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Jueves 28 de Marzo de 2024 |
 

Sexualidad infantil

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Categoría: Apuntes y Monografías > Medicina >
Material educativo de Alipso relacionado con Sexualidad infantil
  • Ausencia de Programas Infantiles en los Canales de Aire Argentinos: ...
  • Evolución cultural y social de la sexualidad en el siglo XX:
  • Sexualidad.:

  • Enlaces externos relacionados con Sexualidad infantil

    EL GRAN LIBRO DE LA SEXUALIDAD

    La psicología freudiana señaló el error de creer que no existe sexualidad en la infancia y que el instinto sexual aparece sólo en la pubertad. Los impulsos sexuales se hallan ligados a las primeras necesidades orgánicas del niño.
    El presente fascículo ofrece una síntesis del tema, a partir de la idea de que los niños y niñas no son adultos disminuidos, sino que son personas, con la especificidad propia de la rica etapa por la que atraviesan.
    Ocultar la sexualidad a los niños, a pretexto de no excitar el interés por ella o bajo la equivocada noción de retardar su instinto sexual, es fuente de daño y, en muchos casos, sólo expresa la desorientación de los adultos.
    Si nadie duda en teoría de la importancia de la edad infantil, en la práctica la desatención y el maltrato a la infancia son muy grandes. Una de las realidades más alarmantes es la del abuso sexual. Estas páginas llaman también la atención sobre el problema. Aspiran, con ello, a contribuir a que el conocimiento y orientación sobre la sexualidad infantil mejoren el diálogo y la relación, en las familias, entre padres e hijos y, en los centros educativos, entre los maestros y los niños.

    Jugar a papá y mamá



            Los juegos sexuales infantiles son tan antiguos como los niños mismos puesto que éstos últimos no pueden escapar, de manera alguna, a los mensajes de la sexualidad que se originan en la convivencia diaria con los adultos. Además, es común que en los niños actúen sus fantasías y también sus experiencias. En la actualidad, jugar a papá y mamá posee características sexuales y eróticas más evidentes que en las antiguas generaciones, precisamente por la perenne exposición a los mensajes y experiencias de la televisión y también porque lo erótico ha salido del escondite del dormitorio matrimonial para pasearse con mayor libertad en toda la casa.
    A ello se une la necesidad imperativa que tienen los niños de conocer y reconocer su cuerpo a través de la comparación con el cuerpo de los otros niños. Se trata de un juego de imágenes en el cual el cuerpo del él o de ella sirven de espejo al amiguito o al hermano; se contemplan desnudos y descubren en el otro su propio cuerpo y también se percatan de las similitudes y de las diferencias. Cuando se tocan, no intentan brindar sino ejecutar un ejercicio de exploración de texturas y de sensaciones.
    Estos juegos resultan indispensables para la construcción de la imagen del cuerpo propio y para la configuración, en los varones, de la imagen de mujer y, en las niñas, la del varón. Sin embargo, las preguntas iniciales de qué es ser mujer y en qué consiste ser varón no se resuelven nunca con la mirada dirigida sólo a la anatomía. Las respuestas posibles recorrerán los más inusitados senderos de la cultura, de los afectos, de las fantasías, de las creencias y los mitos. Al final, varones y mujeres aceptarán que la sexualidad pertenece al mundo del misterio y de lo mágico.
    Se trata de un juego, es decir, de una experiencia lúdica destinada a producir placer. Los niños ríen a carcajadas porque se divierten con la imagen de su cuerpo en el cuerpo del otro, con esas nuevas sensaciones que los descubrimientos provocan, como ante una caja de secretos y maravillosos tesoros. Ese regocijo forma parte de la estructura lúdica de una sexualidad que así abandona lo prohibido, lo pecaminoso, lo malo. Una sexualidad que se torna sensualidad y erotismo con el propósito de certificar al sujeto que posee una vocación de gozo.
    Por lo general, los adultos no reaccionan bien cuando encuentran a los niños divirtiéndose con sus juegos sexuales. Algunos ponen el grito en el cielo, se enojan, regañan a los pequeños y buscan culpables y víctimas. Si encuentran a una niña desnuda, entonces creen que los otros pequeños han estado abusando de ella. Si sucedió entre dos primos o amigos, acusan de malo al amiguito. Después del escándalo, terminan con las soluciones salomónicas que siempre estarán equivocadas: prohibir la amistad.
    Nada más erróneo que acudir a criterios de adultos para juzgar una práctica necesaria en la estructuración de la identidad. En efecto, ese juego infantil cambia de sentido, se torna productor de culpas cuando es analizado con los registros de la sexualidad adulta que ya no mira el juego sino una práctica sexual inadmisible en los niños porque se cree que hay abuso de unos sobre otros. Mientras se dé entre niños y niñas de más o menos la misma edad, el juego sexual será una experiencia grata, nada culposa y que, como suele acontecer, será luego reprimida para siempre.


