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La recepción del arielismo en Río Cuarto Osvaldo Emilio Prieto Universidad Nacional de Río Cuarto

Agregado: 14 de MARZO de 2005 (Por anonimo) | Palabras: 3763 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
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    Autor: anonimo (info@alipso.com)



    Literatura y Lingüística Nº14

    La recepción del arielismo
    en Río Cuarto


    Osvaldo Emilio Prieto
    Universidad Nacional de Río Cuarto







    Mucho se ha escrito acerca de las repercusiones del Ariel de Rodó en el pensamiento latinoamericano de principios del siglo XX; destacados intelectuales del momento se inspiraron en la obra del uruguayo. Nos referimos a una intelectualidad que recepcionó el pensamiento rodoniano como significativa manifestación relativa a renovadas proyecciones identitarias orientadas a la superación del ideal positivista predominante; como exponente vinculado a repensar nuestras realidades frente a las penetraciones del mundo sajón, frente a visiones y prácticas con basamentos meramente "utilitaristas", componentes de esa "nordomanía", al decir de Rodó. El pensamiento del uruguayo, o el símbolo de Ariel1, pasó a formar parte de reivindicaciones vinculadas al latinismo, a lo americano y a lo hispanoamericano, a perspectivas humanistas e idealistas, a cierto antiimperialismo, a diversos posicionamientos opuestos a los procesos modernizadores hegemónicos de finales del siglo XIX. Las nuevas generaciones estaban llamadas a ser protagonistas centrales de los desafíos en esa superación.


    En nuestro caso, nos interesan ciertas recepciones de Rodó que agregaron a su arielismo original distintos contenidos sociales, tendencias que se fueron manifestando, mediante distintas fusiones, a medida que avanzaba el siglo; precisamente como complemento de un arielismo clásico más espiritualista y culturalista (si se quiere afrancesado). El mismo Rodó, en el marco de su Americanismo Literario, expresaba: "llegamos en América a tiempos en que la actividad literaria ha de manifestar clara y enérgicamente conciencia de su función social2."


    Señalamos, en este trabajo, esas influencias arielistas en el Río Cuarto de la década del 20 de la pasada centuria. Algunos posicionamientos críticos al momento de pensar la realidad argentina y americana emergentes en una ciudad de nuestro interior pampeano es el caso que nos ocupa. Nos referimos a una de las manifestaciones significativas en la prensa de protesta riocuartense, precisamente a la revista que llevara por nombre Ariel (1926); nos detenemos en los escritos de personalidades que dejaron su huella en los itinerarios de la misma. En ella se abordaron, desde la reflexión crítica y desde la denuncia, diversas problemáticas sociales, culturales y políticas que marcaron nuestra entrada al siglo XX a nivel nacional. Nos centramos en esos pensamientos críticos y alternativos con intenciones de reconstruir parte de nuestra memoria intelectual; forma de rescate, valorativo y crítico, no exento de señalamientos respecto a ciertas reactualizaciones o reformulaciones.


    En el marco de una Argentina que se posicionaba como país promisorio en el mundo, se manifestaban en diversos espacios del territorio nacional realidades que daban cuenta de significativas "contracaras". A partir del impacto inmigratorio, de la situación del obrero urbano, de las problemáticas sociales contextualizadas en distintos ámbitos rurales, de la condición social de la mujer, de los habitantes excluidos del sistema político; a partir de nuestros debates identitarios y de significativos cuestionamientos al paradigma positivista, se fueron generando espacios de protesta marcados por renovadas y fundantes líneas de pensamiento, por la emergencia de diversas izquierdas, por un feminismo notorio, por un "juvenilismo" acentuado, por la prensa contestataria, por la bohemia y la poesía; Río Cuarto no fue la excepción.


    Entre diversas expresiones de una nutrida producción en la prensa crítica riocuartense de principios del siglo XX3, la revista Ariel, de efímera duración pero de significativas connotaciones en el contexto planteado, es una de las manifestaciones del socialismo local asociada, como señalamos, a perspectivas arielistas. Ella se nos presenta como exponente de esa tarea vinculada a pensarnos desde nuestra "universalidad situada" y sus necesarias proyecciones.

