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Viernes 29 de Marzo de 2024 |
 

El ciclo de la ilusión y el desencanto. un siglo de políticas económicas argentinas 1880-2002 Pablo Gerchunoff y Lucas Llach

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Breve historia economica argentina 2

Agregado: 11 de JULIO de 2013 (Por Marcelo) | Palabras: 9811 | Votar |
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    Autor: Marcelo (marce_leones@hotmail.com)


    Capitulo I



     



    La generación del progreso 1880-1914



     



    La preocupación central de los gobiernos durante las llamadas Presidencias Históricas de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, fue la eliminación de las amenazas internas y externa a la  autoridad estatal.



    Pero es recién a partir de la primera presidencia de Roca (1880-1886) que puede hablarse de un estado nacional con una autoridad firme y un proyecto económico sólido.



    La formula “Paz y Administración” fue una síntesis de las nuevas prioridades del país.



    Casi todos coincidían en la voluntad de incorporar a la argentina a la expansión mundial liderada por Gran Bretaña.



    La posibilidad de especializarse al revés que Inglaterra, produciendo lo que ella demandaba y demandando lo que ella produjera, resultaba bastante atractiva.



    Su momento de gloria fueron los treinta y cinco años que van de 1880 a1914. No fue un tiempo suficiente para afianzar una estructura sólida y relativamente autónoma, a prueba de una crisis externa que pudiera ocurrir.



    Las condiciones para crecer era: Inmigración, Tierra y Capital.



    Los variables flujos de Inmigración desde Europa hacia América están asociados estadísticamente con ventajas económicas que también iban cambiando con el tiempo. En este punto, algunos historiadores han acentuado las malas condiciones que imperaban en los países de origen como causante de la expulsión de población, el Push. Otros en cambio, han enfatizado el atractivo económico de destinos como la Argentina o los Estados Unidos, el Pull.



    Los Trenes pueden ser vistos como uno de los dos avances que acortaron las distancias entre el productor Argentino y el consumidor europeo. El primer proyecto de envergadura fue el Ferrocarril Central Argentino, que unió a partir de 1870 las ciudades de Rosario y Córdoba.



    El gobierno argentino otorgaba amplias ventajas a las inversiones inglesas. Pero el ciclo de Inglaterra terminaría en la PrimeraGuerraMundial como proveedor principal de capital. Los Estados Unidos asumirían a partir de los años 20 ese papel.



    La consolidación de la frontera tuvo fundamento militar y económico.



    El primero fue, desde luego, la desaparición del problema del indio con la “campaña al desierto”, en 1879.



    Tal expansión alteró no solo la geografía política sino también la geografía económica, relacionada con la necesidad de una ganadería en expansión.



    El descubrimiento del potencial agrícola fue bastante tardío. La expansión del ferrocarril y la inmigración fueron los dos acontecimientos fundamentales que crearon las condiciones para demostrar que tal potencial sí existía.



    Un rasgo singular de la producción rural en la Argentina fue la interacción entre la ganadería y la agricultura, que dio paso a un tipo de explotación singular: la rotación, en una misma parcela, entre la producción de cereales y el engorde del ganado con alfalfa, que crecía después de tres años de cultivo cerealero. Así fue muy común en la pampa el “Establecimiento Agropecuario”, palabra de acuñación local.



    Uno de los mayores cuestionamientos del “modelo agro exportador” es la concentración  de los recursos productivos en las actividades primarias, lo que impidió la instalación de industrias manufactureras con potencia de crecimiento.



    El gobierno de Miguel Juárez Celman (1886-1890) se embarcó en una política de gatos públicos ultra expansiva.



    Como ocurre a menudo, la crisis económica coincidió con un sacudón político.



    A pesar del fracaso, el conato radical de ese año forzó la renuncia de Juárez Celman. La responsabilidad de manejar la crisis caía sobre los hombros del vicepresidente Carlos Pellegrini.



    Después de las negociaciones de Victorino de la Plaza con el banco de Inglaterra, y de la mano del ministro de hacienda, Vicente Fidel López, se dieron algunos pasos en dirección a una política fiscal más conservadora. Se creó el Banco de la Nación Argentina.Se contó con el empuje invalorable de la producción agropecuaria, que hacia 1890 comenzaba su edad de oro.



    La urbanización trajo consigo mejoras en las viviendas. Pero los problemas habitacionales en las ciudades eran difíciles de superar en vista del ininterrumpido arribo de inmigrantes.



    Los sindicatos, dominados por socialistas y anarquistas que en un principio eran en su mayoría extranjeros, no tardaron en aparecer y mostrar su determinación para conseguir mejoras. Una primera respuesta a esta situación fue la Leyde Residencia, por la cual el gobierno podía echar del país a los extranjeros sospechosos de “perturbar el orden público y la seguridad nacional”.



    La “cuestión social” era todavía un efecto latente cuyos síntomas se manifestaban sólo de vez en cuando.



    Capitulo II



     



    Últimas imágenes de un modelo 1914-1929



     



    Pero el reclamo fundamental de la principal fuerza de oposición no era económico sino político. La fraudulenta maquinaria electoral consolidada por el roquismo fue denunciada insistentemente por quienes abrazaban la Causa Radical.



    La llegada de Roque Sáenz Peña a la presidencia en 1910 permitió que el viejo ideal radical de competencia electoral limpia se realizara.



    El hombre que cavó la fosa a toda una generación de gobernantes fue el mismo que les escribió sus más honrosos epitafios.



    El triunfo radical de 1916 fue bastante contundente. El triunfo Yrigoyen-Luna marca el principio de una hegemonía del radicalismo que se extendería hasta el final de los años 20 y que solo pudo ser cancelada por las malas, con el golpe militar de 1930.



    El partido de Yrigoyen tuvo la virtud de presentarse al electorado argentino como una fuerza sin las manchas de ilegitimidad que oscurecían a los herederos del régimen. Supo, además, identificarse con la nueva argentinidad hija de la gran inmigración.



    A Yrigoyen le tocó asumir la presidencia en medio de la PrimeraGuerraMundial.



    Las limitaciones impuestas por la guerra se reflejaron en el cese de las inversiones extranjeras. Era frecuente el malestar obrero, ya que el salario se deterioró bastante, no tanto por la caída del salario sino por los aumentos de precios.



    Entre 1917 y 1919 el clima de protesta obrera alcanzó su punto álgido, y gano las calles. Como en el caso de la huelga ferroviaria de 1917, la SemanaTrágica, iniciada luego de una huelga en los talleres Vasena de Buenos Aires, Dos años más tardes, una huelga de peones rurales en Santa Cruz fue crudamente reprimida.



    Fueron frecuentes las intervenciones federales a las provincias donde los partidos conservadores mantenían su predominio.



    Otro ámbito donde fue desmantelada buena parte de la estructura anterior al radicalismo fue la universidad. A través de la Reforma Universitaria.



    Durante la presidencia de Yrigoyen la competencia política que normalmente se expresaba en la lucha de partidos, se manifestó en cambio en facciones internas del partido radical.



    La línea más importante fue la que se agrupo en torno al Grupo Azul.



    Los nombres de Vicente Gallo y Leopoldo Melo eran los más identificados con esta disidencia, que apropiadamente fue definida por la negativa: eran los Antipersonalistas.



    El fácil triunfo de Marcelo Torcuato de Alvear en 1922 a nivel nacional, no solo no impidió, sino que aceleró la división radical, la disputa entre Peludistas y Antipersonalistas, se convirtió en la principal rivalidad política.



