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Cómo instalar los componentes de la computadora

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Cómo instalar los componentes de la computadora

Agregado: 06 de JUNIO de 2007 (Por Anonimo) | Palabras: 7464 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
Categoría: Apuntes y Monografías > Computación >
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    Autor: Anonimo (info@alipso.com)

    Cómo instalar los componentes de la computadora

    Una tarjeta de sonido

    Una tarjeta de TV

    Una tarjeta gráfica

    Una tarjeta aceleradora 3D

    Una disquetera, disco duro y unidad de CD-ROM o DVD

    Una red local

    Una placa base

    Instalación de una tarjeta de sonido

    Empezamos descargando la electricidad estática que tengamos tocando cualquier superficie metálica que esté en contacto con tierra. Extraemos la carcasa de nuestro ordenador para dejar a la vista todas las ranuras (slots) libres disponibles. Elegiremos el slot en el que pondremos la tarjeta de sonido. Lo más lógico es que sea de tipo PCI, elegimos una que se encuentre suficientemente ventilada y alejada de la tarjeta gráfica, ya que desprende mucho calor. Quitamos la chapa de protección de la ranura e insertamos con cuidado la tarjeta respetando la muesca del bus PCI y la fijamos a la carcasa apretando los tornillos.

    Una vez fijada la tarjeta hemos de conectar la toma de audio que viene desde la unidad de CD-ROM y que nos permitirá disfrutar de la música que ofrecen los CD de audio desde nuestra tarjeta de sonido. El cable necesario suele suministrarse con la tarjeta de sonido o la unidad de CD. Caso de no tenerlo, hemos de comprarlo, pues tiene un coste reducido. Para conectarlo, basta con introducirlo en la postura correcta, respetando la pestaña y presionando suavemente hasta comprobar que se coloca en su lugar. En la tarjeta de sonido podemos identificar este conector con la marca CD Audio y junto a él encontramos otros para la descodificadora DVD, tarjeta de TV, etc. En la unidad de CD encontramos este conector junto a la interfaz IDE, al lado opuesto a la toma de corriente. Tras conectarlo cerramos la carcasa y conectamos nuestro PC, sin olvidar que falta instalar los altavoces.

    Para instalar los altavoces sólo tenemos que conectar la toma de audio tipo minijack a la salida de audio de nuestra tarjeta de sonido, poniendo especial atención de no confundirnos con la de micrófono ni la de entrada de línea, ya que de lo contrario no oiríamos nada. Los altavoces requieren de alimentación externa para el amplificador, por lo que no podemos olvidarnos de conectarlos para hacer funcionar correctamente todo el conjunto. El punto clave de la correcta instalación de unos altavoces es su ubicación final. No es aconsejable situarlos demasiado cerca del monitor y han de colocarse lo más alejados para que el estéreo sea apreciable.

    Al encender nuestro equipo, y cargar Windows, si la tarjeta es Plug & Play será identificada por el sistema y nos solicitará los drivers e incluso el CD-ROM del sistema operativo. Después instalaremos el software que viene incluido con nuestra tarjeta para aprovechar al máximo todas las utilidades y posibilidades que nos ofrece el fabricante.

    Instalación de una tarjeta de TV

    En primer lugar, revisaremos todos los cables y componentes incluidos en nuestra caja para asegurarnos que no falta nada. Seguidamente, abrimos el equipo retirando los correspondientes tornillos y buscamos un slot PCI libre donde colocar nuestra tarjeta de TV. Previamente hemos de descargar nuestra electricidad estática. Insertamos nuestra tarjeta de TV en posición vertical con el bus PCI y la fijamos con su tornillo.

    Luego conectamos el loop interno o externo que nos permite escuchar el sonido de nuestra televisión. Todas las tarjetas de TV cuentan con una salida de audio accesible externamente o internamente que hemos de conectar a la entrada de línea de nuestra tarjeta de audio. En caso de no tener una tarjeta de audio, podemos conectar unos altavoces directamente a esta salida.

    Lo más cómodo sería disponer de una conexión interna, aunque no tengas la tarjeta de sonido para poder conectarla. En el caso de la conexión externa no habrá ningún problema, bastará puentear la salida de audio de nuestra tarjeta de TV con la entrada de la línea de la tarjeta de audio. Seguidamente, conectamos la antena receptora y, si nuestro modelo incluye mando a distancia, enchufaremos el receptor de infrarrojos y lo situamos en un lugar visible.

    Ya está lista para funcionar nuestra tarjeta de TV. Arrancamos el sistema operativo e instalamos los drivers en el caso de que Windows no detecte la nueva tarjeta, tras lo que instalamos el software suministrado por el fabricante y configuramos los canales mediante el uso de la función AutoScan.

    Entre los problemas más habituales que nos pueden surgir están los fallos con el residente que controla el mando a distancia. Este error se produce por los recursos asignados por determinadas placas base y no se suele deber a un fallo de la propia tarjeta. Otro de los problemas se refiere al tipo de sistema empleado para visualizar la imagen en la pantalla: si no tenéis un equipo muy potente no debéis utilizar la opción Primary Surface Overlay.


    Instalación de una tarjeta gráfica

    Abrimos la carcasa de nuestro ordenador, descargamos nuestra electricidad estática y, si vamos a realizar un cambio o actualización de nuestra tarjeta gráfica, retiramos ésta para comenzar la instalación. Hemos de identificar el lugar donde vamos a colocar nuestra tarjeta. El puerto AGP se encuentra situado antes de los buses PCI e ISA, junto al microprocesador y los conectores de los puertos de las placas ATX. Suele ser de color marrón, frente a los PCI (blanco) o los ISA (negro). Además de identificar el lugar donde vamos a ponerla, hemos de verificar que la caja tenga una ranura libre donde poder atornillarla, y comprobar que no existen cables o elementos que impidan una correcta colocación o ventilación de ésta, tras lo cual instalaremos nuestra tarjeta.