    El mismo nombre de la revista nos manifiesta su vocación latinoamericanista. En sus portadas no faltan las citas a seleccionados fragmentos de Rodó; los jóvenes escritores de Ariel recepcionan parte de su pensamiento como lo manifiestan, por ejemplo, los llamados constantes a la juventud, la destinada a superar la herencia positivista, a hacer promisorios a nuestros países, a reflexionar sobre nuestras identidades, a construir lo nuevo mediante ideales, razones, sentimientos y acciones; virtudes éstas últimas sintetizadas, para Rodó, en el Ariel de la La Tempestad, devenido para el uruguayo en símbolo y perspectiva de nuestra América. Compartiéndose de igual manera el pensamiento rodoniano, se expresan en la revista reiteradas denuncias respecto a las influencias y a las acciones de la potencia del norte. La obra del pensamiento, de las altas manifestaciones del espíritu, al igual que en el uruguayo, ocupa uno de los horizontes centrales, medio para la constitución de los propios sistemas sociales y políticos, de nuestra unidad, basamento de reflexiones identitarias frente a las "prepotencias modernizantes".


    La revista tenía tres destinatarios específicos: los obreros, la mujer y, siguiendo perspectivas arielistas clásicas, la juventud: "Ariel tiene abiertas sus columnas a todas vuestras inquietudes espirituales. Un solo propósito nos anima: haciendo nuestro el pensamiento de Henri Barbuse, deseamos producir la revolución en el cerebro de la juventud interesán-dola por las cosas de la inteligencia", se expresaba en la primera edición. Esa "revolución en el cerebro de la juventud" era el puntal a partir del cual edificar un futuro digno y libre. En Rodó, este era uno de los cimientos para la construcción de una democracia con basamentos en la calidad. El punto de partida consistía en formar una juventud preocupada por las "cosas de la inteligencia", antídoto principal frente al "peligro" de caer en una democracia basada en el "imperio del número", de los "mediocres iguales" y en la persecución de meros intereses "utilitaristas" y materiales; base de esa "nordomanía", "degeneración de la democracia", la caída en la "zoocracia", la "entronización de Calibán y la derrota de Ariel", utilizando términos del uruguayo que presentaba, de esta manera, significativas reservas a ciertas formas de democracias a la que estaban "propensos" a experimentar los sistemas latinoamericanos, desde su perspectiva; podríamos decir, una concepción espiritualista o culturalista de la democracia cercana a cierto sesgo elitista.


    Los "usos" del Ariel de Rodó fueron heterogéneos por parte de la intelectualidad latinoamericana; en la revista se expresa una suerte de "arielismo social" ya manifiesto a nivel latinoamericano en la década del `20 de la pasada centuria. Algunos historiadores de las ideas utilizan los términos arielismo de derecha y arielismo de izquierda para señalar ciertas derivaciones del pensamiento de Rodó en su recepción por parte de la intelectualidad latinoamericana del momento4. De esta manera, remarcamos una de las "bifurcaciones" del arielismo, aquella vinculada al interés intelectual por lo social y sus problemáticas, bases para la formación de distintos expresiones políticas en la América Latina de entonces vinculadas, en nuestro caso, a corrientes socialistas.


    En las editoriales y en los escritos de personalidades como José P. Cardella, Antonio Sosa Avendaño (director y administrador respectivamente), Juan Pressacco (abogado y activista en las luchas obreras como los anteriores) y Juana Rouco Buela (una voz feminista en el Río Cuarto de entonces), entre otros, se abordan en la revista Ariel diversas problemáticas: el rol del periodismo (utilizado, al igual que en Rodó, como arma de lucha política), la relación iglesia y sociedad, la cuestión del nacionalismo conservador y la inmigración, la realidad del mundo del trabajo, la realidad local, nacional y latinoamericana; y, con un posicionamiento de corte vanguardista que sobresale debido a la insistencia y a la fuerza con que se manifiesta, la situación y la defensa de los derechos de la mujer.


