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La eneida

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Breve resumen de los 4 capitulos de la eneida, con frases justificativas

Agregado: 08 de JULIO de 2008 (Por veronica) | Palabras: 6748 | Votar |
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Categoría: Apuntes y Monografías > Derecho >
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    Autor: veronica (verodondeestas@hotmail.com)

    Libro nº I

    Este libro comienza con palabras propias del autor, en las cuales hace refe-rencia al tipo de poesía que solía escribir anteriormente, que era un tipo de poesía pastoril, poniéndola en contraposición con el tema a tratar en esta obra que es la epopeya de Eneas, hace referencia a los padecimientos que este afronto hasta llegar a edificar la ciudad de Roma. También hace una descripción de la ciudad de Cartago, diciendo que era una ciudad guerrera y que la mismísima Juno habitaba allí, esta ciudad se encontraba frente a Italia.

    *Yo aquel que en otro tiempo modulé cantares al son de la leve avena, y dejando luego las selvas, obligué a los vecinos campos a que obedeciesen al labrador, aunque avariento, obra grata a los agricultores, ahora canto las terribles armas de Marte y el varón que, huyendo de las riberas de Troya por el rigor de los hados, pisó el primero la Italia y las costas Lavinias. Largo tiempo anduvo errante por tierra y por mar, arrastrado a impulso de los dioses, por el furor de la rencorosa Juno. Mucho padeció en la guerra antes de que lograse edificar la gran ciudad y llevar a sus dioses al Lacio, de donde vienen el linaje latino y los senadores Albanos, y las murallas de la soberbia Roma.

    El autor hace una breve descripción del pueblo troyano y de su ubicación; cuenta también sobre los griegos que invaden Troya, provocando que los troyanos dejen su lugar de origen, lanzándose a navegar.
    Es así como naves troyanas atravesando el Mar de Sicilia son llevadas a las costas africanas a raíz de una violenta tormenta que les envía la diosa Juno. Venus intercede ante los dioses y habla con Júpiter quien le da garantías acerca del futuro de Eneas y le dice que se cumplirán todos los planes que estaban establecidos para el futuro de Eneas, le dice a Venus que se queda-ra tranquila. Eneas no sabia al momento de pisar tierra donde se encontraba y es en ese preciso momento donde se aparece su madre, vestida de cazado-ra y le informa que se encuentra en la tierra de la fenicia Dido, ahora reina de Cartago. Entra Eneas a esa ciudad junto con Acates rodeados por una nube que les oculta y que pueden así contemplarla sin que los demás los vieran. Asisten también al relato de Ilioneo que se ha presentado frente a la reina con varios de sus compañeros troyanos y Eneas envía a Acates en busca de Ascanio y de regalos para Dido, después de salir de la nube y mostrarse ante la vista de todos. Dido le da hospedaje a los troyanos y ase-gura darles el mismo trato que a los ciudadanos de su tierra. Venus no esta-ba demasiado segura y temía que Dido fuera influenciada por Juno o algu-no de los otros dioses y se pusiera en contra de Eneas, para asegurarse de que esto no pasara, toma la decisión de decirle a Cupido que suplante al hijo de Eneas y tomara su aspecto y así en el momento que la reina lo sen-tara sobre regazo, por la ternura el niño provocaba, la reina inflame de amor hacia Eneas y no se volviera su enemiga.
    La reina ofrece un banquete a sus huéspedes y pide a Eneas que cuente sus aventuras.

    A continuación pequeños fragmentos que denotan lo anteriormente men-cionado:

    * Largo tiempo anduvo errante por tierra y por mar, arrastrado a impulso de los dioses, por el furor de la rencorosa Juno. Mucho padeció en la guerra antes de que lograse edificar la gran ciudad y llevar a sus dioses al Lacio...

    * Temerosa de esto, y recordando la hija de Saturno aquella antigua guerra que ella la primera suscitó a Troya por sus amados Griegos, tenía también presentes en su ánimo las causas de su enojo y sus crudos resentimientos.

    *..... Venus, en extremo triste y, arrasados los ojos de lágrimas, le habló de esta manera: "¡Oh, tú, que riges los destinos de los hombres.... Me habías prometido que de ellos, andando los años, saldrían los romanos, guías del mundo, descendencia de la sangre de Teucro, los cuales dominarían el mar y la tierra con soberano imperio... Depón el miedo, ¡oh Citerea! ; inmotos perseveran para ti los hados de los tuyos. Tu Eneas sostendrá en Italia grandes guerras, y domará pueblos feroces, y les dará leyes y murallas; tres veranos pasarán y tres inviernos antes de que reine en el Lacio y logre so-juzgar a los Rútulos. Y el niño Ascanio, que ahora lleva el sobrenombre de Iulo (Iulo se llamaba mientras existió el reino de Ilión); llenará con su im-perio treinta años largos, un mes tras otro, y trasladará la capital de su reino de Lavino a Alba-Longa, que guarnecerá con gran fuerza. Allí reinará por espacio de trescientos años el linaje de Héctor, hasta que la reina sacerdoti-sa Ilia, fecundada por el dios Marte, pariere de un parto dos hijos. Luego Rómulo, engalanado con la roja piel de la loba, su nodriza, dominará a aquella gente y levantará las murallas de la ciudad de Marte, y dará su nombre a los Romanos.