    Cogemos nuestra tarjeta y la insertamos con cuidado y en posición vertical sobre el bus AGP o PCI. Hemos de colocarla correctamente, ya que en caso contrario podríamos tardar un tiempo en encontrar un posible problema si nuestro ordenador no arrancase. Y es que si las tarjetas PCI son bastante permisivas a la hora de pincharlas, el puerto AGP exige una perfecta inserción de todas sus conexiones.

    Tras tener la tarjeta correctamente colocada la fijaremos a nuestra carcasa mediante los tornillos correspondientes, que han de ser los adecuados para no estropear la rosca de la caja y fijar bien la tarjeta, evitando así que se mueva o descoloque al enchufar el monitor o trasladar el equipo. Ahora sólo tendremos que enchufar el ordenador a la corriente, el monitor, el teclado y el ratón para comprobar que el proceso ha salido bien.

    Llegados a este punto nuestro ordenador puede o no funcionar. Si el equipo arranca normalmente es porque la instalación ha sido satisfactoria, pero si el ordenador se enciende y nuestro monitor no presenta nada en pantalla es que hay algún problema. Si nuestro PC emite una serie de pitidos cortos y seguidos nuestra placa base nos estará avisando que el test de la tarjeta gráfica no se ha superado, bien porque ésta esté estropeada y falle o bien porque sea incompatible o que no esté bien conectada.

    Para descartar la última posibilidad habrá que extraer y volver a pinchar la tarjeta. Si continúa sin funcionar lo mejor será probar la tarjeta en otro ordenador para comprobar si ocurre lo mismo y poder reclamar su devolución o cambio por otra en buen estado a la tienda donde la adquirimos.

    Si nuestro ordenador se ha encendido correctamente hemos de configurar nuestro sistema operativo para que reconozca y emplee de manera óptima la nueva controladora gráfica. Si tenemos Windows 95/98, la primera vez que arranquemos se nos presentará un cuadro de diálogo en pantalla indicando que se ha localizado un nuevo hardware. Pueden ocurrir dos cosas en este punto: La primera es que el propio Windows reconozca el chip de la tarjeta gráfica, tras lo cual se nos pedirá que insertemos el CD-ROM de instalación. La segunda posibilidad (si es una tarjeta de reciente aparición) es que no la reconozca, por lo que tendremos que insertar el disco con los drivers que el fabricante nos ha proporcionado con la tarjeta.

    Una vez instalados todos los drivers sólo nos quedará ajustar la resolución y profundidad de color adaptados a nuestro trabajo cotidiano. No olvidemos ajustar también la frecuencia de refresco de nuestro monitor. No es recomendable trabajar con frecuencias por debajo de los 75 Hz. Aunque casi todas las tarjetas gráficas de hoy en día soportan esta frecuencia de refresco puede que nuestro monitor no lo soporte, por lo que nos ajustaremos al parámetro conveniente.


    Instalar una tarjeta aceleradora 3D

    Si queremos sacar partido de todas las prestaciones que nos ofrecen los juegos de última generación en gráficos 3D es posible que nos interese instalar una tarjeta aceleradora 3D. Esta tarjeta, como las Voodoo fabricadas por 3Dfx, se instalan en uno de los buses PCI realizando un puente entre las tarjetas gráficas y el monitor. Incluso es posible disponer de más de una colocándola en serie. Para su instalación pondremos la tarjeta en un slot PCI libre, conectaremos el cable que va desde la tarjeta gráfica hasta la aceleradora y, a continuación, conectaremos el monitor a su correspondiente salida en la aceleradora 3D. Ahora sólo nos queda instalar los drivers para Windows y comenzar a disfrutar a tope de las prestaciones que nos ofrecen estas tarjetas gráficas.


    Instalación de una disquetera, disco duro
    y unidad de CD-ROM o DVD

    En primer lugar, hemos de identificar todos los elementos de que disponemos y configurarlos correctamente en caso de que sea necesario. En los discos duros será necesario ajustar la posición "maestro" o "esclavo" mediante el uso de los jumpers con que cuenta el disco. Por defecto, de fábrica los discos se entregan configurados como "maestro". Por lo que si el disco que vamos a montar va a ser secundario, hemos de cambiar el jumper correspondiente y colocarlo en la posición de "esclavo".

    Cuando se trata de unidades de CD-ROM o DVD la cosa no cambia mucho. Si nuestra unidad se va a situar en el mismo canal IDE que nuestro disco duro, el cual actuará como "maestro", tendremos que ajustar el jumper correspondiente y colocarlo en la posición de "esclavo". Sin embargo, siempre que podamos y contemos con un cable IDE extra, lo ideal será colocar la unidad en el segundo canal IDE. Esto nos permitirá acelerar los accesos y optimizar la velocidad de transferencia, al no tener que compartir el canal con otro dispositivo.

