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Sociedades dualistas

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Agregado: 12 de ABRIL de 2000 (Por ) | Palabras: 3663 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
Categoría: Apuntes y Monografías > Historia >
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    Mitos y ritos fantásticos.

    a). Mitos sobre el hijo

    b). Cojeras míticas

    c). El hombre demediado

    d). De la cojera de Edipo al zapato de Cenicienta.

    e). Sacrifios y descensos bajo tierra

    f). Sociedades dualistas

    Mitos y ritos fantásticos

    Extracto del libro de Carlo Ginzburg "Historia nocturna". Ediciones Península. Barcelona 2003

    Nos ocuparemos de las siguientes categorías:

    a). Mitos sobre el hijo (o sobrino o yerno) predestinado.

    b) Mitos y ritos relacionados de algún modo con el acto de caminar.

    c) Mitos y leyendas sobre el nacimiento del héroe.

    Mitos sobre el hijo

    Una profecía predice que el hijo de Layo, rey de Tebas, matará a su propio padre y se desposará con su madre. Para ahuyentar este destino infausto, el niño es abandonado nada más nacer, pero primero le perforaran los tobillos, de ahí el nombre de Edipo, que significa “pie hinchado”. Estos mitos se reparten por toda Europa, Asia, norte de África y el Ártico. En África continental faltan los mitos de la resurrección de animales, del hombre demediado, de la Cenicienta y no hay escapulomancia, es decir, adivinación basada en el omóplato de un carnero. Sabemos que su origen se encuentra en la Euroasia de los chamanes. La ausencia del fenómeno chamánico en África continental explica la ausencia del fenómeno de éxtasis, seguido del viaje del alma del chamán al más allá. En África central sólo hallamos fenómenos de posesión de un espíritu o demonio.

    Todos ellos presentan una estructura recurrente: el héroe, tras haber viajado al mundo de los muertos, vuelve a la tierra para casarse con la reina o princesa. Todos estos mitos representan las diferentes etapas de un viaje iniciático hacia el más allá, es decir, nacimiento de un niño predestinado por una marca –cojera, una sola sandalia- para ser un héroe, el cual es abandonado al nacer y se cría en un lugar apartado por animales, después realiza alguna proeza del estilo de matar algún monstruo y, finalmente, regresa de nuevo al poblado.

    Los mitos se repiten con atenuaciones, para mitigar la brutalidad de la versión original: el parricidio voluntario y el incesto voluntario con la madre. Los protagonistas de estos mitos nacen de la trasgresión de una prohibición de engendrar. Son expulsados de la casa paterna, criados silvestremente por animales, protagonizan el encuentro victorioso con un monstruo y, a su regreso, provocan la muerte de su padre. Casi todos los protagonistas tienen defectos relacionados con el acto de caminar, malformaciones, heridas en los pies, o andan calzados con una sola sandalia. Esta característica, a veces acompañada o sustituida por otros defectos físicos como la baja estatura, monoculismo, tartamudeo… es frecuente entre los héroes griegos. En la sandalia –sandalia mágica- se reconoce al instrumento mágico para realizar el viaje al mundo de los muertos.

    El más típico de los héroes griegos, Aquiles, sería un dios de los muertos escita, conocido por la colonia de Obia en el mar Negro. La inmersión en el fuego del niño, como lo demuestran los ritos de la isla de Quíos, a principios del siglo XVIII, son para hacer inmortal al niño. El erudito Leone Allaci dice que los habitantes de la isla de Quíos solían tostar las plantas de los pies de los niños nacidos entre Navidad y la Epifanía, a fin de que no se convirtieran en kallikantzaroi (espíritus deformes que salían del mundo subterráneo, según algunos derivan de los antiguos centauros). En el intento de evitar a los niños un destino desventurado, entrevemos la reinterpretación de lo que debió de ser un el pasado un rito propiciatorio, de carácter iniciático, con vistas a proporcionarle una condición sobrehumana.

    Cojeras míticas

    En la cojera mítico-ritual se ha reconocido un arquetipo, un símbolo elemental que formaría parte del patrimonio psicológico inconsciente de la humanidad. Durante milenios el viaje al más allá ha alimentado mitos, poemas, éxtasis y ritos. La estructura fundamental de las fábulas mágicas, basadas en las peregrinaciones del héroe, reelaboran el tema del viaje al mundo de los muertos. Este es el núcleo de los cortejos extáticos tras la diosa nocturna; de las batallas en que se combate en éxtasis por la fertilidad; de los cortejos y las batallas rituales; de los mitos y ritos basados en cojos, portadores de una sola sandalia y hombres demediados . Las confesiones de las brujas se obtienen por tortura y sacan a la luz las fábulas aprendidas en la infancia, los cuentos oídos en las veladas.