    DERECHOS DE LOS NIÑOS

    Todos los niños y niñas tenemos derecho:


    * A la vida, un nombre y una nacionalidad.

    * Al amor y cuidado de nuestros padres.

    * A ser iguales: negros, blancos, mestizos, indios, enfermos, sanos, religiosos, no religiosos.

    * A vivir en una casa, a comer, a estar limpios y abrigados, a estar sanos y, si nos enfermamos, a que nos curen.

    * A estudiar y a jugar.

    * A conocer y amar nuestra patria y nuestra historia.

    * A especial amor, cuidado y educación cuando tenemos dificultad para ver, oír, hablar, comunicar, expresar.

    * A que nos protejan mientras trabajamos porque muchos nos vemos obligados a hacerlo.

    * A conocer, a pensar, hablar, decidir y a juntarnos con otros niños y niñas.

    * A que nos protejan de las drogas, del abuso sexual y de toda forma de violencia.

    * A que se nos respete, se nos trate como niños y se actúe de acuerdo con la ley cuando tenemos algún problema con la policía.

    * A que cuando haya terremoto, maremoto, inundación u otros peligros, se nos atienda primero.

    * A vivir en paz y en hermandad con los niños de otros países.

    * A exigir del Estado que nos haga conocer nuestros derechos, los cumpla y los haga cumplir.


    ¿Los niños vienen de París?

            Es la pregunta más difícil que me han hecho en mi vida, decía una mamá. Me tomó desprevenida, sin la respuesta adecuada Jamás me indicaron qué y cómo responder. La pregunta llega como un balde de agua fría. La mamá se desconcierta o ruboriza. Y si coincide que se halla embarazada, la situación es aún más engorrosa.
    Las respuestas claras, sencillas y verdaderas tranquilizan a los niños. No se trata de entrar en complejas explicaciones, sino de una verdad, adecuada a la situación concreta los pequeños.
    Para todo niño es un misterio pensar cómo entró y salió de la barriga de mamá en la cual, a lo mejor, ahora se encuentra un hermanito. Toda respuesta debe tomar en cuenta que ella o él han sido deseados, buscados, queridos. Que lo tuvieron porque papá y mamá se amaban mucho.

    ¿Cómo nacen los niños?

    Yo, como todas las mujeres, poseo una abertura entre las piernas por la cual saliste cuando ya no quisiste estar más tiempo aquí adentro y cuando tu papi y yo quisimos conocerte. Porque mientras estabas acá adentro no nos veíamos, sólo te sentía cuando te movías.

    ¿Cómo entré en tu barriga?

    Tu papi y yo nos amamos mucho. Un día quisimos tenerte, entonces estuvimos en la cama y tu papi puso dentro de mi algo así como una semillita que se unió a mi cuerpo. Poco a poco, te fuiste formando en mi barriga. Cuando pasó mucho tiempo, muchos meses, naciste.

    ¿Y por qué yo no tengo papá?

