quería someterse al indio; pero al final tomó sus hábitos, aprendió su táctica de combatir y de vivir, construyó su choza eventual, usó el arma que el indio había adaptado (el cuchillo) y dejó descendencia.

    Además, también tenían sueños, esperanzas y ambiciones similares a las de sus antepasados, los conquistadores. Trataban a la tierra en forma similar aunque no se asentaban. Los descendientes de los colonos tomaban como botín todo lo que conseguían. A través de la fortuna, conseguían lugares destacados, no procuraban la grandeza del país al que nunca había amado. Esos derrotados eran los colonizadores victoriosos, cuyos descendientes heredaban la decepción. La situación en la que se encontró este colono desengañado es comparable a la que tuvo que sufrir el conquistador cuando fue vencido por la tierra: la cosecha era hipotética (dependía del azar), el precio era hipotético (dependía de la demanda de granos y carnes)

    Al final, se descubrió la verdadera riqueza de América, que no era ningún material precioso: consistía en cereal y ganado. Así se dio la victoria de la tierra sobre el hombre. El colono, que en su país nunca había trabajado la tierra, ni había estado sujeto a su terruño (esto se puede comprobar leyendo el Cid) esperaba que la fortuna surgiese y anduviese por sí sola. Ésta, surgió en forma de ganado, y como el colono había sometido al indio, hizo lo mismo con el ganado, que era, previamente propiedad, del indio.

    El colono se tuvo que someter a la condición del indígena: se hizo pastor, agricultor y ganadero a cambio de carne, maíz y trigo.

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