    Empezó a gobernar cuando los efectos de la guerra ya habían desaparecidos, la agitación gremial se calmó y dejó el poder cuando faltaba apenas un año para que se desencadenara la GranDepresión. La actividad legislativa fue pródiga como nunca antes, la reglamentación del trabajado de mujeres y niños, la jornada de ocho horas y la obligación de pagar los sueldos con dinero, fueron todas iniciativas socialistas aprobadas en  el congreso.



    Tras la vuelta de Yrigoyen al poder, no se dio ninguna de esas condiciones. Las desfavorables circunstancias externas que imperaron desde 1929 y el desorden administrativo de un gobierno muy débil comprometieron muy seriamente las cuentas del estado Argentino.



    El progresivo deterioro de la situación presupuestaria  se potenciaría con la GranDepresión, hasta convertirse en una pesada carga para la administración de los años 30.



    Las ventajas comparativas del país, estaban cambiando a favor de las actividades industriales.



    Una política económica que impulsara la industrialización implicaba también un realineamiento internacional. Confiar en una economía más cerrada significaría depender menos de las exportaciones como de las importaciones  de Inglaterra. Por otro lado se estimularía la inversión directa de capitales extranjeros en los sectores industriales. Esto implicaba un acercamiento a los EE UU.



     



     



    Capitulo III



     



    La política económica en tiempos de crisis 1929-1940



     



    La crisis de este tercer gobierno radical se debe tanto a errores propios como a culpas ajenas. En primer lugar el presidente era ya viejo. El poder ejecutivo pronto se contagió de la inacción de su jefe, y se mostró impotente ante una oposición creciente.



    El clima de convulsión ideológica alentado por experiencias antidemocráticas,



    como el surgimiento de los totalitarismos de Stalin y Mussolini y que pronto vería nacer a Hitler, encontraban eco en el ejército. El descontento militar hacia Yrigoyen por el manejo de los ascensos en las fuerzas armadas se veía agravado por la disminución del gasto en materiales bélicos.



    El Golpe del 30 fue el primero de una larga lista que se prolongarían por medio siglo.



    Más allá del derrocamiento de Yrigoyen, los objetivos de las distintas facciones militares eran bastante conflictivos en cuanto al tipo de gobierno que debía llevarse adelante. Mientras que los partidarios de Justo buscaban sólo una legalidad sin Yrigoyen, Uriburu pretendía reformas de más largo alcance, reemplazando al sistema de partidos por uno de representación corporativista, a la manera italiana.



    El gobierno militar llamó a elecciones proscribiendo al radicalismo, así Justo, tuvo el camino libre para la presidencia.



    La administración de Justo, 1932-1938, fue una restauración de las formas y los proyectos de los gobiernos anteriores al predominio radical. Lo que en otra época había sido el Partido Autonomista Nacional lo era ahora el Demócrata Nacional.



    La inquietud de los ganaderos argentinos por los problemas que encontraban para exportar se transformó en pánico después de que la ConferenciaEconómicaImperial, reunida en Ottawa, fijara un sistema decreciente para las carnes argentinas en el mercado ingles.



    El Pacto Roca-Runciman, privilegió el interés ganadero.



    A mediado de 1933 Justo incorporó a su gabinete en el Ministerio de Hacienda a Federico Pinedo. La austeridad del gobierno se reflejó en una profundización de las políticas impositivas y de reducción de gastos. En 1932 se invitó al especialista británico Otto Niemeyer, director del Banco de Inglaterra, para analizar la situación argentina y proponer los fundamentos de una reforma del sistema monetario. El proyecto de Niemeyer presentado en 1933, contemplaba la creación de un banco que emitiera los billetes, regulara el crédito y las reservas bancarias, mantuviera la estabilidad del peso, actuara como agente financiero  y decidiera la aprobación de empréstitos. Dicho banco sería una sociedad anónima, administrada por particulares, de manera de ser inmune a las presiones del gobierno.



    En 1933, Pinedo envió al congreso una serie de leyes por las que se creaba el Banco Central de la República Argentina.En esencia, el proyecto de Pinedo seguía el modelo de Niemeyer. En 1935 el congreso finalmente sancionó la ley de creación del Banco Central, la ley de bancos y otras normas que completaban la revolucionaria renovación financiera.



    La crisis de los años treinta creó nuevas condiciones para el desarrollo industrial. La restricción externa de los productos manufacturados generó lo que se llamaría una Industrialización por Sustitución de Importaciones que ya no entraba al país. Pero las exportaciones empezaron a sentir el efecto de la guerra y el temor a una nueva depresión se propagó. El poder ejecutivo no tardó en presentar al congreso un singular Plan de Reactivación Económica, que por razones políticas no se aprobó.



    De acuerdo con el diagnóstico del Plan Pinedo, el cuadro de situación era similar al de los dos impactos exteriores del pasado, la Gran Depresión y la Gran Guerra. El principal problema era, de nuevo, la crisis del comercio exterior. El plan recomendaba la profundización de medidas de corto plazo ya conocidas, como la compra de cosechas invendibles y una mayor restricción de las importaciones. La ejecución de un basto programa de construcciones populares como forma de alentar la ocupación, estímulo que se transmitiría al resto de la economía.



    El plan pinedo se inclinaba por un estímulo limitado a las actividades manufactureras naturales, básicamente aquellas que usaban materia primas nacionales. Impulsaba la industria artificial, su fundamento era que la guerra nos estaba dando un impulso para el desarrollo industrial.



    Con el correr de los años quedaría claro que el Plan Pinedo se basaba en supuestos pronósticos que finalmente no se dieron, ya que durante la guerra, la argentina pudo mantener sus mercados tradicionales de exportación.



     



    Captulo IV



     



    Ascenso y apogeo peronista 1940-1949



     



    Los años 30 se cerraron con la débil presidencia de Ortiz. Debido a su enfermedad y su renuncia definitiva en 1940 lo sucedió el vicepresidente Ramón Castillo.



    Las repercusiones de la Segunda GuerraMundial y la ausencia de un liderazgo capaz de marcar otro rumbo abrieron el camino al Golpe de 1943.



    En círculo castrense, el gobierno de Castillo era visto como una administración débil, fundada en un sistema corrupto. Dentro de las fuerzas armadas, tan politizadas, tomó fuerza una logia que sustentaba las premisas compartidas por muchos oficiales: mantener la neutralidad ante la guerra, impedir la penetración comunista y asegurar el peso de los militares como un elemento estabilizador. Era el GOU, un nucleamiento de coroneles y de tenientes coroneles. Ignorando las presiones militares, Castillo designó como candidato oficialista para las elecciones de 1944 a Patrón Costa. Los conspiradores tenían la ventaja de contar en el gabinete del gobierno al general Ramírez como ministro de guerra que no obstaculizaba la acción del GOU.



    El nombre del general Rawson para suceder a Castillo surgió unas horas antes de asumir la presidencia, y cayó un par de horas después. Fue el general Ramírez quien subió a la presidencia, pero su gobierno fue manejado por el GOU, el general Farrell y varios coroneles, entre los que se encontraba Juan Domingo Perón.



    El coronel Perón desde la recién creada Secretaria de Trabajo y Previsión estrechó su relación con los gremios y se ganó el apoyo de varios políticos.



    En 1944, se decidió la ruptura de relaciones con Alemania y Japón, lo que provocó la reacción de los militares y Ramírez fue reemplazado por el general Farrell.



    Liberación Económicay Autonomía Nacional: eran las consignas que Las fuerzas armadas incluyeron en sus discursos.



