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Libertad de mercado y desigualdad social

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Agregado: 02 de AGOSTO de 2011 (Por María Fernanda Díaz) | Palabras: 2252 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
Categoría: Apuntes y Monografías > Derecho >
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    Autor: María Fernanda Díaz (mfdiaz@velocom.com.ar)

    Capitulo 3

    Libertad de mercado y desigualdad social.


    La construcción de la civilización capitalista fue el producto de una compleja síntesis entre continuidades y cambios. Una empresa de tal envergadura puede resultar infructuosa si no se logra establecer los vínculos entre los alcances y limites de los ideales de "libertad e igualdad" que propiciaron los revolucionarios burgueses y los cambios económicos y sociales que antecedieron y precedieron a la gran transformación.
    Las revoluciones liberales tenían como objetivo refrendar la desigualdad de las relaciones sociales que se estaban consolidando con el ascenso de la burguesía. El proyecto capitalista requería de una sociedad que se juzgara a sí misma como libre, igual y fraterna, en contra posición con el antiguo régimen.
    El feudalismo, cuyo apogeo se desarrollo entre los siglos IX y el XIII construyó un tipo de comunidad estamental, donde la economía era esencialmente de subsistencia. La vida se desenvolvía en el campo y las practicas cotidianas estaban acotadas a la vecindad. La sociedad feudal se caracterizaba con su rigidez estructural en tanto cada hombre encontraba prefijado desde su nacimiento su lugar en la organización social.
    Esa condición estaba dada por su herencia o sus lazos sanguíneos, de tal forma que un hombre nacía libre o siervo de acuerdo con sus vínculos o redes de parentesco. La base de la sociedad estaba compuesta por los siervos o vasallos, elementos central para la producción rural. Los lazos de servidumbre unían a los siervos con sus estamentos superiores- señor feudal, nobleza, clero.
    En esta economía por lo general se consumía todo o casi todo lo que se producía, razón por la cual el comercio era muy marginal; por ello las relaciones economías internacionales se limitaban al intercambio de bienes suntuarios. Hasta finales del siglo xv el planeta tuvo escasa integración económica y la precariedad de las condiciones de vida de los hombres fue el elemento más sobresaliente. Estas limitaciones se reflejaron en las problemáticas económicas abordadas por el pensamiento de la época.
    El régimen de producción feudal a duras penas consiguió convivir con los profundos cambios en el orden internacional y con su propia dinámica interna; su desintegración parecía un destino inevitable. Los estamentos acomodados se resistieron a los cambios con todos los instrumentos que tuvieron a su alcance. En efecto, las monarquías de la Europa occidental desplegaron para su propia supervivencia diversas estrategias de perpetración: imbricadas alianzas, guerras imperiales intermitentes o indefinidas, expansionismo, absolutismos monárquicos, negociación o coerción- de acuerdo con la posición de refuerza en cada país- con las ascendentes clases burguesas, expansión del comercio, intentando adquirir con la fuerza un poder que perdía legitimidad a medida que iba emergiendo el mundo capitalista.
    Un nuevo modelo económico, el mercantilismo, fue resultado de estas nuevas áreas con inmensos y desconocidos recursos naturales y metales preciosos disponibles para su explotación. El mercantilismo se desarrollo entre los siglos xv y xvii instaurando el comercio a distancia. Las potencias europeas se verían altamentente beneficiadas mediante el comercio y el reparto colonial, logrando una importante acumulación de capital y construyendo los primeros pilares de un novedoso sistema económico mundial: el capitalismo.
    El florecimiento de las relaciones exteriores de las naciones desarrolló toda una ingeniería institucional económica donde las cuentas externas comenzó a definir el estadio de evolución de cada Estado.
    La supremacía marítima y territorial constituyo la forma en que los imperios midieron sus fuerzas y su capacidad de ejercer el poder político. De esta forma, Europa materializó durante todo este periodo una lucha imperial, siendo sus protagonistas Inglaterra, España, Portugal, Francia, y Holanda, y su dinámica de funcionamiento, el comercio y la guerra. Sin embargo, este continente no poseía el monopolio del comercio, existían además otros imperios de gran importancia, quienes controlaban el flujo mercantil de otras regiones.
    La vinculación estrecha entre la economía mercantil y colonialismo dependía de las estrategias geopolíticas que desplegaran los países para la comercialización de sus productos, siendo las rutas de ultramar y los canales de acceso a nuevos mercados el mecanismo adecuado para expandir sus ventas.
    Los países bajos sobresalían en la actividad mercantil mundial. Holanda, la región más rica del norte, ejercía desde el siglo xv una supremacía comercial sobre las Indias Orientales. Tempranamente emergieron como centro de distribución en el comercio global. En este país la agricultura había logrado una modernización importante con capacidad de comercio regional, así como una amplia red de comunicaciones, un veloz sistema de transporte y emprendimientos textiles de pequeña escala. Sin embargo la economía de los países bajos en dicho periodo esta muy lejos de definirse como capitalismo, por lo menos en un sentido estricto.
    Luego de una guerra de ochenta años que termino con la Paz de Westfalia en 1648, Holanda ya no encabezaría la supremacía mercantil, pasando a ocupar un lugar subordinado.