    Después colocaremos las unidades en su ubicación final y las fijaremos a la carcasa para impedir que se muevan accidentalmente. Si se trata de unidades que han de salir al exterior, como disqueteras o lectores de CD-ROM o DVD, hemos de seleccionar la bahía sobre la que vamos a instalarlas. Las cajas modernas suelen tener un par de bahías de 3,5 pulgadas y otras dos o tres de 5,25 pulgadas. La colocación es cuestión de gustos. Aún así, hemos de prestar atención a un par de puntos: en el caso de las unidades de 3,5 pulgadas lo ideal será colocarlas suficientemente separadas del disco duro para permitir una correcta circulación de aire que evite sobrecalentamientos. En el caso de las unidades de 5,25 pulgadas hemos de tener presente que el cable IDE sea lo suficientemente largo y que la unidad sea fácilmente accesible desde el lugar donde la coloquemos finalmente.

    Para insertar las unidades en la bahía elegida hemos de retirar las tapas de plástico que las cubren y que se colocan a presión. Es posible que nos encontremos con que la carcasa cuenta con otra tapa metálica que cubre la bahía. Si es éste el caso, la retiraremos igualmente y procederemos a colocar la unidad, con especial cuidado de hacerla coincidir con la vertical de la caja, para que el aspecto y ajuste sean perfectos. Acto seguido, colocamos los tornillos correctos. La disquetera y unidades CD-ROM o DVD emplean tornillos cortos y de rosca fina. Los cortos, pero de rosca gorda, son para el disco duro. Este último se colocará en una bahía interna de 3,5 pulgadas de la caja.

    Una vez colocadas, fijadas y atornilladas procedemos a conectar los cables de datos. Ante todo hemos de respetar la regla básica de que el cable rayado (rojo o señalado al efecto), ha de coincidir con el pin 1, la marca, flecha o muesca con que cuente tanto la unidad como la conexión de nuestra placa base. Desde que se extendió definitivamente el uso de conectores con muescas de conexión ya no es posible equivocarse, algo que ocurría antes con mucha frecuencia. Aún así, en caso de error no hemos de preocuparnos, pues no se produciría daños a ningún componente, tan sólo hará que nuestro sistema no arranque. Esto en el caso de unidades IDE, aunque en las disqueteras es ligeramente distinto. Identificaremos el error si al conectar la corriente la luz de la disquetera se mantiene fija y no produce sonido alguno.

    Conectaremos el cable IDE a nuestro disco duro y placa base, empleando para ello los enchufes que más convengan. También podemos conectar a este mismo cable la unidad de CD-ROM o DVD, aunque, tal y como dijimos anteriormente, no es lo más recomendable. Lo que sí será obligatorio es conectar nuestro disco duro configurado como "maestro" al canal primario de la interfaz IDE. Igualmente conectaremos el cable de nuestra disquetera, para el cual sí nos veremos obligados a seguir una serie de reglas. Uno de los extremos contará con un conector independiente, éste es el que hemos de conectar a nuestra salida de la placa base. El otro dispondrá de otro conector de alta densidad medianamente pegado a otros, como el empleado para las disqueteras de 5,25 pulgadas o para una posible unidad B de nuestro sistema. El que conectaremos a nuestra disquetera será el que se encuentre justo en el extremo.

    Tras conectar los cables del bus de datos sólo falta conectar la corriente a nuestras unidades para que estén listas para funcionar. Para las disqueteras contamos con unos pequeños conectores que han de entrar con la muesca mirando para abajo. Aún así, veréis cómo no es posible insertarlo en sentido inverso, por lo que no habrá problema. Lo que sí es posible y bastante común es que coloquemos el conector desplazado lateralmente, de tal manera que se produzca un corto. Por eso prestaremos una atención especial a la colocación de este conector, sobre todo si es un lugar de difícil acceso. En el caso del resto de las unidades, como discos duros o lectores ópticos, emplearemos los otros conectores, algo más grandes y mucho más seguros. Estos conectores sólo se acoplan en una posición gracias a los rebajes practicados en su parte superior. Veremos que será difícil equivocarnos al conectar uno de estos enchufes, siempre y cuando tengamos sumo cuidado.

    Hecho esto, encenderemos nuestro ordenador y configuraremos las distintas unidades para que funcionen correctamente. Entramos en la BIOS y configuramos la disquetera y el disco duro. Dependiendo de la BIOS, las distintas opciones pueden encontrarse en un lugar u otro, pero normalmente localizaremos la opción que nos permita autodetectar nuestro disco duro. Una vez reconocido por nuestra placa base, hemos de proceder a arrancar el equipo con un disco de arranque, con el que cual vamos a crear la partición, le formateamos y quedará listo para grabar datos.

    Para hacer la partición se suele utilizar el programa FDISK. Con él crearemos una partición primaria o extendida, dependiendo de si nuestro disco duro es "maestro" o "esclavo", con el tamaño que deseemos. Hemos de tener en cuenta que si empleamos un sistema de archivos con FAT16 sólo podremos crear particiones de 2,1 Gb cada una. Si empleamos FAT32, NTFS o cualquier otro sistema de ficheros avanzado esta limitación no tendrá que preocuparnos. Tras crear la partición y reiniciar la máquina formatearemos la nueva partición, con lo que quedará dispuesta para poder instalar el sistema operativo o para recoger nuestros ficheros.


    Instalación de una red local

    Comenzamos por identificar todo el material que será necesario para llevar a cabo el montaje. El tipo de red que vamos a realizar será RJ-45, lo que significa que necesitaremos tarjetas de red con este tipo de salida, una por cada equipo que vayamos a conectar en la red. Además, hemos de comprar un hub o concentrador al que conectar todos los equipos.

    El apartado de los cables adquiere una gran importancia. Si vamos a conectar gran cantidad de equipos en la red y vamos a necesitar muchos cables o la longitud de éstos va a ser considerable, lo más barato será que nosotros mismos fijemos los conectores al cable y los cortemos a medida.