    Para algunos militares la industrialización se tenía que limitar a la fabricación local de material bélico.



    Para Perón, la industrialización era mucho más que parte del nacionalismo. Era una pieza maestra dentro se su plan político.



    Los trabajadores nucleados en la UniónFerroviaria fueron los primeros beneficiarios del cambio de rumbo en las políticas laborales, lo que luego se extendió a otros sectores: aumento salarial, salario mínimo, sistema de previsión social, etc.



    Desde las universidades, la prensa y un empresariado descontento por las medidas sociales del gobierno, partían las presiones, que prono se hicieron insostenible, para forzar el alejamiento de Perón y una rápida normalización institucional. Tomó fuerza la idea de entregar el gobierno a la CorteSuprema y hubo tentativa de un golpe de estado. EL 9 d octubre Perón debió renunciar a sus múltiples cargos, ya que era Vicepresidente, Ministro de Guerra y ocupaba la secretaria de trabajo y previsión, y fu enviado a la IslaMartínGarcía.



    La noticia de la renuncia y arresto de Perón hizo reaccionar a los gremios. Se sucedieron varias reuniones y desde distintos puntos del país se reclamó su libertad. El día 16 se decidió una huelga general, pero los acontecimientos se precipitaron al conocerse el traslado de Perón al Hospital Militar. Al día siguiente, 17 de octubre, una movilización popular marchó a la Plazade Mayo, y forzó la restitución de Perón al gobierno.



    A partir de ese día y hasta febrero de 1946, un clima de agitación electoral sacudió al país como nunca antes.



    La Unión Democrática, apoyada por el embajador norteamericano Spruilli Braden, caracterizaba a Perón como un nuevo Mussolini.



    Para sorpresa de mucho la formula Perón-Quijano obtuvo 300.000 votos de ventaja sobre los otros candidatos.



    Los militares, el ejército que cuida, los sindicatos, el ejército que produce, y la iglesia como fuente del poder moral, eran el apoyo incondicional de Perón.



    Perón se esforzaba por diferenciarse tajadamente del pensamiento de izquierda, y opuso al concepto de Lucha de Clase, el de Armonía de Clase. La colaboración entre el Capital y el Trabajo, antes que su enfrentamiento, era el camino para el progreso.



    En palabras de Perón: “Nosotros no somos intervencionista ni antiintervencionistas, somos realistas. Las circunstancias imponen la solución. Hay soluciones concretas para problemas concretos. Resuelto ese problema, se va a presentar otro problema, a este le daremos una solución contraria al anterior.



    Perón consideraba que era muy probable una tercera guerra mundial, y más allá de sus consecuencias globales, una nueva guerra colocaría a la Argentina en una situación privilegiada. Había que desprenderse del comercio internacional e impulsar el mercado interno.



    La expulsión de la Argentina del Plan Marshall fue, de los eventos diplomáticos con repercusiones económicas, el segundo en importancia. El primero fue, la extensa negociación con Gran Bretaña para arreglar las cuentas de la guerra. El problema de las Libras Bloqueadas pasó a ser el punto de conflicto central en las relaciones con Inglaterra, que comenzó a resolverse en las negociaciones que acabarían con la firma del tratado Eady-Miranda en 1946. Esas libras bloqueadas se destino a la compra de los ferrocarriles.



    La nacionalización de los servicios públicos no era, en los años 40, una política que estuviera a contramano de la tendencia mundial. La compra de los ferrocarriles británicos por parte del estado argentino debe considerarse en su doble aspecto de Nacionalización y Estatización. El texto constitucional de 1949 consagró esta tendencia, declarando al estado dueño natural de los Servicios Públicos y de las Fuentes de Energías.



    El Primer Plan Quinquenal:



    La pomposa declaración de la IndependenciaEconómica, proclamada en Tucumán el 9 de julio de 1947, era un signo del camino a donde apuntaba el gobierno peronista. Actuó a favor de la industria sustitutiva de importaciones ya que veía en el crecimiento industrial la posibilidad de mantener un alto nivel de empleo y de consumo. Los altos precios mundiales de los productos rurales estaban siendo aprovechados por el gobierno para financiar sus políticas expansivas.



    Se pueden encontrar varios defectos en el desarrollo manufacturero de la primera época del peronismo, por ejemplo, el reducido mercado interno, el rechazo inicial al capital extranjero, la escasa sustitución de importaciones en ramas básicas, etc.



    La influencia del gobierno sobre los precios agrícolas se intensificó. Se creó el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio, IAPI, en 1946, que monopolizaba la comercialización de los cereales y oleaginosas. Compraba las cosechas a los agricultores y las vendía en el mercado interno y externo.



    Había dos motivos bien concretos para la política discriminatoria hacia el sector rural: en primer lugar, las ganancias del IAPI sirvieron para sostener el aumento del gasto público, y además la permitía frenar el aumento de los precios internos de los alimentos.



    A trabes de esta política, el gobierno  cerraba un triángulo de redistribución sectorial de ingresos. El crecimiento salarial fomentado por el gobierno era compensado en el sector industrial con una liberal política crediticia y el estancamiento de los precios de los alimentos. A su vez, el gobierno financiaba parcialmente la expansión del gasto y empleo público con las ganancias del IAPI.



    El productor rural estaba poco contento con esta situación. Si bien el productor estaba meno expuesto a fluctuaciones violentas en los precios de sus productos, había otras medidas que no les eran muy favorable: el Estatuto del Peón, que extendió algunos beneficios sociales a los trabajadores del campo, impactaba sobre la rentabilidad rural, a esto hay que sumarle el congelamiento de los arrendamientos.



    Las políticas internas, que no estimularon la producción rural pero sí su consumo, fueron determinantes.



    En marzo de 1946 se nacionalizó el Banco Central, hasta entonces una sociedad mixta, y al mes siguiente se nacionalizo todos los sistemas bancarios.



    Pero el problema vendría cuando las dos fuentes de recursos, el IAPI y el Sistema de Seguridad Social, dejaran de dar dinero. En cuanto los precios internacionales de los productos agrarios bajar a un nivel normal, y a medida que empezaran a jubilarse trabajadores asociados a las nuevas Cajas de Previsión, esas fuentes se agotarían, lo que acabaría por avivar la inflación.



     



     



    Capitulo V



     



    Del paraíso peronista a la crisis del desarrollo 1949-1958



     



    Con ese marco de abundancia, Perón se ocupaba de tejer nuevas ambiciones. Una de ellas fue la realización de una reforma constitucional que le permitiera ser reelecto en 1952, lo que se concretó. La victoria oficialista fue total.



    La oposición estaba condenada a una asfixia que iba más allá de la innegable debilidad electoral. Los ataques a actos y locales de los partidos de la oposición, contribuían a desalentar las acciones contra el gobierno.



    El Partido Radical había conocido una situación similar en los años anteriores a la Ley Sáenz Peña. Los Unionistas razonaban que era hora de levantar las mismas banderas que en ese entonces: el abstencionismo y la revolución.



    Los Radicales Intransigentes preferían la lucha política normal, electoral y parlamentaria.



    Con apoyo de varios políticos de la oposición, el general retirado Benjamín Menéndez encabezó una desorganizada marcha desde Campo de Mayo en 1951, la cual fracasó. Perón aprovechó la oportunidad para eliminar de las FF AA a los militares que no le eran leales



    El debilitamiento del esquema distributivo de los primeros años del peronismo empezó a resquebrajarse por lo más frágil: la balanza comercial y la inflación.



    En 1949 asumió el nuevo equipo económico encabezado por Alfredo Gómez Morales.