    Tú, como todos los niños y niñas, tienes un papá. No pudimos vivir juntos, pero si él estuviese aquí, estaría feliz de verte. Pero. aunque no viva con nosotros, estoy segura de que él te quiere mucho.
    Para una mamá soltera, estas respuestas son más complicadas. Pero no puede dejar de hacer referencia a la presencia de un padre. La mamá soltera, salvo si fue abusada, tuvo una relación amorosa de la cual este niño es un producto, inclusive pese a que no haya sido deseado.
    Negar al padre, no nombrarlo, origina tremendas confusiones en niñas y niños porque creerán que son hijos del viento o de la nada, se criarán sin historia. París, ciudad símbolo de los ideales, de los placeres perfectos e imposibles.
    Por eso todo los niños y niñas vienen de París es decir, de una escena placentera y gozosa. Así debería ser.




    Me baño con mis hijos


    El que papá, mamá y los niños se bañen juntos puede ayudar a apreciar con naturalidad el propio cuerpo y el cuerpo de los otros



    Bañarse con los hijos se ha transformado en una manera de romper el tabú del desnudo en casa y también de abrir espacios para una nueva concepción sobre la sexualidad. Un válido intento de romper los miedos y recelos ancestrales sobre el cuerpo.
    ¿Hasta qué edad pueden papá y mamá bañarse con su hija o hijo? No existe una norma establecida. Pero es importante tomar en cuenta que niñas y niños poseen su propia sexualidad con deseos, fantasías y experiencias placenteras. Y corresponde a mamá y papá evitar transformarse en objeto real de esa sexualidad a través de la mirada o los tocamientos.
    Hacia los cuatro años, niños y niñas buscan la intimidad, la reserva y la privacidad. Por ende, meterse juntos en la bañera para sus propios juegos, exploraciones y descubrimientos les resulta mucho más placentero que bañarse con mamá o papá. Así su sexualidad se desarrolla dentro de los parámetros que indica la cultura, sin la injerencia no siempre sana de los adultos.
    Pese a ese acercamiento directo al cuerpo y sus diferencias entre mujeres y varones que se da en el baño con los adultos, para los niños la sexualidad y ese mismo cuerpo serán un misterio que solo se develara de manera parcial en la adolescencia. No ni oportuno ni sano que los adultos pretenden enseñar todo a los niños pues corren el riesgo de pervertirlos.

    Identidad sexual infantil

    Son dos experiencias bien diferenciadas en los niños y las niñas. Las madres pueden observarlas, como lo he hecho yo con mi hijo. Hasta ese día Jean sabía perfectamente que la hinchazón de su pene a menudo iba acompañado de ganas de hacer pipí. Entonces orinaba y su pene quedaba tranquilo.
    Pero, de pronto -acaba de cumplir 29 meses- constata un cambio extraordinario: su pene está levantado, Jean cree que va a orinar. Pero mientras está turgente no pasa nada El incidente se repite. Si la erección cesa, el niño puede orinar. Es la primera vez que presiente, sin tener palabras para expresarlo, que su pene puede tener una actividad extraordinaria. Jean está haciendo la experiencia de todos los chicos de su edad. Entre los 28 y los 30 meses el bebé descubre la erección del pene disociada de la micción, momento en que despierta al conocimiento de su identidad de varón.
    Las chicas descubren su identidad sexual interesándose por los "botones" de sus senos, semejantes al tacto, y por el "botón de su sexo, y tocándose. La masturbación de esta zona erógena es el signo más indiscutible del momento de su historia en que tienen la revelación de la gran diferencia entre mujeres y varones.
    Cuando yo estaba en análisis, quedé asombrada ante una chiquilla de menos de tres años a quien lleve una muñeca. De inmediato la puso cabeza abajo, le separó las piernas y, tras quitarle el calzón, la tiró a un rincón diciendo: "Es fea". -"¿Por qué es fea?"- "No tiene botón". (Francoise Dolto, "La causa de los niños")

    Una sexualidad para niños

    Cuando se habla de sexualidad infantil el punto de referencia no es lo que acontece con los adultos