    Brevemente señalamos que respecto al fenómeno inmigratorio, la revista se distancia del pensamiento de Rodó quien veía en la inmigración obstáculos para la construcción de una democracia basada en la calidad; la inmigración nos expone en el porvenir a los peligros de la "degeneración democrática", sostenía el uruguayo; cuestionaba las derivaciones del fenómeno al señalar que no se estaba preparado, ni política ni culturalmente, para receptar o "encauzar" ese "torrente humano". En la sección de Apuntes y Comentarios, la revista se expresaba desde otro posicionamiento:

    "La Prensa (refiriéndose al diario porteño) vuelve a entonar el canturreo de la `inmigración peligrosa' (...) La Prensa, temiendo el peligro maximalista o anarquista de la inmigración, pontifica alarmada que esta debe ser atraída por franquicias que hagan `olvidar' al inmigrante su condición de extranjero, persuadiéndole de que habita una nueva patria..He aquí, pues, expresada la alarma del periodismo conservador. Teme que el sentimiento de extranjería tome cuerpo y se arraigue en los territorios, transplantando costumbres exóticas y concepciones utópicas que podrían en lo futuro presentar situaciones peligrosas para el país". 5

    Las temáticas abordadas por la revista se enmarcan en la mismas encrucijada de principios de siglo en donde emergen tensiones en base a dicotomías multidimensionales. Ilustrando este último aspecto, creo oportuno citar a Hugo Biagini cuando señala: "Ya en los umbrales del siglo XX se vislumbra una polifonía doctrinaria y un sinnúmero de enfrentamientos que se irán reformulando con el tiempo: materialismo-espiritualismo, cosmopolitismo-criollismo, escepticismo-esoterismo, cientificismo-esteticismo, hedonismo-agonismo, racionalidad nordatlántica-emotividad meridional, europeísmo-americanismo, hispanismo-afrancesamiento, anglofilia-yancofobia, sionismo-antisemitismo, individualismo-solidarismo, patriarcalismo-feminismo, cultura-contracultura. Por un lado, las inflexiones etnocéntricas, tecnocráticas, tradicionalistas, deterministas, neocoloniales, elitistas, conservadoras u oligárquicas junto con el realismo o caciquismo políticos. Por otro, el énfasis en el voluntarismo, el eticismo, el juvenilismo, el antiimperialismo, el nacionalismo, el populismo, el igualitarismo, la democracia, el indigenismo, aspectos éstos últimos que podemos asociar a una idea a procesar", puntualiza Biagini, en torno al concepto de "territorios libres de América", ligados a, por ejemplo, "nuestro arte y a nuestra literatura pero también a diversos escenarios emblemáticos de una sostenida resistencia civil: desde las escuelas anarquistas, las universidades públicas, los cuartos y comedores estudiantiles, los periódicos contestatarios, los cafetines bohemios, las fábricas tomadas y las viviendas ocupadas, los asentamientos rurales, los barrios y comunas autogestionarias, las plazas abarrotadas y los caminos bloqueado". 6. En nuestro caso, contextualizamos la prensa contestataria en cuestión y a sus jóvenes representantes en el panorama planteado.

    En el primer número de Ariel se explicitan objetivos que parten de la visión sobre el quehacer periodístico como también en el intelectual en general. En la editorial expuesta por Cardella y Sosa Avendaño, desde una dimensión ética y popular, se proclama:

    "Nosotros entendemos al periodismo como un gran apostolado de justicia, y como tal lo ejerceremos (...) Nosotros bajaremos al seno del pueblo humilde, inquieto y laborioso, a buscar los grandes motivos que enaltecerán nuestra obra de obreros del pensamiento (...) Con esta elemental ética periodística nos sumamos a la prensa honesta e independiente de Río Cuarto, la provincia y el país. A partir de la fecha, pues, las columnas de Ariel estarán abiertas a toda manifestación elevada del pensamiento (...) Recién habremos conquistado el Vellocino de Oro cuando veamos a América libre. Libre para las cosas de la inteligencia, de la ciencia y el arte(...)Por eso Ariel, con los propósitos más elevados del pensamiento se asocia con los férreos músculos y la inteligencia del pueblo por entender que él es el verdadero factor de la riqueza social y de todo cuanto bello y noble existe en la vida, con el concurso, se entiende, de grandes artistas, filósofos, y esclarecidas mentalidades pensadoras"7

    "Manifestaciones elevadas del pensamiento", se señala; arielismo puro asociado, en el caso de la revista, a una profunda vocación popular. Claro que esta vocación se esgrime desde postulados idealistas basados en esas "altas expresiones del pensamiento"; vale decir, y a pesar de pertenecer nuestros editores al mundo del trabajo, o a cierto mundo del trabajo, el discurso se estructura a partir de perspectivas del mundillo intelectual local. Expresiones como: nosotros bajaremos al seno del pueblo humilde, marcan esta tendencia. Como también, en la revista aparecen las problemáticas obreras del momento expresadas en el discurso de sus propios protagonistas, acorde a uno de los objetivos centrales de los editores.