    El mensaje gubernamental era que había llegado la hora de moderar el desenfrenado consumo de los primeros años, lo que descomprimiría la situación del comercio exterior y ayudaría a calmar la inflación.



    La inversión pública se redujo, se creó una Comisión Nacional de Precios y Salarios y se instauró un sistema de negociaciones de salarios bianuales.



    Después de años de ser perjudicados por la política del IAPI, los productores agropecuarios comenzaron a recibir precios más favorables. No se agotó solo en las políticas de créditos y subsidios, sino que también se intentó aumentar la producción y bajar los costos. Fueron ampliadas las instalaciones para el almacenamiento de granos y se incentivó la mecanización agraria.



    El segundo plan quinquenal.



    Un objetivo era el del solventar las necesidades básicas del país en lo concerniente a la producción de materia prima, energía y transporte y bienes de capital. Como contra partida caían las inversiones en defensa y las de carácter social, hospitales, escuelas, etc.



    La atención a la industria pesada estuvo centrada en el proyecto de SOMISA, para la instalación de varias centrales hidroeléctricas.



    Perón sabía que para mantener una economía dinámica, que permitiera un aumento progresivo del ingreso salarial, era necesario incentivar la producción y la inversión garantizando de algún modo las ganancias de los empresarios.



    La inversión interna, pública o privada, era insuficiente para aumentar sensiblemente la productividad. Es por eso que el gobierno decidió tomar el único camino que le quedaba: recurrir a la inversión extranjera.



    La conquista de la IndependenciaEconómica, incorporada en el texto de la constitución peronista, y la retórica de Combatir al Capital pronto fueron desapareciendo del discurso oficial.



    Lo más innovador en materia de inversión extranjera se dio en el ámbito de la política petrolera. Pero el contrato con la California fracasó. El proyecto de ley quedó estancado en una comisión de diputados, sin ser tratado por ninguna cámara del congreso. Perón era así víctima de las mismas ideas que el mismo había creado. Las filas del peronismo la consideraban una traición a los principios peronistas de la independencia económica.



    El desgaste político del gobierno se estaba acelerando, y cada vez más sonaban los rumores de un levantamiento militar.



    Que el país oyera por radio la voz de Frondizi, un político de la oposición, no era cosa de todos los días. Hacía casi diez años que el peronismo manipulaba los diarios y las radios, estas concesiones a los opositores eran muestra de debilidad.



    El panorama cambió sustancialmente a partir del innecesario y casi insólito conflicto de Perón con la Iglesia Católica. Mientras el gobierno provocaba el avispero revuelto suprimiendo la enseñanza religiosa, permitiendo el divorcio y proyectando una reforma constitucional que separara más tajadamente a la iglesia del estado, la oposición veía su oportunidad para resurgir.



    Las declaraciones de Perón de un enfrentamiento más franco era una invitación a la revolución. Para el círculo castrense era una declaración de debilidad y de miedo. Por lo menos así pensaba el general retirado Eduardo Lonardi.  El 16 de septiembre un grupo de oficiales encabezados por Lonardi tomó la Escuelade Artillería de Córdoba, se le unieron enseguida la Marina, parte del Ejército y la Aeronáutica.



    La reacción del gobierno fue tal cual como lo había predicho Lonardi. La voluntad de Perón parecía dormida, decidió renunciar y refugiarse en la embajada paraguaya, justificándolo como la única forma de evitar un baño de sangre.  



    La Revolución Libertadoratenía objetivos concretos y limitados. Lo fundamental era liberar al país de la SegundaTiranía, de ahí la comparación con la Batallade Caseros, que acabó con el predominio rosista en Buenos Aires. Se trataba de una democracia sin Perón. Pero la intensidad del antiperonismo era diversa entre los jefes militares. La tolerancia de Lonardi se manifestó en la negativa a tomar medidas como la remoción de los militares peronistas o la intervención de la CGT y en la asistencia a Perón para que abandonara el país.



    La breve administración de Lonardi tuvo una nota saliente en materia económica. Raúl Prebisch, presidente de la ComisiónEconómicaPara América Latina, CEPAL, fue contratado por el gobierno para que diagnosticara la salud económica del país. Redactó un Informe Preliminar que se dio a conocer en octubre de 1955.



    Cualquiera fuera la razón, lo cierto es que las cosas no estaban tan mal como sugería Prebisch. La economía no había tenido nada que ver en el derrocamiento de Perón. Años más tarde, Bonifacio del Carri, participante de la Revolución Libertadora, sostuvo que los revolucionarios no estaban seguros de haber elegido un buen momento para actuar, ya que el gobierno peronista había logrado frenar la inflación y estaba en tratativas con grupos financieros norteamericano a fin de resolver los problemas de petróleo, que había de traer una economía de abundancia para el país.



    Desde la JuntaConsultiva, encabezada por Isaac Rojas, se reclamaba una mayor desperonización. Finalmente Pedro Aramburu reemplazó a Lonardi que estaba enfermo y maniatado.



    A la manera de Nuremberg, se condenó a muchos funcionarios del régimen depuesto, fue disuelto el partido peronista, a demás la CGT fue intervenida. En 1956 hubo un fracasado levantamiento armado de signo peronista dirigido por el general Valle y Tanco. La intentona acabó con el fusilamiento de treinta conspiradores. Se volvió a la constitución de 1853, dejando solamente los derechos a los trabajadores, articulo 14 y 14 bis.



    En cuestiones económicas, el gobierno de Aramburu no quiso ser un enemigo de los trabajadores, es por eso que mantuvo con rango constitucional sus derechos. Pero si tuvo que intervenir la CGT ya que era un bastión peronista.



    Inició la larga y voluble relación con el FMI y el Banco Mundial, como así también con el Club de París. Se creó el INTA, para lograr aumentar la producción rural y se derogó la ley peronista que había congelado los presos de los arrendamientos.



    La UCRsin el peronismo era lejos la fuerza más importante. Pero estaba dividida en la UCRP, encabezada por Ricardo Balbín, y la UCRI encabezada por Arturo Frondizi.



    Los votos peronistas eran fundamentales para ganar las elecciones, por eso el secretario de Frondizi, Rogelio Frigerio, firmo un pacto secreto con el ex presidente.



     



    Capitulo VI



     



    El impulso desarrollista 1958-1963



     



    Así es como llega Frondizi a la presidencia, en mayo de 1958. Para poder sobrevivir debía tener en cuenta los límites que los militares imponían.



    En agosto de 1961 Frondizi se entrevisto en Bs. As. Con Ernesto Che Guevara, representante de Cuba en el exterior. Esto era demasiado para el anticomunismo de las FF AA y pronto el panorama empezó a oscurecerse.



    Frondizi había prometido levantar la proscripción del peronismo, y así lo hizo en las elecciones de 1962, al permitir la participación del candidato justicialista Framini, quien gano las elecciones para gobernador de Bs. As.



    La estrategia de Frondizi había sido mantenerse en el poder, costara lo que costara, durante los primeros años hasta que se lograra recoger electoralmente los frutos de un programa económico en el que estaban puestas todas las esperanzas.



    La política económica de Frondizi era un programa basado en la tesis del Desarrollismo. Desarrollarse era desarrollar las manufacturas, hasta transformarse en una economía enteramente industrializada.



    La clave era la expansión vertical, es decir, el acople de las actividades de producción de insumos y bienes de capital a las ramas ya más expandidas.



    Este empuje final hacía una economía industrial integrada, reconocía una serie de prioridades, y en primer lugar debía multiplicarse la producción de petróleo y gas. Para esto había que conseguir un masivo aporte de capital extranjero.