    Malformaciones o desequilibrios deambulatorios distinguen a los seres en equilibrio entre el mundo de los muertos y el de los vivos. Se han encontrado varias estatuas calzadas con una sola sandalia. Se supone que esto respondía a una situación ritual en que, a través de un contacto directo con el suelo, se intentaba alcanzar una relación con las potencias subterráneas. También se encuentran grupos de soldados armados, calzados con una sola sandalia, dispuestos para el combate. En el siglo V a.C. no se podía entender el origen ritual de esta costumbres. Parece que el pie descalzo simboliza la muerte, el ejército de los muertos. El hilo conductor es la iniciación entendida como muerte simbólica. Muchos de los héroes griegos, en su juventud, se dedican al hurto de ganado, repitiendo un antiquísimo modelo mítico indoeuropeo: el viaje al más allá para robar el ganado que posee un ser monstruoso. Estos mitos constituirían la reelaboración de los viajes extáticos al mundo de los muertos efectuados por los chamanes para procurar caza a la comunidad. Edipo, Tiresias, Melampo…son los prototipos míticos de los yatrománticos griegos –curanderos, adivinos, magos- que han sido comparados a los chamanes del Asia central y septentrional.

    En Delos y Creta (siglo II d.C.) encontramos la danza de la grulla, en la que jóvenes con una pata coja danzan en zig-zag, imitando el laberinto del Minotauro. El laberinto simboliza el mundo de los muertos y Ariadna es una diosa de los muertos. Esta diosa se casa con Dionisio, todos los años, en Atenas, la noche en que retornan las ánimas de los muertos (Anthesterion) y, al respecto, recordemos que Dionisio es el dios simétrico y antitético de Apolo. Una danza semejante la encontramos en la China del siglo IV a.C., llamada Paso de Yu, un héroe medio paralítico, con poderes chamánicos llamado Yu el Grande. También la antigua danza china de la grulla blanca tenía estas características asimétricas y estaba relacionada con un laberinto y sacrificios humanos. La danza del Paso Yu está relacionada con la ceremonia de purificación que se celebraba a finales y principio del año y acababa con la expulsión de los Doce Animales que simbolizaban a los demonios y a las enfermedades. La cojera aparece asociada a la comunicación con el mundo de los muertos. También en Europa, durante los doce días comprendidos entre Navidad y Epifanía, se creía que las ánimas de los muertos rondaban por las noches. En la misma época rondaban los kallikantzaroi griegos, guiados por un gran kallikantzaros cojo; también los licántropos de Livonia estaban guiados por un niño cojo.

    En los problemas por caminar hemos descifrado el símbolo de la conexión, permanente o moral, con el mundo de los muertos.

    El hombre demediado

    El hombre demediado (a menudo pintado mitad de blanco y mitad de negro) se muestra, como los cojos y los portadores de una sola sandalia, como una figura intermedia entre el mundo de los vivos y el de los muertos o los espíritus. La simetría es una de las características del ser humano, junto con el bipedismo. De ahí las reacciones ambiguas que nos produce contemplar a un animal andar plantado, como lo s osos y las manos. Lo que altera esta imagen resulta ser particularmente adecuado para expresar una experiencia más allá de los límites de lo humano, como el viaje al mundo de los muertos.

    Se ha demostrado que la estructura fundamental de las fábulas mágicas, basadas en las peregrinaciones del héroe, reelaboran el tema del viaje al mundo de los muertos. Existe una semejanza entre las fábulas mágicas y las confesiones de mujeres y hombres acusados de brujería. Las torturas físicas y psicológicas hacen aflorar los elementos aprendidos de las fábulas mágicas en la infancia, los cuentos oídos en las veladas.

    Hace casi un siglo que las características universales de la fábula y de algunos mitos ricos en elementos fabulosos han sido remitidos a la experiencia, también universal, del desdoblamiento entre cuerpo y psique inducido por el sueño, o mejor, por el éxtasis chamánico.

    De la cojera de Edipo al zapato de Cenicienta.