    * En medio de la selva le sale al encuentro su madre, disfrazada con rostro, traje y armas de virgen espartana...Quienquiera que seas, sénos propicia, alivia nuestro grave afán y dinos bajo qué cielo por fin, a qué playas del mundo nos ha arrojado la suerte...Venus: éstos son los lindes africanos, poblados por una raza muy belicosa. Rige este imperio la reina Dido.

    *Eneas anda errante por todos los mares, víctima de los odios de la inicua Juno, y muchas veces te condoliste de mi aflicción. Ahora le tiene en su poder la fenicia Dido y le cautiva con blandas palabras; temo que ha de pa-rar en mal ese hospedaje, obra de Juno; no creo que se descuide en tan crí-tico trance. Medito, pues, ganarla por la mano en sus ardides, y abrasar de amor el corazón de la Reina, de modo que no se trueque a impulso de otra divinidad; antes me esté sujeta por su irresistible pasión a Eneas. Para que hagas esto, oye mi pensamiento: el regio niño, que es el que me da mayor cuidado.... Ya Cupido, obediente al mandato de su madre, caminaba con-tento, conducido por Acates... movida igualmente por el influjo del niño y de los presentes que ha recibido El, después de haberse colgado al cuello de Eneas y de haber inundado de ternura el corazón de su supuesto padre, se dirigió a la Reina, la cual clava en él sus ojos y toda su alma, y de cuando en cuando le aprieta a su regazo: ¡No sabe la desgraciada Dido cuán pode-roso es el dios que se sienta en sus rodillas! Recordando el precepto de su madre Venus.
    *Dido pasaba la noche entretenida en varias pláticas, y en ellas bebía rau-dales de amor, preguntando a Eneas. Cuéntanos, ¡Oh huésped! tomándolas desde su primer origen, las insidias de los Griegos, las varias fortunas de los tuyos y tus propias aventuras, en que llevas ya siete años de andar errante por todas las tierras y todos los mares."

    Libro nº II

    En este libro Eneas comienza a recordar, de la misma manera que se lo re-lata a Dido, en el banquete que ella le ofrece, la caída de Troya, luego que los griegos introducierón el caballo( este caballo estaba lleno de guerreros griegos en su interior) en la ciudad, el mismo fue introducido a través de engaños ( el relato lleva aproximadamente dos capitulos)Era tal la descon-fianza que provoca entre los troyanos el caballo que había diferentes opi-niones acerca de que hacer con el, había quienes lo querían arrojar al mar, quienes querían quemarlo y quienes deciden dejarlo en el centro de la ciu-dad.. Esa noche una vez que los griegos habían logrado introducir el caba-llo en la ciudad se aparece a Eneas el fantasma de Hector que le anuncia el desastre que estaba por suceder, le pide que escape y que busque nuevas murallas para los dioses de la ciudad. Se describe el saqueo de la ciudad y al muerte de algunos de los personajes más importantes, especialmente la del Rey Priamo. Eneas decide abandonar Troya por lo que ha de vencer la resistencia de Anquises, quien no quería huir diciendo que el ya estaba vie-jo y resultaría un peso para Eneas. Salen al fin Eneas, Anquises, Ascanio y Creusa todos ellos iban asía las montañas salvo Creusa que en un momento se pierde definitivamente. Creusa en un momento se aparece en forma de fantasma y le hace una pregunta a Eneas, le preguntaba ¿Por qué se entre-gaba a ese dolor?, según Eneas era voluntad de los dioses que Creusa se quedara en Troya, ya que Eneas iba a pasar por largos destierros y en reinos prósperos este iba a encontrar una regia consorte, los dioses le dicen que no llore mas a Creusa; en cierta forma los dioses también le van anticipando el largo camino que le espera

    Párrafos que reflejan lo anteriormente mencionado.

    * Callaron todos, puestos a escuchar con profunda atención, y enseguida el gran caudillo Eneas habló así desde su alto lecho: "Mándasme ¡oh Reina! que renueve inefables dolores, refiriéndote cómo los Dánaos asolaron las grandezas troyanas y aquel miserando reino; espantosa catástrofe, que yo presencié y en que fui gran parte....

    * Quebrantados por la guerra y contrariados por el destino en tantos años ya pasados, los caudillos de los Griegos construyen, por arte divino de Pa-las, un caballo tamaño como un monte, cuyos costados forman con tablas de abeto bien ajustadas, y haciendo correr la voz de que aquello es un, voto para obtener feliz regreso, consiguen que así se crea. Allí, en aquellos tene-brosos senos, ocultan con gran sigilo la flor de los guerreros, designados al efecto por la suerte, y en un momento llenan de gente armada las hondas cavidades y el vientre todo de la gran máquina.

