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La organización del Cuerpo

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    EL MUNDO BIOLóGICO

    Autor Claude A. Villée

    LA ORGANIZACIóN DEL CUERPO

    SANGRE

    Los procesos metabólicos de todas las células requieren un constante suministro de alimentos y oxígeno, y una constante eliminación de los productos de desecho. En las plantas y animales pequeños que viven en un medio acuático, esto se realiza por simple difusión, pero el hombre y todos los animales de mayor tamaño han desarrollado un sistema interno de transporte, es decir, un sistema circulatorio. El sistema circulatorio del hombre comprende: el corazón, los vasos sanguíneos, los vasos linfáticos, la sangre y la linfa. La sangre se ajusta a nuestra definición de tejido, ya que es un grupo de células similares, especializadas para cumplir ciertas funciones. Muchos de los estudios sobre las relaciones de las células con su medio ambiente inmediato se han hecho con sangre, porque este tejido, se puede obtener fácilmente con una jeringa y una aguja. Cuando se las recoge cuidadosamente, las células sanguíneas no se dañan y pueden estudiarse en su estado normal.

    El volumen de sangre de un hombre depende de su peso; una persona que pese 70 Kg. tiene, aproximadamente, algo más de 4 litros de sangre (la misma cantidad de aceite que el cárter de la mayoría de los automóviles). Además de transportar los alimentos y el oxígeno hacia las células, y de eliminar los residuos de las mismas, la sangre cumple las siguientes funciones: transporta las secreciones de las glándulas endocrinas u hormonas; interviene en la regulación de la cantidad de ácidos, bases y agua de las células; desempeña un papel importante en la regulación de la temperatura del cuerpo, pues enfría a órganos tales como el hígado y los músculos, donde se produce un exceso de calor, y calienta la piel, en la que es mayor la pérdida de calor; sus leucocitos constituyen una defensa importante contra las bacterias y otros organismos patógenos, y su mecanismo de coagulación impide la pérdida de este valioso fluido.

    Si bien la sangre al fluir de tina herida parece ser un líquido homogéneo, de color rojo, escarlata, está compuesta en realidad por un líquido amarillento, llamado plasma, en el que se encuentran los elementos figurados: glóbulos rojos o hematíes, que dan a la sangre su color; glóbulos blancos o leucocitos, y plaquetas sanguíneas. Estas últimas son pequeños fragmentos celulares, importantes en la iniciación del proceso de la coagulación, que derivan de grandes células ubicadas en la médula ósea. Los elementos figurados constituyen cerca del 45 51, de la sangre total; el 55% restante está constituido por el plasma. La pérdida de agua causada por la transpiración profusa puede reducir el volumen de plasma a un 50 de la sangre total, y la ingestión de una gran cantidad de agua o de cerveza puede aumentarlo hasta un valor de 60%. Los elementos figurados, cuya densidad es de 1,09, son más densos que el plasma, que tiene 1,03, de modo que se pueden separar ambos componentes por centrifugación. Al circular por los vasos sanguíneos, la sangre se mezcla constantemente, de modo que el plasma y las células sanguíneas no se separan.

    PLASMA

    El plasma es una mezcla compleja de proteínas, aminoácidos, carbohidratos, grasas, sa­les, hormonas, enzimas, anticuerpos y gases disueltos. Es muy ligeramente alcalino, con un pH de 7,4. Sus dos principales constitu­yentes son el agua, (90 a 92 %), y las proteí­nas (7 a 8%). La concentración de glucosa (0,1 %) y la de sales (0,9 %) son muy pequeñas, pero se mantienen notablemente constan­tes. Mientras la sangre circula pasando por las células somáticas, su plasma constantemen­te recibe y entrega una amplia variedad de sus­tancias. Sin embargo, la composición de la sangre se mantiene relativamente constante; cualquier variación de la misma hace que uno o más órganos del cuerpo respondan restau­rando el equilibrio normal.