    Como diputado radical, había encabezado la oposición al contrato con la California firmado durante el gobierno peronista. Pero la nacionalización de la energía, el transporte y el combustible, era para Frondizi, ya letra muerta, borradas por el Programa de Chacomús aprobado en 1960, que estipulaba que las empresas extranjeras o nacionales que promuevan las fuentes naturales, no deben ser obstaculizadas.



    A tono de los acontecimientos mundiales, el desarrollismo preveía un futuro de relativa paz y diseñaba su estrategia sobre la base de ese supuesto. Pero esto no era el único viento a favor, ya que en 1961 los EE UU a través de la AlianzaParael Progreso, lanza un sistema de ayuda técnica y financiera para los países de América Latina dirigido a combatir el subdesarrollo.



    Pero ya era tarde: la administración desarrollista marchaba fatalmente a su propio otoño.



    Los golpistas de marzo habían optado por una salida semiconstitucional al designar en la primera magistratura a José María Guido, que hasta entonce presidía la cámara de senadores. Desde luego que el poder no estaba en la casa rosada sino en las FF AA.



    El conflicto básico entre los Legalistas o Azules y los Colorados, tenía que ver con la tolerancia al peronismo y el rol político de las fuerzas armadas.



    Para los legalistas, el retorno a la constitucionalidad era no sólo inevitable sino deseable, aunque la participación peronista tenía que estar restringida, y ser aceptada paulatinamente. Para los colorados se pensaba más bien en una larga dictadura como solución más directa a la obstinada persistencia del justicialismo.



    La facción azul estaba encabezada por Juan Carlos Onganía y las intrigas dieron paso al enfrentamiento armado entre los dos bandos.



    La victoria del bando azul fue rotunda.



    Bastó con el 25% de los votos de la UCRP, para consagrar a Arturo Illia como presidente constitucional.



     



    Capitulo VII



     



    Una primavera económica 1963-1973



     



    El gobierno radical inició su período con la economía estancada. La recesión golpeó a los sectores populares con mayor intensidad que en períodos anteriores, no solo disminuyeron los salarios si no que aumento el desempleo.



    Ya era una regularidad evidente que a los picos alcanzados en la expansión seguían recesiones que arrojaban a la economía a un retroceso.



    Esto fue llamado por los economistas Ciclo de Marchas y Contramarchas o Stop and Go, Frenar y Andar.



    Debía recurrirse a la devaluación de la moneda, que tenía el doble efecto de alentar a las exportaciones y disminuir las importaciones, aunque con algunas particularidades determinadas por el carácter semiindustrial de la economía argentina.



    Illia anuló los contratos petroleros firmados por Frondizi. Así se perdía la oportunidad de completar el aumento de las exportaciones con otra fuente de ahorro de divisas.



    El frente militar no fue, en un principio, tan tenso como el sindical.



    En algunos casos, las decisiones del gobierno coincidieron con los deseos militares. El más importante fue el aborto de la OperaciónRetorno, un intento de repatriar a Perón, ideado por el líder sindical Augusto Vandor.



    Pero a principio de 1965, Illia se negó a enviar tropas a Santo Domingo para apoyar la intervención militar, lo que cayó mal a las filas de Onganía, alineado con los EE UU y por la posibilidad de recibir equipos y entrenamiento norteamericano.



    Pero más conflictivo fue la política electoral de Illia. Se especulaba con un peronismo sin Perón como una salida aceptable para todos. El propio Vandor avanzó sobre esa dirección. Sin embargo, cuando a principio de 1966 un candidato a gobernador de Mendoza apoyado por el mismo Perón se reafirmaba así la vigencia de las credenciales del general exiliado como líder del justicialismo.



    Con el inicio de la presencia guerrillera en el país, algunos militares justificaban la aplicación de la Doctrinade Seguridad Nacional.



    Los jefes de las tres fuerzas declararon el inicio de la RevoluciónArgentina y entregaron el poder a Juan Carlos Onganía.



    El golpe del 66 era más ambicioso que sus antecesores. Anunció un plan general que abarcaba como fases sucesivas un Tiempo Económico, en el que se haría a la Argentina un país más rico, un Tiempo Social, en el que todos pasarían a participar de ese bienestar dado por las riquezas, y al cumplirse estas, un Tiempo Político, con la instauración de un sistema político permanente y estable. Esta revolución no tenía plazos sino objetivos.



    La Argentinatuvo un desempeño económico aceptable en medio del inestable mapa político, ya que el contexto internacional se desarrollaba los Años Dorados. También llegaron algunos beneficios de la Revolución Verde, y paulatinamente se fue difundiendo el uso de semillas mejoradas, como el sorgo granífero y de maíz, la estrella de la agricultura de la época.



    En 1967, al asumir Krieger Vasena, se lanzó el Plan de Estabilización y Desarrollo, que incluía entre otras cosas, la paridad del peso argentino igual a 350 por dólar.



    Con el Cordobazo y en medio de una atmósfera enrarecida por las acciones de las organizaciones como el ERP, Montoneros y FAR, el gobierno mes a mes perdía el poco crédito que le quedaba,.



    El asesinato de Aramburu llevado a cabo por los Montoneros fue el empujón final. Los militares, encabezados por Alejandro Lanusse, decidieron reemplazarlo por el general Roberto Levingston.



    Pero las voces favorables a una normalización institucional empezaron a sonar más fuerte a partir de La Horadel Pueblo, un documento acordado entre representante de diversos partidos políticos.



    Carlos Moyano Llerena, ministro de Levingston, se anticipó a las expectativas de la devaluación, llegando el dólar a 400, y compensando el efecto sobre los precios con nuevas retenciones y reducciones de aranceles. Pero fue reemplazado al poco tiempo por Aldo Ferrer quien tomo medidas favorables para las empresas argentina, fundadas en la idea de que el sistema productivo y financiero presenta un grado alto de extranjerización.



    Con la eliminación del Ministerio  de Economía, y al darle rango ministerial a cuatro secretarías, la de Industria, Comercio y Minería, la de Trabajo, la de hacienda y Finanzas, y la de la Agriculturay Ganadería, el gobierno perdía la poca capacidad que le quedaba para controlar las presiones sectoriales y evitar los desbordes inflacionarios.



    El Tiempo Político  de la Revolución Libertadora finalmente había llegado, pero sin haber alcanzado los objetivos anteriores.



    Era la hora de preparar una salida lo más elegante posible, y Lanusse decidió encabezar personalmente esa tarea. Elegido presidente, rehabilitó las actividades de los partidos, se iniciaron conversaciones con los dirigentes más importante, y se entabló un puente de comunicación con Madrid, donde residía el mayor beneficiario de la apertura política, a través del así llamado Gran Acuerdo Nacional.



     



    Capítulo VIII



     



    Vértigo económico en tiempos violentos 1973-1983



     



    La ilusión de un peronismo que sacudiera con sus políticas los cimientos económicos y sociales, no parecía tan lejana luego de que Perón eligiera a Cámpora, un dirigente bien relacionado con los sectores más combativos del partido, como candidato a presidente. Era la coronación y al mismo tiempo, el comienzo del fin, de un largo y mutuo acercamiento entre Perón y el ala izquierda de su movimiento.



    Las ideas de Perón no habían cambiado demasiado. Pero un cambio en los modos y en el trato a los adversarios, una insistencia en la unidad nacional y un ánimo pasificador eran rasgos nuevos para el caudillo, que eran bien aceptados por una parte de la sociedad harta de conflictos.