    * oh deseado Héctor! que al fin te vemos, rendidos después de tanta mor-tandad de los tuyos, después de tantos varios trabajos para la ciudad y sus defensores? Mas ¿cuál indigna causa ha desfigurado tu sereno rostro? ¿Por qué veo en tu cuerpo esas heridas? Nada me responde, ni aun parece aten-der a mis vanas preguntas; mas exhalando gravemente de lo hondo del pe-cho un gemido, "Huye, ay, ¿oh hijo de una diosa! dice; huye y líbrate de esas llamas. El enemigo ocupa la ciudad. Troya se derrumba desde su alta cumbre... Troya te confía sus númenes y penates, toma contigo esos com-pañeros de sus futuros hados, y busca para ellos nuevas murallas, que fun-darás, grandes por fin, después de andar errante mucho tiempo por los ma-res.

    * Entonces conocí la traición de que éramos víctimas, y vi patente la perfi-dia de los Dánaos. Ya se había derrumbado a impulso de las llamas el gran palacio de Deifobo; ya estaba ardiendo también el inmediato de Ucalegon-te; los dilatados mares de Sigeo se iluminan con los resplandores del incen-dio. Oyense los clamores de los guerreros y el sonido de las trompetas... El colosal caballo, colocado en medio de nuestras murallas, arroja torrentes de guerreros, y Sinón, vencedor e insultante, lleva doquiera el incendio.

    Griegos invasores acuchillan a los primeros que se les ponen....delante y ocupan con su gente todo el palacio.... Yo, ví a Neptolemo, ebrio de san-gre, y a los dos Atridas en el umbral del palacio; ví a Hécuba y a sus cien nueras y a Príamo en los altares ensangrentando con sacrificios las hogue-ras que él propio había consagrado... ciñe la inútil espada y se arroja a mo-rir en medio de la muchedumbre enemiga. Entonces Príamo, aunque presa casi ya de la muerte, no pudo contenerse y prorrumpió en iracundas vo-ces.... Tal fue el fin dePríamo; de esta manera arrebató el destino, después de haber visto a Troya incendiada.

    *... me acordé de mi esposa Creusa, a quien había dejado abandonada; de que tal vez estarían saqueando mi palacio, y de los peligros que corría mi pequeño Iulo. Cómo te olvidas de mí y de los tuyos? ...¿Por qué no atien-des más bien a buscar donde lo has dejado a tu padre Anquises, abrumado por la ancianidad, y a ver si aún viven Creusa y el niño Ascanio?... Bajo entonces a la ciudad, y guiado por un numen, me abro paso por entre las llamas y los enemigos; delante de mí se apartan los dardos y retroceden las llamas. Llegado que hube a los umbrales de la morada paterna, antiguo solar de mis mayores, mi padre, que era el primero a quien yo me proponía llevarme a los altos montes vecinos, y el primero a quien buscaba, se resiste a prolongar su vida después de la destrucción de Troya y a sufrir el destie-rro. "Huíd vosotros, exclama, que aun tenéis todo el vigor de la sangre ju-venil, y cuyas fuerzas se conservan enteras; huíd vosotros... Por lo que a mí toca, si los dioses quisieran que prolongase mi vida, me hubieran conserva-do estas moradas; basta y sobra par mí haber presenciado tantos estragos y sobrevivido a la toma de mi ciudad nativa. Dejadme aquí morir y decidme el último adiós; yo mismo sabré darme la muerte con mi propia mano... Abstraído en estos recuerdo, mientras nosotros, todos bañados en lágrimas, mi esposa Creusa, Ascanio y la servidumbre entera, le suplicamos queno nos haga perderlo todo por su causa, ni quiera agravar el peso de nuestro acerbo destino; pero él se niega, y persevera aferrado en su propósito de no moverse de aquellos sitios. Con estas voces llenaba todo el palacio la lloro-sa Creusa, cuando de súbito se ofrece a nuestra vista una maravillosa vi-sión, y fue que sobre la cabeza de Iulo, entre los brazos y ala vista de sus afligidos padres, alzóse una leve llama, que, sin lastimarle con su contacto, blandamente acariciaba sus cabellos y parecía como que tomaba cuerpo alrededor de sus sienes. Despavoridos, nos echamos al punto sobre su en-cendida cabellera, y rociándola con agua, quisimos apagar aquel fuego mi-lagroso; pero Anquises, lleno de júbilo, alzó los ojos al cielo, y exclamó: "Omnipotente Júpiter, si hay preces que puedan moverte a compasión, vuelve hacia nosotros tus ojos; nada más te pedimos; y si somos dignos de piedad, danos en adelante tu auxilio y confirma estos felices agüeros.... Vencido mi padre por aquellas señales, se levanta, invoca a los dioses y adora la santa estrella. "Pronto, pronto" exclama; "no haya detención; ya os sigo y voy adonde queráis llevarme. ¡OH patrios dioses, conservad mi lina-je, conservad a mi nieto! Vuestro es este agüero; por vuestro numen subsis-te Troya. Cedo, pues, hijo mío, y no me opongo ya a acompañarte."

    * Mi tierno Iulo vendrá conmigo y mi esposa seguirá de lejos nuestros pa-sos... En esto, no sé cuál numen adverso ofuscó mi confusa razón, deján-dome sin sentido; porque mientras corro de aquí para allí sin dirección fija por sitios extraviados, ya fuese que me la arrebatasen los hados, ya por haber perdido el camino, ya rendida del cansancio, mi Creusa, ¡ay! Mi infe-liz esposa se nos quedó atrás, y desde entonces no la he vuelto a ver; ni si-quiera advertí su pérdida ni reflexioné en ella hasta que llegamos al cerro y al sagrado templo de Ceres.