    Los infantes no son ángeles sino niños y niñas con un cuerpo que posee las marcas de una sexualidad que les provee de identidad para toda la vida. Sexuados y viviendo una realidad infantil, lo que equivale a decir, con características, dimensiones, tiempos, espacios y principios propios, lo cual los diferencia de manera radical de los adultos. Cuando se habla de sexualidad infantil, no es dable tomar como punto de referencia o de comparación lo que acontece con los adultos, hacerlo implicaría violentar la vida de los pequeños y pervertirlos.
    El deseo y el placer son los primeros elementos cuya presencia da cuenta de la sexualidad. En el niño, el placer aparece casi de forma inmediata a su nacimiento y se hace evidente en su relación con el seno materno. Para comprender la relación del recién nacido con el seno de la mamá y con otras las experiencias placenteras que ella provoca, es necesario recordar que el ser humano no se encuentra regido por un sistema instintivo que, de manera ciega y necesaria, gobierne su vida y determine su comportamiento. Los instintos pertenecen a los animales, lo cual hace que se hallen dominados por el principio la necesidad y su satisfacción. La necesidad se satisface con un objeto determinado y propio, como el hambre con la comida o la sed con el bebida.
    En el ser humano, el lugar de los instintos se halla ocupado por una compleja estructura de orden cultural constituida por el deseo y por las pulsiones. El deseo es búsqueda de objetos que producen placer y que, inclusive, pueden terminar en experiencias gozosas. El deseo nunca se satisface de manera absoluta; por el contrario, siempre queda insatisfecho como un requisito para seguir deseando y buscando. La pulsión es fuerza, empuje que moviliza al sujeto en pos del objeto de sus deseos. Este objeto, en numerosas circunstancias, puede ser sublimado a través del arte en cualquiera de sus expresiones, del deporte, el estudio, la profesión.
    Al poco tiempo de nacido, el niño ya no busca el seno tan sólo porque tiene hambre, sino porque allí encuentra a la madre, su voz, su calor, la seguridad básica que ella le ofrece, esas primeras certezas indispensables para vivir.
    Pero aún hay algo más. Mediante la succión del pezón, el hijo y la hija ingresan en un complejo proceso de erogenización del cuerpo que será determinante para que la sexualidad se transforme en una realidad capaz de producir placer. Boca y labios devienen zonas erógenas, es decir, lugares en los que se ubica el placer que podrá ser reeditado tantas veces cuantas se repita, ahora la lactancia, y más tarde el beso. Por todos es conocida la experiencia del niño materialmente agarrado al seno de su madre, realizando movimientos de succión sin mamar en absoluto y profundamente dormido. Si la madre le retira, el niño se despierta y llora sin consuelo. Este es un primer indicador de la presencia de una sexualidad que inicia su proceso de estructuración en torno a lo placentero. Además, mediante esta relación placentera con su madre, el hijo y la hija reciben los primeros elementos desde el otro que les permiten descubrirse como amados y deseados. La experiencia placentera derivada de la sexualidad provee de sentido y verdad a la existencia.
    La sexualidad es una construcción que se inicia con el nacimiento sobre la base de un cuerpo que, si bien nació con las marcas de una sexualidad anatómica que será la base indispensable para todo proceso de identidad, requiere de todo el cúmulo de atenciones que la madre y los otros ofrecen para que en verdad consiga constituirse en cuerpo de mujer o de varón. Porque la feminidad y la virilidad se construyen mediante las palabras, los deseos, las atenciones, cuidados y miradas que la mamá y los otros brindan a la pequeña y al niño.
    No se puede pasar por alto que el hijo es el producto de una relación amorosa, sexual y placentera. Esta es una realidad que, a medida que crecen, el niño y la niña la integran en un universo de fantasías que se hacen evidentes cuando, de súbito, pregunta: "Mamá, ¿cómo nacen los niños"? Pregunta que nada tiene que ver con los aspectos físicos sino con el orden del deseo y también del placer. Es decir, al hijo y a la hija les interesa certificar que son el producto del deseo y del goce de sus padres.