    Cámpora renunció el 13 de julio, habiendo gobernado apenas cincuenta días, y bajo la presidencia provisional de Lastiri se convocó a nuevas elecciones para septiembre.



    Detrás de ese 62% del electorado que votó por la fórmula Juan  Domingo Perón- María Estela Martínez de Perón, se escondían diversas esperanzas.



    José Ver Gelbard fue su ministro de economía.



    Al igual que en su primera presidencia con el Congreso de la Productividad, Perón convocó a los empresarios y sindicatos para acordar políticas, lo que pronto se llamaría Pacto Socia.



    Su orientación general ha sido descrita como Fuertemente intervencionista, Moderadamente Nacionalista, y Distribucioncita. El tono del programa, reformista pero de ninguna manera revolucionario, era acorde a la alianza de clase. Para la izquierda que esperaban cambios estructurales, el plan era una desilusión.



    Introdujo una serie de incentivos para la comercialización en el exterior de productos industriales y se anunció un generoso apoyo crediticio y técnico a las pequeñas y medianas empresas. Esto se impulsó con la Leyde Protección al Trabajo y la Producción Nacional.



    Una vez más el peronismo cambiaba su estrategia: si al principio, en 1946, había sido el Consumo, y después, en 1952, la Inversión, ahora parecía llegar el turno de fomentar las Exportaciones.



    Como había hecho en su primer gobierno con el IAPI, volvió a nacionalizar el comercio exterior. Dos leyes gemelas ampliaron las facultades de la Juntade Granos y de Carne, que pasaron a monopolizar la comercialización de esos bienes.



    También rescató de su primer gobierno la OrganizaciónMonetaria. Como en 1946 se nacionalizó el Banco Central, que a su vez controlaba a los demás bancos.



    Para fin de año, la consigna Inflación Cero ya era un logro, y un eficaz instrumento de propaganda del gobierno justicialista.



    En 1974, el índice de actividad fueron excepcionales, 6,7% de crecimiento del PBI y un casi inexistente 2,5% de Desempleo, pero la Inflación empeoró a fin de año a un 40%.



    Más allá de su contenido primario, emocional y político ante todo, la muerte de Perón significó la desaparición de un factor equilibrante y coordinador, clave para el pacto social. Había llegado la hora de enfrentar los problemas que se habían acumulado sobre el rígido esquema del Pacto Social.



    En los veinte meses que duro la presidencia de isabelita, pasaron por el palacio de hacienda seis ministros: Gelbard, Gómez Morales, Celestino Rodrigo, Pedro Bonanni, Antonio Cafiero y Emilio Mondelli.



    Una vez que Rodrigo, apoyado por López Rega, accedió al ministerio de Economía, se anunció un paquete de medidas que incluía una devaluación del 100% del peso. Era el Rodrigazo, que se ganó un lugar en la memoria colectiva.



    Durante el año que siguió a la muerte de Perón, fue creciendo el peso político de José López Rega. Desde su puesto de ministro de Bienestar Social, intentaba crear un poder propio, y aprovechaba su influencia sobre la presidenta para eliminar el peso de los gremialistas y del aparato partidario.



    La violencia creció y en los cuarteles se comenzó a conspirar contra el gobierno. El mandato de Aniquilación Total de la Guerrilla que el gobierno impartió al ejército no sirvió para calmar los ánimos militares. El vacío de poder que denunciaban los militares existía. El 24 de Marzo de 1976 se consumaba lo inevitable. Concluía por la fuerza la tercera experiencia del peronismo en el poder, que cayó casi exclusivamente por las luchas internas de su partido.



    El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, encabezado por Jorge Rafael Videla, tenía por objetivo la eliminación de los grupos armado. Su proyecto de largo plazo vislumbraba una sociedad despolitizada y con un estado menos poderoso.



    El área económica estuvo a cargo del flamante ministro José Alfredo Martínez de Hoz. Los tres objetivos principales de su política económica serían, en orden decreciente, la Estabilidadde Precios, el Crecimiento Económico y una Distribución del Ingreso razonable.



    Desde los comienzos, el gobierno intervenía en el mercado cambiario, comprando y vendiendo dólares de manera de conseguir el nivel deseado de cambio. El hecho era que el gobierno no podía tener todo a la vez: o elegía el precio del dólar o elegía la cantidad de dinero. Hacia mayo de 1978, el gobierno se decidió por la cantidad de dinero y renunció a la política cambiaria.



    Pero a fin de año se dio un golpe de timón. El 20 de diciembre se anunció un cronograma, La Tablita, especificando el valor durante 8 meses a partir de principios de 1979.



    A primera vista, el esquema tenía sus ventajas. En primer lugar estaba la declinación prevista de la tasa de inflación, que se acentuaría a medida que la velocidad de la devaluación se redujera. Al hacerse previsible el ritmo devaluatorio, el atractivo para prestar pesos aumentaba considerablemente, ya que se sabe cuánto va a valer el dólar en el momento de recuperar el préstamo.



    El aumento del precio del dólar estipulado por las pautas cambiarias era de poco más de 60%, mucho menor al de los precios, y como consecuencia se iban acumulando un atraso cambiario.



    A lo largo de 1980 la confianza se fue deteriorando. La crisis bancaria fue una primera señal, que obligó al banco central a desprenderse de una proporción considerable de las reservas que se habían acumulado en años anteriores.



    Ya antes de la asunción del general Roberto Viola, 1981, el régimen se estaba  desmoronando. Era la razón misma de todo el proceso lo que estaba en cuestión, sin grupos armados que combatir, y sin resultados económicos respetables, el gobierno había perdido toda credibilidad.



    Con Sigaut como ministro de economía de Viola hubo varias devaluaciones y se iniciaba el proceso de estatización de las deudas externas privadas.



    A medida que el proceso se marchitaba por si mismo, reverdecía lentamente la actividad de los partidos políticos. Hacía 1981 se formó la Multipartidaria, y paralelamente se iba tomando fuerza los reclamos por los desaparecidos.



    Pero el tercer presidente del proceso no quiso resignarse al pobre papel de prepara una salida lo más digna posible. Leopoldo Galtieri no se rendía fácilmente. Con Alemann en el Ministerio de Economía a partir de su asunción se inició una efímera contrarreforma, inspirada en tres principios: la Desinflación, la Desregularización y la Desestatización de la economía.



    Se congelaron los salarios, mientras que la inflación subía al 7%. El clima laboral se hizo intolerable y por primera vez hubo movilizaciones callejeras desde que comenzó el proceso. Se reintrodujeron impuestos a las exportaciones, que se habían eliminado con Videla, y se elevaron los presupuestos para el rearmamiento para posibles guerras.



    Malvinas fue el tiro del final para el proceso. El general Reynaldo Bignone preparó el camino para la elección de Raúl Alfonsín en 1983.



    Capítulo IX



     



    La democracia y el difícil gobierno de la economía 1983-1989



     



    El fenómeno inédito de una derrota peronista a manos del radicalismo tuvo su secreto en el encuentro entre el ánimo popular y el liderazgo que lo encarne.



    Su apelación a los valores democráticos y a la constitución era  lo que reclamaba el amplio público sin compromisos partidarios que a partir de entonces definió todas las elecciones.



    El gobierno abordó los temas educativos y culturales en un Congreso Pedagógico. La tensión estaba en la política de reparación por la violación de los DD HH. La estrategia fue diferenciar claramente a los autores y en 1985 la justicia civil condenó a los máximos jerarcas. Los oficiales de menor rango se beneficiaron con las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, esta última sancionada después del levantamiento de los Caras Pintadas, encabezada por Aldo Rico, en la Semana Sana de 1987.