    * Dispuesto estaba por la voluntad de los dioses lo que hoy nos sucede; ellos no quieren que te lleves de Troya a Preusa por compañera; no lo con-siente el Soberano del supremo Olimpo. Largos destierros te están destina-dos y largas navegaciones por el vasto mar; llegarás en fin, a la región Hes-peria, donde el lidio Tiber fluye con mansa corriente entre fértiles campi-ñas, pobladas de fuertes varones. Allí te están prevenidos prósperos suce-sos, un reino y una regia consorte; no llores más a tu amada Creusa.

    Libro nº3
    En este capitulo se continua la narración de Eneas acerca de lo que ocurre una vez que dejaron la ciudad de Troya y se reúne en el monte de la ciudad de Antandro, con sus compañeros; que han logrado escapar de la catástrofe, prepara una flota y navega hacia las costas de Tracia; lugar de donde huyen porque al llegar se encuentran con el fantasma de Polidoro (era un alma errante, a quien Eneas le da sagrada sepultara y le rinde el culto) quien les dice que ese es un suelo despiadado. Comienza así un viaje que le lleva su-cesivamente a las Isla de Délos para consultar a los dioses, estos les dicen que hay una isla en la cual podrán construir sus murallas, que los que habi-tan allí tienen su mismo linaje. Para Eneas no fue muy claro la información que el dios Febo le proporciono, entonces, Anquices haciendo memoria, dice que el Dios Febo se refería a la Isla de Creta, también afirmaba que sus antepasados Teucros habían llegado primero a ese lugar. Cuando se es-tablecen y logran organizarse como pueblo en la ciudad de Creta, aproxi-madamente al año de llegar al lugar, deben abandonarlo; pues esta isla era azotada por una peste del aire que resultaba mortífera tanto para el hombre para como para las plantas. Al ver la situación grave que afrontaba el lu-gar, Anquices padre de Eneas) alienta a Eneas a que fuera a consultar el oráculo por segunda vez y que le pregunte ¿en que momento terminarían las peregrinaciones de ellos? Y ¿a que lugar tenían que ir realmente? La noche anterior a ir a consultar el oráculo se le aparecen en sueños, los dio-ses que el mismo Eneas había salvado del incendio de Troya( penates) y estos le dicen que le iban a anticipar lo que el oráculo le iba a decir al día siguiente, le dicen que cambie de ciudad, que esas no eran las playas en las que el dios Apolo le había dicho que se asentara. Luego le explican que Apolo se refería a las costas de Italia, que era allí donde tenían que ir. Lue-go del "encuentro" con los dioses, le comenta a su padre y deciden abando-nar el lugar. Navegan errantes por el mar, hasta que aproximadamente al cuarto día ven tierra firme, llegan a las Islas Strofadas (islas del Mar Joni-co, llamadas así por los Griegos., en estas habitaban Celeno y las otras har-pías. Cuando intentan establecerse son atacados, en cierta forma por las harpías, a causa de haber dañado su ganado y su tierra, se defienden y solo queda una de ellas en pie Celeno y le da una especie de predicción en la que habla de hambre, sufrimiento y muerte; también le dijo que el viento le indicaría el rumbo para llegar a Italia; entonces vuelven nuevamente a con-tinuar el viaje esperando que rumbo les marcaría el viento. Llegan a las costas de Epiró donde se encuentran con Andrómana y Heleno y tienen una charla en las que cada uno se cuenta que paso luego de Troya y como llegan a encontrarse en ese lugar y además encuentra una pequeña cons-trucción similar A Troya que fue realizada por Heleno y así pasaron un día. Heleno justamente era rey y adivino, le anuncia un futuro brillante pero también lo pone en conocimiento de los peligros que debe evitar en la na-vegación a Italia( que no se acerque a las costas de Sicilia...) Posteriormen-te a escuchar todas las recomendaciones, predicciones y recibir regalos de Parte de Heleno y Andrómana, Eneas y su tripulación vuelven nuevamente a emprender el viaje Bordean las costas de Sicilia y frente a las costas de Etna se encuentran al Griego Aquemenides, superviviente de la expedición de Ulises quien les cuenta la aventura con el Cíclope Polifemo, superados por el miedo emprenden la fuga del lugar , pero siempre recordando los consejos de Heleno, quien le decía que evitaran las costas de Scila y Carib-dis, llegan al puerto de Drepani ,onde muere Anqices, el padre de Eneas, el heroe no encontraba consulo ya que ni lo dioses lo habian puesto en cono-cimiento del fallecimiento de su padre. Al salir de Deprani, son azotados por la tempestad ( queue les enviaba Juno) y es asi como lllegan sin saber a las costas de Africa y se encuentran a Dido a quien le cuentan todo lo na-rrado en los libros dos y tres; es decir todos los percances que sufrieron los troyanos hasta llegar al encuentro con Dido.