    La mano invisible del mercado

    En el transcurso de los siglos XVII y XVIII se fue conformando un imaginario colectivo según el cual la riqueza era el producto natural del comercio entre las naciones. Bajo esta concepción surgió la economía política, entendida como una ciencia social cuyo objetivo era el análisis de leyes inmutables de carácter universal que describieran las formas de circulación de la riqueza. Su antecedente inmediato se conoce como la escuela fisiócrata puesto que describía la armonía de intereses económicos como un orden natural. El mayor exponente de este pensamiento fue Francois Quesnay. Su análisis determinó que cada país poseía tres clases o grupos sociales: el productivo, el propietario y el sector estéril.
    Bajo este modelo estamental, Quesnay consideraba que la prosperidad de una nación se alcanzaba mediante la ampliación de las áreas cultivables y el mas alto grado de libertad de comercio. En el proceso de circulación de este economista se daba por supuesta la equivalencia real que se establecía en el mercado al intercambiar mercancías.
    Sin embargo dicha concepción colisionaba con los limites de la expansión agrícola. El constante declive de los precios agrícolas en el siglo que transcurre entre 1650 y 1750 seria para algunos historiadores uno de los factores que impulsarán la revolución tecnológica industrial. El otro elemento que estuvo ausente del análisis fisiocrático es el valor agregado del trabajo humano. Había una correlación directa entre el sistema de estructura territorial de la sociedad feudal respecto del mundo de las ideas económicas y lo que estas consideraban la genuina riqueza nacional. Bajo una sociedad estamental y jerárquica, es lógico que no se tomara en cuenta la capacidad de los hombres para producir ya que la forma de producción se asentaba en la servidumbre, no existiendo un mercado de trabajo libre. La liberación de los siervos y la eliminación de las regulaciones en las actividades productivas irían conformando una sociedad civil autónoma donde los individuos se presentarían como fuerza de trabajo libre para ser contratada. La libertad y la igualdad burguesa no constituían un carácter emancipatorio para el individuo, sino más bien un atributo necesario para el desarrollo de las relaciones capitalistas.
    Con la obra de Adam Smith comienza un nuevo ciclo del pensamiento de la humanidad. Hasta ese momento, desde Maquiavelo hasta los fisiócratas, la sociedad era vista como una entidad creada y regulada de acuerdo con las leyes del Estado, pautando una preeminencia de lo político respecto de las dimensiones económica y social. Esta concepción comenzaría a invertirse a partir de este momento, dejando paso a nuevas interpretaciones que afirmaron que era el orden económico la estructura condicionante de las demás esferas de la vida social. Smith transitaba esta encrucijada en forma ambivalente, otorgando a veces una supremacía a lo político y otras inaugurando el periodo de preeminencia de lo económico. Por esta razón, es considerado el fundador de la ciencia económica, a partir de la publicación de su libro "investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones".
    Smith tenia delante de sus ojos un nuevo tipo de civilización, una sociedad que el mismo denomino "sociedad comercial", donde todos los hombres se habían convertido en mercaderes. Él caracterizó a la sociedad moderna como un gran avance civilizatorio frente a la desaparecida sociedad medieval e, incluso llego a considerarla como la forma absoluta y definitiva de organización social, tratando así de demostrar la viabilidad de un orden naciente: El capitalismo.
    De este modo, el orden social ideal que elabora en su obra remite a lo que el denominaba sistema de libertad natural, que presuponía invariablemente la existencia de una sociedad bien gobernada, es decir, la existencia de un Estado que se atuviera a los principios de la jurisprudencia natural, por un lado, y la existencia de individuos capaces de ejercer sus virtudes ciudadanas por el otro.
    Adam Smith consideraba que el desarrollo de la riqueza de las naciones se debía al incremento de las facultades productivas del trabajo, y que el aumento de la riqueza beneficiaria a corto plazo a todas las capas sociales. Por tanto, la economía política debía abocarse al análisis de la distribución de la riqueza generada a partir del trabajo.
    La teoría de valor-trabajo que desarrollaba Smith estaba en consonancia con los fundamentos liberales de John Locke sobre la propiedad privada. Para ambos, la premisa que la justificaba consistía en considerarla como producto del esfuerzo individual del hombre desplegado a través del trabajo. En consecuencia, el trabajo humano era el que generaba valor, y este desarrollaba toda su potencialidad a partir de la división del trabajo de la civilización capitalista. Propiedad privada y división del trabajo, eran la síntesis perfecta de la sociedad capitalista.
    Smith explicaba la división de trabajo de la siguiente manera: cada trabajador ya no producía todo el bien sino que se limitaba a realizar una operación parcial, un fragmento, dentro de la obra total, el producto final, realizada por el colectivo de los obreros.
    La fundamentación teórica de Smith se basaba en su concepción metafísica de la naturaleza humana, cuyo axioma ppal seria " la propensión natural al intercambio". Desde esta perspectiva, el desarrollo de la naturaleza humana conllevaría inevitablemente a una economía de mercado capaz de multiplicar, de manera automática, la riqueza mundial. Esta convicción ha llevado a popularizar universalmente la teoría liberal de Smith recurriendo a la imagen de la mano invisible del mercado.
    Hasta la década de 1830 todavía no existía en Gran Bretaña un mercado laboral formalmente libre, se mantenían las regulaciones del salario y de las condiciones laborales, atendiendo a criterios ajenos al libre juego entre la oferta y la demanda.
    Por el contrario, mucho más adecuada resulta la critica actual que formulan muchos historiadores y antropólogos, que afirman que el hombre no posee una natural propensión al trueque de bienes materiales, y no necesariamente actúa para salvaguardar sus intereses individuales mediante su posesión. Las objeciones no se limitan a la obra de Smith, sino que se extiende a toda la teoría económica clásica y neoclásica, que tenían como pilas común la convicción en la existencia natural de economías de mercado. En efecto, los sistemas económicos que precedieron al capitalismo no permiten comprobar la primacía de mercados autorregulados a lo largo de la historia, y el comportamiento humano que en ellos se registra no parece tener como ppio natural el intercambio, sino la acción reciproca y la redistribución. Lo que los hombres parecen haber buscado denodadamente ha sido el reconocimiento de sus dchos y activos sociales, es decir su status, su posición social.