    La economía que Alfonsín recibía de los militares no era nada buena, como la deuda externa, contraída por la nacionalización de la deuda externas privadas.



    Su ministro fue Bernardo Grinspun y su estrategia era mantener un alto nivel de empleo con los típicos instrumentos de estímulos ala demanda, créditos baratos y gasto público, mientras se combatía la inflación paulatinamente.



    A tono con el espíritu pluralista de la época, se convocó a los distintos sectores a una concertación económica y social.



    En febrero de 1985, Grinspun fue reemplazado por Juan Vital Sourrouille. Su objetivo era bajar la inflación para poder bajar la inflación. Pero el problema seguía siendo por donde empezar. Aquí estaba el corazón teórico del Plan Austral. Que fue lanzado en junio de ese año.



    El Austral sería la nueva unidad monetaria, que se cotizaría a un tipo de cambio fijo de 80 centavos de austral por dólar, quedando congelados de inmediato todos los precios de la economía. Los contratos pactados en la moneda antigua, se transformaban automáticamente a australes  a través de una tabla de conversión que mantenía el valor real esperado de los pagos futuros.



    En los primeros mese de la guerra contra la inflación, la victoria no parecía estar lejos. El nuevo escenario económico no podía haber llagado en un momento más oportuno para el gobierno: en las elecciones para la renovación parlamentaria de 1985 se consolidó la mayoría radical, y era obvio que la estabilidad había sido decisiva.



    Claro que la guerra contra la inflación recién comenzaba.



    Prolongar el congelamiento de los precios era un gran riesgo. Así que en 1986 se anunció una flexibilización, y los precios públicos se irían ajustando paulatinamente.



    Este anuncio fue como una bandera de largada para la reapertura de las tradicionales pujas distributivas entre sectores: industriales-agropecuarios, trabajadores-empresarios, etc.



    Mientras desde el ministerio de economía se pretendían un manejo monetario más prudente, las autoridades del Banco Central intentaban expandir el crédito para reanimar la producción.



    A partir del puente inflacionario de 1986, reapareció la necesidad de financiar los déficits público con la emisión de dinero. Se utilizaban los dólares del banco central para pagar las deudas de las empresas estatales, se daban préstamos difícilmente recuperables a bancos provinciales y se colocaban títulos del Tesoro nominados en dólares en el banco central, a cambio de dinero fresco.



    Hubo a demás mala suerte, los precios de los productos exportables tuvieron una caída del 20% en dos años, complicando un esquema de financiamiento público que contaba entre sus pilares a los impuestos al comercio exterior.



    Con una inflación que iba en aumento, en 1987, el equipo económico dispuso un nuevo congelamiento de precios, lo que se llamaría el Australito.



    El estado no podía cumplir con todas sus responsabilidades que se le fueron signando a los largo de las últimas décadas.



    Estas funciones pueden calificarse en tres:



    En primer lugar está el Estado Gendarme, que aprovisiona de seguridad interior, defensa exterior, de justicia, etc.



    El Estado de Bienestar, que se puede describir como una garantía para toda la población de un consumo mínimo de ciertos bienes y servicios, como la educación, salud, vivienda, etc.



    Y el más cuestionado, el Estado Productor, que se hacia cargo de ciertas actividades productivas, o estimulaba la producción privada, etc. Todo esto como parte de un Capitalismo Asistido, que a principio de los años 80 empezó su crisis.



    Para 1987, un 43% del gasto público total, le correspondía al Estado Productor. O sea que sin empresas estatales y sin subsidios a la producción privada las cuentas públicas mejorarían. Este razonamiento hacía que la idea de Privatizar empresas públicas y reducir drásticamente la asistencia al sector privado fuera ganando adeptos.



    En julio de 1987 se anunció una serie de medidas que reformaría al sector público: la privatización de un 40% de la empresa nacional. Pero nada de eso pasó, por ejemplo la privatización de SOMISA y ENTEL no fueron aprobadas por el congreso.



    La tasa de inflación bajó en los últimos meses de 1987 del 20% en octubre al 3% en diciembre, gracias a los controles de los precios y a la política monetaria restrictiva. Pero en la semana final de ese año el congelamiento de los precisos debió ser abandonado. El peso fue devaluado, pero esta ves no se establecieron pautas para su evolución futura, ni tampoco para la de los precios y salarios. Se iniciaba así 1988 con la inflación librada a su propia suerte.



    Si el gobierno quería tener chance en las elecciones presidenciales debía contener la hiperinflación. Con ese objetivo se lanzó el Plan Primavera. Consistió en un acuerdo con las empresas líderes, como la UIA, la Cámara de Comercio, a través del banco central.



    En primer lugar se diseño un nuevo régimen de cambio, por el cual las autoridades monetarias compraban dólares a los exportadores de productos tradicionales en el mercado oficial y se los vendía a los importadores en el mercado financiero, quedándose con una diferencia. Al mismo tiempo se intentaba una nueva convergencia, prenunciando el tipo de cambio y asegurándose la existencia de una determinada relación entre los tipos oficiales y financieros. Sistema parecido a la Tablita de Martínez de Hoz.



    En febrero de 1989 se decidió la creación de un tercer mercado de cambio, el Dólar Libre, que se sumaba al Dólar Oficial y al Dólar Financiero. Este fue el fin del plan primavera y significó vía libre para la Hiperinflación.



    Con la economía funcionando en un régimen hiperinflacionario, cada sector ideaba estrategias defensivas que agravaban aún más la situación: Los trabajadores exigían pagos adelantados y aumento de salarios, los empresarios aumentaban sus productos, los productores retenían sus mercaderías, etc.



    Forzado por las circunstancias el gobierno del que todos esperaban algo, debió retirarse anticipadamente. Quedaba en manos de la nueva administración la responsabilidad inmediata de encontrar una salida a la hiperinflación.



     



    Capítulo X



     



    Grandes expectativas, grandes decepciones 1989-2001



     



    Si en 1983 el mandato popular había sido antes que nada de naturaleza institucional, el que recibía Carlos Menem era ante todo económico: había que salir de la hiperinflación.



    Los debates se asociaban al liberalismo, entre las cuales sobresalían la idea de reducir el ámbito de acción del estado.



    Menem pronto demostraría que estaba decidido a seguir la vía de las reformas estructurales, como condición para alcanzar la estabilidad y reestablecer algún orden económico.



    Menem llegó al gobierno con el capital político necesario para legitimar sus opciones políticas.



    En los 90, las economías se habrían para aprovechar las oportunidades que la globalización brindaba: expansión comercial y atracción de capitales.



    Basándose en la premisa de que la hiperinflación era la consecuencia de una profunda crisis del estado, la formulación de una política de reforma del estado pasaba así a ser una condición necesaria para la estabilización.



    Se convocó al grupo empresarial Bunge & Born para que se hicieran cargo de la economía. Las leyes de emergencias económicas eliminó el corazón del capitalismo asistido al suspender los regímenes de promoción industrial, la eliminación de las compras de manufacturas por parte del estado, la eliminación salarial de privilegio en la administración, etc.



    La ley de reforma del estado permitió la privatización de gran número de empresas públicas, incluyendo las compañías de teléfonos, de aviación comercial, los ferrocarriles, los complejos siderúrgicos y petroquímicos, rutas nacionales y puertos. Se traspasó a las provincias los servicios de salud y de educación.