    Al igual que la juventud, los obreros en general debían `elevarse intelectualmente': "Ariel es una publicación dedicada a vuestra elevación intelectual", se sostenía en una de las convocatorias a los trabajadores. La instrucción popular, como en Rodó, era el medio. Se proclamaba desde perspectivas voluntaristas la igualdad social entre el obrero y el intelectual, teniéndose en cuenta las contradicciones sociales reales y sus necesarias superaciones. Se marcaba, al mismos tiempo, la jerarquización que supone, desde la misma perspectiva, esa `elevación intelectual'. Cardella expresaba en un artículo precisamente titulado "Obreros e Intelectuales":

    "La única superioridad admisible es la ilustración, dado que el doctor para ser doctor ha tenido que estudiar, y el obrero, porque no ha podido estudiar ha permanecido siempre siendo obrero. Pero en las relaciones sociales no debe existir, no hay razón de que exista, ninguna diferencia entre intelectual y obrero (...) Las actividades humanas están divididas en dos categorías complementarias: obreros manuales y obreros del pensamiento" 8.

    En las relaciones sociales no se debían marcar diferencias, se sostiene; no obstante, y nuevamente se nos aparece Rodó, se visualiza la necesaria jerarquización política la cual "requería de elementos dirigentes que hagan efectivo el dominio de la calidad sobre el número", en palabras del uruguayo.


    De todas maneras, esta vocación popular (ese arielismo social) notoria en los ensayos y en las piezas literarias de Cardella y de Sosa Avendaño, hace que ellos mismos se distancien de un academicismo que denuncian como divorciado de la realidad social. Jarabe de Pico titulan significativamente a una editorial, expresión que creo oportuno rescatar y reactualizar. En ella, a través de afirmaciones que nos invitan a propias reflexiones, expresan:

    "Se nos ocurre hacer una afirmación irreverente: los hombres representativos, tanto en medicina, ciencia, arte, filosofía, como en letras, esos comediantes de la intelectualidad que se hacen los indispensables y los interesantes, sufren de una gran debilidad; la exhibición, la pose (...) Vivimos una época de decadencia mental, insensible a las cosas sentimentales y humanas. Faltan ideas y sobran convencionalismos, pedantería (...)Hay mucha labor práctica que realizar en bien de las cosas humanas. Se hace en cambio excesivo derroche de jarabe de pico (...) Antes que lo sabio y lo científico está el sentimiento de humanidad para todas las cosas. La ciencia no debe insensibilizar, sino humanizar el sentimiento. Menos jarabe de pico y más obra práctica, señores sabios parlanchines de congresos" 9.

    Se refleja en estas palabras, con fuerte sesgo antipositivista, el posicionamiento de los responsables de la revista iniciados en el periodismo, ensayistas, poetas, gremialistas de la gráfica y también, como ellos insisten, obreros del pensamiento, expresión que supone una postura tendiente a la construcción o producción de lo propio a través de la praxis y de la reflexión orientadas, no sin dificultades, a conjugar cierto obrerismo con un intelectualismo preocupado por las cuestiones sociales, tal como lo marcan insistentemente los escritos de Cardella y Sosa Avendaño.


    En esa praxis, el eje pasaba por una resustancialización de las relaciones sociales, políticas y por profundos cambios culturales; la transformación social vendría de abajo y de la educación, no de las leyes del estado, consideradas puras abstracciones. En la sección de Apuntes y Comentarios se sostiene:

    "No hay otro elemento más castrador que las leyes para las colectividades obreras que todo lo esperan de panaceas gubernativas. Bueno es recordar que todas las conquistas morales y económicas arrancadas al industrialismo prepotente no han sido hechas por obras de las leyes sino a golpe de audacias obreras bien mancomunadas (...) La leyes, en su aplicación práctica, son letra muerta cuando los obreros no tienen plena conciencia y dignidad de hacer respetar sus derechos de productores" 10.