    La Cenicienta, heroína marcada por el detalle del zapato a realizar un viaje al país de los muertos (palacio), recibirá el auxilio de ayudante mágicos (hadas, plantas o animales) para poder realizar el viaje. Asesinado el ayudante, se recogen sus huesos y se entierran, convirtiéndose en dones o produciéndose la resurrección del ayudante. La recogida de huesos está ligada al tema legendario del árbol que crece sobre la tumba. El tema de la recogida de huesos estaba difundido en el siglo XVIII entre los chamanes lapones (no’aidi), a los que resucitaba el dios Horogalles, el equivalente lapón a Thor, con un martillo; sin algún animal resultaba cojo era como consecuencia de un mal despiece que se había hecho de su pata, o de que no se había tenido cuidado de rehacer el hueso que faltaba con una madera. En las versiones escocesas de la Cenicienta, el animal resucitado (zorra o cordero) cojeaba, en el primer caso porque la heroína se había olvidad de recoger la pezuña o las canillas posteriores en el segundo.

    Quien va al otro mundo o vuelve de él está marcado por una asimetría de loas extremidades inferiores.

    La Cenicienta es una reencarnación de la señora de los animales como lo demuestra su piedad con los huesos. La versión más antigua, la china, redactada por Tuan Ch’engslih (800-863 d.C.) recogida de la China meridional que a su vez deriva de la muchacha cisne del norte de Asia. La Cenicienta, como Edipo, son la representación de las tensiones ligadas a las relaciones familiares. La Cenicienta y Piel de Asno tienen semejanzas en las dos protagonistas que se dedican a labores humildes y fatigosas, una importunada por la madre, la otra acosada sexualmente por su padre, que huye disfrazada de animal (en una versión rusa), va al palacio del príncipe y pierde un zapato. Piel de asno reproduce en forma invertida la situación de Edipo: un padre que intenta desposar a su hija. Encontramos elementos de fisonomía chamánica como la vuelta del más allá, expresada por el hueso ausente o por el zapato perdido, rastro de los contactos de las colonias griegas con las culturas del Asia central a través de los escitas.

    Todas estas coincidencias que observamos en mitos y ritos de lugares diferentes se deben a un primitivo contacto que debió tener lugar en el II milenio a.C. entre poblaciones de leguas indoeuropeas y poblaciones de lenguas caucásicas. Estos primeros contactos fueron renovados por la penetración escita entre los siglos VII y IV a.C en la Georgia occidental y central.

    Sacrifios y descensos bajo tierra

    Prometeo embute carne y entrañas ricas en grasa en una piel, mientras que los escitas embuten todas las carnes en el vientre del buey y la comen cocida. En el mito fundacional del sacrificio cruento (mito de Prometeo) a favor de la carne cocida, hemos reconocido los rastros de las prácticas sacrifícales de los nómadas de Asia central. En su contra vemos a los seguidores de Pitágoras que condenaban la alimentación carnívora por ser un obstáculo en el camino de perfección que debía acercar los hombres a los dioses; por otra parte, los partidarios de Dionisio tendrían a suprimir la distancia entre los hombres y los animales a través del ritual sangriento de la homofagia, en que los animales eran despedazados y devorados crudos, casi vivos, como hacen los chimpancés. El mito de Prometeo (además del robo del fuego al cojo Hefesto) narra un reparto sacrificial. El buey sacrificado es dividido en dos partes: la carne y el interior se entrega a los hombres; los huesos a los dioses. Este mito es un reflejo de ritos lapones, siberianos o caucásicos en los que los huesos de los animales muertos son ofrecidos a los dioses para que les devuelvan la vida. Es un reconocimiento de la providencia de los dioses, a los que dan gracias y recurren para que les proporcionen alimentos y otros dones.

    Pélope fue guisado por su padre para engañar a los dioses, pero sólo como Demeter, que coge el omoplato. Cuando se da cuenta lo sustituye por una de marfil y así puede resucitar a Pélope. Encontramos mitos similares en los de Tántalo y Licaón, en los que un hombre, el padre, ofrece a los dioses la carne de su propio hijo; los dioses descubren el engaño y castigan al padre (a Licaón lo convierten en hombre-lobo) y devuelven la vida al hijo.

    Nunca existió una secta órfica, pero si existía desde el siglo VI a.C. una serie de mitos órficos sobre Dionisio, los cuales narraban su muerte, desmembramiento, cocción, asado, recomposición de los huesos y resurrección. Sabemos que Dionisio tenía un santuario en Olbia, colonia griega a orillas del mar Negro. Aquí surgió la relación entre el mito órfico de Dionisio y el dios muerto y luego renacido de sus propios huesos recogidos y recompuestos.