    Pero si no es éste el caso, lo más sencillo y menos complicado será comprar los cables ya montados y con medidas estándar que podemos encontrar en cualquier tienda de informática. No debemos olvidar que en el caso de querer construir nuestros propios cables hemos de comprar conectores y las herramientas necesarias para poder fijarlos al cable.

    La primera cuestión a tener en cuenta será decidir el lugar exacto donde vamos a colocar todos los equipos que vamos a conectar en red, así como el lugar donde colocaremos el concentrador de red. Con estos lugares prefijados comprobaremos que la longitud de los cables es la adecuada, si es que los hemos comprado ya montados. En caso contrario, verificaremos que contamos con suficientes metros de cable y conectores para cubrir toda la instalación.

    Ningún cable puede superar la longitud de 100 metros; es más, con medidas cercanas a ese límite y elementos de red de mediana o baja calidad (tarjetas y concentrador), los errores de transmisión se multiplican, ralentizando el acceso de ese equipo a la red.

    En cuanto a la colocación del concentrador, su ubicación está más marcada por la estética y por la accesibilidad de todos los cables a él que por factores técnicos. Éste puede estar enchufado todo el día, por lo que no será necesario desconectarlo y conectarlo, tan sólo puede que sea necesario reiniciarlo en caso de que ocurran errores de red muy puntuales.

    Sin embargo, sí hemos de prestar especial atención al cable, ya que hemos de colocarlo en canaletas, rodapiés u otros elementos que nos permitan ocultarlo y alejarlo de peligros, tirones o tropiezos. No es recomendable hacerlo pasar por canalizaciones eléctricas que podrían causar interferencias y fallos de transmisión.

    También es importarte agruparlos para hacerlos llegar de forma ordenada hasta el lugar en el que se sitúa el concentrador y, por supuesto, cuidado con las grapas o clavos que usemos, si es que los empleamos para fijarlos, ya que uno de estos elementos mal colocados puede ocasionar un fallo en el cable.

    A la hora de enchufar cada uno de los puestos de red a nuestro concentrador, que contará con un determinado número de puertos que puede ir desde 4 ó 5 hasta los 32 de los más grandes, podremos elegir cualquiera de ellos para conectar cada equipo. Lo ideal sería seguir el orden lógico de colocación de los PCs desde el uno en adelante. Aunque debido a que nos resultará muy complicado identificar el cable de cada PC cuando tengamos un número considerable de puestos, no será algo a lo que debamos dedicarle mucho tiempo.

    A modo de comprobación, observaremos cómo se enciende en el concentrador la luz correspondiente a cada puerto según conectemos cada uno de los equipos, siempre y cuando éstos se encuentren encendidos.

    Ahora detallamos el montaje de los cables en el caso de que nos decidamos a construirlos a medida. Así pues, en caso de que hayamos decidido comprarlos ya construidos iremos al siguiente paso. Si los vamos a construir nosotros mismos hemos de tener especial cuidado para que el montaje sea correcto, ya que en caso contrario tendremos fallos de difícil detección.

    Para fijar un conector al cable cortaremos un par de centímetros la funda externa protectora y dejaremos al aire los ocho cables de color. Nos encontraremos con los pares de colores azul, blanco-azul, marrón, blanco-marrón, verde, blanco-verde, naranja y blanco-naranja. El orden o secuencia en que los coloquemos es indiferente a efectos de funcionamiento, siempre que lo hagamos igual en todos los cables que fijemos.

    Para unirlos definitivamente al conector, los ordenaremos y colocaremos en posición horizontal con los dedos y los introducimos con cuidado por la parte de atrás del conector, desplazando cada cable por su correspondiente carril dentro de éste. Empujaremos los cables hasta el fondo del todo para, a continuación, sin dejar de sujetar el conjunto cable-conector, introducirlo en la herramienta de fijar y apretar fuertemente ésta para unirlos definitivamente.

    Por lo general, nadie fija su primer cable a la primera correctamente, por ello hemos de tener paciencia, hacer unas cuentas pruebas y gastar unos cuantos conectores en ello. Una vez hecho el cable, volveremos a verificar la correcta colocación de los pares de cable en el orden que hayamos elegido.

    Una vez instalados los cables y colocado el concentrador, continuaremos con la instalación de la tarjeta de red en todos los ordenadores. Para ello seguiremos el procedimiento habitual de abrir el equipo, colocar la tarjeta, fijarla con el tornillo correspondiente y cerrar el ordenador de nuevo.

    Esta es la parte más sencilla de la instalación, ya que acto seguido hemos de configurar nuestro sistema operativo para que funcione correctamente en red. Lo más normal es que nuestra tarjeta sea de tipo Plug & Play, en cuyo caso la instalación será extremadamente sencilla bajo Windows 95/98.

    Tras el arranque del sistema, si nuestra tarjeta es PnP debería ser detectada inmediatamente por Windows, solicitando los drives correspondientes. Utilizando los discos incluidos con nuestra tarjeta de red procederemos a llevar a cabo todo el proceso de instalación. Una vez que este primer proceso se ha llevado a cabo correctamente, lo más probable es que nuestro equipo necesite reiniciarse, solicitándonos un nombre de usuario y su contraseña antes de terminar la fase de arranque del sistema.

    Si no deseamos introducir ninguna contraseña dejaremos la casilla en blanco. A partir de este momento, cada vez que entremos en el sistema nos aparecerá esta ventana. En caso de pulsar el botón Cancelar habremos entrado en Windows, aunque sin posibilidad de acceder al entorno de red.

