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Jueves 28 de Marzo de 2024 |
 

El misterio de la frecuencia chacha

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Las señales de los tiempos. (Crónica de un viaje a Roma: la ciudad eterna). Escrito a vuela pluma, esbozo-borrador, corregible y ampliable en un futuro

Agregado: 14 de MARZO de 2005 (Por anonimo) | Palabras: 14068 | Votar |
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    Autor: anonimo (info@alipso.com)





    Las señales de los tiempos.
    (Crónica de un viaje a Roma: la ciudad eterna).
    Escrito a vuela pluma, esbozo-borrador, corregible y ampliable en un futuro.


    Capítulo III.
    El clamor de un mundo que espera un cambio.

    José Antonio Iniesta.

    Año Mago Espectral Blanco.
    24 de la Luna Auto-Existente del Búho.
    Kin 1. Dragón Magnético Rojo.
    Portal de Activación Galáctico.
    Inicio de Castillo Rojo y de Génesis. Armónica 1.
    Comienzo de la onda encantada del Dragón.
    C. G. 10-11-03.

    Era mi primer amanecer en Roma, y segundo día de estancia allí. Un día Tierra Eléctrica Roja, Kin, 237, C. G. 17-10-03, último día de la Luna Eléctrica del Venado, un día de una luna puramente para el servicio, en la onda encantada del Águila, de la Visión y de la Mente.
    Me desperté bien temprano, como corresponde a la sensación de estar siempre en vela en cada viaje, cuando ni el cansancio, ni el hambre, ni el sueño, parecen tener sentido ante tanta emoción que embarga al caminante.
    Me levanté el primero, cuando los pasillos del convento todavía estaban solitarios y oscuros. Era un buen momento para darme un relajado baño, antes de que se despertara todo el mundo. Y eso que me había acostado el último, como siempre, pues después del consabido "toque de queda" con la mirada reprobatoria, que no era cuestión de hacer el canto de la lechuza hasta altas horas, aún le quitaba una o dos horas al sueño con el fin de preparar el equipo para el día siguiente, cargar las baterías, descargar las primeras doscientas fotos en el ordenador portátil y tomar notas hasta la saciedad, que no hay que dejar improvisaciones de última hora a la memoria.
    Mucho antes de que nos despertaran ya había regresado, para escribir con afán y relajo, observando los primeros tintes del alba colándose por la ventana.
    En esa quietud, entre dos luces, escribí un sentido poema:

    Amanece en Roma,
    y el canto de las sirenas
    no me impide escuchar el susurro de la historia...
    No hay herencia sin pasado,
    vivencia sin presente,
    ni futuro sin aliento.
    Pesa tanto el invisible trasiego de los ciclos del Tiempo...
    Levantando los ojos del espejismo de los sueños
    atisbo la mirada transparente de un eterno presente,
    susurro de la melodía con música de las esferas,
    la nueva octava que nos eleva
    en esta pérdida colectiva de la memoria.
    Todos los caminos conducen a Roma,
    pero sólo el Amor encuentra un sendero
    donde caminar con las alas de la libertad,
    en la placidez de la naturaleza que siempre fue,
    en la paz que derriba la cólera,
    trigo que alimenta más allá de la escasez de la cizaña,
    aurora que tiñe de luz el horizonte,
    arco iris que viste de colores la oscuridad de una calle,
    suspiro que pone cadencia a la maravilla de un latido.
    Amanece en Roma
    y dejo que el paso de la historia
    se serene en el cristal de la ventana,
    porque busco en la memoria profunda de lo que soy,
    el ser que ahora camina
    entre siete colinas,
    a la búsqueda de siete estrellas,
    caminante del cielo de siete caminos,
    aunque ninguno de ellos lleva a la "ciudad eterna",
    sino a la eternidad
    del mundo de los sueños,
    a la cálida mansedumbre
    de la eterna espera...

    Escribí esta poesía sobre el sobrio escritorio que para qué negarlo, me venía de perlas para ordenar mi caravana ambulante de libros, cintas de audio y de video, documentos, ordenador portátil y demás enseres periodísticos. Así, con un respetable orden, como si estuviera en casa, podía entregarme a la faena de recoger cada una de las señales que encontrara en mi camino. Ésa era la palabra en la que pensaba, en las sincronicidades, que son un lenguaje de un nivel de cuarta dimensión, el Tiempo, que estructura "lo imposible" como cotidiano, irrumpiendo en la vida de cualquier persona cuando llega un momento en que está receptiva para experimentar una transformación. Lo había descubierto Carl Jung y mucho antes que él otros seres, hombres y mujeres que se entregaron al misticismo, a la vida contemplativa, al desciframiento de los hechos naturales, precursores de la ciencia actual, que fueron descubriendo que sueños, imágenes repentinas, aparentes "casualidades", irrumpían en su vida en cascada hasta sorprenderles. Así se hicieron grandes descubrimientos, antes y después de estos precursores; así tuvieron lugar las grandes revelaciones. Al fin y al cabo, unas y otras experiencias nos conducen a lo que siempre dijeron los guardianes de conocimiento: "Así es arriba como es abajo". Siempre nos hablaron de que la respuesta al misterio de la vida, de nuestra esencia más profunda, de los enigmas del Universo, estaba en nuestro interior. Nosotros somos un fractal del Universo: una sola célula de nuestro cuerpo contiene todas las verdades que buscamos; una simple mota de polvo es un universo en miniatura. Todo vive, todo vibra, todo es la pura expresión de una Ley inquebrantable que se manifiesta desde la Unidad al Todo, desde el Caos a la Nada.
    Pensaba en las señales, en el ejercicio constante de una vida que me había llevado a rebasar los límites de la mente humana y vivir experiencias intraducibles, inexpresables, puramente inefables, como corresponde a todo aquello que no se puede expresar con un lenguaje humano, con códigos reconocibles por las disciplinas actuales, de la ciencia o de la religión.
    La vivencia del Orden Sincrónico trasciende a la lógica, a la vivencia actual de los hombres, a la comprensión de las dimensiones que percibimos, pues siendo el Todo regula desde el comportamiento de una pulga y el movimiento de las hojas de un sauce, al murmullo de las aguas de un río o el resplandor de un rayo en una tormenta que azota las estepas siberianas.
    Y más allá de esto, a todos las dimensiones existentes, a los infinitos niveles de conciencia, a los inimaginables reinos de la Creación que cohabitan en este planeta Tierra, muchos de los cuales, los apenas conocidos, forman parte todavía, para muchos seres, del reino de la ilusión, de la leyenda, de la imaginación más febril.
    Qué lejos está el mundo de la capacidad de comprender la realidad de lo cognoscible que manifiesta un hombre de aspecto desaliñado, alrededor de un fuego, que escruta las volutas de humo de las ascuas encendidas. Subestimamos su poder, su sabiduría, juzgándolo por la apariencia. No sube a lujosos estrados, no participa de las apariciones masivas de los medios de comunicación, no demuestra tener riquezas y un nivel social elevado. Sencillamente contempla el fuego con sus ojos vivaces, donde se refleja una luz interior que sólo al hacerse uno con él se puede descubrir.
    Pero es él quién sabe de verdad qué son los agujeros de gusano, en qué medida el flujo y reflujo de la Fuerza hace que todo se mueva constantemente. Nadie como él sabe por qué todo lo que sube, baja, por qué la luz y la oscuridad responden a una eterna danza que es justa y necesaria para el equilibrio del Orbe. No son conjeturas quiméricas, son vivencias que le permiten comprender por qué el adusto ejecutivo se pondría frente a él y no le reconocería como parte suya. Ejercita la tolerancia al comprender que la ignorancia no deja de ser el primer peldaño hacia la sabiduría, que todos y cada uno de nosotros hemos empezado con una pregunta y con un mar de dudas, y que nadie es superior a nadie, pero tampoco inferior, que en el movimiento incesante de la evolución, caminar a lo largo de la eternidad, aunque sea a una distancia abismal, es sencillamente estar al lado, en una misma fracción de segundo, comparando este Tiempo con la Totalidad de todos los sucesos, siendo al mismo tiempo, en la multidimensionalidad de los seres que son tantas cosas, en tantos niveles, a la vez.
    Pensaba así en todas esas señales que escapan al común de los mortales, y que reflejan el movimiento de nuestros actos, el flujo incesante de las líneas de tiempo, que como cuerdas flojas a veces se tensan y golpean unas contra otras, modificando el curso de la historia. Y de pronto observé un pequeño libro que alguien había dejado sobre el escritorio. Mira por dónde, pensé, alguna monja ha dejado este libro para leerlo. Cuando durante el desayuno comenté la existencia del libro que daba por hecho que estaría en los escritorios de cada una de las habitaciones, descubrí con sorpresa que nadie, o casi nadie, tenía un libro que hubieran dejado a su alcance. Incluso alguna persona que dijo haber visto uno tampoco pudo confirmarme que fuera la misma obra que yo tenía a mano.
    Tan pronto como lo vi frente a mí pensé que lo utilizaría como oráculo, como fuente de información. Sólo en contadas ocasiones, cuando sentía que tenía que ser así, utilizaba libros para encontrar respuesta a mis preguntas más profundas, las que indudablemente no obtienen respuesta a través de una enciclopedia o de internet. Cuando éste era mi deseo, y mi concentración adecuada, el juego cósmico cobraba fuerza con toda intensidad y me deparaba la mayor de las sorpresas. En muchas ocasiones el resultado había sido espectacular, rompiendo todos los esquemas estadísticos de la probabilidad matemática. Que el Orden Sincrónico despedaza las casualidades materialmente lo he experimentado hasta la saciedad. Incluso, aunque mi pregunta se repitiera hasta la saciedad, el resultado podía llegar a ser absolutamente el mismo, aportándome el mismo concepto, la misma palabra. En alguna que otra ocasión estos experimentos me habían deparado la sorpresa y hasta el mareo que supone acercarse al vértigo de lo imposible. Es como si alguien lanzara una moneda sobre las cuadrículas de una habitación, con distinto ángulo e intensidad, y siempre, de una forma incomprensible, cayera en la misma cuadrícula, aunque la moneda tuviera que hacer un recorrido distinto a lo largo del resto de las cuadrículas. ¿Podría un cien por cien de caídas en la misma cuadrícula explicarse desde el pensamiento racional, desde parámetros asociados a la lógica, a una disciplina científica, o tendríamos que pensar que algo por encima de nuestra realidad ha ejercido su influencia sobre ésta?
    Utilizando mi particular método de consulta elegí este libro que estaba sobre la mesa. Se trataba de una edición en siete lenguas realizada por la Conferencia Episcopal Italiana, la Federación de iglesias protestantes en Italia y la Sagrada y Ortodoxa Archidiócesis de Italia. Me pareció sumamente interesante esta políglota y ecuménica obra que alguna cándida alma había dejado para vaya usted a saber qué fin sobre el mueblecito que daba amparo a mis anotaciones.
    Así que hice mi consulta y pregunté confiadamente para encontrar una respuesta a mi búsqueda de esas señales que me habían traído a Italia, esos indicios invisibles que poco a poco iban trazando un mapa cartográfico de las sincronicidades.
    Me quedé sin respiración cuando leí la respuesta que señaló decididamente mi dedo, abriendo el libro al azar, con los ojos cerrados:

    "Jesús dijo también a la gente: << Cuando veis que las nubes aparecen por Occidente, decís que va a llover, y así sucede. Y cuando el viento sopla del sur, decís que va a hacer calor, y lo hace. ¡Hipócritas!, si sabéis interpretar tan bien el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo en que vivís>>".