    * Al pie de los montes del frigio Ida, sin saber a dónde nos llevarán los hados... Hay distante de Troya una vasta región favorecida de Marte, po-blada por los Tracios, en la cual reinó en otro tiempo el cruel Licurgo, y que en los días de prosperidad para nosotros fue de muy antiguo nuestra aliada y amiga. A ella enderezo el rumbo, y en sus corvas playas, impulsa-do por aciaga fortuna.

    * Ah! huye de este despiadado suelo, huye de estas avaras playas. Yo soy Polidoro; aquí me encubre, clavado en tierra. Era aquel Polidoro el mismo a quien el desventurado Príamo, cuando llegó a desconfiar del triunfo de las armas troyanas.

    *...fui a referir a los próceres elegidos del pueblo, y a mi padre, el primero entre ellos, el prodigio que me habían manifestado los dioses, y a pedirles su parecer sobre lo que debía hacerse. Todos estuvieron unánimes en que debíamos huir de aquel suelo criminal, abandonar aquellos sitios... pero antes hacemos exequias funerales a Polidoro. Hacinamos gran porción de tierra para sepulcro, levantamos a sus manes altares enlutados con azules ínfulas y negro ciprés, colocándose en derredor las Troyanas, destrenzado el cabello, conforme al rito.Sobre ellos derramamos espumantes cuernos de leche tibia y copas de sangre de las víctimas sacrificadas; encerramos su alma en el sepulcro, y con grandes clamores le damos el último adiós.

    * Salimos, en fin, del puerto; pronto dejamos atrás tierras y ciudades. En medio del mar se alza una frondosa isla, tierra sagrada.... Voy luego a ado-rar a Apolo en su templo... le dije, "¡Oh Timbreo! Morada propia. Concede a estos infelices fatigados murallas y ciudad donde tomar asiento y perpe-tuar su linaje; e crujía la trípode en el abierto santuario. Prosternámonos
    en tierra, y estas palabras llegan a nuestros oídos: "Esforzados hijos de Dárdano, la primera tierra que produjo el linaje de vuestros padres, y con él a vosotros, esa misma os acogerá en su fecundo regazo cuando tornéis a ella; buscad, pues a vuestra antigua madre. Allí dominarán de uno a otro confín la casa de Eneas y los hijos de sus hijos y los que nacieran de ellos." Esto nos respondió Febo... evocando memorias de los antiguos varones, "Escuchad, ¡Oh próceres!" dijo, "y sabed el secreto de vuestras esperanzas. En medio del mar se extiende la isla de Creta, donde está el monte Ida, cu-na del gran Jove y de nuestro linaje. Pueblan sus naturales cien grandes y riquísimas ciudades; de allí, si recuerdo bien lo que tengo oído, nuestro in-signe antepasado Teucro llegó el primero a las bocas Reteas, donde eligió sitio para fundar un reino.... Ea, pues, sigamos el rumbo que nos señalan los mandatos de los dioses; aplaquemos los vientos y encaminémonos a los reinos de Creta;


    * llegamos en fin prósperamente a las playas de los antiguos Curetes. Al punto, llevado de mi impaciencia, hago empezar a construir los muros de la anhelada ciudad, a la que pongo por nombre Pérgamo... yo empezaba a darles leyes y viviendas, cuando de repente sobrevino un año de horrible peste, producida por la corrupción del aire, mortífera para los hombres, los árboles y los sembrados.

    * Entonces mi padre me exhortó a que, cruzando l mar, fuese a consultar segunda vez el oráculo de Febo en su templo de Ortigia... qué término tie-ne señalado a nuestras cansadas peregrinaciones, de dónde nos manda.

    * los dioses y los penates frigios que traje conmigo de Troya, sacándolos de entre las llamas de la ciudad; entonces me pareció que me hablaban así, disipando mis angustias con estas palabras: "Lo que Apolo te diría si fueses a Ortigia a consultarle, te lo va a vaticinar aquí ... son éstas las playas a que el delio Apolo te persuadió que fueras, ni te mandó fijar tu asiento en Creta. Hay una gran región (los Griegos le dan por nombre
    Hesperia), tierra antigua, poderosa en armas y rica en frutos, poblada en otro tiempo por los Enotrios; ahora es fama que sus descendientes la llaman Italia, del nombre de su caudillo. Allí tenemos nuestras moradas propias; de allí proceden Dárdano y nuestro ascendiente Jasio, de quien desciende el linaje troyano.

    * ...por fin, al cuarto día vimos por primera vez alzarse tierra en el horizon-te, las playas de las Strofadas me reciben las primeras, libertado del mar... Griegos denominan Strofadas, unas islas del vasto mar Jónico, donde habi-tan la cruel Celeno y las otras harpías.

    *Celeno quedó posada en una eminente roca, desde donde, fatal agorera, rompió a hablar en estos términos: Hijos de Laomedonte después de haber-nos movido guerra, destruyendo nuestros ganados, ¿todavía intentáis ex-pulsar a las inocentes arpías del reino de sus padres? Oíd, pues, lo que os voy a decir, y guardad bien en la memoria estas palabras: Yo, la mayor de las furias, voy a revelaros las cosas que el Padre omnipotente tiene vatici-nadas a Febo, y Febo me ha vaticinado a mí. A Italia enderezáis el rumbo, y a Italia os llevarán los vientos invocados; lograréis arribar a sus puertos, pero no rodearéis con murallas la ciudad que os conceden los hados, sin que antes horrible hambre, castigo de la matanza que habéis intentado en nosotras os haya obligado a morder y devorar vuestras propias mesas.