    ¿SABIA USTED?
    MASTURBACION INFANTIL


    La masturbación es una forma de autoerotismo a través de la cual se obtiene placer sexual mediante la manipulación directa de los genitales, o bien frotándolos o rozándolos con otra superficie: almohadas, la cama, el agua de la ducha, etc.
    Es una práctica muy generalizada en la adolescencia tanto entre chicas como entre los muchachos y constituye la forma más utilizada para el logro del placer sexual y también para esa suerte de descarga emotiva que, a ratos, buscan los adolescentes. La fantasías eróticas, las escenas de ternura vividas entre enamorados y que no pueden concluir en una relación sexual suelen terminar en actos masturbatorios.
    También los niños y niñas recurren a una especie de masturbación mediante las mismas estrategias. Desde que descubrieron que la zona genital es proveedora de sensaciones placenteras, una niña o un niño pueden recurrir a ella como alivio a su tensión, a la angustia, a la tristeza o a la soledad. En la niñez no es lo erótico lo que suele movilizar la práctica masturbatoria, sino lo conflictivo. Es una pequeña máquina para producir placer ante la soledad y el abandono y la falta de sentido en las realidad en las que se halla inmerso el niño. En este sentido, por lo general, puede considerarse un síntoma de angustia.
    Las niñas suelen hacerlo con las almohadas, los brazos de los sillones o incluso mediante algún juguete. Se las ve excitadas y sudorosa hasta que llegan a una especie de clímax que las tranquiliza.
    Como forma parte de la sexualidad infantil, niños y niñas no deben ser regañados o castigados porque, al hacerlo, se estaría inscribiendo la sexualidad en lo malo. Es mejor tratar de descubrir el origen de la angustia o de preocupación. Si persiste y se ha convertido en un síntoma, conviene consultar a psicoterapeuta.

    Una sexualidad ofendida



            No son ángeles, sino niñas y niños que descubren y construyen su mundo en todas las formas de realidad. Se desnudan y se exponen a la mirada del otro. Seducen como forma de granjearse la atención, el cariño, el mimo de los otros. Espían por la rendija de la puerta a la mamá que se desviste. Poseen fantasías de las que ellos mismos se asustan hasta llegar, a ratos, al terror, como en esos despertares gritando a media noche. A ratos pueden parecer crueles e inhumanos. Pero ese es su mundo, un mundo privado que lo comparten, cuando lo desean, con sus iguales.
    Se trata de una sexualidad que posee límites y características particulares y que, por lo mismo no puede, de ninguna manera, ser invadida por los adultos o por los adolescentes varones o mujeres. Sin embargo, en la realidad los niños y las niñas, con mucha frecuencia, son víctimas de todas las formas posibles de abuso sexual. No importa la edad ni la condición social o económica: se abusa de niñas de meses hasta de niñas y niños que van a la escuela, a pequeños de familias ricas y a pequeñas que deben quedar al cuidado de la casa vecina porque la mamá tiene que salir a trabajar.
    El abusador de niñas y niños no deambulan por las calles ni se esconde en los parques. No anda armado para amenazar. Por el contrario, puede ser una pariente que vive en la misma casa o alguien de confianza que frecuenta a los niños: el abuelo que manosea los genitales de su nieta o que le pide lo haga con los suyos o que inclusive intenta penetrarla. El papá que juega con los genitales de su hijo pequeño y se solaza en hacerlo. El tío que provoca a la sobrina, que le ofrece regalos a cambio de que se dejar acariciar o de que le toque a él. El primo mayor que subrepticiamente se introduce en la cama de la niña para manosearla o que viola al primo o a la prima.
    El abuso sexual es un atentado grave a la estructura sexual de niñas y niños, una herida que, aunque produzca la apariencia de que ha sido superada, difícilmente se cicatriza. Quien abusa de un menor, lo coloca en una clara posición de oprobio, de anonadamiento ante una escena que rebasa su capacidad de comprensión. No entiende el sentido y la dimensión del acto al que ha sido arrastrado. Pero, sin duda, capta que es una víctima de algo malo y eso lo asusta y le pone mal.



    INFORMACION SOBRE SEXUALIDAD


    Niños y jóvenes buscan información sobre la sexualidad. Las fuentes principales suelen ser la escuela, los amigos, los padres.
    Los datos revelan, sin embargo, un muy alto porcentaje de niños y jóvenes que confiesan no saber nada acerca de la sexualidad.
    De otro lado, la información más atractiva y confiable para los niños suele ser la de los amigos, lo cual es un reto para padres y educadores.