    El plasma contiene varios tipos diferentes de proteínas, cada una de las cuales tiene funciones y propiedades específicas. ‑El profesor E. J. Cohn, que ideó métodos para separar las proteínas plasmáticas, demostró que éstas son el fibrinógeno, las alfa, beta y gamma globulinas, la albúmina y lipoproteínas. El fibrinógeno es una de las proteínas que intervienen en el proceso de la coagulación; la albúmina y las globulinas regulan el contenido de agua de las células y los líquidos corporales. La fracción gamma globulina es rica en anticuerpos que dan inmunidad para ciertas enfermedades infecciosas, tales como el sarampión y la hepatitis infecciosa. Actualmente se emplea la gamma globulina humana purificada en el tratamiento de dichas enfermedades. La presencia de estas proteínas hace que la sangre sea aproximadamente 6 veces más viscosa que el agua. Las moléculas de las proteínas plasmáticas, que son demasiado grandes para pasar con facilidad a través de las paredes de los vasos sanguíneos, ejercen presión osmótica y desempeñan un papel importante en la regulación de la distribución del agua entre el plasma y el líquido intersticial.

    El funcionamiento normal de los nervios, músculos y otros tejidos, requiere la existencia de un adecuado equilibrio de iones sodio, potasio, magnesio y calcio. El plasma los contiene, juntamente con los iones cloro, bicarbonato y fosfato, en una concentración total de, aproximadamente, 0,9 % en los mamíferos, y un poco menos en los animales inferiores. El transporte de estos iones y la regulación de la concentración de cada uno de ellos en los tejidos es, también, tina importante función de la sangre.

    El hidrato de carbono más importante del plasma es la glucosa; su concentración oscila entre 0,08 y 0,14 %, con una promedio de cerca del 0,10 %; es transportada por la sangre desde el intestino, donde es absorbida, hasta el hígado, donde se almacena en forma de glucógeno, y, por último, a todas las células del cuerpo, en las que se metaboliza para liberar energía. La s células del cerebro, en especial, dependen en alto grado del constante suministro de glucosa, como material energético. Si su concentración en la sangre cae por debajo de 0,04 %, aumenta notablemente la irritabilidad de ciertas células cerebrales y se producen contracciones musculares y convulsiones. Si la concentración de la glucosa en la sangre continúa baja, las células cerebrales no pueden funcionar; sobreviene entonces un estado comatoso y luego la muerte.

    Cuando se extrae de los vasos sanguíneos sangre total y se la deja reposar, se transforma en una masa gelatinosa y pegajosa, llamada coagulo. Después de un tiempo, el coágulo se retrae y rezuma un líquido de color amarillo claro, llamado suero. La diferencia que hay entre plasma y suero es evidente: el plasma es la parte líquida de la sangre total, y el suero es el líquido que queda después de haberse producido la coagulación. La composición química de ambos es casi idéntica, pero el plasma contiene fibrinógeno y el suero no. En el proceso de la coagulación, el fibrinógeno soluble se transforma en fibrina insoluble, que es el gel, que constituye la parte sólida del coágulo.

    GLóBULOS ROJOS

    Los glóbulos rojos, o eritrocitos, son discos bicóncavos, de tinos 7 a 8 micrones de diámetro, y de 1 a 2 micrones de espesor.

    A diferencia de la mayoría de las células, no poseen núcleo. Una armazón elástica interna mantiene la forma discoidal y hace que las células puedan incurvarse y deformarse para pasar por los vasos sanguíneos de menor diámetro que el de ellas. Los eritrocitos no pueden desplazarse en forma activa, sino que flotan, simplemente, en la corriente sanguínea, y son movilizados por el efecto impelente del corazón. El hombre adulto tiene un promedio de 5.400.000 glóbulos rojos por milímetro cúbico de sangre, y la mujer adulta aproximadamente 5.000.000 por milímetro cúbico. Los recién nacidos tienen un número mayor de eritrocitos, que llega a 6 ó 7.000.000 por milímetro cúbico; esta cantidad decrece después del nacimiento, y aproximadamente a los tres meses alcanza el valor normal para el adulto. El cuerpo humano contiene alrededor de 30 billones de glóbulos rojos 1. Puesto que el número de glóbulos rojos por milímetro cúbico es un factor importante para determinar el estado de salud general de una persona, casi todos los exámenes clínicos incluyen un recuento de glóbulos rojos.