    * Hinchan los notos nuestras velas y bogamos por las espumosas olas, si-guiendo el derrotero que nos señalan los vientos y el piloto.

    * Allí llegaron a nuestros oídos increíbles rumores de que Eleno, hijo de Príamo, reinaba en algunas ciudades griegas, por haberse casado con la viuda de Pirro, del linaje de Eaco, y sucediéndole en el trono; y de que Andrómaca había contraído nuevo enlace con un troyano. ... Por dicha, en aquel momento estaba Andrómana en un bosque...cuanto me vio dirigirme a ella, y reconoció, delirante, mis arreos troyanos, aterrada como a la vista de un fantasma,
    * Hijo de una diosa, los más grandes auspicios me declaran patentemente que debes lanzarte al mar; así el rey de los dioses dispone tus hados y pre-para tus futuros azares; tal es el orden que te señala. Pocas te declararé de las muchas cosas que te convendría saber para que te fuesen más seguros y hospitalarios los mares que vas a explorar, y los puertos ausonios en que has de hacer asiento, pues las Parcas vedan a Eleno saberlas todas, y Juno, hija de Saturno, le impide hablar.
    En primer lugar, la Italia, que tú te imaginas cercana, y esos puertos que te dispones a ocupar y que crees vecinos, está muy lejos, y de ellos te separan largos e intransitables caminos... No te horrorice la idea de que habéis de devorar hasta vuestras mesas; los hados te sacarán de ese trance, y Apolo invocado será contigo. Evita, sin embargo, esas tierras, evita esas cercanas costas de Italia, que bañan las olas de nuestro mar; todas sus ciudades están habitadas por los pérfidos Griegos....

    *
    En seguida divisamos a lo lejos sobre las olas trinacrias el Etna... arrecifes, aquellas horrendas peñas que nos vaticinaba Eleno. Arrancadnos de aquí, compañeros, y todos a la par echaos sobre los remos.
    * Compañero del desgraciado Ulises, Itaca es mi patria, mi nombre Aque-ménides... mis compañeros me dejaron olvidado en la vasta caverna del Cíclope, negra mansión, toda llena de podredumbre y de sangrientos man-jares. El monstruo que lahabita es tan alto, que llega con su frente al fir-mamento

    * mas recordando los preceptos contrarios de Eleno, que nos recomendaba evitar el rumbo entre Scila y Caribdis, como muy peligroso... peligrosos por sus ocultos escollos. Luego me reciben el puerto de Drepani y su triste playa; allí, trabajado por tantas tempestades, perdí, ¡Ay! a mi padre Anqui-ses,

    * Tal fue mi última desventura, tal fue el término de mis largas peregrina-ciones, a mi
    salida de allí, fue cuando un dios me trajo a vuestras playas.... recordaba el gran caudillo