    Todo lo que sabes de sexualidad, ¿cómo lo aprendiste?

    (A nivel nacional)

    NSC 16.9%

    Papá 2.6%

    Mamá 6.9%

    Papás 5.1%

    Hermanos 3.0%

    Amigos 15.3%

    Profesores 17.7%

    Tv 7.2%

    Cine 1.0%

    Revistas pornográf. 1.1%

    Videos 0.6%

    No sé nada 16.8%

    Libros 1.1%

    Otro medio 4.6%


    Fuente: Defensa de los Niños Internacional (DNI)

    Cuando sea grande me casaré contigo



            El hijo quiere una mamá que sea exclusiva, que se dedique a él a tiempo completo. Se enoja y protesta si ella comparte su espacio con otro, incluyendo, sobre todo, con su marido. En la cama, quiere estar junto a ella y no permite que nadie más se acerque: a veces con formas claramente violentas, aleja del lado de su madre a todo otro al que considera un verdadero intruso, de manera particular a su papá. Estas actitudes son expresiones de su sexualidad, es decir de un deseo que siempre será de posesión: defender lo que se posee.
    La sexualidad humana se construye desde la cultura y desde los modelos que se le ofrecen al niño y con los que se identifica. Un buen día descubre que frente a sí no existe sólo una mamá a la que consideraba de su exclusiva pertenencia sino también un adulto, otro al que llama papá y que demuestra poseer derechos sobre esta mujer. Más aún, descubre que entre su mamá y su papá existe una relación especial que les lleva a dormir juntos y a brindarse toda una serie de caricias y palabras de ternura. Escucha, entonces, a su madre referirse a ese otro como su marido a quien dice amar. Y está atento a las respuestas de su papá que habla de "mi mujer" o de "mi amor".
    Estas nuevas verdades le desconciertan al mismo tiempo que le abren el panorama de sus expectativas y deseos. Con los recursos que le ofrece su gran sabiduría, opta por identificarse con ese papá que, de una u otra manera, resulta ser un intruso y un agresor. Por lo mismo, en adelante, asume el papel de protector de la mamá como si se tratase del papá: la cuida, la vigila y, sobre todo, la llena de expresiones de ternura: besos, abrazos, palabras. Hasta que, el rato menos pensado, brotan en sus labios las palabras mágicas destinadas a allanar todo el camino y a asegurar a esa mujer la certeza del amor, como el mejor y más profundo de los enamorados. Cuando sea grande, me casaré contigo, le dice. Cuando crezca, tendré dinero y te compraré todas las cosas que tú quieras.
    Hermosa declaración de amor sin condiciones ni barreras. Promesa seductora que a muchas mamás les conmueve hasta el punto de hacerles perder el sentido de los límites y las proporciones de la vida. En efecto, no faltan mamás que, quebrantadas por la emoción, abrazan a su hijo y, sin medir ninguna consecuencia, caen en la más fatídica de las trampas. Sí, le contestan, eres mi amor, mi maridito. Así se construye una alianza que puede terminar siendo fatídica porque coloca al niño o a la niña en el camino de la confusión, en un lugar en el cual se han borrado de súbito los límites que exige la sexualidad para ser social y culturalmente aceptada.
    En la vida cotidiana, hay mamás que asignan al hijo pequeño el papel del esposo o del compañero que no tienen ya sea porque son madres solteras o bien porque se divorciaron o, finalmente, porque mantienen malas relaciones con su marido.
    A la niña le acontece algo muy parecido tanto con su mamá cuanto, sobre todo, con su papá a quien también mirará como un intruso en la relación con su mamá. Para salir del impasse, seguirá el camino de la identificación con el agresor y se ofrecerá como prometida para un idílico matrimonio que vendrá cuando ella sea grande. ¿Cuándo llegará este maravilloso día? ¿Mañana mismo, o en el próximo cumpleaños, puesto que el sentido del tiempo y del espacio para los pequeños responde a categorías absolutamente imaginarias y mágicas?