    La leyenda caucásica recogida hace medio siglo entre los svani del Cáucaso narra la gesta de Amirami, el cual se quedó sin fuego, encontrándolo de nuevo en posesión de unos demonio subterráneos llamados dev, que son nueve hermanos, uno de los cuales es cojo. Amirami roba el fuego del dev cojo, pero es engullido por un dragón que se introduce bajo tierra, cuando el héroe consigue salir del vientre del dragón encuentra un águila que se presta a subirlo a la superficie a cambio de carne; el héroe va entregándole la carne del dragón hasta que se termina y arrancándose un trozo de la suya se lo ofrece al águila que lo encuentra más sabroso; cuando salen de debajo tierra el águila le da un ala que cura la herida del héroe.

    Tenemos una fábula de Mantua, registrada en 1976, que habla del héroe Sbadilón el cual levantando una lápida que encuentra en un prado, e introduciéndose por el agujero con una cuerda, desciende bajo tierra, donde mata a cinco magos a azadonazos y recata a una princesa. Luego, la ata a la cuerda y la sacan sus compañeros tirando de la cuerda; cuando el héroe intenta subir, sus compañeros cortan la cuerda y lo dejan abandonado; entonces encuentra a un águila que lo devuelve a la superficie a cambio de carne (la de los magos), pero cuando esta se termina el héroe se corta un pedazo del talón, con lo que el águila termina de subir a la superficie. Los talones cortados son la marca del que ha hecho el viaje subterráneo al mundo de los muertos.

    Una población escita, afín culturalmente a los nómadas de las estepas, influye sobre los griegos de mar Negro, a partir del siglo VII a.C, y sobre los celtas desde el siglo IV a.C, y estos se encargan de la difusión de los temas relacionados con los vuelos mágicos y metamorfosis animales, de origen chamánico, que acabaran confluyendo en el estereotipo del aquelarre. También cabe una segunda hipótesis, es decir, que los contactos con los escitas reactivaran, en los griegos y celtas, elementos culturales latentes, aunque sedimentados desde hacía muchísimo tiempo.

    La hipótesis de una prolongada proximidad en el II milenio a.C, en una zona de Asia, entre poblaciones indoeuropeas y caucásicas, ha sustituido a la de las invasiones de jinetes chamánicos procedentes de Asia central.

    Sociedades dualistas

    Los vogulo-ostiakos, hoy asentados en la Siberia occidental, ocupaban hasta el siglo XIII una vasta zona en torno a Perm (los Urales), cuentan que sus cazadores, al volver del bosque, preparan una comida, la cual intentan robar unos ladrones. Unos cazadores consiguen llevarse la carne cruda, pero los otros la medio-guisan y se la comen. Los comedores de carne cruda (Mos-chum) son similares a los dioses, inteligentes, civilizados y buenas personas; los otros son “Por-chum” estúpidos, groseros y malos. Mos y Por son dos fratrías exogámicas: solo pueden casarse con los miembros del otro grupo. Estaban Rómulo y Remo pacificando cabras, cuando llegaron unos ladrones; Remo y sus Fabios recuperan sus cabras, pero Rómulo y los Quintillos no lo consiguen. Esto es el origen de las Lupercalia (15 de febrero).

    Las características comunes de las sociedades dualistas son la presencia de cónyuges exogámicos, ligados por intercambios matrimoniales y económicos; frecuente descendencia matrilineal; mitología sobre el poder de unos hermanos o gemelos; reparto del poder entre dos jefes con funciones distintas; clasificación de los seres y las cosas en parejas contrapuestas y juegos o peleas de rivalidad y solidaridad entre las cónyuges exogámicas.

    Sólo las especie humana tiene el hábito de recoger, producir, almacenar o destruir objetos que tienen la función de significar: utensilios funerarios, obras de arte o curiosidades naturales. Estos objetos se llaman semióforos y tienen la prerrogativa de poner en comunicación lo visible con lo invisible.

    La cultura humana nace de la elaboración de la ausencia, afirma Carlo Ginzbur. La muerte es un caso particular de la ausencia. En el desarrollo intelectual del ser humano esta elaboración empieza en la primerísimo infancia, durante el proceso de construcción de un mundo de objetos con significado simbólico. En el gesto del niño de dieciocho meses que (quizás) revive las reacciones suscitadas por la ausencia y la vuelta de la madre arrojando lejos de sí un carrete atado a un hilo para reencontrarlo alegremente. Esto es un modelo de repetición simbólica controlada del pasado. El niño usa el carrete como un semióforo, el carrete designa la madre, es la madre.