    Los permanentes análisis y denuncias sobre la situación de los obreros norteños, quiero señalar por último, se nos presentan, en la revista, con el objeto de mostrar extremos de las "contracaras" de esa Argentina centenaria, orgullosa, "civilizada" y posicionada entre los diez países más pujantes del mundo. Se explicitan, de esta manera, las críticas a una constante en los modos de percibir a la Argentina desde el exterior o de propios sectores consecuentes absorbidos por distintas construcciones hegemónicas y modernizantes, percepciones deformadoras e incentivadas por intereses políticos internos y externos en momentos de auge o supuesto "desarrollo", dinámica trasladable en el tiempo a través de diversos discursos predominantes. En esa misma editorial que citamos (Jarabe de Pico) a instancias de un tercer congreso de medicina realizado en 1926 para tratar diversas problemáticas de las poblaciones norteñas, se lee:

    "¿Puede saberse, sino, qué obra práctica ha realizado el tercer congreso de medicina que termina de clausurarse, en bien de las poblaciones del norte argentino azotadas por la malaria? Ninguna (...) mientras en dicho congreso se planteaban teorías empíricas, extensas peroraciones y otros anexos relacionados con el derroche de verborragia, el paludismo, la tuberculosis, la avariosis, la chicha, la coca, la bestial faena del obraje y del ingenio, continúan diezmando el resto de una raza que si otrora fue viril y lozana bien podría serlo ahora también humanizando la labor bárbara y extenuadora(...)"

    En otra edición, en la cual se compara significativamente la situación de la provincia de Catamarca con la realidad africana, se denuncia:

    "Exteriormente conócese a la Argentina por un país civilizado (...) pero desconócese algunas provincias que, en lo que respecta a progreso social han permanecido estancadas en su primitivo estado colonial conservando el mismo trato inhumano y bárbaro hacia los "conchabados", la mayoría de ellos obreros nativos (...) Rige en Catamarca un código rural que es del año 1878, algunos de cuyos artículos establecen la condición de esclavos de los "conchabados"(...) exteriormente la Argentina es una república civilizada. ¡Ah¡ Pero interiormente. ¿Qué somos interiormente?" 11

    Esta última pregunta ha recorrido numerosos itinerarios intelectuales desde los inicios de nuestras construcciones nacionales. En torno a ella se focalizaban debates sustanciales a nivel identitario, desmitificaciones ante producciones de sentido esgrimidas, precisamente, a partir de diversas construcciones míticas desde el poder o fuera de él. Pensar, a partir de posicionamientos valorativos pero también críticos lo nacional, e incluso a nuestra América, desde lo local, reviste significación al respecto. Las reflexiones de las notas críticas en el pensamiento de la revista Ariel nos marcan el hecho de la necesidad, en cualquier encrucijada, de ideas y acciones ante la sobra de convencionalismos; podríamos decir, parafraseando a la revista, que el exceso de jarabe de pico acrecienta, como contrapartida, la necesidad imperiosa de la obra práctica y humana del pensamiento.


    El Ariel de Rodó es recepcionado tomando las cualidades que señala el uruguayo en el personaje de La Tempestad: la razón, el sentimiento por las cosas humanas, la inteligencia, el pensamiento, la juventud, el heroísmo en la acción, todos elementos tomados como vehículos para una América Latina libre y unida desde la perspectiva de Rodó y de nuestros editores practicantes del género ensayista pero también de la poesía teñida de cierta mística. En nuestro caso, señalamos un arielismo social que adquirió diversas formas, entre ellas, algunas cercanas al socialismo a medida que éste se iba "latinoamericanizando" en algunas expresiones.