    El título no podía ser más revelador, tanto que me dejó perplejo: "Las señales de los tiempos", de "El evangelio de San Lucas, 12, 54".
    Tal como lo leí lo anoté en mi block de notas.
    Había indudablemente señales que indicaban la evolución de un tiempo artificial, una concepción errónea convertida en una línea, en un espacio, en un ciclo que no se ajusta a la misma unidad de medida, sino a una componenda sin sentido inexplicable y que no tiene ninguna relación con la constante armonía del Universo. Éste es el calendario gregoriano. Y había señales de una marea cósmica, del oleaje del flujo y reflujo de la galaxia, de las estrellas, de los planetas, la matemática sagrada, no inventada por los hombres, reflejo de un Orden Superior e inabarcable, cuya máxima expresión es la Ley del Tiempo.
    Mucho "tiempo" me quedó para digerir lo que estaba leyendo, en aquella silenciosa estancia, antes de que pareciera que todo el convento se fuera a venir abajo.
    Nos habían dicho que sonaría la campanilla para despertarnos, que tampoco era cuestión de que se nos pegaran las sábanas, pero ni por asomo habría de imaginar que escucharía el más horrendo de los timbrazos estremeciendo las paredes y el vacío inmenso de los pasillos de este hotel con aspecto de hospicio de siglos pasados.
    Menos mal que estaba despierto, pues si no me hubiera caído de la cama del susto. Ni siquiera cuando hice el servicio militar en una compañía de operaciones especiales, los "boinas verdes" de la COE 102 (qué remedio, cosas del destino), mi despertar había sido tan estruendoso. Dios mío, qué horror. El sonido era chirriante e intenso, desagradable a más no poder. ¡Zafarrancho de combate...!
    Después de un discreto pero sabroso desayuno conventual, emprendimos la marcha hacia la Universidad de la Sapienza, donde tendría lugar el Congreso de Trece Lunas en el que el doctor José Argüelles hablaría de la Ley del Tiempo, de la necesidad de instaurar el sincronario de Trece Lunas en el 2004 y de las profecías mayas en torno a la emblemática fecha del año gregoriano 2012. Sin duda un acontecimiento mundial, histórico y simbólico, que tendría lugar en el corazón de Roma y del que no quería perderme una palabra, por más que tuviera que estar atento con los cinco sentidos, y el otro a ser posible, para descifrar tan complejas ponencias sobre la Ley del Tiempo pronunciadas en inglés y traducidas al italiano.
    Era la primera vez que nos metíamos en el metro romano, que después recorrería en tantas ocasiones hasta conocerlo casi como la palma de mi mano. Pensé en el simbólico descenso al inframundo, que luego nos llevaría hasta el exterior para encontrarnos en pleno ambiente universitario, intentando conectarnos con paraísos tan celestiales como la naturaleza cósmica de la cuarta dimensión, el Tiempo como Arte, como modelo de expansión creativa del ser humano, en el acercamiento a las frecuencias naturales, que por ley de vida, y de proporción matemática, regulan la existencia del ser humano.
    Pensé que era más que simbólico aquel descenso, el primero, a las entrañas de Roma, tan poblada ella de todo tipo de restos arqueológicos, hasta convertir la red de metro en un recorrido casi familiar, pero efectivo, con tal de no dañar los cimientos de millares de monumentos, que todavía están esperando a ver la luz para alegría y júbilo de los arqueólogos y para pasmo y perplejidad de los turistas del futuro.
    Los vales que dan derecho a montar en cualquier autobús y metro que se tercie, a cualquier hora del día, no evitan que al moverte por esta intrincada red de comunicaciones como "Pedro por su casa", sin dar explicaciones a nadie, de vez en cuando un revisor te pida el ticket para comprobar que realmente lo has sacado. Pues mira por dónde fue providencial la intervención de uno de ellos, que abordó a nuestro grupo cuando estábamos a punto de coger un metro, el primero, que todo hay que decirlo, estaba de garabatos hasta "el cielo de la boca", todo él convertido en una pura pintada.
    El revisor no se lo pensó dos veces y al ver a Quetza-Sha, con ese aspecto tan poco disimulado para caminar por las callejuelas romanas, le preguntó que de dónde era. Al responder que de México brincó de alegría y nos mostró, como si fuera un salvoconducto, el escudo de este país, con el águila y la serpiente, que guardaba detrás de la solapa de la chaqueta.
    Yo tenía uno similar junto a mi ordenador, que me había regalado Ikxiocelotl, Garra de Jaguar, mi hermano totonaco, guardián de la tradición del estado mexicano de Veracruz, convertido al mundo mágico de la naturaleza por los chaneques, los espíritus guardianes de los santuarios olmecas.
    El revisor italiano se esforzaba a más no poder en explicarnos que se lo habían dado cuando fue a México, y hablaba del jubileo, y de la visita del papa a este país. Por mi parte, bromeando, le expliqué que nosotros también habíamos estado de jubileo, pero de "jubileo maya".
    Quetza-Sha y yo nos miramos, sonriendo por esta enésima sincronicidad. Entre todas las miles de personas que recorren el metro cada día había ido precisamente a pedirnos el ticket a nosotros, creo que la única vez que lo hicieron en todos los días que pasé en Roma. Ni siquiera me lo pidieron cuando con toda tranquilidad me recorrí el metro sabiendo que me había dejado el papelito olvidado en el convento. Tenía claro que lo había pagado, un bono para toda una semana, y que nunca lo pedían. Uno podía moverse como quería, sin llevarlo siquiera en la mano, por más que lo reclamaran en los carteles que veía en las paredes.
    Pero nada más llegar, este bendito revisor nos lo pedía y como si fuera una carta de presentación nos mostraba un símbolo para él tan anecdótico como para nosotros significativo. El águila y la serpiente aluden a la leyenda y fundación de México-Tenochtitlán, pero es a la vez la síntesis espiritual de Mesoamérica; Quetzalcoatl para los aztecas, Kukulkán para los mayas, la serpiente emplumada, el gran símbolo que refleja la unión de nuestra naturaleza terrenal, la serpiente que se arrastra por el suelo, que representa a las fuerzas de la naturaleza, de los cultos ctónicos, telúricos y vibracionales del suelo que pisamos, y el fuego y la naturaleza solar que asciende con el ave quetzal, el pájaro divino que manifiesta su naturaleza paradisíaca y espiritual. Quetzal (ave) y coatl (serpiente) se unen para dar lugar a la serpiente emplumada.
    Quetzalcoatl, Kukulkán, es el gran secreto mistérico de las escuelas iniciáticas de Mesomérica. Era una escuela de conocimiento, el concepto supremo de la divinidad como manifestación del proceso de constante evolución del ser humano, es un arquetipo divino y fue también un ser físico que caminó por tierras de Mesoamérica instruyendo a los hombres.
    Cuando conocí a Quetza-Sha llevaba en el cuello la efigie de Kukulkán y me contó cómo vivió con absoluta perplejidad la manifestación de Quetzalcoatl-Kukulkán a través de la materialización de todo tipo de plumas, pequeñitas y bellas. Yo le pregunté si podrían corresponder a un colibrí, pero me dijo que no eran plumas de ningún ave conocida ni que exista en la Tierra. Estas plumas le aparecieron de la forma más sorprendente, de repente, en lugares cerrados e incluso, como me explicó, a veces llegaban a salir del grifo cuando lo abría. Eran tan extrañas que incluso se movían solas y desprendían un aroma como de incienso. La irrupción de este prodigioso fenómeno en su vida llegó a desconcertarle, pues como ocurre en todos los procesos chamánicos y de secuencias de sincronicidades, llevan al protagonista a vivir un fuerte shock emocional que acaba rompiendo sus esquemas lógicos, proceso necesario para llegar a comprender la metalógica que se desarrolla tras estos nuevos niveles de conciencia que se consiguen posteriormente.
    Las experiencias que yo había vivido personalmente con Quetzalcoatl, con la escuela de conocimiento de las serpientes emplumadas, la Serpiente Solar, el Ahau Can, y los seres serpientes, eran también, y a todos los niveles, sorprendentes.
    De hecho la experiencia más maravillosa y trascendente que viví durante mi iniciación con los ahaukines, los sacerdotes mayas, tuvo lugar en el templo de la pirámide de Kukulkán o Quetzalcoatl, en Chichén Itzá, que tan inapropiadamente es conocida como "El Castillo". El ascenso marcó un antes y un después en mi vida, y sin duda mi esencia y mi personalidad se transformaron completamente en cuestión de minutos, durante el proceso que viví en el vértice de la pirámide. Nada fue igual, afortunadamente, desde que pisé el último de los escalones de tan soberbia estructura, una de las más representativas de la sabiduría maya-tolteca.
    Lejos de las mezquinas interpretaciones que se han urdido sobre estos lugares en el pasado, todo lo que sentí allí fue una intensa paz y la conexión con la más pura y trascendente de las energías.
    Por eso nos sonreíamos Quetza-Sha y yo, reconociendo otras lecturas, otro lenguaje, detrás de las aparentes casualidades. Era el segundo augurio en una mañana, que después de todo lo que había ocurrido el día anterior en la Plaza de San Pedro, confirmaba que nuestra visita a Roma nos iba a deparar grandes sorpresas, a las que estábamos, por otra parte, absolutamente abiertos.
    Apenas unos minutos después, mientras recorríamos la Vía Regina Luisa, volveríamos a sentir la alegría de la magia. Recordé que la reportera que se había interesado por la presencia de Quetza-Sha en la celebración del 25 Aniversario de Juan Pablo II nos había dicho que la información aparecería al día siguiente en el periódico.
    Así que cruzamos la calle, evitamos como pudimos a los frenéticos conductores italianos, que no frenan ni por asomo, y pedimos en un quiosco un ejemplar del "Corriere della Sera".
    Nada más abrirlo aparecía, perfectamente visible, la foto de Quetza-Sha, con su negro cabello y su singular coleta, donde mejor se podía ver, en la parte superior derecha, en el lugar al que tendencia natural de los lectores dirige la vista.
    Su foto estaba al lado de otra del papa. Junto a esta última se podía leer: "Il Papa durante la messa di ringraziamento per i 25 anni di pontificato". Y bajo la foto de Quetza-Sha lo siguiente:

    "Non sono un cattolico eppure dovevo esserci".
    "Qui oggi si chiude un ciclo dello Spirito e se ne apre uno nuovo", assicura Quetza-Sha, 38 anni, sciamano messicano, tipici tratti da indio, monili vari e mocassini di pelle. "Non sono cattolico, è chiaro, ma sono venuto qui dal Papa perché sento che è un giorno importante. Secondo la profezia Maya questa è l'alba del Sesto Sole che cambierà la spiritualità del mondo e stringerà in un unico cerchio la vostra Chiesa e la nostra religione indigena, così sta scritto nei sacri testi".