    El siguiente paso será comprobar los protocolos de red instalados, así como asignar un nombre de usuario y grupo de trabajo. Para ello iremos a las Propiedades del entorno de red, bien haciendo clic con el botón derecho del ratón sobre el icono de "Entorno de red" situado en el Escritorio y seleccionando la opción de "Propiedades" o bien acudimos al Panel de Control de Windows y abrimos el icono "Red".

    Una vez allí, verificaremos que se encuentran instalados, como mínimo, los siguientes componentes de red: cliente para redes de Microsoft, el nombre de nuestro adaptador de red y el protocolo TCP/IP para nuestro adaptador de red. En caso de no tener instalado el cliente para redes Microsoft, pulsaremos el botón "Agregar" y tras seleccionar "Cliente" buscaremos en el fabricante Microsoft el cliente de red requerido. Si lo que no tenemos instalado es el controlador TCP/IP iremos al botón "Agregar" y seleccionamos "Protocolo". También aquí buscaremos dentro del fabricante MIcrosoft el protocolo que necesitamos.

    Si queremos que nuestro equipo sea accesible por otros usuarios, confirmaremos esta decisión en el botón "Compartir archivo e impresoras" situado debajo de "Agregar". Nada más pulsarlo, nos aparecerá un pequeño cuadro en el que podremos seleccionar si vamos a desear compartir archivos, impresoras o ambas cosas. Si sólo vamos a necesitar la red para acceder a los archivos o impresoras de otro ordenador y el resto de clientes nunca accederán al nuestro, no será necesario que activemos ninguna de estas dos opciones.

    El paso siguiente consistirá en asignar un nombre que identifique a nuestro ordenador en la red y un grupo de trabajo. Para ello, siguiendo en la ventana de Propiedades de red en la que nos encontrábamos, acudiremos a la pestaña superior de "Identificación". Una vez allí, en el cuadro "Nombre de PC" escribiremos el nombre con el que vamos a identificar a nuestro PC en la red, teniendo en cuenta que no debe ser un nombre largo y que no podemos repetir ninguno. Lo más habitual es poner el nombre en función a la persona que lo maneja o al departamento al que pertenece.

    En el cuadro "Grupo de trabajo" escribimos el nombre del grupo en que colocaremos a ese perfil. La redes bajo Windows se consideran de trabajo en grupo y por ello pueden organizarse diferentes grupos de trabajo para poder organizar de una manera lógica grandes redes informáticas. Si esta circunstancia no va a ser necesaria en nuestra red, porque vamos a colocar unos pocos equipos, asignaremos a todos los PCs el mismo grupo de trabajo, que puede ser el nombre de la empresa o cualquier otro.

    Ya sólo nos quedará aceptar todos los cambios. Seguramente se nos solicite el CD-ROM de instalación de Windows, tras lo que nuestro PC necesitará reiniciarse para tomar en cuenta los cambios realizados.

    En determinadas redes informáticas puede ser necesario asignar a cada equipo una dirección IP propia, debido a la existencia de un router u otro elemento específico. En principio, las pequeñas redes bajo Windows van asignando números IP a sus ordenadores según se van conectando éstos sin que los usuarios deban preocuparse por ello, así que, si no vamos a necesitar que cada ordenador cuente con una identificación propia, pasaremos directamente al siguiente paso.

    Asignar a cada equipo una dirección IP particular nos permite llevar un mejor control y gestión de todos los equipos, aparte de resultar mucho más sencillo de identificar cada equipo en caso de que surjan problemas. Lo primero será asignar el rango de direcciones sobre los que vamos a trabajar, que para redes informáticas privadas suelen ser el 192.168.0.x, pero se puede usar cualquier otro, éste es el estándar que emplearemos y que nos ahorrará problemas futuros. Así, comenzando con el 1 asignaremos sucesivamente distintas direcciones IP para cada equipo, identificándolos como 192.168.0.1, 192.168.0.2... Después hemos de configurar cada equipo con su correspondiente IP. Para hacer esto abrimos las "Propiedades de red" y seleccionamos del cuadro "Componentes de red" el protocolo TCP/IP asignado a nuestra controladora de red. Acto seguido pulsamos el botón "Propiedades". En la ventana que nos aparece seleccionamos la pestaña de "Dirección IP", donde seleccionamos la IP elegida. Escogemos la opción "Especificar una dirección IP" y rellenamos los cuadros de "Dirección IP" con el número elegido para ese equipo en particular, indicando como "Máscara de subred" 255.255.255.0 para todos los equipos. Tras esto, pulsaremos el botón "Aceptar" y reiniciamos nuestra máquina para que los cambios surtan efecto.

    Si no ha habido ningún problema, los equipos ya deberían estar funcionando en red. Es decir, podríamos entrar en "Entorno de red" del Escritorio y ver los ordenadores que están conectados. Sin embargo, la experiencia demuestra que prácticamente ninguna red funciona a la primera, lo más normal es que al principio no veamos al resto de los equipos configurados. Es normal en principio que no existan fallos a nivel de configuración o cableado mientras el concentrador identifica y reconoce a todos los sistemas conectados. Por ello, lo más recomendable es no desconectar nunca el hub. Uno de los métodos más rápidos para encontrar un equipo en red cuando "no le vemos" es ir al menú de Inicio, entrar en el apartado Buscar y seleccionar PC. En la ventana que aparece podremos escribir el nombre del equipo que deseamos encontrar en la red. Lo más probable es que lo halle, en cuyo caso no tendremos más que hacer doble clic sobre él para acceder a todos los recursos que tenga compartidos. Asimismo, sobre el Entorno de red del Explorador de Windows, podremos hacer clic con el botón derecho y escoger la opción Explorar. Esto actualizará la red actual y reconocerá nuevos equipos encontrados.