    Pero en los primeros meses fue mínimo el avance hacia una estabilización. La inflación recrudeció y una nueva corrida cambiaria forzó a un cambio en el ministerio de economía, que pasó a manos del entonces canciller Domingo Cavallo.



    Se sancionó la Leyde Convertibilidad, en 1991, que obligó al Banco Central a mantener reservas en divisas capaces de comprar toda la base monetaria, al tipo de cambio que establecía la ley, diez mil australes, equivalentes a un peso a partir de la reforma, por dólar.



    El hecho de que el valor del dólar estuviese fijado por ley daba cierto plus de credibilidad.



    El crecimiento de 1990-1994 desencadenó una serie de desarrollos que consolidaron económica y políticamente el esquema estabilizador.



    Mientras se cosechaban los frutos de una reforma tributaria que concentró la recaudación en el IVA y el Impuesto a las Ganancias, y se combatía la evasión, el aumento del producto garantizaba ingresos crecientes al fisco y mejoraba la solvencia del sistema financiero.



    Sin embargo, hacia mediado de 1994, el creciente déficit de comercio, que, sumado a los intereses de la deuda externa, demandaba cada año cuantiosos pagos al exterior.



    Existía el temor de que ese déficit externo, acabaría con el Plan de Convertibilidad, como había ocurrido con planes anteriores basado en un tipo de cambio fijo.



    Descartada la devaluación como mecanismo corrector, se tomaron caminos alternativos, como la desregulación de varios mercados, la eliminación de un sin número de impuestos internos, y la eliminación de aranceles a las importaciones de bienes de capital. Estas medidas fueron tomadas con el fin de mejorar la competitividad de la producción nacional.



    Se pasó de un régimen jubilatorio de reparto a un sistema mixto asentado sobre la capitalización de los aportes individuales.



    El sector rural se convirtió con el tiempo el la estrella del nuevo crecimiento, incorporando velozmente capital y tecnología.



    Aun con todo el progreso, el aumento de la productividad tenía una amarga contratara: El Desempleo.



    Si bien en un principio, 1991-1992, la reactivación de la economía había creado puestos de trabajo, no fueron suficientes para la gran masa de la población que buscaba trabajo.



    Algunos creen que este problema se debe a que la mano de obra era muy cara en relación a los bienes de capital, ahora muy baratos gracias a la apertura comercial externa y los créditos con intereses muy bajos. Otros creen que fue por la tecnología de producción. El rápido proceso de modernización que se desencadenó por las reformas estructurales, expulsó empleados de sector público y de otras actividades que en otras épocas habían actuado como refugio laboral.



    Hacia finales de 1994 una corrida cambiaria en México, cuyas reformas económicas eran comparadas con las de la Argentina, forzó a una devaluación del peso. Muchos creyeron que a la moneda argentina le esperaba la misma suerte, y el país fue víctima de un ataque especulativo, como desencadenante de los que se llamó Efecto Tequila: la Bolsa de Comercio de Buenos Aires cayó más del 50%, se cancelaron depósitos por grandes magnitudes y el Banco Central perdió la cuarta parte de sus reservas.



    El relativo alivio de la situación de México, que recibió ayuda financiera del exterior, y la reelección de Menem en el mes de mayo contribuyeron a revertir la situación, pero el daño ya estaba hecho.



    El impacto social fue tremendo: el desempleo toco su máximo de 18,6%.



    No está claro cual fue el precio político que Menem tuvo que agar, ya que su reelección en 1995 coincidió con el máximo de desempleo, y la derrota de su partido en 1997, con una recuperación económica funcionando a pleno.



    Esto de debió a la vuelta de las viejas prácticas del peronismo: las luchas despiadadas por el poder pasaron a ocupar el centro de la escena. Una de sus consecuencias fue la remoción de Cavallo en el ministerio de economía, y el reemplazo por Roque Fernández.



    Cumplidos tres años de la reelección de Menem, hacia mediado de 1998, el comportamiento macroeconómico parecía indicar que la opción por la continuad de la convertibilidad había sido un acierto rotundo.



    Sólo quedaba pendiente una reforma que flexibilizara el régimen laboral.



    A mediados de 1998 se desató un huracán en el contexto mundial.



    El default de Rusia se sumó a la crisis de las economías del sudeste asiático. Esto complicaba a una argentina dependiente de préstamos exteriores para financiar sus desequilibrios en el sector público y del sector externo. A fines de 1998 la economía ya había empezado a dar signos de recesión.



    Cada uno de los cuatro años, 1999, 2000, 2001 y 2002 tienen características propias.



    El primero, 1999, tuvo dominado por las malas condiciones del exterior.



    El año 2000 coincidió con el primer año de la presidencia de Fernando de la Rúa, quien había llegado al poder anunciándose a favor de la continuidad de la convertibilidad. Su ministro fue José Luis Machinea



    El gobierno de la Alianza arrancó con aumentos impositivos y cuando no fue suficiente, se procedió a recortes de gastos y a establecer topes en las transferencias que la nación realizaba a los tesoros provinciales. Estas reacciones no lograron despertar la actividad económica ni atraer capitales. Ni siquiera para mantener unida a la alianza ya que se fracturó a un año en el poder.



    Ya en el 2001 se vivieron momentos de vértigos. Marzo fue el mes de mayor salida de depósitos del sistema financiero. La crisis económica barría con los equilibrios políticos. Machinea fue reemplazado por Ricardo López Murphy, lo que generó un rechazo rotundo y se terminó por convocar a Cavallo de nuevo.



    En su visión, el problema central era la escasa competitividad, derivada de la devaluación de prácticamente todas las monedas del mundo frente al dólar y al peso.



    Poco después se anunció que, para que en un futuro evitar los daños de las devaluaciones extranjeras, el valor del peso no sería igual que de un dólar, sino a la suma de medio dólar y medio euro. El efecto de esta medida sobre la competitividad era nulo, porque solo entraría en vigencia cuando la moneda europea y la norteamericana se equipararan, y aún entonces la redefinición de valor no implicaría una devaluación.



    La lucha por evitar la cesación de pagos y la devaluación fueron canjes de deudas de coto plazo por otras de vencimientos más largos pero con intereses más gravosos.



    La caída de los depósitos llegó a tal punto que el gobierno optó por restringir el retiro de efectivo para evitar la caída de los bancos: los pesos en cuentas bancarias seguían siendo convertibles con dólares dentro de esas cuentas, pero ya no existía convertibilidad. La situación explotó en diciembre: en medio de manifestaciones callejeras violentamente reprimidas, renunciaron Cavallo y de la Rúa. El partido Justicialista se hizo cargo del poder, y en la última semana del 2001, el presidente Rodríguez Saá, quien solo duró una semana en el cargo, anunció que la argentina no iba a pagar en tiempo y forma la deuda pública.



    En la primera semana del 2002 el gobierno de Eduardo Dualde anunció el fin de la convertibilidad.



    ¿Por qué la argentina cayó en la mayor crisis económica de su historia?



    En las consideraciones no económicas se puede decir que hay un deterioro institucional, que caracterizó principalmente a la administración menemista, la escasa capacidad de los políticos para lograr acuerdos entre ellos o la resistencia de la sociedad argentina para abrazar medidas que permitan el crecimiento económico, como el ahorro o el respeto de las leyes.



    En cuanto a las consideraciones económicas se puede decir en primer lugar se debió a la cuestión cambiaria, y en segundo lugar el mal manejo fiscal.



    No se aprovecharon los años de crecimiento para ahorrar, reducir la deuda pública y de ese modo enfrentar desde una posición más sólida el ciclo de declive. 



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