    La sangre extraída del paciente se diluye primero con exactitud, en un volumen 200 veces mayor, en una pipeta de dilución especial. La pipeta se carga con sangre hasta la marca 0,5, y luego, con un diluyente especial, se completa el volumen hasta la división 101.

    La sangre y la solución diluyente se mezclan cuidadosamente en la pipeta, colocándose luego la sangre diluida en la superficie de la cámara de recuento denominada hemocitómetro. La superficie está marcada con finas líneas perpendicularmente entrecruzadas, que delimitan cuadrados de 50 micrones de lado. A cada lado de la cámara hay una cresta de vidrio, cuya altura con respecto a la superficie de la cámara es de 100 micrones. Cuando se coloca un cubreobjetos plano, de vidrio, sobre las dos crestas, cubriendo la cámara de recuento, se forman cubos de 50 x 50 x 100 micrones, cada uno de los cuales tiene un volumen de 1/4.000 de milímetro cúbico. Se cuenta el número de hematíes de varios cubos, se promedian los valores obtenidos y luego, por simple multiplicación, se convierte el número de hematíes contenido en 1/4.000 de milímetro cúbico de la sangre diluida, en el número de hematíes contenido en un milímetro cúbico de la sangre sin diluir.

    HEMOGLOBINA Y TRANSPORTE DE OXíGENO

    Cada glóbulo rojo contiene 265 millones de moléculas de hemoglobina, el pigmento rojo responsable del transporte de oxígeno. La hemoglobina es una proteína que contiene 4 átomos de hierro, cada uno de los cuales es el centro de un complejo compuesto orgánico, llamado hem. La sangre contiene, normalmente, de 15 a 16 g de hemoglobina por cada 100 mililitros. La hemoglobina posee la peculiar propiedad de formar una unión química inestable con el oxígeno, cuyos átomos se adosan a los átomos de hierro de la molécula de hemoglobina. Ésta sé une con el oxígeno en las regiones donde éste es abundante, y forma la oxihemoglobina; en las regiones donde el oxígeno escasea, lo libera. Debido a esta propiedad particular, la molécula de hemoglobina no sólo transporta el oxígeno desde los pulmones (branquias en los peces), a todos los tejidos del cuerpo, sino que desempeña un papel fundamental en el transporte de anhídrido carbónico desde los tejidos a los pulmones, y en la prevención de los cambios del pH de la sangre.

    Los glóbulos rojos del feto contienen un tipo de hemoglobina ligeramente diferente, denominada hemoglobina fetal, que desaparece gradualmente después del nacimiento, y a las 20 semanas es remplazada totalmente por la de tipo adulto. Las células que contienen hemoglobina fetal pueden tomar y desprender oxígeno a tensiones de este gas inferiores a las que necesitan las células adultas; esto es importante para el feto, que al desarrollarse en el útero tiene menos oxígeno disponible que el adulto.

    El monóxido de carbono, presente en el gas de alumbrado y en los gases de escape de los automóviles, forma un compuesto con la hemoglobina, ya que tiene por ésta mucho mayor afinidad que el oxígeno. Tanto el monóxido de carbono como el oxígeno se ligan a la hemoglobina por sus átomos de hierro; por lo tanto, cuando ésta se combina con el monóxido de carbono no puede combinarse con el oxígeno. Cuando el aire inspirado contiene sólo un 0,5 % de monóxido de carbono, más de la mitad de la hemoglobina sanguínea se combina con dicho gas, y únicamente la mitad restante puede realizar el transporte de oxígeno. Esto produce el mismo efecto que la pérdida repentina de la mitad de los glóbulos rojos. La unión de la hemoglobina con el monóxido de carbono es reversible, como su unión con el oxígeno, pero la descomposición de la carboxihemoglobina es un proceso lento y se requieren varias horas al aire puro para que se elimine de la sangre. Los individuos que sufren una intoxicación por monóxido de carbono deben recibir abundante aire libre y, si es necesario, hay que practicarlas respiración artificial.