    Una vez tengamos todos los equipos conectados sólo nos quedará compartir los recursos de cada máquina a la que queramos acceder. Si deseamos compartir ficheros, directorios o unidades de almacenamiento, haremos clic sobre él/ella con el botón derecho y seleccionaremos la opción "Compartir". En la ventana asignaremos el nombre con el que aparecerá identificado el recurso en la red, si el acceso va a ser total o de sólo lectura e incluso establecer contraseñas de acceso.

    Si queremos compartir una impresora, la instalamos correctamente y pulsamos con el botón derecho sobre ella para seleccionar la opción de "Compartir". Ahora podremos visualizar estos recursos compartidos desde cualquier otro equipo conectado a la red.

    Para acceder a los recursos de almacenamiento, ya sean archivos, carpetas o unidades, lo haremos directamente desde el icono "Entorno de red" del Escritorio. Localizaremos el equipo al que queremos acceder, desplegamos sus recursos y trabajamos normalmente. Si se trata de sistemas de archivos y tenemos los permisos adecuados, podremos leer, escribir, borrar o crear todo tipo de carpetas y archivos que necesitemos.

    Para evitar tareas tediosas al acceder a los recursos de otro ordenador, podremos crear lo que se llama una "Unidad de red", una especie de unidad virtual que en realidad accede a la máquina remota. Para crear ésta, pulsamos con el botón derecho sobre el recurso de la máquina a la que vayamos a acceder y elegimos la opción "Conectar a unidad de red". En el cuadro que nos aparecerá podremos seleccionar la letra de unidad que le asignaremos y si deseamos que esta nueva unidad esté presente la próxima vez que arranquemos el ordenador.

    Para acceder a las impresoras compartidas en red abrimos la carpeta "Impresoras" y seleccionamos "Agregar impresora". Cuando nos pregunte si se trata de una impresora en red o local, elegimos "En red" para buscarla seguidamente pulsando el botón "Examinar" de la siguiente ventana. También nos ofrecerá la opción de capturar el puerto LPT1 por si vamos a necesitar imprimir bajo MS-DOS. El resto del proceso de instalación será el habitual en la instalación de este tipo de periférico.

    Instalación de una placa base

    Para comenzar, desempaquetamos la placa e identificamos todos los cables incluidos, manuales y soportes. Los tornillos que necesitamos vendrán incluidos con la caja que hemos adquirido, pero si vamos a realizar una actualización/reparación no nos quedará otro remedio que aprovechar todos los tornillos que ya tenemos, por lo que hemos de prestar atención para no extraviar ninguno de ellos.

    Si vamos a actualizar/reparar, desmontamos cuidadosamente la placa antigua y sacamos todos los componentes (tarjetas, memoria, micro) que vamos a utilizar después. Especial atención hay que prestar a la hora de extraer la memoria, porque ya sea SIMM o DIMM se encuentra fijada por unas pestañas exteriores fácilmente manipulables sólo si se tiene un poco de cuidado y paciencia.

    El micro, si se monta sobre un Socket 7 ó 370 se extraerá levantando una pequeña palanca situada en el extremo del zócalo, mientras que si se monta sobre Slot 1 hemos de desplazar unas patillas situadas en la parte superior del micro o el carril sobre el que se acopla. Lo que sí se nos incluye junto con la placa son los cables necesarios para la conexión de discos duros, unidades de CD-ROM y disqueteras. Revisaremos que también se encuentra el manual, el cual nos permitirá configurar todos los parámetros necesarios de la misma.

    Revisados todos los componentes, comenzamos por instalar el procesador, el ventilador, la memoria y dejamos a punto la configuración de la placa base. Para ello cogemos el micro y lo pinchamos sobre la placa. Si se trata de un procesador de la familia Pentium II-III, el cual va montado sobre un Slot 1, hemos de acoplarle previamente el ventilador, que suele fijarse mediante un complicado sistema con el que necesitamos un poco de paciencia. Su correcta sujeción es fundamental, ya que la vida de nuestro procesador dependerá de él. Si se trata de un micro para Slot 1 tan sólo debemos insertar el cartucho sobre el zócalo alargado y presionar ligeramente. Si nos fijamos, se observa una pequeña muesca que impide conectarlo de forma incorrecta, por ello si no entrase fácilmente será necesario revisar que dicha marca coincide con la del procesador.

    Si el micro es de tipo Socket 7 ó 370 tenemos que identificar los recortes que tienen ambos tipos en las esquinas (una los de Socket 7 y dos los Celeron para Socket 370) y que marcan la correcta colocación del procesador sobre el zócalo. Hay que tener especial cuidado de no torcer ni doblar ninguna de las delicadas patillas del procesador, ya que es un problema que no nos cubrirá la garantía, y en caso de que se doblen requieren de una maña extrema para volver a darles la forma correcta.

    Levantamos la pequeña palanca situada en un lateral del zócalo, insertamos el micro de la manera correcta y después bajamos la palanca con cuidado y firmeza, ya que notaremos que opone algo de resistencia. Luego no tendremos más que fijar el ventilador, que en este tipo de zócalos se instala aprovechando dos muescas que están en la parte lateral del mismo y a las que acoplaremos la chapa de fijación.