    La integración social en una economía de mercado

    El régimen capitalista convierte al mercado en la norma universal del funcionamiento de las relaciones humanas, somete a los actores sociales más combativos y cuestionadores del régimen capitalista, subordina la acción política y reestructura la esfera del consumo y de la cultura. El mercado se transforma en una entidad con existencia propia por encima de los sujetos sociales que verdaderamente le dan vida a esta relación social.
    La estrategia concebida por los capitalistas y reforzada a través de los aparatos ideológicos del Estado es arrinconar a los hombres en su capacidad de acción y de acceso a los recursos de poder. En consecuencia, el individuo tiende a recluirse en las relaciones fraternales de sus muros (flia, su circulo) lo que redunda en un fortalecimiento aun mayor del poder de los sectores dominantes.
    Desde el advenimiento del capitalismo, todo se transformo en mercancía: tierra, capital e incluso trabajo fueron considerados "cosas" vendibles o intercambiables por un valor nominal. La democracia, la ciudadanía, la libertad, eran palabras muy abstractas, difícilmente asimilables a una mercancía. La lucha por estos valores debía traspasar los límites de la esfera privada y dirimirla en el espacio publico. Esa lucha ha delimitado históricamente la forma de integración social de los individuos y la dinámica de las relaciones sociales.
    La burguesía se limito a definir discursivamente las libertades civiles, aunque en la practica construyeron un escalafón social de acuerdo con lo que estas consideraban como capacidades y meritos atribuibles a algunos individuos y a otros no. El ejercicio de las libertades civiles se circunscribió a la libertad de empresa, a la libertad de asociación, de expresión. Pero solo los capitalistas podían expresarse, asociarse y tener empresas. El resto de la sociedad debió pelear por sus dchos, muchas veces infructuosamente. El proletariado comprendió que los retos colectivos se escenificaban en el espacio público y que su integración siempre seria limitada por una falsa libertad burguesa, en el arco de libertades burguesas, el capitalismo desdibujaba las desigualdades políticas y sociales, naturalizando y perpetuando el mercado.
    A medida que el capitalismo se consolidaba, el espacio público comenzó a contraerse y las clases trabajadoras observaron una exclusión mayor del orden social imperante.


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