    Veamos si hay alguna analogía entre individuo y especie. Una especie que dependa para su subsistencia de una especie animal, y que esta tenga una cantidad no ilimitada, acabarán utilizando sus huesos como semióforos. Los cazadores paleolíticos recogían los huesos para resucitar el animal. Para comunicar lo visible con el mundo del más allá del horizonte, poblado de animales. El rito mágico ocurría cuando se observaba la aparición del animal por el horizonte…

    En las sociedades dualistas se aprecia una división entre iniciados y no iniciados, en la cual se ha reconocido la expresión de la oposición suprema, la que hay entre muertos y vivos. Lo mismo que habíamos observado en las batallas libradas en sueños o éxtasis. Las dos expresiones de la alteridad para el ser humano son los animales y los muertos. Los benandanti, durante su catalepsia, hacían salir su espíritu en forma de ratón o mariposa. Metamorfosis, éxtasis seguidas de la salida del alma en forma animal, nos llevan a la conclusión que entre animales y ánimas, entre animales y muertos, animales y el más allá, existe una conexión profunda.

    Entre los habitantes de la Cólquida en el siglo III a.C, cuando moría un hombre lo colgaban de un árbol envuelto en una piel de buey (las mujeres eran inhumadas). Entre los osetas del Cáucaso (antigua Cólquida) estas practicas funerarias aún estaban extendidas hasta hace pocos decenios; algunos viajeros del siglo XVIII las registraron, ya en vías de desaparición, entre los yakutas de Asia Central. La costumbre de sepultar a los muertos poniéndolas sobre una plataforma elevada o colgándoles de los árboles, se extiende por Asia Central y Septentrional y África. Pero envolver y coser a los muertos varones es específico. Soslan, el mago oseta, consiguió expugnar una ciudad haciéndose encerrar en la piel de un buey y resucitando.

    Los rituales chamánicos se reconocen en las situaciones en las que la persona permanece en silencio tapado con un manto, en las somnolencias de las personajes tapados la cabeza con el manto.

    En Laponia el éxtasis se obtiene golpeando incesantemente el tambor chamánico. El recurso a una concentración interior bajo la protección de una tela o de una piel debió llegar a Islandia a través de los esquimales. En otras regiones árticas se combinan las dos técnicas, como se desprende del relato de Richard Jonson (1565) en los que un chamán samoyedo llega al éxtasis golpeando el tambor con la cara cubierta de una tela adornado con huesos y dientes de animales.

    ¿Porqué cubrirse el rostro? En Islandia, como en las islas de la Frisia septentrional, los que nacían con la “camisa” eran personas dotadas con una segunda vista, eran los únicos que podían ver las batallas libradas en espíritu. Para los samoyedos el que nace vestido se vuelve chamán. La creencia en las virtudes chamánicas de los nacidos con la “camisa” tiene una difusión más amplia: en Rusia se convierten en Licántropos; en Friul en benandanti; en Dalmacia en kresniki… En 1578 el médico francés Laurent Joubert sugirió un paralelismo entre jirón amniótico y sudario. Cubrir el rostro de los muertos parece y, no lo es, un gesto natural. Los que tienen el rostro tapado están asimilados a los muertos. No sólo las envolturas animales, sino en general, aquello que envuelve, encierra o rodea, figura en culturas dispares ligadas a la muerte. Asociación casi universal entre máscara y espíritu de los muertos.

    En los mitos y ritos de la muerte vuelve de modo insistente la idea de regresar a la vida, de renacer. Ser envueltos en el amnios, tapados por una manta, cosidos en una piel de buey, enmascarados, velados… es un regreso al útero para volver a nacer.

    La inventiva de las transmisores de mitos está limitada por la forma interna del mito. Su transmisión es, como la de las estructuras profundas del lenguaje, inconsciente, pero sin que ello implique la presencia de un inconsciente colectivo.

    La actividad simbólica se expresa mediante las metáforas (asimetría ambulatoria y vuelta del más allá; morir y ser envuelto…) Existencia de una unidad mitológica euroasiática subterránea, fruto de relaciones culturales sedimentadas a lo largo de milenios.

    Copyright © 2003 La Velleta Verda. Gonçal Vicenç Bòrdes
    Fuente: http://club.telepolis.com/meugenia1/mitos_extaticos.htm#dualistas

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