    Después pinchamos la memoria y configuramos la placa para continuar la instalación sobre la carcasa de nuestro ordenador. Hemos de estar seguros de que la memoria que vamos a montar sobre nuestra placa sea la correcta. Si nuestro bus funciona a 100 Mhz (algo que afecta a los Pentium III y a algunos Pentium II o AMD K6-2/III) tenemos que instalar memoria de tipo PC100, preparada para funcionar con esa velocidad. El módulo será, generalmente, de tipo DIMM con 168 contactos. El tipo de memoria utilizada anteriormente, la SIMM de 72 contactos, prácticamente ya no se vende y aunque nuestra placa incorporase zócalos para dicha memoria no sería recomendable su utilización por el alto precio y escasas prestaciones. Además, este último tipo de memoria requiere su colocación en pares iguales para funcionar correctamente, cosa que no ocurre con los DIMM, que se pueden colocar individualmente.

    Para colocar los módulos de memoria DIMM tendremos que fijarnos en las dos muescas que éstos poseen en su parte inferior y las haremos coincidir con las que encontramos sobre la bahía de la placa. Una vez orientado correctamente, insertamos el módulo en posición vertical, con firmeza pero con precaución; si no entra, no hay que insistir, lo mejor será revisar las muescas. Además, veremos cómo según lo insertamos las patillas laterales se cierran, atrapando al módulo por los laterales. Si necesitamos extraer el módulo sólo habrá que oprimir las patillas laterales hacia abajo para que sea expulsado de su lugar.

    Ahora sólo nos quedará configurar correctamente la velocidad del micro y otros pequeños detalles para empezar a instalar la placa sobre nuestra carcasa. Para configurar correctamente la velocidad del micro existen dos posibilidades: que los factores de bus y multiplicador se configuren mediante jumpers o algún microswitch o bien que esta configuración sea de tipo jumperless, es decir, se configure por software desde la propia BIOS del equipo.

    Lo primero será identificar los jumpers o microswitches que nos permiten configurar los distintos factores. Para ello consultaremos el manual y buscaremos descripciones de algo parecido a bus clock o clock ratio.

    Configuraremos la velocidad del bus, que podrá ser de 66, 75, 83 ó 100, por citar las más comunes. El segundo es un factor del tipo 3x, 3,5x, 4x, etc., que será el que nos marque la velocidad final del micro. Por ejemplo: para un Celeron a 400 Mhz, será necesario seleccionar una velocidad de bus de 66 Mhz y un multiplicador de 6x (66x6=396 Mhz). Si por el contrario se trata de un Pentium II a 400 Mhz, nuestra elección será un bus a 100 Mhz y un multiplicador de 4x (100x4=400 Mhz). Cada una de la familias de procesadores lleva su propia velocidad de bus. A pesar de esto, no os preocupéis, un incorrecto ajuste de la velodad del micro sólo hará que nuestro equipo no se ponga en marcha sin ocasionar ningún daño y en el peor de los casos haremos que el microprocesador arranque forzado. Por ello, para ajustar los valores jugamos con las posiciones de los jumpers cerrado/abierto o los switch on/off, tal y como nos indique el manual de la placa.

    Los usuarios de la plataforma Socket 7 deberán configurar el voltaje del micro a instalar. Los K6-2/III funcionan a 2,2 voltios, los Winchip a 3,5 voltios, etc., así que sólo habrá que buscar esta configuración y ajustarla. Esto es muy importante, ya que el uso continuado del micro a un voltaje incorrecto puede "freírle" literalmente o producir un mal funcionamiento. Y por último, sólo nos quedará enchufar el ventilador a la toma cpu fan que incluyen habitualmente las placas base junto al lugar donde se sitúa el procesador.

    El siguiente paso será instalar la placa base sobre la carcasa de nuestro equipo. Abrimos la carcasa retirando los tornillos que sujetan la tapa metálica. Aquí podemos encontrarnos con dos tipos de cajas distintas: las de toda la vida, que se retira quitando los tornillos traseros y extrayéndola de manera vertical de una sola pieza. La otra posibilidad son las nuevas cajas ATX, en las que para quitar los tornillos será necesario retirar el frontal de la caja, que se encuentra sujetado por unas grapas que entran a presión, tras lo cual veremos cómo tenemos dos tapas metálicas, una para cada lado de la caja. Una vez retirada la carcasa habrá que hacerse con la chapa metálica sobre la que se instala la placa, que también se retira gracias a una serie de tornillos que la sujetan por los extremos.

    Con la chapa fuera bastará fijar los tornillos de cabeza hexagonal o el sistema proporcionado por nuestra caja para sujetar la placa, fijándonos en la posición de los agujeros de que dispone la placa para su instalación. Una vez colocados los sistemas de sujeción sobre la chapa metálica, situamos la placa sobre ellos con los conectores mirando hacia la parte externa de la caja y haciendo coincidir los agujeros de montaje para poder colocar todos los tornillos necesarios. Si disponemos de arandelas de cartón es preferible colocarlas para evitar el contacto entre partes metálicas.

    Una vez colocada la placa sobre la chapa de la carcasa la montamos con especial cuidado. Si es formato ATX, situamos y seleccionamos la tapa metálica que colocamos en la parte trasera para ajustar los conectores ATX a la carcasa. Entre todas las chapas proporcionadas con la caja elegimos aquella que más se ajuste al número y posición de nuestros conectores y puertos. Una vez colocada, procedemos a montar el conjunto chapa-placa base que previamente hemos ensamblado, cerciorándonos de que quede perfectamente ajustada y que los conectores y puertos de la placa ATX encajen con la tapa de la parte trasera.

    Si la caja es de tipo AT la mitad de las instrucciones sobran, ya que sólo hemos de montar la placa sobre la caja. Los puertos de estas placas se colocan al estilo de las tarjetas en las bahías de expansión libres y se enchufan directamente a la placa en sus correspondientes conexiones, haciendo coincidir el "pin 1" con el cable resaltado.