    Más allá de compartir o no el pensamiento de Rodó o el de nuestros editores (con sus contradicciones incluidas), lo sustancioso es que en ellos se manifiesta una dialecticidad constante en los procesos latinoamericanos identificable esquemáticamente en ciertas tendencias: aquellas modernizadoras, extranjerizantes y concentradoras en lo económico y en lo político, las cuales encuentran como contrapartida aquellas que surgen de reacciones emergentes desde distintos ámbitos intelectuales y/o populares, con su enorme variedades de matices. Las tendencias "modernizadoras" y las reacciones identitarias es una de las problemáticas que marcan nuestro devenir histórico desde el siglo XVIII a la actualidad. Nuestra entrada al siglo XXI, de cara al "bicentenario", no escapa a este proceso mayor. Desde esta perspectiva, partir de una estrategia orientada a "abandonar la historia necrófila o aséptica _de personajes, sucesos y entelequias- para acceder a un miraje normativo, entendiendo que las expresiones y piezas intelectuales no son entes cerrados en sí mismos sino objetivaciones que van resignificándose conforme a los tiempos" 12 es uno de los horizontes de los rescates, reflexiones y reactualizaciones enmarcados en nuestros análisis sobre la historia intelectual riocuartense y sus proyecciones nacionales como también latinoamericanas.

    Bibliografía

    Biagini, Hugo, Identidad, utopía e integración. El pensamientoalternativo en la Argentina contemporánea. Aproximaciones al Bicentenario, 2001.


    Devés, Eduardo, Del Ariel de Rodó a la CEPAL, 1900-1950, Biblos, 2000, Tomo I, p.32


    Revista Ariel, 1926, Año I, N°1 al 5 12 Expresiones de Hugo Biagini, op.cit.


    --------------------------------------------------------------------------------

    1 Recordamos los personajes de la obra de Shakespeare, La tempestad, en los que se inspiró Rodó (1872-1918) en su Ariel (1900). En torno al mago Próspero se encuentra Ariel, personaje fantástico en dicha obra, una suerte de espíritu que representa la inteligencia, la belleza, la armonía, la acción; Próspero opone Ariel a Calibán, símbolo del dominado y la rebeldía, vencido por Ariel. Muchos han simbolizado en la estatua de Ariel y en la liberación de su espíritu, como Rodó, la guía de las nuevas generaciones americanas; otros lo representan en Calibán, el dominado y rebelde.

    2 En Max Enríquez Ureña, citado por Devés en Del ariel de Rodó a la CEPAL, 1900-1950, Biblos, 2000, Tomo I, p.32

    3 Mencionamos: La voz del sud (1903), La libertad (1905), El diario (1908), Alma Nueva (1909), El Pueblo (1912), El civismo (1915), Eco de Alma Femenina (1916), Fígaro (1917), Tribuna Popular (1919), Cupido (1920), El ideal (1920), Justicia (1921), Alborada (1923), Tribuna Popular (1925), Ariel (1926), El Socialista (1928), entre otros.

    4 Por ejemplo Devés, op.cit. Compartimos cuando el autor señala:

    "A partir de la segunda década del siglo se empieza a bifurcar la herencia de Rodó en los arielistas de izquierda y los de derecha. Es probablemente en Perú donde esta división se da con más nitidez: en los años 20 se desarrolla la posición indigenista y aprista, así como el marxismo peruanizado: por otra parte surge el hispanismo conservador (...) La corriente identitaria fue dividiéndose en otras partes de manera similar: hacia la izquierda los estudiantes reformistas de la Argentina, los reformistas peruanos, Julio Antonio Mella en Cuba, Gustavo Navarro en Bolivia. La tendencia derechista continuó más apegada a la visión culturalista; la izquierda se fue volviendo más social, retrabajando la perspectiva identitaria que venía de Martí y Rodó a través de José Vasconcelos (...) La repercusión que producen en los pensadores los acontecimientos bélicos, sociales, políticos y otros generan reacciones, tendencias, descubrimientos, etc.; el más importante, en el marco de la evolución de las ideas en América Latina, es la aparición de un `arielismo social' que se llamó indigenismo, aprismo, nacionalismo, iberoamericanismo, indo-americanismo, socialismo, según los casos" (pp.98-99).

    5 Revista Ariel, 1926, Año I, N°5,p.10

    6 Expresiones de Hugo Biagini en el proyecto bajo su dirección, subsidiado por el FONCyT (2001), Identidad, utopía e integración. El pensamiento alternativo en la Argentina contemporánea. Aproximaciones al Bicentenario

    7 Revista Ariel, 1926, Año I, N°I, pp 1 y 3

    8 Ibidem, Año I, N°2,p.3

    9 Ibidem, Año I, N°2, pag. 1

    10 Ibidem, Año I, N°2, pag. 14

    11 Ibidem, Año I, N°2, pag 13

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