    En ciertas enfermedades, como la crisis febril, complicación del paludismo, los glóbulos rojos se destruyen, liberándose en el plasma la hemoglobina, que se elimina luego por la orina, a la que confiere un color oscuro. Otras enfermedades causan una disminución de la cantidad de hemoglobina de la sangre, alteración que se denomina anemia

    CICLO VITAL DE LOS GLóBULOS ROJOS

    Los glóbulos rojos se destruyen constantemente, a la vez que se forman otros nuevos, pero el número total se mantiene sorprendentemente constante. Se originan en la médula ósea roja que se encuentra en la cavidad central de algunos huesos. Otros huesos contienen médula amarilla, formada por células modificadas para el almacenamiento de grasas.

    La médula roja consta de una red de células del tejido conectivo y miles de pequeños vasos sanguíneos, en cuyos endotelios se originan los hematíes. La división celular normal puede producirse, por supuesto, sólo en las células con núcleo, las precursoras de los hematíes, que se encuentran en los vasos sanguíneos de la médula son células no especializadas, con núcleo y sin hemoglobina. Después de su última división, cada célula se transforma gradualmente en un glóbulo rojo maduro por un proceso que incluye la pérdida, del núcleo, la formación de hemoglobina y, la adopción de la forma de disco bicóncavo. Durante la formación de, los glóbulos rojos, los vasos sanguíneos de la médula ósea se encuentran cerrados, impidiendo el pasaje de sangre. Cuando las células están completamente desarrolladas, los vasos sanguíneos se abren y las nuevas células son arrastradas por el torrente circulatorio. En la médula ósea hay miles de vasos sanguíneos y, permanentemente, algunos están abiertos y otros cerrados, ocupados en la producción de hematíes.

    La velocidad de formación de los eritrocitos aumenta por la acción de cualquier factor que disminuya la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos. La pérdida de hematíes por hemorragia disminuye la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, y provoca el aumento de la producción (le los glóbulos rojos. El estímulo no es, simplemente, la disminución de la concentración de hematíes, ya que si una persona cuya concentración es normal se traslada a una gran altitud durante unas pocas semanas, su número de hematíes aumenta a 6 o 7 millones por milímetro cúbico. En las grandes alturas hay menos oxígeno en el aire y, por consiguiente, los tejidos reciben menos oxígeno. Puede producirse, experimentalmente, el mismo aumento, a nivel del mar, colocando animales en una cámara en la cual el aire tiene un contenido menor de oxígeno, pero una presión total igual a la atmosférica a nivel del mar. No se ha aclarado aún el mecanismo fisiológico por el cual una disminución del nivel de oxígeno en los tejidos produce un aumento de la formación de hematíes. Se ha demostrado experimentalmente que la carencia de oxígeno en la médula ósea roja no estimula la producción de hematíes. Se presume que la carencia de oxígeno en otros tejidos induce la formación y liberación de alguna sustancia que es transportada a la médula ósea y estimula la producción de glóbulos rojos.

    La síntesis de hemoglobina y la producción de hematíes no están, necesariamente, correlacionadas. Un déficit de hierro, por ejemplo, disminuye la síntesis de hemoglobina, pero la producción de hematíes se realiza con la velocidad normal, o aun mayor, como respuesta al estímulo que representa la menor concentración de oxígeno en los tejidos. Las células que se originan tienen menos hemoglobina que las normales (se las denomina hipocrómicas), y, por supuesto, son menos eficaces -que las normales para el transporte del oxígeno.

    Se cree que las células del bazo y del hígado impiden que haya un exceso de hematíes, aumentando el ritmo de destrucción de los mismos. Cuando la médula ósea, estimulada por la disminución de la cantidad de hematíes, aumenta la producción de los mismos hasta lograr la normalización de la cantidad existente en la sangre circulante estímulo que motiva el aumenta de la producción (es decir, la oxigena tejidos), y la médula ósea te su ritmo normal de producción

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