    Allí estaba el mensaje, que ese día leerían cientos de miles de personas, en páginas especiales dedicadas a uno de los actos más importantes de la reciente historia de Italia, en su sección "in primo piano", en la página 3, perfectamente visible en las primeras hojas extendidas del interior. Parecía un sueño, pero era verdad. Una vez más la intuición no me había fallado. Había sentido que tenía que estar allí, pese a que las diversas opiniones del grupo casi habían hecho que nos alejáramos de las columnas de la Plaza de San Pedro. Fue entonces cuando comenté que de nada servía no hacer lo que uno sentía. En eso coincidió Quetza-Sha conmigo y por eso nos quedamos, con la inestimable compañía de los excelentes compañeros de viaje que tendríamos hasta el final: María Teresa, Juanjo y Juana Mari. La profecía maya entraba en las páginas de ese momento irrepetible, en un periódico de gran tirada. Miles y miles de personas leerían algo que les haría pensar: la profecía maya en el Vaticano, junto a la imagen del papa.
    Cuando leí el texto y vi las fotos sentí un escalofrío que se desplazaba a lo largo de la columna vertebral. El hecho era mucho más importante de lo que parecía. La historia reclamaba una nueva lectura, con otro lenguaje, con el respeto más exquisito. La verdad es que la sangre maya y azteca habían clamado en aquella plaza y su palabra se había escuchado, y aparecía escrito: se multiplicaba por miles y miles de hojas que recorrían todos los hogares de Roma, y de Italia, y del mundo entero. La profecía maya en la Plaza de San Pedro, pensé. El texto de "Piazza San Pietro" aparecía sobre la cabeza de Quetza-Sha, allí donde según él confluía toda la energía que un designio divino, por encima de indios y conquistadores, vencidos y vencedores, quiso que viniera de iglesias construidas en los territorios de los nativos de una infinidad de culturas, sobre los lugares sagrados de la tradición milenaria, los lugares de poder regados con la sangre de los inmolados.
    Sentí, como pocas veces en mi vida, el paso atronador de la historia, esa historia inaprensible, que aparentemente se escribe con letras invisibles, pero que mueve los cimientos de las columnas más sólidas y pétreas, como las de San Pedro.
    Sabía con certeza que ese testimonio no sólo sería leído por miles de personas de todo el mundo, sino que sería atentamente revisado, como toda la prensa escrita sobre los actos relacionados con el papa, por los archiveros de la Santa Sede, por los altos representantes de la Curia, y quién sabe si por el mismísimo papa.
    A cuántos religiosos de alto nivel llegaría ese testimonio pronunciado por un hijo de los nativos de América, a cuántos les recordaría el dossier que fue entregado a Juan Pablo II con la imperiosa petición de rectificar por los errores del pasado, en la urgente necesidad de recuperar un tiempo armónico, un calendario basado en los ciclos naturales, que a su vez volviera a reclamar la alta dignidad de los más altos codificadores del tiempo: los mayas, como ahora reconoce la propia ciencia.
    Poco es decir del escalofrío, de la sensación de vértigo inmemorial, al enlazar con aquel instante todo lo que me había llevado a conocer a los mayas, a ser iniciado en sus ritos más antiguos, plenamente, con los brazos abiertos. Habían sido tantos los prodigios que nadie sería capaz de comprender en su justa medida todo lo que había ocurrido en un período relativamente corto. Parecía que hacía un siglo que los conocía, pues eran cientos de sucesos, encuentros, conversaciones, ceremonias, fenómenos anómalos y rupturas del tiempo lineal, que se habían producido en cuatro países, y Dios mío, apenas si había pasado poco más de un año desde mi viaje al Mayab. ¿Cómo era posible que el tiempo gregoriano fuera tan burdo desde la linealidad del tiempo artificial para expresar toda una vida desde aquella primera iniciación en la húmeda y calurosa selva? Mi acercamiento a la frecuencia 13:20 era anterior, aunque tampoco muy antigua, unos dos años antes. ¿Cuántas vidas había vivido en estos tres o cuatro años, que parecían cientos? La forma en que conocí esta frecuencia no es menos prodigiosa. Poco a poco se va hilvanando, como el resultado de todos los viajes y la búsqueda de las ciudades de luz, y un día de éstos una amplia colección de libros que escribo en la actualidad sorprenderá a los lectores al describir el más sorprendente viaje interior que pueda recorrer un ser humano y la realidad oculta de la civilización maya. ¿A dónde fueron tras su misteriosa desaparición, si es que la hubo? ¿Hasta qué punto viajaban en el tiempo, y cuál es el legado que nos dejaron en su glifos grabados en las piedras?, el mudo y elocuente testimonio de que realmente nada se perdió, pues todo perdura, todo está perfectamente guardado, esperando a que las puertas se abran definitivamente.
    Cuando las siete estrellas brillen las puertas se abrirán...
    Con el "Corriere della Sera" bajo el brazo, un equipo fotográfico preparado para hacer fotos a mansalva y un block de notas sediento de notas con las que dar vida a estas crónicas que ahora van naciendo, llegué a la Universidad de la Sapienza, al corazón del aúla de la Facultad de Economía. Pero el ámbito universitario de la sociedad del 12:60 se había convertido de repente en un alegato de la creatividad y el arte. "El tiempo es oro", que es la esencia de la economía actual, de las transacciones depredadoras y del virus de carácter mundial de la globalización, se había convertido en "El tiempo es arte" de la imaginación al poder, del sentimiento como bandera de un mundo unido por los lazos del reparto equitativo de riqueza, de las ecoaldeas, de los proyectos utópicos pero llevados a la práctica con el estoicismo de los que creen que las energías celestiales pueden anclarse de una vez por todas en la tierra. No importa que los sueños sean los más elevados, si las raíces son firmes y las mentes generan el movimiento desde el sentido práctico de la vida real.
    Era una realidad que los guerreros del arco iris estaban recorriendo el mundo con sus caravanas multicolores, pintadas con soles luminosos y lunas resplandecientes. En vez de jugarse el dinero al póker echaban las runas para encontrar los augurios de las líneas del tiempo. Sin transmitir el desafío y el ansia de poder de otros tiempos portaban semillas para los pueblos más deprimidos, brújulas galácticas con las que romper el encantamiento del sueño. Repartían a diestro y a siniestro sellos solares, tonos galácticos, para que el rompecabezas de la vida cobrara sentido y el ser humano descubra que hay una ley inexorable y justa, matemáticamente precisa, que respondiendo al orden regula cada uno de nuestros acontecimientos, dentro de patrones energéticos que actualmente son desconocidos por la práctica totalidad de los seres humanos.
    Los solsticios y los equinoccios seguirán rigiendo el curso de las energías, y nadie, ni la frecuencia del 12:60, ni los que "robaron el tiempo", podrá evitar que la noche suceda al día, y así una y otra vez, en el juego y danza entre Kinich Ahau y Muluc, entre Inti y Mama Quilla, entre Lorenzo y Catalina, entre las fuerzas masculinas y femeninas, en ese equilibrio que intentaron destrozar en el planeta Tierra las jerarquías opresivas de los machos dominantes, cubiertos por togas o hábitos de poder que nunca correspondieron al movimiento de la serpiente, ascendente y descendente, dorada y plateada, de la Kundalini, que es flujo y reflujo, ascenso y descenso, espiral interminable, símbolo del infinito reflejado en la matemática y la geometría sagradas.
    Ese espíritu llegó a Roma, la capital inmemorial de tantas cosas. Y con él llegaron las banderas de Nicholas Röerich, ribeteando de paz la mesa de las conferencias, el graderío inmenso junto a las ventanas, para que paz y sólo paz se respirara hasta la saciedad en aquella aula magna de la Sapienza, de la Sabiduría, que volvía a reunir, como en cualquier otro lugar del mundo, a los que sólo consideraban un tesoro su palabra, su entusiasmo, el instrumento más efectivo para transformar al mundo.
    Esto siempre lo supieron los invisibles gobiernos, los amparados en las sombras, los que en la temporalidad del instante de la historia se podían vestir con apariencia de religiosos, o los que luchaban contra ellos, como jerarquías religiosas de revestimiento espiritual como aguerridos guerreros conquistadores de inabarcables territorios. Siempre fueron los mismos perros con distintos collares. Se sabían de memoria lo de poner sus huevos en distintas canastas, para que cuando una se estropeara siempre quedara otra a buen recaudo. Por eso aborrecían las imprentas, porque eran armas mortíferas de conocimiento para ellos, empeñados en atesorar el saber en rancias bibliotecas a las que sólo unos pocos privilegiados tuvieran acceso. Se encelaban en acumular la sabiduría del pasado con el ardor con que la iban arrojando al fuego al mismo tiempo. Con una mano guardaban la palabra y con otra la quemaban, ejemplo vivo de esa dualidad irreconciliable de una mente en la que siempre andan a la greña el hemisferio derecho y el izquierdo. ¿Cómo habrían de permitir la unión de lo masculino con lo femenino, si no eran capaces de llegar a un acuerdo para que su propio cerebro reptiliano estuviera en calma un solo minuto?
    Ahora el mundo está cambiando, como anuncian los ancianos de todas las tribus, los visionarios de todos los rincones, los guardianes de conocimiento de las runas, hexagramas del I Ching, sellos y tonos, la Merkabah, los códigos sonoros de los delfines, el telektonon, los glifos, la geometría de los sonidos, los cuatro vientos, los ideogramas, los cuarzos de las entrañas de la Tierra, el encantamiento del sueño, la cábala, el movimiento de la danza, las octavas, la arquitectura sagrada, los caminos de la luz en la tierra y en las estrellas, la tumba de Pacal Votan, las cabezas olmecas, las venas del dragón, el camino del agua, los chaneques, la estrella de seis puntas, los siete chakras, el Nawi Ollin Teotl, la Kundalini, el árbol del chamán, los bastones de poder, los tambores de la danza del sol, la triangulación planetaria, el 7:7:7:7, el doce más uno, las bibliotecas etéricas, los archivos akáshicos, los códices mayas, el espíritu divino del Santo Daime, el Kuxam Suum, la lengua de los pájaros, el nahual, las trece dimensiones, la tríada sagrada animal, la unión del águila y el cóndor, la Serpiente Emplumada, el eneagrama, los lugares de poder, la bajada a los infiernos interiores, el séptimo cielo o el alimento de la energía solar, entre un sinfín de códigos de luz que susurran ya al oído del viento los eremitas, los ascetas, los danzantes giróvagos de Konya, los sabios toltecas, los renacidos olmecas, el brillo de las Pléyades, los seres bulbos, el Ahau Can, el nómada del desierto, el descifrador de códices, el niño que te habla con la mirada, el aliento del mascarón solar, el anciano mixteco, el aguerrido mexica, el totonaco danzante, la tormenta solar, con toda su indescriptible fuerza, la sacerdotisa Xennara de Ishna, el duende que se asomó detrás de una puerta, el ser que he sido en otro tiempo, la Casa del Sol, el echador de cartas de la esquina, la mirada de una anciana ciega, tu ser al leer estas páginas que siempre fueron escritas -¿lo comprendes ahora?- en tu eterno presente...
    Y con toda esa paz de todos los tiempos y de todos los lugares desde los que venían los kines planetarios, lucía más que nunca la bandera de Nicholas Röerich.
    Este símbolo fue diseñado por un artista de renombre mundial, que era filósofo, escritor, arqueólogo y gran aventurero, uno de los pocos de los que se dice que se le permitió el acceso a Shambhala. Fue el creador de un tratado internacional, el Pacto de Röerich y la bandera de la Paz, la misma que ondeaba ahora en la universidad de la Sapienza, como parte de un proyecto de renovación de la humanidad, y con el propósito en la mente y el corazón de este gran ideólogo de que ondeara en todo tipo de centros artísticos, científicos, en monumentos históricos y en las más diversas instituciones encargadas de regir la sociedad humana.
    Este pacto fue presentado por él en Nueva York, en 1929, siendo nominado para el Premio Nobel de la Paz. El 15 de abril de 1935, Franklin D. Roosevelt presidió una ceremonia en la Casa Blanca, en la que veinte países latinoamericanos y Estados Unidos firmaron el documento.