    En este paso también conectamos la fuente de alimentación. Si tratamos con una fuente ATX, sólo se podrá enchufar en una postura, mientras que si se trata de una fuente AT la cosa cambia radicalmente. En este tipo de fuentes se usa un conector doble que puede llevar a cierta confusión a la hora de enchufarlo. Es importante prestarle atención, ya que si no lo colocamos en la postura correcta puede producir un cortocircuito y estropear la placa. La posición correcta siempre es con los dos cables negros de cada conector juntos, mirando hacia el centro de la conexión. Ya sólo nos quedaría volver a colocar los tornillos que sujetan el soporte de la placa base a la caja y dejarla fijada a la carcasa.

    Después sólo tenemos que conectar los cables del disco duro y el CD-ROM, así como la disquetera o cualquier otro dispositivo de almacenamiento interno que tengamos. También hemos de conectar los cables de los indicadores luminosos (leds) de la carcasa y el altavoz. Para la conexión y puesta en marcha de nuestros discos duros, unidades de CD-ROM y sistemas de almacenamiento acudir a los tipos de instalación descritos anteriormente.

    Respecto a los leds de la placa, hemos de seguir las instrucciones del manual, que nos indicará la posición correcta del botón de reset, el altavoz, la luz del disco duro, la luz que indica la puesta en marcha de la placa y, si se trata de modelos con conexiones ATX, el llamado power switch, que nos servirá para encender y apagar el equipo.

    Generalmente, los conectores que encontramos dentro de las cajas llevan grabados en blanco el uso de cada cable, en cuyo caso será tan sencillo como unir cada uno con sus correspondencias sobre la placa. En caso contrario, debemos seguir cada cable hasta el frontal para averiguar a qué función hacen referencia. Un punto importante es la postura de conexión. Generalmente se nos indica la posición del polo positivo para la conexión de los leds, aunque no siempre es así. La solución será tan simple como probar: si el led funciona lo dejamos tal cual, en caso contrario, lo colocaremos en la posición inversa. Esto no afecta al reset ni al power switch, que no precisan de una postura concreta.

    El siguiente paso para completar la instalación será enchufar nuestras tarjetas sobre los buses de conexión AGP y/o PCI y fijarlas a sus correspondientes soportes gracias a un tornillo. Para la colocación de la tarjeta de vídeo AGP sólo tendremos una posibilidad, teniendo especial cuidado de insertarla correctamente, ya que aunque oponga algo de resistencia hemos de pincharla hasta el final si queremos que nuestro equipo funcione bien.

    La cosa cambia al tratarse de tarjetas PCI, las cuales sería recomendable colocar de forma que entre ellas quede una ventilación adecuada. Si llevamos esto a cabo estamos contribuyendo a impedir un excesivo calentamiento del equipo. Y, claro está, cuanto más alejadas de la tarjeta gráfica, mejor, ya que éstas, sobre todo los últimos modelos, alcanzan unas temperaturas muy elevadas. Para proceder a la correcta instalación de la tarjeta de vídeo, módem o tarjeta de sonido no tenéis más que acudir a los tipos de instalación descritos anteriormente.

    Sólo nos queda enchufar el cable de la alimentación a la fuente de la caja y procedemos a realizar la primera prueba de sistema. También conectamos el monitor y el teclado, con lo que nos bastará para verificar que, por lo menos, el sistema arranca. Revisamos todos los pasos, comprobamos que todo ha sido bien conectado, que los cables de alimentación se han colocado correctamente, que el ventilador está en su sitio, etc. Con el monitor encendido llega el momento de pulsar el botón de power. Si todo ha salido bien, nuestro equipo presentará la clásica pantalla de inicio de la BIOS, que realizará el típico test de memoria. Esto será una buena señal, ya que ahora sólo nos quedará configurar correctamente la BIOS y comenzar a trabajar con el equipo. La otra posibilidad es que esto no haya ocurrido, que tras pulsar el botón de encendido la pantalla siga en negro y no pase nada. Lo primero es identificar el fallo, para lo cual observaremos si el ordenador emite pitidos o no. Si los emite, revisaremos la conexión de la tarjeta de vídeo y la memoria. Si no los emite, y siempre que la fuente se ponga en marcha, debemos revisar la correcta colocación de los cables IDE y que el micro se encuentre bien pinchado y configurado. Si la fuente no se pusiera en marcha, hemos de revisar la correcta colocación del conector de fuente de alimentación: que los conectores de corriente no hayan sido conectados al revés produciendo algún cortocircuito, que el cable de corriente eléctrica se encuentre bien enchufado y, por último, que el conector del power switch se encuentra correctamente colocado. Si tras estas comprobaciones no se soluciona el problema, puede que alguno de los componentes empleados esté defectuoso, por lo que lo mejor será probarlos por separado en cualquier otro ordenador y así verificar el correcto funcionamiento de todos ellos.

    Para acabar sólo nos queda volver a cerrar la caja según el sistema empleado, en cada caso a la hora de abrirlo. Hemos de tener cuidado de no pillar ningún cable con la chapa metálica y de que todos los cables quedan correctamente colocados. Esto es especialmente importante, no ya sólo a nivel estético, para lo que no estaría de más sujetar los grupos de cables con bridas plásticas, sino que es fundamental para evitar que éstos rocen con el ventilador, se deformen o estropeen o simplemente se enreden entre sí. Por ello, el toque de verdadero profesional sería fijarlos tal y como decíamos antes, con bridas de sujeción que encontraremos en cualquier centro comercial.



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