    Libro IV
    Este es conocido como el capitulo de los amores de Dido , comienza con una charla de Dido con su hermana Ana, en la que Dido hable del dolo que le había causado la muerte de su esposo Siqueo y luego le confiesa que es-taba enamorada de Eneas, diciéndole que desde la la muerte de Siqueo no tenia esta clase de sentimientos tan fuertes ; aquí comienza el dilema Dido se ha enamorada del Héroe Troyano, pero seguía respetando la memoria de su marido. La hermana con la intención de alentarla a que siga sus senti-mientos asía Eneas, le hace ver todo el poder con que Dido contaba y que en oportunidades anteriores ya había rechazado otros candidatos, además le decía que no tenia sentido lo que hacía y, que perdía toda su juventud ya que los dioses de los manes no pedían tales sacrificios. Ana también le di-ce que le brinde toda la hospitalidad posible a los troyanos, con la finalidad de retener A Eneas ya que de la unión de este a Dido podría dar como re-sultado, una gran ciudad.Dido toma la decisión de entregarse a la pasión que sentía por Eneas. Al ver la situacion Juno y Venus hacen un acuerdo fingido con laintencion de unir los dos pueblos ( los tirios y los desterrados de Troya), el acuerdo era fingido xq venus sabia que la intencion real de Juno era llevar las coastas Africanacas al reino de la Italia, entonces Ve-nus le dice que acepta su plan, diciéndole q nadie podia ser tan insesato de negarse o de preferir tener a Juno de enemiga. Le dice tambien que tenían los hados a su favor y que tenia que convencer a Jupiter(marido de juno) para que aceptara la mezcla de pueblos; Juno le responde que lo deje por su cuenta que ella se encargaría. Y le cuenta de que forma van a lograr lo que ellas querían , Eneas y Dido iban a ir de caceria apenas saliera el sol, entonces Juno le dice a Venus que en ese momento desataría una tormenta sobre ellos, ellos se refugiaran en una cueva, Juno estaría dentro de la cue-va y si contaba con la voluntad de Venus los uniría en indisoluble lazo, accedió Venua a lo que Juno pedia. Todo sucede como lo habían planeado Juno y Venus. Instigado por las suplicas Iarbas, hijo de Hamón y de una ninfa , a quien Dido había despreciado, Jupiter envía a Mercurio para que le recuerde el objetivo de su misión y le reproche su abandono;cuando Mercurio lo ve a Eneas lo ve que estaba construyendo los muros nueva ciudad y Dido había entretejido labores de oro. Tambien le dice que si el no esta dispuesto en seguir la misión que piense en el futuro de su hijo Asca-nio a quien los dioses reservaban el reino de la Italia y las tierras romanas, dicho esto mercurio se desvaneció de su apariencia mortal , sin esperar la respuesta de Eneas, quien quedo enmudecido ante la situación . Luego de tal aviso le urgen las ganas de huir, de abandonar el lugar, pero no decidia como hacerlo, como decirle a Dido para que lo ayudaran en esto llama a llama a Mnesteo y a Sergesto y al fuerte Seresto,y les dice que preparaen las naves cerca de la plya en una forma disimulada,, ya que la huida era preparda a espaldas de Dido, quien se entera de estos movimientos, recorre la ciudad lo encuntra a Enes y le **interpela: ¿ preguntándole porque se iba? ¿ si volvia aTroya?, le decía que no valoraba que ella había olvidado a su difunto marido para estar con él. (Con la intención de que se quedara a su lado.); hasta le llega a decir que no se sentira abandona, si al menos antes de fugarse le dejara una prenda de amor para recordarlo, ella se refe-ría a tener un hijo de Eneas.
    Eneas le responde que jamás negara todo los favores que Dido le hizo, y le dice que el no se propuso huir secretamente, pero que debe hacerlo por el futuro de Ascanio y porque era deseo de los dioses. Dido le dice que se va-ya que ella no lo retenia. Como no consigue que eneas se quede a su lado la reina Dido decide quitarse la vida y maldecir para siempre a Eneas y a su pueblo. Luego de pensar mucho y de consultar Dido decide suicidarse, si-mulando que va a realizar un sacrificio, dijo unas palabras delante de unas doncellas y se clavo debajo del pecho la espada de Eneas, como conse-cuencia de esto se desata un gran clamor en el palacio, Ana ( la hermana de Dido) recorre la ciudad hasta llegar al lugar donde estaba su hermana y le dice entre otras cosas que ambas tenían que comparatir el dolor, le dice que al matarse tambien mato al pueblo, y a ella. Dido se Esfuerza por res-ponder le pero se desvanece y se le cierran los ojos. Entonces juno compa-decida de la situación al ver la agonia y sufrimiento de Dido, manda desde el Olimpo a Iris para que desprenda del cuerpo el alma de Dido porque al no haber muerto de manera natural , no descansaría en paz.


    **¿Esperabas, pérfido, poder ocultarme tan negra maldad
    y salir furtivamente de mis estados? Y ¿no te contiene mi
    amor, ni esta diestra, que te di en otro tiempo, ni la desastrosa
    muerte que espera a Dido?
    Huyes de mí por ventura? Por
    estas lágrimas mías, por esa tu diestra (pues todo ¡mísera de
    mí! te lo he abandonado), por nuestro enlace, por nuestro
    comenzado himeneo, si algo merezco de ti, si alguna felicidad
    te he dado, yo te suplico que te compadezcas de este
    amenazado reino, y si aun los ruegos pueden algo contigo,
    renuncio a ese propósito. Por ti me aborrecen las naciones
    de la Libia y los tiranos de los Nómadas; por ti me he hecho
    odiosa a los tirios; por ti, en fin, he sacrificado mi pudor y
    perdido mi primera fama, único bien que me remontaba
    hasta los astros.
    ¡Si a lo menos antes de tu fuga me quedase
    alguna prenda de tu amor; si viese juguetear en mi corte un
    pequeñuelo Eneas, cuyo rostro infantil me recordase el tuyo,
    no me creería enteramente vendida y abandonada!"
    Vete, no te detengo,
    ni quiero refutar tus palabras; ve, ve a buscar la Italia en
    alas de los vientos; ve a buscar un reino cruzando las olas.
    Yo espero, si algo pueden los piadosos númenes, que encontrarás
    el castigo en medio de los escollos y que muchas
    veces invocarás el nombre de Dido
    En tanto el piadoso Eneas, aunque bien quisiera consolar
    a la triste Dido y calmar su afán con afectuosas palabras,
    gimiendo amargamente y quebrantado su ánimo por un
    grande amor, decide, no obstante, obedecer al mandato de
    los dioses y va a revistar su armada. Con esto los Troyanos
    redoblan su fervor y desencallan en toda la playa las altas
    naves.
    Entonces la desgraciada Dido, consternada en vista de su
    cruel destino, implora la muerte. La luz del día llena su corazón
    de amargura, y como para más impulsarla a su propóV
    sito de quitarse la vida, vio, ¡horrible presagio! mientras estaba
    ofreciendo donativos y quemando incienso en las aras,
    ennegrecerse los sagrados ...
    Había además en su palacio
    un templo de mármol, consagrado a su primer esposo, el
    cual solía decorar con admirable pompa, ciñéndole de blancos
    vellones y de sagradas ramas. De allí, cuando la obscura
    noche cubre la tierra, parecióle que salían voces y palabras de
    su esposo, que la llamaba, y que muchas veces un búho, solitario
    en la más alta torre de su palacio,
    El mismo cruel Eneas se le aparece
    en sueños y la agita y enloquece
    Luego pues que, vencida por el dolor, se abandonó a la
    desesperación y resolvió morir, dispuso consigo misma a sus
    solas el modo y la ocasión de hacerlo; y componiendo el
    rostro para mejor disimular, la frente serena y radiante de
    esperanza, se dirige en estos términos a su afligida hermana:




    Si no llevase en
    mi ánimo la firme e inmutable resolución de no unirme a
    hombre alguno con el lazo conyugal desde que la muerte
    dejó cruelmente burlado mi primer amor; si no me inspirasen
    un invencible hastío el tálamo y las teas nupciales, acaso
    sucumbiría a esta sola flaqueza. Te lo confieso, hermana:

    Qué aumento recibirá esta ciudad! ¡Oh hermana! ¡Qué imperio
    será el tuyo con ese enlace! ¡Cuánto se sublimará la
    gloria cartaginesa con el auxilio de las armas troyanas! Tú
    únicamente implora a los dioses, y ya aplacados con tus sacrificios,
    conságrate a los cuidados de la hospitalidad y discurre
    pretextos para detener a Eneas y a los suyos,


    Falta sólo que la fortuna favorezca tus
    planes; pero dudo si los hados, dudo si la voluntad de Júpiter
    consentirán que se junten en una sola ciudad los Tirios y los
    desterrados de Troya, y aprueben esa mezcla de pueblos y
    esa proyectada alianza. Tú eres su esposa: a ti te toca doblar
    su ánimo con ruegos. Empieza; yo te seguiré." Así repuso
    entonces la regia Juno:

    De mi cuenta es eso: escúchame ahora; voy a decirte
    brevemente por qué medio podrá conseguirse lo que tanto
    importa. Eneas y la desgraciada Dido se disponen a ir de
    caza al monte apenas despunte el sol de la mañana e ilumine
    el orbe con sus rayos. Yo desataré sobre ellos un negro temporal
    de agua y granizo, y haré retemblar con truenos el firmamento,
    mientras recorran el bosque los veloces jinetes, y
    los ojeadores le cerquen de empalizadas. Huirá la comitiva,
    envuelta en opacas tinieblas; Dido y el caudillo troyano irán a
    refugiarse en la misma cueva; yo estaré allí, y si puedo contar
    con tu voluntad, los uniré con indisoluble lazo y Dido será
    de Eneas. Allí acudirá Himeneo." Accedió Citerea sin dificultad
    a lo que le pedía Juno, riéndose de su descubierto

    se dirige en estos términos a Mercurio, y le da estas órdenes:
    "Ve, ve, pronto, hijo mío; llama a los céfiros, y ve volando a
    hablar al caudillo dárdano, que se está en la tiria Cartago
    desatendiendo las ciudades que le conceden los hados; llévale
    mis palabras en los rápidos vientos. No es ése el héroe
    que me prometió su hermosísima madre,

    antes bien me
    prometió que regiría la Italia, futura madre de tantos imperios,
    siempre sedienta de guerras, que habían de perpetuar al
    alto linaje de Teucro, y sometería a sus leyes todo el orbe. Si
    no le inflama la ambición de tan grandes cosas, si nada quiere
    hacer por su propia gloria,

    Si nada te
    mueve la ambición de tan altos destinos, ni nada quieres
    acometer por tu propia gloria, piensa en Ascanio, que ya va
    creciendo; piensa en las esperanzas de tu heredero Iulo, a
    quien reservan los dioses el reino de Italia y la romana tierra"

    Dicho esto, despojóse Mercurio de la mortal apariencia, sin
    aguardar la respuesta de Eneas, y se desvaneció ante su vista
    a lo lejos, confundiéndose con las leves auras.
    Enmudeció Eneas, consternado ante aquella aparición, y
    se erizaron de horror sus cabellos, y la voz se le pegó a la
    garganta. Atónito con tan grave aviso y con el expreso mandato
    de los dioses, arde ya en deseos de huir y abandonar
    aquel dulce y amado suelo; mas ¡ah! ¿Cómo hacerlo? ¿ Con
    qué razones osará ahora tantear la voluntad de la apasionada
    Reina? ¿Por dónde empezar a prepararla? Y mil rápidos pensamientos
    se suceden en su mente y la agitan en todos sentidos.


    Después de larga indecisión, este partido le pareció el
    más acertado: llama a Mnesteo y a Sergesto y al fuerte Seresto,
    y les manda que con sigilo aparejen la escuadra y reúL
    nan a sus compañeros en la playa, que aperciban las armas y
    disimulen la causa de aquellas novedades, mientras él, cuando
    aun nada sepa la noble Dido, ni se espere a ver roto un
    tan grande amor, verá qué medios podrán tentarse, cuál ocasión
    será la más propicia para hablarla y como se sale mejor
    de aquel trance



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