    Nicholas Röerich afirmaba que "Creatividad positiva es la cualidad fundamental del espíritu humano. Demos la acogida a todos aquellos que superen dificultades personales... Impulsemos sus espíritus a la tarea de la construcción de la paz, de esta manera aseguramos un futuro radiante".
    La bandera de la paz se compone de tres esferas rojas unidas y rodeadas por un círculo, también de color rojo. El diseño es del propio Nicholas Röerich y refleja la síntesis entre todas las artes, las ciencias y las religiones, reunidas y envueltas por el cálido abrazo de la cultura.
    "La imaginación al poder", "El tiempo es Arte", los principios de síntesis de las civilizaciones del pasado más remoto, forman parte de este mensaje, como lo es de la unión de "mente, corazón y espíritu". "Así es arriba como es abajo". En un principio no hubo separación entre la creatividad, la ciencia y la espiritualidad, como bien reflejó, entre otras culturas, la civilización maya. ¿Por qué no volver al tiempo de la unidad, de la matemática que es palabra, del sonido que es forma, del arte que es conocimiento, de la arquitectura que es astronomía, de la fiesta que es tiempo en armonía, del círculo que es fuego sagrado, del agua que es flujo de la sangre, del viento que es comunicación, de la tierra que es raíz y familia, del sonido que es octava en ascensión.
    En lo más alto de aquella académica estancia dedicada al conocimiento de lo económico, y ahora utilizada para el conocimiento de la armonía artística del Tiempo, lucía bien bella la imagen colorista de Quetzalcoatl-Kukulkán, un enigma para la mente, un placer exquisito para los sentidos, una llamada milenaria al hombre para comprender su naturaleza de serpiente y águila al mismo tiempo. Es símbolo de hombre, me había dicho Teuctli, el anciano chichimeca que me regaló una de las frases más hermosas que he escuchado en mi vida: "hay más tiempo que vida", quien me reveló el secreto del temazcalli, de los augurios para buscar el centro donde arden las piedras calientes, de las cuatro direcciones, de las trece varas, del espacio y del tiempo confluyendo en un lugar en el que los cuerpos desnudos vuelven a la inocencia de los niños para agradecer a una madre generosa, la Madre Tierra, toda una vida concedida.
    Nak Kin, la Casa del Sol, canalizadora de Kinich Ahau, me había hablado de las serpientes de luz que custodian la arquitectura sagrada de Chichén Itzá, antes de hablar de la esencia de una serpiente emplumada a la que los maestros le estaban poniendo un corazón de cristal, y a quien esperaban en lo alto de una pirámide para abrirle, de una vez por todas, las puertas del cielo. No importaba que alguien hubiera pretendido falsear una historia milenaria, ni que la roca se hubiera venido abajo en parte por el olvido de los años. Ni siquiera que se hubiera mancillado un lugar tan venerado, porque las puertas de las ciudades de luz permanecen intactas. ¿Quién sería capaz de derribar la arquitectura de la luz con picos de hierro, con recias mazas de burda materia? ¿Pueden ser derribadas las puertas de la luz original con los arietes del odio, con las catapultas que sólo son capaces de arrojar la hedionda manifestación de la tercera dimensión? ¿Qué pie es capaz de dejar su huella al cruzar el umbral de los arcos luminosos que nadie puede ver si no es con los ojos del espíritu?
    Como si regresara a los viejos tiempos de la universidad, me senté tranquilamente con el deseo de aprender algo más de la Ley del Tiempo. Al fin y al cabo eso era la vida, no el eterno aprendizaje, aunque lo parezca, sino el constante recordatorio de lo que ya sabemos, de lo que guardamos en nuestra memoria celular tan celosamente que ni siquiera somos capaces de recordarlo.
    Linda Márquez me lo había dicho en las mágicas calles de Cuzco, en un paseo bajo las estrellas del cielo peruano, las que guiaron el paso de los hijos del Sol en su caminar gozoso, siguiendo el rastro de la llama sagrada, de las Pléyades y del bendecido río de leche de la Vía Láctea. También me lo había anunciado en el frío altiplano y navegando por el lago Titikaka, donde los ojos, el corazón y el alma nunca dejan de asombrarse.
    -El gran secreto está en la activación de la memoria celular. Todo lo que buscamos está en nuestro interior. Todo nuestro anhelo se fundamenta en recuperar la memoria de lo que verdaderamente somos, de lo que siempre hemos sido, de lo que seremos en un futuro inminente que se acerca con paso decidido.
    No fueron exactamente éstas sus palabras, pero así me lo dijo de cien formas distintas, en tantos lugares sagrados, como en el templete semisubterráneo de Tiahuanaco, contemplando los rostros de piedra que tanto la emocionaron, hasta hacerla llorar. Aquel día habíamos alcanzado la más fantástica de las universidades, de una de las ciudades más espectaculares del pasado. Y por más increíble que parezca, comprendíamos con toda certeza qué estábamos haciendo allí, tan lejos, a tantos miles de kilómetros de cada uno de nuestros países, cuando el destino nos unió para recuperar el hilo de Ariadna del más fantástico de los enigmas de la especie humana.
    ¿Por qué nos sentimos tan abandonados, tan ignorantes de lo que somos, por qué anhelamos saber de dónde procedemos, si lo único que hemos de hacer es ejercer nuestro legítimo derecho al recuerdo?
    Todo cuanto me había dicho Linda se había cumplido, hasta la última palabra, que yo comprendí, por más inescrutable que pareciera, como si la hubiera escuchado toda la vida. Al fin y al cabo era mi conciencia, mi ser más profundo, el catálogo de códigos del Cosmos que me habían dejado debajo de "la cabecera de mi cuna". Después de todo hablábamos, y hablamos, el mismo lenguaje, el que se expresa a través de cada glóbulo rojo, de cada célula que se multiplica a cada instante para dar forma al cuerpo en el que habita esta mente que articula cada una de las palabras que escribo en este preciso instante, y que da sentido y fundamento al alma inmortal e imperecedera que seguirá su eterno viaje cuando esta vestidura de cartón piedra, por más que lo sea de carne, hueso y nervio, concluya su pasajero caminar por la Tierra, una mota de polvo en la infinidad del universo, en el conjunto de todos los universos que articulan el proceso de expansión de la materia y de la energía, que es la Creación Suprema.
    Pensaba en todo ello, en el interminable trabajo que quedaba por hacer para elevar la conciencia de la humanidad, para conseguir la tan anhelada masa crítica necesaria para hacer posible todo un proceso de transformación de la sociedad humana.
    Quetza-Sha se sentó a mi lado, disfrutando de esos instantes previos a la aparición de José Argüelles, como alumnos en la cátedra del Nuevo Tiempo, de los racimos de líneas de tiempo que como probabilidades de futuro se afanaban para elegir entre todas ellas la más adecuada para el destino de la humanidad.
    De pronto apareció Valum Votan, el doctor Argüelles, el llamado "cerrador del ciclo". Nacido en 1939 se doctoró en Historia del Arte y Estética en la Universidad de Chicago en 1969, dedicándose a la docencia en las universidades de Princenton, California; Estatal de San Francisco, Colorado; en el Instituto de Arte de San Francisco, Instituto Naropa y en la Union Graduate School.
    Tras la fundación del Día de la Tierra en 1970, primer festival total de la Tierra, se empieza a dar a conocer públicamente como una persona comprometida con el proceso evolutivo de nuestro planeta y de su defensa a ultranza. Posteriormente fundaría la Red de Arte Planetario, en 1983, con la intención de darle vigor renovado al Pacto de Paz de Nicholas Röerich y a la Bandera de la Paz, de 1935.
    Sintonizado con los movimientos cósmicos, siempre abierto a nuevos descubrimientos y sacudido emocional e intelectualmente por la visión de paz del mundo que tenía Röerich, y muy especialmente por sus descubrimientos relacionados con el calendario maya, empieza a ser consciente de su papel en la historia y de su compromiso personal a la hora de compartir sus observaciones de los ciclos cósmicos. Ello genera la convocatoria de la Convergencia Armónica el 16 y el 17 de agosto de 1987, que se convirtió en una concentración masiva en torno a la paz, con profundas meditaciones, a lo largo de todo el planeta.
    Es el fundador y presidente de la Fundación para la Ley del Tiempo (2000), una organización y red internacional cuya finalidad principal es el apoyo de todo tipo de investigaciones artísticas, educativas y sociales que se desarrollen en todo el mundo y que se basen y promuevan el conocimiento y entendimiento de la Ley del Tiempo, y la transformación implícita del cambio al calendario de Trece Lunas.
    Entre las actividades principales de la Fundación se encuentran la producción, promoción y distribución del Calendario de las Trece Lunas, el Plan de Paz mundial para el cambio del calendario gregoriano a sustituir por el de Trece Lunas, la información sobre la Ley del Tiempo y todo tipo de obras, herramientas de conocimiento y documentos, siempre con la intención de que su difusión se haga a escala planetaria.
    Entre los proyectos que se desarrollan constantemente están los seminarios educativos, de estrategia, así como los congresos mundiales basados en la Ley del Tiempo y el Plan de Paz para el cambio al Calendario de las Trece Lunas. El propósito de éstos es ampliar el entendimiento del tiempo en todos los sectores de la sociedad global planetaria. Ejemplos de estos grandes eventos son la Cumbre Mundial sobre la Paz y el Tiempo (1999, Costa Rica), el Congreso Mundial de la Ley del Tiempo (1997, Japón) y el Primer Congreso Planetario de Derechos Biosféricos (1996, Brasil).
    Un aspecto fundamental de la Ley del Tiempo es la coordinación anual del "Día Fuera del Tiempo, Festival de Paz a través de Cultura" en todo el planeta, que se celebra cada año el 25 de julio. En Japón, y con motivo del Día Fuera del Tiempo, se celebran cien festivales cada año, y en Brasil hay ya más de ochenta ciudades que viven con intensidad este Día Fuera del Tiempo.
    También desarrolla con intensidad la experimentación social y económica basada en la Ley del Tiempo, aportando ejemplos de los principios del Plan de Paz Mundial para el Cambio al Calendario de las Trece Lunas y "Paz a través de Cultura." Algunas de estas actividades son el Proyecto de Jardín y las caravanas educativas, apenas una mínima parte de todas las que tienen lugar por todo el planeta, siempre desarrollando la creatividad, el sentido lúdico, la unión con las comunidades nativas y todos los aspectos de la cultura y el arte, en consonancia y absoluto respecto con la naturaleza.
    Y finalmente acomete el desarrollo de un consorcio internacional e intercultural de miembros distinguidos, que servirán como consejeros en los problemas críticos a los que se enfrenta la humanidad en este período de transición al tiempo natural que manifiesta la Ley del Tiempo.
    Interminables han sido sus viajes por todo el mundo, miles de encuentros y conferencias y un nutrido número de libros que abordan la dinámica de la Ley del Tiempo, entre ellos sin duda su obra maestra: "El Factor Maya" (1987), en el que refleja cómo fue descubriendo por medio del cómputo del tiempo de los mayas las frecuencias cósmicas que hacen posible la vivencia de un tiempo cósmico, eterno y armónico. Esto daría lugar al descubrimiento de dos códigos absolutamente incompatibles, el del 12:60, de un tiempo artificial basado en una sociedad tecnificada y agresiva con su entorno, y el del 13:20, basado en frecuencias universales, que han posibilitado la vida en nuestro planeta y la perpetuación de un ciclo evolutivo cuyo propósito es alcanzar un nivel más elevado y trascendente, en perfecta simbiosis con el entorno natural de la Tierra y del Cosmos.
    Pero son muchas más las obras que abordan la abundante y compleja información sobre la Ley del Tiempo, como "Pacal Votan y el día del Juicio Final" (1996). Aquí se nos muestra el intrincado entrelazado de las suras del Corán, la sabiduría de Buda y las profecías mayas. Éste es el testimonio del Juicio Final ofrecido por José Argüelles como primera expresión de los fundamentos de una religión universal sobre la Tierra. Esta síntesis de reflexiones utilizando el Corán nos ofrece una guía para valor el desarrollo espiritual de la humanidad, completando la información que nos ofrece la profecía de Pacal Votan.