    COMUNICACION EN LA FAMILIA


    Nada hay mejor para el desarrollo de los niños y de los jóvenes, de uno y otro sexo, que el afecto de los padres y la comunicación entre ellos.
    Las cifras muestran el grado de incomunicación de padres e hijos en las familias ecuatorianas.
    Precisamente los temas más próximos a la experiencia infantil - la sexualidad, los asuntos sentimentales, la educación, la religión- no son abordados en las conversaciones con los padres.
    Padres y educadores están muchas veces alejados de los intereses más vitales de los niños.

    ¿De qué cosas no conversas con tus padres?

    NSC 9,6%

    Educación 20,5%

    Sexualidad 47,4%

    Barrio 14,3%

    Religión 16,7%

    Deportes 6,3%

    Amigos 8,8%

    Asunt. sentimentales 33,3%

    Política 20,6%

    Estudios 8,5%

    Otros 12,6%


    Fuente: Defensa de los Niños Internacional (DNI)

    ¿Dormir con los padres?



            Por lo mismo, dormir en la cama de los papás, en medio de ellos, termina siendo uno de los objetivos más acariciados de todo hijo y de toda niña. Si se los mira con atención, se descubre en ellos una especie de fascinación cuando saben que existe una oportunidad de hacer realidad su anhelo, e igualmente una fuerza casi irresistible que se torna más imperativa cuantos más obstáculos descubren en el camino que les lleva al lugar de sus deseos y que saben que está prohibido. Porque se trata de una de las expresiones tópicas de la sexualidad infantil, dormir con la mamá y el papá les produce un placer comparable a la experiencia de mamar el seno, hasta el punto de que recurren a toda clase de subterfugios con tal de conseguir su objetivo.
    Desde luego, se trata de estrategias, en su mayoría inconscientes, de las que nadie se percata y que poseen la fuerza suficiente como para hacer realidad el deseo. El miedo a la obscuridad, los sueños de angustia, el frío, ciertos trastornos físicos como dolor de cabeza o de estómago... Todo les sirve con tal de que la mamá los lleve a su cama.
    La mayoría de los niños se acerca, paso a paso, sin hacer el menor ruido y se introduce en la cama ajena, casi como un ladrón, ciertamente como alguien que sabe que hace lo indebido. Demasiadas mamás y demasiados papás se hacen de la vista gorda. O bien ellos mismos dan pábulo al deseo de los hijos invitándolos a compartir la cama matrimonial, como si nada, como si fuese absolutamente normal y permitido. Sin embargo, en la estructura sexual de los pequeños pasan cosas que sólo ellos perciben y viven y que no dejarán de actuar más tarde. La cama matrimonial es exclusiva de la pareja pues representa el lugar privilegiado para dar curso a las expresiones más íntimas de la sexualidad, del deseo y del goce en los cuerpos. Ello implica y exige privacidad.
    Desde muy pequeños, niñas y niños intuyen que algo especial acontece en la cama de sus padres y de lo cual se sienten excluidos. Aún antes de que la palabra les permita alcanzar mayores sentidos, la televisión se encarga de fomentar sus fantasías y de llenarles de explicaciones y de deseos. Cada escena de amor que presencian en la televisión incrementa las sospechas de que sus papás hacen lo mismo cuando les sacan del dormitorio. Cuando la curiosidad se une al deseo, harán lo posible para estar allí, como testigos de un mundo fantástico que no entienden.
    La cultura humana se sostiene en una ley que representa el prototipo de toda norma y prescripción. Es la ley de la prohibición del incesto que regula el deseo y las relaciones de la sexualidad. La mamá, en primer lugar, luego, el papá, la hermana y el hermano quedan como objetos prohibidos para el goce sexual. A esta ley deben sujetarse todos, niños y niñas, como requisito indispensable para organizar su sexualidad y su identidad dentro de los parámetros de la cultura.
    Pero debe ser señalada e impuesta por papá y mamá a cada hijo e hija mediante las actitudes y las ubicaciones claras y permanentes respecto a la prohibición de participar de su vida privada, del ejercicio de su sexualidad, es decir de su goce. De ahí la importancia de que hijos e hijas sean excluidos de la cama matrimonial.

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