    En "El descubrimiento de la Ley del Tiempo, 1989-1996. Naturaleza, pruebas y consecuencias", se ofrece el resultado de un concienzudo estudio de siete años abarcando los más diversos campos de conocimiento, entre el 12:60, frecuencia del tiempo artificial, y el 13:20, el tiempo natural que nos ofrece un descubrimiento de vita importancia para la historia de la humanidad: la Ley del Tiempo resumida en una ecuación T(E) = Arte (Tiempo factorizado por Energía igual a Arte).
    Pero también están las "28 meditaciones sobre la Ley del Tiempo", conferencias pronunciadas en el seminario de siete semanas de Picarquín, Chile (1999), "13 Lunas en movimiento" (1992), "Los 260 postulados de las Dinámicas del Tiempo" (2000), "Las 20 tablas de la Ley del Tiempo" (1997), "7: 7:: 7: 7" (1998-2000), "Mandala" (1972, en colaboración con Miriam Argüelles), "La Tierra en ascenso" (1984), "La llamada de Pacal Votan. Tiempo es la Cuarta Dimensión" (1996), El proyecto Rinri"(1996), "Telektonon. La profecía de Pacal Votan" (1994), "Cabalgando la ola de Zuvuya" (1988), "La sonda de Arcturus. Relatos e informes de una investigación en curso" (1996), "Tiempo y Tecnosfera (La ley del Tiempo en los asuntos humanos)" (2002, en el que habla de los efectos producidos por la caída de las Torres Gemelas), entre otros muchos libros y cientos de informes sobre el Orden Sincrónico.
    A sus obras se une un destacado afán por transmitir este conocimiento de forma sencilla, a pesar de su natural complejidad y diversidad, siempre a través de un sentido lúdico de ver la vida, basado en diseños, esquemas gráficos, mandalas y juegos de carácter cuatridimensional. Entre éstos destacan "Encantamiento del Sueño. El viaje de la Nave del Tiempo, la Tierra 2013" y "Telektonon, el juego de la profecía".
    Después de abrir la sesión tocando la flauta que siempre le acompaña (pura demostración de "El tiempo es Arte"), el doctor Argüelles manifestó públicamente su alegría por el hecho de que Quetza-Sha estuviera allí presente, por la significativa importancia que había tenido en uno de los momentos más cruciales de su vida. Contemplé el rostro emocionado de este último. Era más que importante que precisamente hubiera sido él la persona que en representación de los ancianos de distintas culturas de México hubiera reconocido a Valum Votan como el cerrador del ciclo. Me sentí muy emocionado, compartiendo la emoción que yo sabía sentía mi compañero de aventuras. En ese preciso instante supe que la visión se había hecho realidad. Allí estábamos, como el rastreo de las visiones había mostrado en la sierra de Alicante. Era profundamente significativa para mí la comprobación empírica de la crononáutica maya, cuando nadie en España sabía que iba a tener lugar este fulminante congreso que nos sorprendió a todos. Sentí que Mertxe no estuviera allí en ese momento. Ay, las contrariedades del 12:60, de los juegos infernales de los horarios y los problemas de los vuelos de última hora, que la retenían, en Madrid, contra su voluntad, sin poder volar hasta el día siguiente con destino a Roma. Ella había hecho posible también ese encuentro que removía mi adrenalina por los cuatro costados, con su característico ímpetu, su energía de Tormenta en constante observación. Todo se había desarrollado de una forma rápida, eficaz, definitiva, como siempre surge cuando las corrientes de los mares del Orden Sincrónico empujan los veleros de la conciencia.
    Experimentaba en ese instante inolvidable una enésima prueba de las sincronicidades, de los juegos de las líneas del tiempo, y de que todo era posible cuando la fuerza del corazón te empuja a emprender una aventura, a consumar un propósito, a ser coherente con el compromiso interior. Sentí que tenía que estar allí y allí estaba. Mi trabajo como investigador de los códigos de luz se unía al de dos personas de una gran trascendencia a nivel mundial que desempeñaban ese mismo papel, histórico por otra parte en el cambio de paradigmas de esta humanidad.
    ¿Pero cómo es posible que pueda encontrarme con Quetza-Sha y José Argüelles?, me había preguntado a mí mismo en España, como si fuera víctima de algún delirio. Ya era incomprensible desde un punto de vista racional que hubiera conectado tan profundamente con Quetza-Sha, y que pudiéramos hablar tan abiertamente sobre las raíces de un conocimiento milenario de códigos de luz que me era tan familiar. De hecho, poco tiempo antes había publicado en la revista Año Cero el resultado de una de mis investigaciones sobre los códigos de luz, que me llevaban de aquí para allá por los parajes más remotos, conociendo a las personas más increíbles y visitando lugares de poder de gran transcendencia para la sabiduría y la espiritualidad de la humanidad. Pero de eso a hacerse realidad esa imagen de encuentro físico entre ambos y José Argüelles había un abismo: parecía una locura. Por aquel entonces la figura de Argüelles me parecía poco menos que inalcanzable. Con una agenda tan apretada de viajes por todo el mundo, con un elevado prestigio internacional, qué posibilidades podía tener yo de cruzar una mínima palabra con él o verle siquiera por unos instantes. Pero el destino despliega su propia trama, que no deja de ser la nuestra, internamente, a veces tan incomprendida. Todo iba a ser mucho más rápido y prodigioso de lo que pudiera llegar a imaginar, especialmente cuando Mertxe Zuza, coordinadora de Trece Lunas en España, recibió la noticia de este congreso pocos días después, en el mismo instante en que sintió que yo tenía que acudir a Roma y pedirle a Quetza-Sha que me acompañara. Y este seminario se iba a celebrar en las mismas fechas que habíamos elegido para reunirnos ambos, con motivo de un intenso trabajo chamánico que tendría lugar posteriormente, al ser aplazado, en el fin de semana de la celebración de los difuntos, el 2 de noviembre, después de un día de espectaculares experiencias chamánicas durante el día 1, en plena noche de Ánimas.
    La historia del cerrador del ciclo no tiene desperdicio. Fue el 3 de Marzo de 2002, domingo, 25 de la Luna Galáctica del Halcón, del Año Semilla Galáctica
    Amarilla, cuando José Argüelles fue reconocido como "el cerrador del ciclo" en una ceremonia en la que participaron nueve ancianos de las tradiciones indígenas
    de México. Esto ocurrió en la parte superior de la Pirámide del Sol, en Teotihuacán, "lugar donde los dioses tocan la tierra", y donde según los iniciados se alcanza la sabiduría de sexta dimensión.
    El prestigio y la representatividad de la figura de José Argüelles en el campo de los paradigmas y de la espiritualidad emergente en nuestro planeta es sin duda notable. Su aparición en infinidad de biografías de personajes representativos de este siglo y del pasado, y de obras relacionadas con los ciclos evolutivos de la Tierra, es más que notable.
    No sólo son importantes sus propios libros, referencia obligada para conocer la pura esencia de la espiritualidad maya, sus calendarios y la propuesta de una nueva sociedad encaminada en la dirección de la Ley del Tiempo. Fue el precursor de la Convergencia Armónica que tuvo lugar en 1987, y que supuso la mayor concentración de seres humanos con un propósito y un deseo de cambio para la humanidad, que estremeció de punta a punta la geografía de nuestro planeta. Nunca hasta ese momento se habían reunido tantas personas con un afán reformador, con un deseo más o menos consciente de conseguir la masa crítica. Es éste un concepto que entre la ciencia y la espiritualidad reclama un porcentaje de seres humanos despiertos, conscientes de su papel en la historia, capaz de provocar un salto cuántico en la evolución de la especie humana.
    Con la Convergencia Armónica José Argüelles se hacía eco de la realización de la profecía de Quetzalcoatl relacionada con los trece cielos y los nueve infiernos. En Teotihuacán era reconocido como "el cerrador del ciclo", la persona que asumía con su destino, su compromiso y el mensaje que traía, un momento clave de la humanidad, el de cerrar un ciclo en el que la especie humana ha pasado por todo tipo de experiencias con el fin último de la experimentación cósmica, de su despertar como ser universal y eterno, recobrando la memoria colectiva después de tantos pesares y avatares, desde un mundo de contradicciones, apresado por la materia, hasta protagonizar un cambio radical para internarse en los nuevos senderos de una sociedad justa y armónica. Todo ello en consonancia con las leyes universales y en resonancia y sintonización galáctica con el resto de la vida existente en el Universo, así como de sus frecuencias más elevadas.
    El hecho de que los ancianos, los guardianes de las tradiciones nativas, lo reconocieran como un aliado, era de lo más significativo, en un momento de cambios espectaculares que se estaban produciendo, con frecuentes efectos en el planeta identificados por muchos como auténticas catástrofes. Hasta ese momento no eran pocas las reticencias de ciertos representantes tribales, excesivamente celosos de los códigos de luz recibidos por sus ancestros, que en muchas ocasiones no interpretaron adecuadamente la actualización de modelos universales que sin duda eran anteriores a cualquiera de los códigos tribales, sencillamente por pertenecer a la memoria arquetípica de la humanidad. Unos y otros procedían en su origen de la Fuente Primigenia, y por lo tanto no eran incompatibles. Sus "aparentes" diferencias respondían a la frecuencia adecuada que manifestaban a través de su materialización en códigos comprensibles en una y otra cultura.
    El doctor Argüelles siente la responsabilidad, como él mismo afirma, de "anunciar al mundo y prepararlo para el Cierre del Gran Ciclo de la Historia,
    la Cuenta Larga de 5.125 años del treceavo baktun, que termina el día 4
    Ahau, Solsticio de Invierno (Norte) Diciembre 21, 2012, Mano Cristal Azul.
    El cierre del ciclo es un evento mundial cósmico. Es un cambio de
    velocidades galáctico, seguido y culminado por el nacimiento de una nueva
    era solar, 26 de Julio, 2013: Semilla Galáctica Amarilla. Cerrar el ciclo
    quiere decir llevar a toda la humanidad como una familia planetaria a un
    estado de paz y armonía a este punto en el tiempo cósmicamente culminante".
    Desde la conciencia de la frecuencia 13:20, que ya expliqué, aunque muy someramente, al principio de esta crónica, la primera etapa del cambio al calendario o sincronario de Trece Lunas debería tener lugar en el año 2004, reunificándose la conciencia de la humanidad alrededor de un cómputo de tiempo basado en un periodo natural y cíclico de trece lunas de veintiocho días. En su opinión, el ciclo artificial de doce meses, no sólo se remonta a la reforma del papa Gregorio XIII, responsable de la instauración y propagación a nivel mundial del calendario gregoriano, o del anterior y precursor calendario juliano del imperio romano, sino al mismísimo y original ciclo utilizado en Babilonia, donde se genera la gran maquinación contra la humanidad, sumida en una frecuencia de círculo cerrado, que estrangula el movimiento natural de la energía y de las frecuencias cósmicas. La cuestión no es trivial, se conozca o no, se acepte o no, pues de ello depende el futuro de la humanidad.
    El cambio del calendario, de la forma de percibir el tiempo, ya que éste incuestionablemente es un estado interior de conciencia, supondría la normalización de una sociedad en paz y armonía.
    José Argüelles es consciente de que la reforma del calendario no sólo conlleva un cambio social, sino un nuevo planteamiento de la espiritualidad, con una reunificación de las religiones que daría lugar a una nueva religión universal, sin guerras santas, contradicciones y dogmas en los que agoniza el comportamiento natural de los seres humanos. Propugna para ello un encuentro entre las tres grandes religiones históricas del mundo: Budismo, Cristianismo e Islam, siempre de acuerdo con otras dos de gran importancia, el Judaísmo y el Hinduismo, entre otras muchas, como él se preocupa en señalar: "Ba'hai, Sikh, Jain, Taoísmo y Shinto".
    Es por eso que ha afirmado:

    "Como el Cerrador del Ciclo, lo que me ha sido revelado es esto: los tres mensajeros de la conciencia de la humanidad son el Señor Buda, Jesús Cristo y Mohammed el Profeta. Es mi misión el juntar estos tres como una unidad al fin del ciclo y así llevar el mundo a una unidad espiritual. Para afirmar su
    unidad, yo invoco tres voces especiales: Padmasambhava, S. Juan de Patmos y
    Quetzalcoatl. Yo hablo en el nombre de la profecía del Pacal Votan que contiene la sabiduría que me ha sido revelada".

    Para luego añadir:

    "Yo llamo a los seguidores de Padmasambhava, los Budistas Tibetanos, quienes
    menos están involucrados en el conflicto mundial de dar un paso adelante,
    llamando a todos los otros Budistas a aliárseles como misioneros de la paz
    no violenta hacia las áreas en donde hay conflictos entre Musulmán,
    Cristiano, Judío o Hindú.
    Yo invoco un discurso mundial sobre la vida de Mohammed en relación con las
    vidas del Buda y Cristo, que una nueva comprensión será divulgada.
    Yo invoco a aquellos Cristianos despiertos a la verdad a darse cuenta de que
    éste es el tiempo de las profecías de S. Juan de Patmos y hacer la paz con
    los Musulmanes en todo lugar.
    Yo invoco a los Musulmanes verdaderos en todo lugar a darse cuenta de que su
    mayor fuente de sobrevivencia en paz para cerrar el ciclo es confiarse
    absolutamente en el Sagrado Quran y repartir su comprensión alrededor del
    mundo.
    En el nombre del Quetzalcoatl yo invoco a los Ancianos Indígenas de todo
    lugar para juntarse en consejo con Ancianos Budistas, Musulmanes, Cristianos,
    Hindúes y Judíos, así como con miembros de todas las otras religiones para
    empezar a establecer nuevos consejos de unidad espiritual-UR-la Religión
    Universal de la Tierra.
    El lograr estas metas es la tarea del Cerrador del Ciclo. Con la confianza y
    autoridad investida en mí por el Consejo de los Guardianes de la Tierra hago
    yo el precedente testamento y proclamación de tal manera que todos sepan la
    naturaleza espiritual genuina de mi misión y asignación. ¡Así sea!".

    En aquella primera jornada que íbamos a compartir con José Argüelles nos puso en antecedentes del largo recorrido que había hecho hasta llegar a Roma, parte de su incansable labor de uno a otro rincón del mundo. Había estado poco antes en el Consejo de Visiones de Perú, en el Llamado del Cóndor, donde kines de todo el planeta, guardianes de conocimiento, guerreros del arco iris y soñadores del Nuevo Tiempo, se habían reunido para tomar conciencia de la situación actual del planeta, del cambio necesario para instaurar un nuevo orden justo, en el que todos los hijos de la Tierra puedan vivir en armonía, accediendo a los bienes que nos ofrece, en consonancia con su naturaleza más profunda y en un equilibrio sostenido que no afecte drásticamente, como está ocurriendo en la actualidad, a su biodiversidad, a los grupos étnicos ancestrales que la habitan y al bienestar de la sociedad humana.
    A través de mi incesante correo electrónico con "conspiradores de la Era de Acuario", "Morpheos bien despiertos o Neos con ánimo de hacer añicos la realidad virtual en la que vivimos inmersos, todos a mil metros por delante del veloz conejo blanco" e "hijos de todas las estirpes planetarias, tribus y familias", había recibido abundante información del desarrollo de este evento, de grandes y simbólicas repercusiones, en el que se reunieron más de medio millar de aventureros de la "Nave Tierra 2013". Uno de estos correos fue el de Juan Pablo Lazo, del que entresaco unos fragmentos por la viveza de su intento, por la alegría de su manifestación, por reflejar el espíritu de este encuentro:

    "Llegué al encuentro del llamado del Cóndor a tiempo, el día de la
    inauguración. Lo primero fue la alegría de los reencuentros, allí estaban
    Ricardo, Thomas, Bere, Gala, Leonel, Daniel, Lyea, Irineu, óscar, Claudio,
    Felipe, Cristian, Chaquira, Constanza, Chacha, Naline y tantos otros
    articuladores de este mega proyecto que no nombro porque tengo que pagar
    estos minutos y no me alcanzan los soles para tanta dedicatoria... pero todos
    saben que cada uno de uds. cuenta con mi agradecimiento y mi cariño.
    El encuentro tenía un gran número de curadores y de sabios de toda nuestra
    América. Aprendimos de ecoaldeas y contactamos Ahimsa con la red de
    comunidades que trabaja en la frecuencia de una Nueva Era, con los códigos
    naturales. Amor incondicional y conciencia colectiva son algunos de los
    slogans. No es tiempo de pensar más, es tiempo de actuar y caminar hacia la
    materialización de los viajes más ambiciosos.
    El llamado del cóndor juntó hombres y mujeres del continente y de otros
    lugares para reafirmar un compromiso para trabajar por la restauración de la
    Tierra. Se aunaron fuerzas y se definieron y recordaron otros encuentros:
    23 de Noviembre Patagonia. Argentina. Bolsón. El 10 de octubre empiezan los
    trabajos para habilitar el local.
    6-9 Noviembre. Foro Social Brasilero. Belo Horizonte.
    Fines de Enero FSM India. Moombay. Ahí queremos estar.
    Marzo 2004. Rainbow Costa Rica. Luego, en fecha que no conozco, un encuentro
    de la familia arcoiris en Québec.
    8 junio. Venus se acerca a besar a la Tierra y los hombres se organizan en
    Estocolmo, en India y en Sudamérica para manifestar su amor por la vida y
    para contagiar ese amor a todos los seres de este Planeta. Así reciclaremos
    las bombas y las transformaremos en homenajes a la Paz.
    Julio Enca en Minas Gerais.
    Llamado del colibrí en el equinoccio de septiembre en lugar por definir.
    Alto Paraíso tiene grandes chances, en la Chapada dos Guimaraes. Allá
    partimos (probablemente) para hacer los contactos del caso para materializar
    esta mega iniciativa.
    También los muchachos de las comunidades alternativas de Perú están pensando
    en un encuentro acá, en tierras incaicas. De eso están sólo los primeros
    contactos.
    Eso es lo concreto de un movimiento que se articula también a través de las
    caravanas. Se multiplican. Entre ellas Ahimsa brilla por su fuerza y su
    rápida expansión y el gran trabajo realizado.
    El último día del encuentro se hizo un gran círculo alrededor del fuego. Un
    momento para agradecer el haber vivido juntos estos días alegres y por haber
    comprendido mejor qué es lo que tenemos que hacer. Setecientas personas
    cantando himnos de Paz, setecientos guerreros afirmando su fe en un Nuevo
    Mundo bajo el aliento de canciones de amor. Irineu, un loco lindo, un pirata
    de blanco comienza a correr con la bandera de la Paz y óscar agarra la
    bandera que tengo en mis manos y lo persigue... es la bandera de Ahimsa, y
    se oye el grito de un barco transformador inundar el valle sagrado de los
    Incas. El río Urubamba fluye para enseñarnos cómo hacer. Somos los nuevos
    aprendices, en el ombligo del mundo, aprendiendo de nuevo, renaciendo. Éstas
    son las formas de un barco encantado, las mismas que me empujan a tomar el
    relevo y a seguir corriendo con la bandera mientras nos confesamos que somos
    una sola familia, en un solo planeta y que no reconocemos las fronteras. Son
    muchas las banderas pero ninguna reconoce nuestras divisiones, son banderas
    de unidad y de tolerancia... Banderas de la Paciencia. El Plan no es para
    mañana, el plan se está ejecutando. Mi maestro, amigo y hermano óscar recoge
    las cenizas de este fuego que maravilló a los Apus y las guarda. Serán las
    cenizas que prenderán el fuego en India".

    Son palabras de ilusión de gente que a través de encuentros físicos o virtuales, en cualquier rincón del mundo, se van incorporando a la gran familia de luz, siempre en constante crecimiento. Con Juan Pablo he compartido correos de apoyo y de ilusión. Su proyecto es sublimar el proyecto de las caravanas de la paz, caravanas arco iris, para convertirlas en un barco que viaje por todo el mundo con la identidad del Nuevo Tiempo: el Arca del Nuevo Tiempo. Con óscar, puro hermano de "sangre de luz", como yo le llamo, he compartido viajes milagrosos en tres países, que sonarían a cuento de hadas, a leyendas del pasado, a un mito que sólo puede existir en la imaginación, pero no ha sido así. Juntos hemos compartido el milagro de las selvas y de las cumbres más elevadas, tan prodigioso como real.
    José Argüelles también estuvo en este Consejo de Visiones. He vibrado con el relato que hizo del mismo, porque unas lunas antes los favores del destino habían querido que recorriera con mis pies anhelantes de Madre Tierra estos lugares sagrados: entre otros muchos Ollantaytambo, con su geografía mágica, que custodia los gigantescos rostros de piedra de los incas, la pirámide camuflada de donde surgieron, de las entrañas de la tierra, Manco Capac y los hermanos Ayar, para fundar el imperio inca. También están allí las llamas sagradas, los templos del sol y la recreación pura del Cosmos a través del río sagrado y de sus sagradas estrellas; Cuzco, ombligo telúrico, cósmico, magnetismo que te eleva y te reclina para compartir el vuelo mágico del cóndor, el elegante movimiento energético de la serpiente y el paso cauteloso del puma; y Machu Picchu, grande, inimaginable, que hace que te hinques de rodillas, te sobrecojas y aunque no lo quieras se te salten las lágrimas al descubrir por qué algunos lugares son llamados "ciudades de los dioses". No me conformé con engrandecer mi espíritu con esta ciudadela que acaricia el corazón del cielo, bella entre las más bellas del mundo, pues me jugué la vida una vez más subiendo hasta la cima de su montaña gemela, su pareja divina, Wayna Picchu, a través de encrespados y estrechos senderos de barro que se asoman verticalmente al vacío, envuelto por las nubes y con la lluvia cayendo para bendecir el intento sagrado y hacerlo más peligroso si cabe a un mismo tiempo.
    Es interesante leer el relato que José Argüelles hace de este lugar, tan querido por mí:

    "El turismo internacional queda atónito, no todos los fotógrafos pueden estar preparados para contemplar la grandeza del Machu Picchu. Como miembros del equipo de investigación y desarrollo de la Fundación anotamos que estábamos allá en Espejo Planetario Blanco, exactamente 260 días antes del 52 aniversario y a la vez retorno solar galáctico de la apertura de la tumba de Pacal Votan en Palenque. Esta correlación aporta un profundo enlace sincrónico entre estas dos fabulosas sedes del Nuevo Mundo. A pesar de tanto turista presente en un domingo Gregoriano, la vastedad de la montaña del Machu Picchu mantiene su impenetrable y elevado misterio.
    ¿Cuáles eran las visiones cósmicas que se cultivaban y cosechaban aquí? ¿Cuál es el Hito de la Historia que se esconde en el Machu Picchu? Las teorías abundan en la actualidad. Era una especie de Universidad Celestial, un retiro descansado para la mente cósmicamente trenzada de los emperadores Inca, un observatorio y a la vez un lugar místico oculto. Sea la teoría que sea la que les guste, habíamos llegado allá desde la Llamada del Cóndor, era interesante observar dos banderas del arco iris, una de ellas ubicada inescrutable en los dos picos montañosos cercanos al Machu Picchu. Meditando en las sombras de estas grandes piedras misteriosas uno puede sentir la percepción del universo tan diferente de la que se maneja hoy día en occidente, no es de extrañar que el Machu Picchu se haya convertido en un fenómeno global. Construido durante el último siglo del Imperio Inca, esta ciudadela tan colosal señala una visión cósmica de la historia que es el necesario contrapunto de la secularización del mundo moderno de hoy. La visión sagrada brilla en todo el Machu Picchu, donde el diseño humano y el entorno están en armonía indisoluble, lejos del chillido del mundo moderno".

    Después de este intenso viaje por los centros sagrados del antiguo imperio inca, José Argüelles regresó al centro de la Fundación, en Estados Unidos. Después de escribir el documento titulado "Fundación para la Ley del Tiempo, Pacificando la Transición Biosfera Noosfera" emprendió viaje a Rusia.
    En aquella estancia universitaria de Roma escuché con expectación el relato que el doctor Argüelles hacía de su viaje, siempre iniciático, que le habría de llevar hasta Rusia. Estaba atento a todo lo que decía, sin dejar de tomar notas, y a la vez me mostraba vivaracho como una ardilla, recorriéndome todo el hemiciclo para sacar fotos desde todos los ángulos, de tantos momentos en que este singular personaje daba información sobre una de las más revolucionarias visiones de la mente humana, de nuestro mundo y del Universo del que formamos parte como seres evolutivos. ¿Hacia dónde nos lleva esta evolución? Pues sencillamente hacia donde nuestra mente y nuestro corazón lo decidan colectivamente, en el ejercicio cósmico del libre albedrío. Sin duda que nuestro futuro será el que decida tener la especie humana.
    Este relato pasó de las cálidas tierras peruanas a las de la fría Rusia, que quiero aportar ayudándome del interesante informe que el propio Argüelles elaboró a su regreso a Estados Unidos.
    En esta segunda etapa importante de su viaje se encontró con Timofey Reshetov, miembro de la Fundación en Rusia, que a su vez forma parte de la Red de Arte Planetario Svet ("Luz"), instalándose en el apartamento de Galina, físico y miembro también de la RAP. Era un día Enlazador de Mundos Entonado Blanco, la jornada siguiente a su llegada a este país, donde fue recibido como invitado de honor en el salón del Palacio de las Naciones de la Ciudad de Moscú, en el que daría una conferencia de prensa organizada por Lyubov Gordina. Acudieron importantes personalidades, entre ellas el cosmonauta Marina Popovich. Como hecho curioso hay que destacar que se entregaron certificados honorarios a los "miembros de la Asamblea Ecológica Espiritual de la NOOSFERA planetaria".
    El presidente de la Fundación para la Ley del Tiempo recibió este galardón y manifestó su satisfacción por el hecho de que "Rusia sea el líder en la NOOSFERA, especialmente teniendo en cuenta que en muy pocos países del mundo se puede hablar de NOOSFERA y ser comprendidos".
    También estuvo presente un lingüista de prestigio que habla 97 idiomas, incluyendo la lengua maya, y que es a su vez músico y pintor (sin duda un genio del Renacimiento). Tuvo, además, la feliz ocurrencia de componer una música para este encuentro.
    José Argüelles participó en entrevistas con medios de comunicación de este país que tradicionalmente, a pesar de los conflictos sociales e históricos en los que se ha visto inmerso, siempre ha tenido una especial sensibilidad en la investigación de la mente, de las capacidades paranormales y de otras dimensiones que van más allá de las exploraciones físicas del espacio exterior. Sin duda los rusos han ido muy por delante en relación a otros países en la investigación de las posibilidades de la especie humana a la hora de experimentar un cambio. De hecho, muchos de los más conocidos sensitivos de la historia, poseedores de capacidades inusuales y de parapsicólogos de prestigio, han nacido en estas tierras. El fenómeno de los seres biomagnéticos, el interés por las facultades paranormales de la mente humana y su predisposición especial hacia los contenidos de la Ley del Tiempo, no son más que algunos indicios de la aventura colectiva en pro de un nuevo futuro de la sociedad rusa, sin duda el paraíso de las paradojas.
    A Argüelles le fue ofrecido un apartamento en el centro de Moscú, propiedad de un joven físico, Sergei, un detalle más que pone de manifiesto el carácter aperturista que siempre ha tenido la ciencia oficial rusa frente a la de otros países, absolutamente distante, cuando no agresiva, con cualquier disciplina vinculada de una u otra forma al misticismo o a la espiritualidad, por más que sus bases se correspondan con los más claros principios de la ciencia como parte de una Fuente Original del Cosmos.
    Una conferencia en el Club de Escritores Rusos, abordando el cambio de calendario, la elevación hacia la mente NOOSFERICA y la profecía del 2012, precedió a nueva presentación en la Universidad Libre Patricio Lumumba, ante jóvenes alumnos que todavía no han acabado sus estudios.
    La secuencia de actos continuó con la clausura de la exposición sobre Altai en el Museo de las Culturas de la Universidad Libre. Su creador, Boris Vershynin, fue el anfitrión de Argüelles, que recibió un premio de manos del rector de la Universidad. "Rabat", la revista de la oligarquía Rusa, "Poder", continuó con la serie de entrevistas que Valum Votan concedería en estos días.
    Su deseo de desmitificar los contenidos de la Ley del Tiempo y hacerlos accesibles, de mostrarlos con la naturalidad de los procesos cíclicos regidos por las fuerzas inmanentes del Cosmos, desde una visión serena y racionalista, propia del espíritu científico y observador del pueblo maya, le ha llevado a darlo a conocer en los ambientes más académicos, de ámbito científico y selectos del planeta. Aunque de igual forma ha tenido cabida en todas sus giras cualquier otro lugar donde una audiencia interesada pueda ser sensible a reconocer en qué medida la Ley del Tiempo es consustancial a nuestra naturaleza física y energética.
    Con estos criterios tendría lugar una enésima presentación en la Universidad de Moscú, con una audiencia eminentemente científica. Como él mismo ha confesado: "fue la audiencia más ruda de las que disfruté".
    Es interesante conocer a través de sus palabras el interés despertado en Rusia sobre esta antítesis entre el calendario gregoriano y el sincronario de Trece Lunas:

    "Al día siguiente, Estrella Resonante Amarilla, 8 de Octubre, el equipo fue invitado a visitar el Museo Zilensky. Está ubicado en un edificio antiguo en el centro de Moscú. Desde antes de entrar al Museo un hombre nos filmó en vídeo cuanto estábamos haciendo. El Presidente hizo un repaso en torno a su trabajo sobre el estudio del tiempo, especialmente en lo que se refiere a su libro "La Tierra en Ascenso". El veterano Zilensky fue el dirigente de la era comunista de la facción científica cósmica que incluyó a Vernadsky. El hijo de Zilensky, André, uno de los anfitriones del evento, también es autor de un interesante estudio desde la perspectiva cósmica sobre el calendario Juliano, que era base de la reforma Gregoriana del calendario".

    Muchos acontecimientos tuvieron lugar después, como la visita a San Petersburgo, donde fue recibido por miembros de la Red de Arte Planetario de Lituania, RAP Latvia y RAP San Petersburgo.
    El día siguiente, Luna Galáctica Roja, 9 de octubre, era el aniversario del nacimiento de Nicholas Röerich, y sería un día importante para José Argüelles, pero también, aunque por otros motivos, lo era curiosamente para mí, por ser el día de mi cumplekín, la esencia de las frecuencias mayas del día en que nací. Estos días que pasó en Rusia formaban parte de la onda encantada del Viento, la mía. Cada onda está formada por trece días. En el Tzolkin, combinación de los veinte sellos solares y de los trece tonos galácticos, hay 260 combinaciones de kines, de esencias o frecuencias correspondientes a cada ser humano. Y de la misma forma, hay veinte ondas encantadas de trece días cada una. En la del Viento (glifo Ik) se incluye el día Luna Galáctica Roja, Kin 229 (glifo Muluc), la frecuencia del día en que nací, y que en esta ocasión era a su vez tan significativa en la visita de Valum Votan. Todo un mundo de sincronicidades...
    Este aniversario de Nicholas Roërich, de una importancia fundamental para el Movimiento Trece Lunas, como explicaba anteriormente, era suficiente motivo para estar además en una de las ciudades más hermosas del mundo. José Argüelles fue uno de los presentadores oficiales de la Tercera Conferencia Anual sobre Röerich, que tuvo lugar en la Universidad de San Petersburgo, coincidiendo a su vez con el aniversario de la fundación de esta ciudad, que cumplía trescientos años de existencia.
    Después de esto habría de producirse uno de los hechos más singulares del viaje. En el atestado local de la librería Pushkin, al que asistieron cerca de doscientas personas, especialmente mujeres, Argüelles habló del papel dominador del hombre a lo largo de la historia, y del cambio de ciclo en el 2102, en el cual habría de producirse una importante transformación para equilibrar nuevamente la balanza en la que las energías masculinas y femeninas son imprescindibles para reestablecer la verdadera dimensión humana de nuestra especie, manipulada sistemáticamente por instituciones ampliamente jerarquizadas y dirigidas fundamentalmente por hombres.
    En el proceso de este intento está el propósito de José Argüelles de que su legado sea perpetuado precisamente por una mujer, que viajó con él, así como a Roma, y que recibe el nombre simbólico de Reina Roja. Como él mismo ha explicado:

    "Durante el año y medio de pausa en los viajes internacionales, el Presidente y la aprendiza han comenzado un programa de estudio y de tutoría llamado "Historia Cósmica", el preludio de una publicación de siete volúmenes que será conocida como Crónicas Cósmicas de la Historia. Trabajando en esta serie de trabajos, la reformulación de la mente humana y el conocimiento, constituyen la actividad básica del programa de Investigación y Desarrollo de la Fundación, y del aprendizaje que llevará hasta el 2.012, cuando la transmisión del conocimiento estará completa".

    Fue en este acto, en el que habló a tantas mujeres sobre un sometimiento ancestral de la energía femenina, cuando apareció un personaje singular, un clérigo miembro de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que escuchó atentamente lo que Argüelles dijo sobre "la profecía del 2012, el 11 de septiembre del año 2.001 en Nueva York y el Libro del Apocalipsis de San Juan, y los pasos a seguir para que el individuo recupere su poder en el nuevo tiempo".
    Cuando terminó su exposición, el clérigo pidió permiso para hablar, subió al estrado y se identificó como el Arzobispo Copto de la Iglesia Ortodoxa de San Petersburgo. Lo que sucedió después sobrecogió a todos los presentes, sorprendiendo incluso a los miembros de la Fundación. Con voz clara y firme explicó a los presentes que lo que había dicho Argüelles sobre el sometimiento de la mujer era cierto, que también era verdadera la profecía del 2012 y que Valum Votan era un profeta. Añadió además que el hecho de que se hiciera pública esa información en esta fecha, el aniversario del nacimiento de Röerich y en el día dedicado al profeta San Juan, "era un milagro".
    Y volvió a repetir que era un milagro antes de entregarle tres rosas rojas, que bendijo y besó en ambos extremos, para arrodillarse reverencialmente ante Argüelles en señal de profundo respeto y reconocimiento.
    Así fui conociendo su periplo desde las tierras andinas del antiguo imperio inca, en Perú, hasta las frías llanuras de la Rusia actual, siempre hierática, en el paradójico cruce de su historia.
    Miré a Quetza-Sha, respiramos la esencia de un instante. Uno más en la historia de la humanidad, pero sin duda el más importante entre todas las probabilidades de futuro para ese ahora irrepetible, pues por algo había sido ése y no otro el que nos tocaba vivir.
    Apenas si José Argüelles había empezado a trazar las líneas de lo que sería este seminario de tres días, que bajo el título de "Cerrando el ciclo-preparándonos para el Nuevo Tiempo", había comenzado con el tema introductorio de "Cambio de calendario y transición Biosfera-Noosfera".
    Tendremos que sumergirnos en otro momento en un planteamiento místico-científico de proporciones inmensas, el surgimiento de la Noosfera, el nuevo ámbito de realidad al que tiende la especie humana, la conciencia telepática colectiva y la elevación a frecuencias tan elevadas, y percepciones tan inusuales, que las nuevas perspectivas podrían recordarnos el guión de una película como Matrix.
    Y lo más sorprendente es que es así: que la realidad cotidiana es más espectacular todavía, aunque muchos se nieguen a creerlo todavía. En verdad se trata de la rebelión del hombre ante el imperio de las máquinas, la Tecnosfera, y de otros "dominios" infinitamente más sutiles y poderosos, para abrir los ojos, despertar, y recuperar el control de las facultades propias, de nuestras ilimitadas posibilidades de expansión física, mental y espiritual.
    Todo esto ocurría veinte días antes del estreno en todo el mundo de "Matrix Revolutions", con estreno simultáneo, a la misma hora en más de cien países y proyección de diez mil copias como parte de una campaña publicitaria de enormes proporciones; trece días antes de una de las tormentas solares más grandes de la historia, entre todas las que se han observado hasta el momento; veintitrés días antes de la Concordancia Armónica, la mayor confluencia en la historia que alguien pueda imaginar, de sucesos astronómicos, astrológicos y proféticos, que desde todos los rincones del mundo anunciaban la celebración espiritual más amplia desde la Convergencia Armónica, y la más importante como preparación para alcanzar el fin de ciclo del 2012.
    Todo lo que estaba ocurriendo y ocurriría en días posteriores no podía obedecer a un simple cúmulo de casualidades. Sólo las sincronicidades registradas en relación con la Concordancia Armónica darían para elaborar un informe mucho más amplio que el contenido de este capítulo.
    Pero aún faltaba para que llegaran estos acontecimientos. Tomé aire y escuché atentamente las palabras del doctor Argüelles. Comenzaba a adentrarse en la dinámica cósmica de los orígenes del calendario gregoriano y el trazo seguro que el Cosmos seguiría hasta adentrarnos en la Noosfera, el último peldaño evolutivo de la especie humana.
    Bibliografia:
    http://www.galacticmaya.com/senales.htm















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